12 de octubre de 2021 – TO - MARTES DE LA XXVIII SEMANA
Den como limosna lo que tienen y todo será puro
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo
a los cristianos
de Roma 1, 16-25
Hermanos:
Yo no me
avergüenzo del Evangelio, porque es el poder de Dios para la salvación de todos
los que creen: de los judíos en primer lugar, y después de los que no lo son.
En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme
a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe.
En efecto, la
ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los
hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad. Porque todo
cuanto de se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo
se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles -su poder eterno y su
divinidad- se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación
del mundo, por medio de sus obras.
Por lo tanto,
aquellos no tienen ninguna excusa en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo
glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se
extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.
Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios, y cambiaron la gloria del
Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves,
cuadrúpedos y reptiles.
Por eso,
dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, Dios los entregó a una
impureza que deshonraba sus propios cuerpos, ya que han sustituido la verdad de
Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador,
que es bendito eternamente. Amén.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
18, 2-3. 4-5ab (R.: 2a)
R. El
cielo proclama la gloria de Dios.
El cielo
proclama la gloria de Dios
y el firmamento
anuncia la obra de sus manos;
un día transmite
al otro este mensaje
y las noches se
van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin
pronunciar palabras,
sin que se
escuche su voz,
resuena su eco
por toda la tierra
y su lenguaje,
hasta los confines del mundo. R.
EVANGELIO
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
Cuando terminó
de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la
mesa. El fariseo se extrañó que no se lavara antes de comer.
Pero el Señor le
dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato,
y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo
de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo que
tienen y todo será puro.»
Palabra del
Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La fe estará en
el centro de toda la Carta a los Romanos. La fe en Cristo es recibida por pura
gracia. Tener fe en alguien es entregarse a él, abandonarse a él, poner todo el
ser en sus manos. Tener fe en alguien es creer suficientemente en su palabra
para que ella se haga nuestra propia palabra.
Para Pablo el
Evangelio, es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del
«judío» en primer lugar y también del «griego» después. El evangelio no es
«algo» estático, pasivo; es un «dinamismo de Dios», es una «fuerza en acción».
La «Justicia de
Dios» se revela en el Evangelio. Esta justicia no es la que corresponde a un
juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica. El hombre la
recibe si colabora. Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del
hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se
obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y la aceptación de su poder.
Se trata de una
actitud activa de Dios que «justifica», que «hace ser justo». Es Dios quien
salva por su gracia. Y la fe del hombre es, justamente, la «correspondencia» a
ese acto divino. Nos salvamos acogiendo por la fe la salvación, la justicia,
que Dios nos da.
Pablo aborda
después la cuestión del conocimiento natural de Dios. Para Pablo, la
incapacidad en la que el hombre se encuentra, de conocer a Dios a través de lo
creado, no es de tipo intelectual; sino de orden moral: el hombre ha hecho de
sí mismo el centro del mundo, perdiendo así progresivamente la posibilidad de
leer la presencia de Dios en las cosas creadas.
El hombre es
libre para rechazar a Dios, pero no puede evitar las consecuencias de tal
acción. La sabiduría de Dios es distinta de la de los hombres. Al que vive
entregado a los caprichos de su yo y a las exigencias del mundo, le parece mera
locura. La sabiduría de Dios se manifiesta en la Cruz de Cristo de un modo
claro e incomprensible, al mismo tiempo.
***
Continúa el
viaje de Jesús, camino de Jerusalén. Lucas sitúa en este contexto una serie de
recomendaciones y episodios. Durante tres días escucharemos sus duras
invectivas contra los fariseos. La preocupación farisea por la pureza legal,
dividía a la humanidad en «puros» e «impuros», en judíos y no-judíos,
desfigurando el verdadero Rostro de Dios.
