6 de febrero de 2022 – TO - DOMINGO V – Ciclo B
¡Aquí estoy: envíame!
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro del profeta
Isaías 6, 1-2a. 3-8
El
año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y
excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. Unos serafines estaban de
pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: Y uno gritaba hacia el otro:
«¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! Toda la tierra está llena
de su gloria.»
Los
fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se llenó
de humo.
Yo
dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y
habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey,
el Señor de los ejércitos!»
Uno
de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado
con unas tenazas de encima del altar. El le hizo tocar mi boca, y dijo: «Mira:
esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido
expiado.»
Yo
oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?» Yo
respondí: «¡Aquí estoy: envíame!»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R.: 1c)
R.
Te cantaré en presencia de los ángeles, Señor.
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón,
te
cantaré en presencia de los ángeles
y
me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré
gracias a tu Nombre
por
tu amor y tu fidelidad.
Me
respondiste cada vez que te invoqué
y
aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Que
los reyes de la tierra te bendigan
al
oír las palabras de tu boca,
y
canten los designios del Señor,
porque
la gloria del Señor es grande. R.
Tu
derecha me salva.
El
Señor lo hará todo por mí.
Tu
amor es eterno, Señor,
¡no
abandones la obra de tus manos! R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 15, 1-11
Hermanos,
les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido
y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como
yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
Les
he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer
día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce.
Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte
de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y
de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que
soy como el fruto de un aborto.
Porque
yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol,
ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo
que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que
todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En
resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han
creído.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En
una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la
Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde
allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y
estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón,
y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a
la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar
adentro, y echen las redes.»
Simón
le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada,
pero si tú lo dices, echaré las redes.» Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad
de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a
los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y
llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al
ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí,
Señor, porque soy un pecador.» El temor se había apoderado de él y de los que
lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les
pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero
Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres.»
Ellos
atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
En
la primera lectura, la manifestación de Dios sobrepasa al profeta, que siente
en especial la impureza de sus labios para tomar la Palabra revelada y
pronunciarla en el mundo. La Palabra de Dios es santa; el profeta no es más que
un hombre. Sus labios son purificados con el fuego.
***
La
segunda lectura nos presenta una verdadera imagen del misionero cristiano, del
apóstol, del pescador de hombres, Pablo. Llamado por Jesús Resucitado, pecador,
sólo por la gracia de Dios es lo que es; en él la gracia no resultó infructuosa
y difundió por todas partes la Buena Nueva de la salvación, de la liberación:
Cristo, muerto por nuestros pecados, que resucitó, es el Evangelio que trae
gozo y liberación a todos los que en El creemos.
***
En
el evangelio, con la llamada a Simón Pedro y sus compañeros, Jesús anuncia que
cuenta con ellos para el proyecto de Dios, para poder realizar la voluntad de
su Padre. Los galileos han estado pescando toda la noche, pero con resultado
absolutamente negativo. Sin embargo, deciden hacerlo durante el día en nombre
de Jesús y confiados en su palabra. El resultado fue una pesca tan abundante
que por poco se hunden las barcas. Ante ese hecho, su fe se acrecienta y un
temor misterioso los invade: no son dignos de estar con Jesús, un personaje de
poderes tan grandes. Sin embargo, la respuesta de Jesús es inversa: ahora los
invita a permanecer siempre con Él para continuar su actividad de pescadores al
servicio del Reino de Dios.
Ser
«pescador de hombres» significa, ante todo, vivir en medio del mar; del mar
como símbolo de la existencia dura y difícil, siempre fluctuante como las olas,
las mareas, las corrientes de fondo o de superficie; pero existencia
estimulante, creadora. Del mar como símbolo de la humanidad entera, con toda su
pluralidad de grupos, tendencias, opiniones. «Pescar hombres» significa dar
testimonio de la verdad, de Jesús, del amor, de la vida del Padre, del Reino,
de la transformación total de la sociedad. No se trata de una conquista, sino
de un contagio.
Sacar
a alguien del mar es sacarlo del mal. «Pescadores de hombres» expresa la
función del discípulo, que debe salvar de los poderes del desamor, de la
mentira y de la injusticia al hermano, para que descubra al Dios que ama a
fondo perdido.
Somos
un pueblo de labios impuros, tenemos necesidad de una purificación constante,
pero hemos recibido y hemos aceptado la misión de continuar la tarea que Jesús
encomendó a los apóstoles: ser pescadores de hombres. La Iglesia debe ser en
nuestro mundo signo de liberación: para sacar del mal a los que viven inmersos
en él. Se trata, por tanto, de una liberación integral, espiritual ciertamente:
la liberación del pecado y de los muchos condicionamientos terrenos que
degradan al hombre, lo oprimen. Contra todo esto, debe luchar proféticamente la
Iglesia si quiere continuar la misión de los apóstoles: ser pescadores de
hombres.
