28 de octubre de 2021 – TO - JUEVES DE LA XXX SEMANA
Santos Simón y Judas, apóstoles (F)
Eligió a doce de ellos y los nombró
apóstoles
Lectura
de la carta
a
los cristianos de Éfeso 2, 19-22
Hermanos:
Ya no son extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos del pueblo de Dios y
miembros de la familia de Dios. Están edificados sobre el cimiento de los
apóstoles y profetas y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo
el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor.
Por
él también ustedes se van integrando en la construcción, hasta llegar a ser
morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra
de Dios
Salmo
Sal 18,2-5
R:
El mensaje del Señor llega a toda la tierra
Los
cielos proclaman la gloria de Dios
y
el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un
día comunica su mensaje al otro día
y
una noche se lo trasmite a la otra noche. R.
Sin
que pronuncien una palabra,
sin
que resuene su voz, a toda la tierra
llega
su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. R.
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según San Lucas 6, 12-19
Por
aquellos días, Jesús se retiró a la montaña a orar y se pasó la noche en
oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce
de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó
Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás,
Santiago el hijo de Alfeo, Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de
Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al
bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos
y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la
región costera de tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus
enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban
curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que
sanaba a todos.
Palabra
del Señor
PARA REFLEXIONAR
«Judas»
es una palabra hebrea que significa «alabanzas sean dadas a Dios». «Tadeo»
quiere decir «valiente para proclamar su fe». El Apóstol Judas Tadeo, «el
hermano de Santiago», era probablemente el hermano de Santiago el Menor; se lo
menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva: «¿No es
éste -se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que
acompaña a Jesús- el carpintero, el hermano de Santiago y de Judas?».
Se
atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos
comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna
persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a «luchar
valientemente por la fe» que ha sido dada a los santos y amonesta contra los
falsos maestros invitando a conservar la pureza de la fe.
Entre
los apóstoles, parece que Simón y Judas tenían un sobrenombre para
distinguirlos de otros apóstoles del mismo nombre. Simón era «Celotes», para
distinguirlo de Simón Pedro. Judas era «Tadeo», para distinguirlo de Judas
Iscariote.
Según
la tradición occidental, San Judas Tadeo se reunió en Mesopotamia con San Simón
y ambos predicaron varios años en Persia y ahí fueron martirizados. Existe un
presunto relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es
ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha
atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas
y consagrado por ellos primer obispo de Babilonia.
Según
dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron cortándolo por el medio, y a
San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con un hacha y por eso lo pintan con un
hacha en la mano. La Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la
Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.
El
evangelio de hoy, con ocasión de la festividad de los apóstoles Simón y Judas,
nos narra la elección de los doce. Jesús escoge a la mayoría de quienes serán
roca de nuestra fe cristiana, de entre gente común. El ser llamados o escogidos
al servicio de Dios, no es para envanecerse, ni gloriarse, mucho menos para
ejercer el poder como lo hacen los poderosos de la tierra. Los llama al
servicio y en la comunidad para que el Reino de Dios, se haga presente en medio
de los hombres desde la vida de los mismos hombres.
Este
llamado aparece en el evangelio en el marco de un día entero en la vida de
Jesús. La convivencia humana con el maestro y entre ellos será el lugar de
formación de estos hombres. No realizan un curso ni siguen un manual; la
experiencia del discipulado se hace viviendo. Para aprender lo que significa
«amar» era necesario que experimentaran el amor llevado hasta el extremo; no
era cuestión de aprender a dar una definición sobre el perdón sino realizar el
ejercicio de perdonar, y hacerlo de corazón. El modelo era Jesús, pero cada uno
tiene que hacerlo carne en su propia vida.
Jesús
no los eligió en calidad de doce líderes de la nueva comunidad, sino para que
proclamen con su comportamiento la alternativa de vida nueva y sociedad
renovada que quiere proponer a Israel, primero, y, por extensión, a toda la
humanidad.
Jesús se ha quedado entre nosotros y el camino del discipulado continúa
abierto. Jesús sigue buscando y llamando hombres y mujeres que quieran ser
testimonio del amor de Dios, desde una vida que sabe amar y lo demuestra; que
aprende a perdonar y es signo de la humanidad reconciliada; y que no se
avergüenza de contar a todos lo que Dios ha obrado y sigue obrando en la
historia.
PARA DISCERNIR
¿Me
siento llamado a ser apóstol de Jesús?
¿Mi
camino en la fe, es un discipulado junto al Señor?
¿Vivo
con gozo la experiencia de anunciar a Jesús con mi vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Gracias
por tu llamado Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Llamó
a sus discípulos, escogió a doce de entre ellos y les dio el nombre de
apóstoles»
…»La
Tradición apostólica no es una colección de cosas, palabras, como una caja de
cosas muertas; la Tradición es el río de la vida nueva que viene desde los
orígenes, de Cristo hasta nosotros, y nos implica en la historia de Dios con la
humanidad. Este tema de la Tradición… es de gran importancia para la vida de la
Iglesia. El Concilio Vaticano II ha subrayado, a este respecto, que la
Tradición es apostólica primero en sus orígenes: «Dispuso Dios benignamente que
todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera
íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por
ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo (2C
1,20; 3,16-4,6), mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el
Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes
por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente
de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres» (Dei Verbum
7). El Concilio prosigue subrayando que este compromiso ha sido fielmente
llevado a cabo «por los apóstoles que por la predicación oral, en los ejemplos
e instituciones, transmitieron todo lo que habían aprendido de la misma boca de
Cristo, viviendo con él y viéndole actuar; y también que ellos mismos gozaban
de sugerencias dadas por el Espíritu Santo». Con los apóstoles, añade el
Concilio, colaboraron también «unos hombres de su mismo entorno, los cuales,
bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo, consignaron por escrito el
mensaje de salvación».
Cabezas del Israel escatológico, en número de doce tal como lo eran las tribus
del pueblo elegido, los apóstoles continuaron la «cosecha» comenzada por el
Señor y lo hicieron, ante todo, transmitiendo el don recibido, la Buena Nueva
del Reino llegado a los hombres en Jesucristo. El número de doce expresa no
sólo la continuidad con la raíz santa, el Israel de las doce tribus, sino
también el destino universal de su ministerio, portador de salvación hasta los
extremos de la tierra. Se puede captar eso a partir del valor simbólico de los
números en el mundo semítico: doce es el resultado de la multiplicación de
tres, número perfecto, por cuatro, número que nos remite a los cuatro puntos
cardinales, es decir, al mundo entero»…
Papa Benedicto
XVI – Audiencia general del 3-5-2006
PARA REZAR
Oración
a San Judas Tadeo
Dios
nuestro que nos has dado a conocer
a
tu Hijo por la predicación de los Apóstoles,
por
intercesión de tu santo apóstol Judas Tadeo,
bendice
y protege nuestra familia
y
líbranos de todo mal, para que cada día conozcamos
y
amemos más a Cristo y a nuestros semejantes.
Concédenos
Señor, también por su intermedio,
la
gracia de dedicar nuestra vida,
nuestras
cualidades y nuestros esfuerzos
a
hacerte conocer y amar y,
al
final de nuestras vidas, lograr, como él,
un
puesto junto a Ti en el cielo
Por Cristo nuestro Señor.
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