Jesús confronta
al fariseo y a los presentes y los llama a revisar su actitud de vida. Muchos
de ellos empleaban la pureza ritual para encubrir los robos, las injusticias y
las malas intenciones que cometían diariamente. El pueblo acudía a ellos
buscando un juicio justo, la defensa de sus derechos, pero a ellos sólo les
interesaba sacar beneficio económico de su servicio.
Jesús denuncia,
especialmente en los fariseos, una concepción de la vida que apaga la Palabra y
le impide alcanzar a los hombres. Jesús cuestiona estas prácticas y muestra
cómo son continuadores de una mala tradición que no reconoce el valor del ser
humano. La práctica cristiana consiste en el mandamiento del amor. El amor es el
que hace el corazón puro, no las prácticas rituales vacías de contenido. La
pureza interior es el resultado del amor a los demás.
Aparece una
nueva ley, que no es una ley preceptual que achica la vida y la somete, sino la
novedad de la verdadera la libertad. Jesús habla de la limosna, considerada por
los judíos como una de las obras más excelentes, pero insiste, en la necesidad
de un cambio interior y sincero, que sin descuidar las normas de vida
comunitaria o cultural, supere el cumplimiento del dar dinero en atención a la
prescripción legal, y permita la realización de una sociedad más justa y
equilibrada. No alcanza que entreguemos ofrendas en el templo o alguna limosna,
si no sentimos en carne propia, el dolor del que sufre la miseria, y
descuidamos la práctica de la misericordia y del amor solidario.
PARA
DISCERNIR
¿Qué concepto
tengo de pureza?
¿Qué relación
encuentro entre pureza y caridad?
¿Qué lugar ocupa
la limosna en mi camino de fe?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tu Palabra Señor
es mi alegría
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
«El que hizo lo
de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?»
… «Vosotros, los
fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato». Como veis, nuestros cuerpos
son llamados aquí con los nombres de objetos de tierra y frágiles, que una
simple caída puede romper. Y los íntimos sentimientos del alma son llamados por
expresiones y gestos del cuerpo, tal como lo que encierra el interior de una
copa se deja ver por fuera. .. Ved, pues, que no es el exterior de una copa o
de un plato lo que nos ensucia el interior.
Como buen
maestro, Jesús os ha enseñado cómo limpiar las manchas de nuestro cuerpo,
diciendo: Más bien dad como limosna lo que tenéis y todo le demás será puro en
vosotros». ¡Veis bien cuántos remedios hay! La misericordia nos purifica. La
palabra de Dios también nos purifica, tal como está escrito: «Vosotros estáis
ya limpios gracias a la palabra que os he anunciado» (Jn 15,3)…
Es el punto de
partida de un buen pasaje: el Señor nos invita a buscar la simplicidad y
condena el estar ligado a lo que es superfluo y ramplón. Los fariseos, a causa
de su fragilidad, son comparados, y no sin razón, a la copa y al plato:
observan escrupulosamente puntos que no tienen ninguna utilidad para nosotros,
y olvidan aquello donde se encuentra el fruto de nuestra esperanza. Cometen,
pues, una gran falta, despreciando lo mejor. Y sin embargo, también a esta
falta se le ha prometido el perdón si viene detrás de la misericordia y la
limosna»…
San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y
doctor de la Iglesia – Comentario al evangelio de Lucas, 7, 100-102
PARA
REZAR
Oración para la
acción
Señor, danos la
sabiduría
que juzga desde arriba y ve a lo lejos
danos el Espíritu que omite
lo insignificante en favor de lo esencial.
Enséñanos a
serenarnos
frente a la lucha y a los obstáculos
y a proseguir en la fe, sin agitación
el camino por ti trazado.
Danos una
actividad serena
que abarque con una visión
unitaria, la totalidad.
Ayúdanos a
aceptar la crítica
y la contradicción
Haz que sepamos evitar
el desorden y la dispersión.
Que amemos todas
las cosas
juntamente contigo
Oh Dios, fuente de ser,
únenos a Ti y a todo lo que te converge
hacia la alegría y la eternidad
Amén.
Padre Ignacio
Larrañaga
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