27 de abril de 2022 – T. DE PASCUA – MIÉRCOLES DE LA II SEMANA
Santo Toribio de Mogrovejo – Patrono del Episcopado
Latinoamericano (F)
Rueguen al
dueño de los sembrados que envíe trabajadores a la mies
Lectura
de la segunda carta del apóstol
San
Pablo a
Timoteo
1,13-14; 2,1-3
Amado
hijo:
Retén
la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en
Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en
nosotros.
Palabra
de Dios. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre
penalidades como buen soldado de Jesucristo.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 95, 1-3.7-8a.10
R.
El Señor gobernará al mundo con justicia.
Canten
al Señor un canto nuevo,
cante
al Señor toda la tierra;
canten
al Señor, bendigan su Nombre,
día
tras día, proclamen su victoria. R.
Anuncien
su gloria entre las naciones,
y
sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen
al Señor, familias de los pueblos,
aclamen
la gloria y el poder del Señor;
aclamen
la gloria del nombre del Señor. R.
Digan
entre las naciones: «¡El Señor reina!
El
mundo está firme y no vacilará.
El
Señor juzgará a los pueblos con rectitud». R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 9,35-38
Jesús
recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias.
Al
ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como
ovejas que no tienen pastor.
Entonces
dijo a sus discípulos:
«La
cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen
al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha».
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Sabiendo
que su muerte era inminente, la primera carta a Timoteo, a quien Pablo llama
afectuosamente «hermano nuestro y colaborador de Dios en el anuncio de la Buena
Noticia de Cristo», contiene una serie de recomendaciones prácticas sobre la
necesidad de conservar y transmitir con fidelidad la tradición apostólica y
sobre sus responsabilidades como evangelizador: avivar el don de Dios que
estaba en él, no avergonzarse de dar testimonio del Señor, ni de aquellos que
sufren por Él, retener de forma sana palabras que de Él había oído, y guardar
el buen depósito en Él.
Pablo
recuerda a Timoteo sobre los criterios que deben regir la elección de los
ministros de la comunidad, y acerca de las obligaciones que tiene con respecto
a las diversas categorías de fieles: ancianos y jóvenes, viudas,
presbíteros y esclavos.
Aparece
claramente la responsabilidad que tenemos todos los cristianos, hoy, acerca de
lo que fue enseñado por los apóstoles de Cristo: igual que Timoteo, todos los
cristianos hemos sido los beneficiarios de lo que fue revelado por los
apóstoles; junto con las gracias que hemos recibido, también vienen las
responsabilidades.
***
El
evangelio de hoy, hace un breve resumen de la actividad apostólica de Jesús, y
el inicio del “Sermón de la Misión”: “Jesús recorría todas las ciudades y
aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y
sanando toda enfermedad y toda dolencia”.
Mateo,
en pocas palabras, describe los puntos centrales de la actividad misionera de
Jesús: no espera a que la gente venga hasta Él, sino que Él mismo va en busca
de la gente, recorriendo todas las ciudades y poblados; enseña en las
sinagogas, esto es, en las comunidades. Jesús anuncia la Buena Nueva del Reino,
allí donde la gente está reunida por su fe en Dios. Jesús no enseña doctrinas,
sino que en todo lo que dice y hace, deja transparentar algo de la Buena Nueva
que lo anima por dentro. Curar todo tipo de dolencia y enfermedad, que era lo
que más marcaba la vida de la gente pobre. Ante esta realidad, vemos que lo que
más marca la actividad de Jesús, es dar consuelo a la gente para aliviar su
dolor.
Jesús
siente compasión ante la situación de la gente, porque “estaban humillados y
abatidos como ovejas sin pastor”. Jesús recibe a las personas en la situación
en la que se encuentran: dolientes, abatidos, cansados. Es Pastor,
identificándose con la imagen del siervo de Isaías que decía: “El Señor Yahvé
me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las
palabras para aconsejar al que está desanimado”. (Is 50,4a). Como el Siervo,
Jesús, se hace discípulo del Padre y del pueblo y dice: “Cada mañana, él me
despierta y lo escucho como lo hacen los discípulos”. (Is 49,4b). Del contacto
con el Padre saca las palabras de consuelo que hay que comunicar a los pobres.
