21 de junio de 2022 – TO - MARTES DE LA XII SEMANA
Traten a los
demás como quieren que los traten a ustedes
Lectura
del segundo libro de los Reyes
19,
9b-11. 14-21. 31-35a. 36
Senaquerib
envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle: «Hablen así a Ezequías, rey
de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que
Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. Tú has oído,
seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al
consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú te vas a librar?
Ezequías
tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa
del Señor, la desplegó delante del Señor y oró, diciendo: «Señor de los
ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo
eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la
tierra. Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira.
Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios
viviente. Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las
naciones y sus territorios. Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no
son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por
eso los hicieron desaparecer. Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su
mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres
Dios!»
Isaías,
hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: «Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú
me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria, y yo la he
escuchado. Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te
desprecia, se burla de ti, la virgen hija de Sión; a tus espaldas mueve la
cabeza la hija de Jerusalén. Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte
Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo
esto.
Por
eso, así habla el Señor acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad,
ni le lanzará una flecha; no la enfrentará con el escudo, ni le levantará
contra ella un terraplén. Se volverá por el mismo camino, sin entrar en esta
ciudad -oráculo del Señor-. Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por mi
honor y el de David, mi servidor.»
Aquella
misma noche, el Ángel del Señor salió e hirió en el campamento de los asirios a
ciento ochenta y cinco mil hombres. Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó
el campamento, emprendió el regreso y se quedó en Nínive.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 47, 2-3a. 3b-4. 10-11 (R.: cf. 9d)
R.
Dios afianzó para siempre su Ciudad.
El
Señor es grande y digno de alabanza,
en
la Ciudad de nuestro Dios.
Su
santa Montaña, la altura más hermosa,
es
la alegría de toda la tierra. R.
La
Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es
la Ciudad del gran Rey:
el
Señor se manifestó como un baluarte
en
medio de sus palacios. R.
Nosotros
evocamos tu misericordia
en
medio de tu Templo, Señor.
Tu
alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega
hasta los confines de la tierra;
tu
derecha está llena de justicia. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
Jesús
dijo a sus discípulos:
No
den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea
que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo
lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto
consiste la Ley y los Profetas.
Entren
por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la
puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo
encuentran.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Ayer
leíamos la caída de Samaria, el reino del Norte. La narración bíblica presenta
la masiva inmigración de cinco estirpes extranjeras e idolátricas en tierras de
los samaritanos, que provocó un auténtico sincretismo porque daban culto al
mismo tiempo al Señor y a sus ídolos. Ahora, la amenaza se presenta sobre Judá,
el reino del Sur. Han pasado veinte años desde el destierro de Israel.
Senaquerib
asedia Jerusalén con su ejército, ambiciona el territorio de Palestina, como
camino hacia Egipto. Pero fracasa por la llegada de un ejército egipcio y
también por una epidemia de peste que diezmó el ejército de Senaquerib y lo
obligó a levantar el sitio de la ciudad.
Esa
salvación inesperada fue interpretada como un signo del cielo, porque el rey
Ezequías ha recurrido a Dios y le ha dirigido una hermosa oración implorando su
ayuda.
La
respuesta positiva de Dios le viene al pueblo por medio del profeta Isaías.
Durante un siglo, Judá se verá libre de lo peor. Las amenazas de los poderosos
como la carta de Senaquerib, no son siempre la última palabra.
***
Aunque
parezca el slogan de una propaganda comercial es cierto que: “todo lo que vale
cuesta”. Lamentablemente, a pesar de saber esto, se ha hecho ley la búsqueda
del “máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo”. La experiencia también nos
muestra que asumir la vida con seriedad y coherencia siempre trae dificultades.
Vivir
coherentemente el camino de la fe significa asumir el estilo de vida de Jesús y
esto provocará conflictos que no podemos evadir. Jesús nos recomienda entrar
por la puerta estrecha, asumir el riesgo y la dificultad de las
bienaventuranzas.
Este
camino a la vida y de vida nueva implicará muchas veces dolorosas renuncias.
Sabemos que cuando se elige algo también se deja de lado algo.
En
la vida del discípulo de Jesús, la conducta de la mayoría no puede ser el
criterio válido de acción, el evangelio nos llama muchas veces a vivir “contra
la corriente”. Y esto no significa estar condenados a una vida oscura,
aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad
verdadera.
Las
Bienaventuranzas nos muestran que aquellos que entran por la puerta estrecha,
han sido felices arriesgando la vida por cosas que valen la pena y han hecho
dichosos a los demás.
Sin
embargo, nada de eso es posible contando solo con las propias fuerzas. Es el
Espíritu el que trabaja día y noche en nosotros para que, a pesar de nuestra
debilidad, podamos alcanzar una vida en plenitud.
PARA DISCERNIR
¿Qué
consecuencias dolorosas me ha llevado vivir el espíritu de las
bienaventuranzas?
¿Cuál
es el criterio que uso para mis opciones?
¿Estoy
dispuesto a aplicar las bienaventuranzas como criterio para mi proyecto de
vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
El
Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se lo pidamos
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El
camino que lleva a la vida
Jesucristo
es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvación, el sumo
sacerdote de nuestras oblaciones, sostén y ayuda de nuestra debilidad. (He
10,20; 7,27; 4,15). Por él podemos elevar nuestra mirada a lo alto de los
cielos; por él, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso del
Padre; por él, se abrieron los ojos de nuestro corazón; por él, nuestra mente,
insensata y entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por él quiso el
Señor que gustásemos el conocimiento inmortal, ya que «él es el reflejo de la
gloria del Padre…, encumbrado sobre los ángeles porque es mucho más sublime que
el de éstos el nombre que ha heredado» (Hb 1,3-4)…
Tomemos
como ejemplo nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco
los pies sin la cabeza; los miembros más ínfimos de nuestro cuerpo son
necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se
coordinan entre sí para el bien de todo el cuerpo (1C 12,12s). Procuremos, pues
conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada
uno se ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada
por donación de Dios. El fuerte sea protector del débil, el débil respete al
fuerte; el rico dé al pobre, el pobre dé gracias a Dios por haberle deparado
quien remedie su necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras,
sino con buenas obras; el humilde no dé testimonio de sí mismo, sino deje que
sean los demás quienes lo hagan. El que guarda castidad, que no se
enorgullezca, puesto que sabe que es otro quien le otorga el don de la
continencia.
Pensemos,
pues, hermanos, de qué polvo fuimos formados, qué éramos al entrar en este
mundo, de qué sepulcro y de qué tinieblas nos sacó el Creador que nos plasmó y
nos trajo a este mundo, obra suya, en el que ya antes de que naciéramos, nos
había dispuesto sus dones. Puesto que todos estos beneficios los tenemos de su
mano, en todo debemos darle gracias.
San Clemente de
Roma – papa del año 90 a 100 aproximadamente –
Carta a los
Corintios, § 36-38
PARA REZAR
Ayúdame
a decir Sí
Ayúdame
a decir sí,
para responder a tu llamado,
que siempre me regala
un desafío nuevo,
un crecimiento posible,
una huella que se abre…
Ayúdame
a decir sí,
que es decir no a muchas cosas
para responder con la vida
a Alguien que me llama,
porque me ama
y quiere lo mejor para mi vida.
Ayúdame,
Señor,
a decirte que Sí.
Que
así sea.
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