La
misión apostólica, como la profética, es la consecuencia insoslayable de la
revelación de Dios y del encuentro del hombre con Dios. La verdad de Dios,
revelada a los hombres, es un mensaje que convierte en mensajero a todo el que
lo escucha. La misma fe que nos une con Dios en Jesucristo, es la que nos lleva
a predicar el evangelio en el mundo, y a reunirnos con todos los hombres que lo
escuchan. Si somos fieles, somos por ello mismo también apóstoles y enviados.
La
Palabra, Jesucristo, su Evangelio, se impone en nuestra vida, pero no nos violenta:
nos moviliza, nos envuelve, nos renueva, cambia los horizontes de nuestra
existencia y nos lleva a colaborar en la misión profética del evangelio.
Hace
falta prestarle nuestra voz, nuestro trabajo y todo será distinto, a pesar de
no ser santos, ni perfectos. Podremos realizarlo cuando aprendamos a fiarnos de
Jesús y de su evangelio, cuando queramos salir de nuestros límites; la Palabra
de Dios será más eficaz que nuestras propias razones, para echar las redes en
la vida, en la familia, entre los amigos, en el trabajo… y seremos discípulos,
y seremos pescadores.
PARA DISCERNIR
¿Experimento
el llamado gratuito de Dios?
¿A
qué me compromete?
¿Me
excuso en mis límites para no responder a su llamado?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Ayúdame
a ser pescador de hombres
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Tú
serás pescador de hombres
¿A
quiénes elige Dios para anunciadores? ¿Ángeles celestiales…? No entenderían al
hombre de carne. ¿Intelectuales y sabios de doctrinas exquisitas…? «No el mucho
saber harta y satisface el alma» ¿Hombres cumplidores, nacidos para perfectos y
coherentes…? No entenderían la común pobreza del alma pecadora, y serían más
exigentes y moralizadores que anunciadores de Evangelio.
Hombres
corrientes: con sus miedos, ignorancias, torpezas y pecados. El los elige y los
va preparando deliciosamente a través de la historia: «Estoy perdido, yo,
hombre de labios impuros», dice Isaías.
«Indigno
de ser llamado apóstol», se proclama Pablo. Y Pedro, testigo de su limitación y
de la grandeza de Jesús: «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador».
Algo básico une a los tres: han conocido su debilidad. Isaías perdonado, es un
hombre dispuesto al Anuncio. Sabedor Pablo de que todo su perfeccionismo le ha
llevado a la violencia y la persecución, será testigo de cómo Dios le abre los
ojos a la nueva Luz de Jesús. Y Pedro, que seguirá carrera de pecador hasta el
doctorado del Viernes Santo -«Yo no conozco a ese hombre»- será testigo del
perdón, de la paz y de la fidelidad que permanece: «Apacienta mis ovejas».
Bregar
toda la noche sin una triste anchoa que llevarse a la boca, es un claro fracaso
profesional; pero es la ocasión de reconocer que Jesús es el Señor. Negar al
Maestro ante la criada del Pontífice, es indicio de pobreza en una voluntad que
se sobrevaloraba; pero la presencia de Jesús tornó esto en acontecimiento
salvador; lágrimas primero y humildad después: «Tú sabes que te amo». Ser
fariseo observante acercó la vida de Pablo al asesinato; pero el encuentro con
Jesús lo derriba, creando un testigo de la gratuidad de Dios y de la
justificación por la Fe.
Proclamar
la propia debilidad y la grandeza de Dios (Francisco de Asís, Teresa de Jesús)
es propio de los elegidos: «Por la gracia de Dios soy lo que soy». Son hombres
que Dios se va preparando para anunciar al mundo la originalidad divina: el
amor gratuito; la conversión con el perdón de los pecados. Nuestro mundo, frío
y violento, necesita de ellos para impregnar las relaciones humanas del
Espíritu de Jesús: «Misericordia quiero, que no sacrificios; Yo no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores». ¿Quién se excluye de la llamada? La
Cuaresma, tiempo fuerte de convertirse a Él, está a las puertas.
Miguel
Flamarique Valerdi
PARA REZAR
Llamado
Jesús,
tu elección llega por caminos insospechados.
Nos llamas a través de otros hombres.
Nos llamas sobre todo por medio de los pobres,
los ciegos, los inválidos;
los que no tienen pan, los que no tienen luz,
los que no pueden levantarse y andar.
Te
doy gracias porque me has llamado y me has elegido
para ser acompañante de otros hombres en su caminar hacia Ti.
¿Sabré corresponder a tu confianza?
Envía tu lluvia y tu sol sobre el desierto de mi tierra
para que produzca flores y frutos de vida.
Agarra
mi mano con tu mano
para que juntos agarremos muchas manos
y alcemos muchas vidas hacia las alturas.
Gracias porque me has llamado y me has elegido.
Patxi
Loidi
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