Su
compasión, va más allá de un sentimiento de piedad o un momento de emoción. La
compasión de la Biblia está expresada en la acción. La compasión sin acción no
vale nada. La compasión de Jesús era mucho más profunda que un sentimiento momentáneo.
Su compasión lo llevó a que entregara su vida.
Cuando
la compasión de Dios nos confronta requiere una respuesta. Requiere que
asumamos una escucha activa. Hoy, nos encontramos ante el mismo problema de
aquel entonces, la cosecha es abundante, pero pocos son los obreros. Hay muy
pocos que están dispuestos a responder, sacrificando su vida en servicio a los
hermanos, respondiendo a la llamada Señor.
La
tarea misionera es mucha y no la podemos abarcar totalmente, por eso la primera
cosa que Jesús pide a los discípulos es rezar: “La mies es mucha y los obreros
pocos. Rueguen, al Dueño de la cosecha que envíe obreros”. El primer paso es la
apertura del corazón a Dios, y el encuentro vivo con los sentimientos de Jesús.
La oración es la primera forma de compromiso de los discípulos con la misión.
El Señor no nos envió a realizar muchas actividades, sino a vivirlas desde su
compasión y su amor, que necesitan de nuestras rodillas delante del Dios de la
vida. Es la obra del reino, no simple asistencialismo. Si creemos en la
importancia de la misión que tenemos, entonces haremos todo lo posible para que
no muera con nosotros, sino que continúe en los demás durante su vida y
después.
PARA DISCERNIR
¿Experimento
los mismos sentimientos de Jesús ante una sociedad humillada y abatida?
¿Mi
compasión se traduce en obras o queda en un mero sentimentalismo?
¿Reconozco
en los dones recibidos una responsabilidad a realizar?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Aquí
estoy Señor, envíame
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“Debemos dar un tono de valentía a nuestra vida cristiana, tanto a la privada
como a la pública, para no convertirnos en seres insignificantes en el plano
espiritual e incluso en cómplices del hundimiento general. ¿Acaso no buscamos,
de manera ilegítima, en nuestra libertad un pretexto para dejarnos imponer por
los otros el yugo de opiniones inaceptables?
Sólo
son libres los seres que se mueven por sí mismos, nos dice santo Tomás. Lo
único que nos ata interiormente, de manera legítima, es la verdad. Esta hará de
nosotros hombres libres (cf. Jn 8,32). La actual tendencia a suprimir todo
esfuerzo moral y personal no presagia, por consiguiente, un auténtico progreso
verdaderamente humano. La cruz se yergue siempre ante nosotros. Y nos llama al
vigor moral, a la fuerza del espíritu, al sacrificio (cf. Jn 12,25) que nos
hace semejantes a Cristo y puede salvarnos tanto a nosotros como al mundo”…
San Pablo VI,
Audiencia general del 21 de marzo de 1975.
PARA REZAR
Oración
del enviado
«Vayan
por todo el mundo…»
Estas
palabras están dichas para mí.
Soy
continuador de tu obra.
Soy
tu compañero en la misión.
La
mies es mucha y los operarios pocos.
Quiero
ser uno de ellos.
Muchas
personas están caídas y pasamos de largo.
Quiero
ser buen samaritano.
Conviérteme
primero a mí,
para
que yo pueda anunciar a otros
la
Buena Noticia.
Dame
audacia.
En
este mundo escéptico y autosuficiente,
tengo
miedo.
Dame
esperanza.
En
esta sociedad recelosa y cerrada,
yo
también tengo poca confianza en las personas.
Dame
amor.
En
esta tierra no solidaria y fría
yo
también siento poco amor.
Dame
constancia.
En
este ambiente cómodo y superficial,
yo
también me canso fácilmente.
Conviérteme
primero a mí,
para
que yo pueda anunciar a otros
la
Buena Noticia.
Oremos
Dios
nuestro, que has hecho crecer a tu Iglesia en América, con la dedicación
pastoral y el celo por la verdad del obispo santo Toribio, concede al pueblo a
ti consagrado crecer constantemente en la fe y en la santidad. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
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