20 de septiembre de 2021 – TO - LUNES DE LA XXV SEMANA
Sean luz
Principio del
libro de Esdras 1, 1-6
En el primer año
de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada
por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, y este
mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino:
«Así habla Ciro,
rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los
reinos de la tierra, y me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén,
de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, que su Dios lo acompañe y
suba a Jerusalén, de Judá, para reconstruir la Casa del Señor, el Dios de
Israel, el Dios que está en Jerusalén. Que la población de cada lugar ayude a
todos los que queden de ese pueblo, en cualquier parte donde residan,
proporcionándoles plata, oro, bienes y ganado, como así también otras ofrendas
voluntarias para la Casa del Dios que está en Jerusalén.»
Entonces los
jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos
los que se sintieron movidos por Dios, se pusieron en camino para ir a
reconstruir la Casa del Señor que está en Jerusalén. Sus vecinos les
proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, bienes, ganado y gran cantidad
de objetos preciosos, además de toda clase de ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 3a)
R. ¡Grandes
cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía que
soñábamos:
nuestra boca se
llenó de risas
y nuestros
labios, de canciones. R.
Hasta los mismos
paganos decían:
«¡El Señor hizo
por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas
hizo el Señor por nosotros
y estamos
rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor,
nuestra suerte
como los
torrentes del Négueb!
Los que siembran
entre lágrimas
cosecharán entre
canciones. R.
El sembrador va
llorando
cuando esparce
la semilla,
pero vuelve
cantando
cuando trae las
gavillas. R.
EVANGELIO
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 8, 16-18
Jesús dijo a la
gente:
«No se enciende
una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama,
sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque
no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba
ser conocido y divulgado.
Presten atención
y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le
quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Dios se sirve de
Ciro rey de Persia, para liberar Israel de la cautividad de Babilonia. Un
pagano, un extranjero, agente de la salvación del Dios de Israel. Él mismo se
reconoce siervo del Dios de Israel escuchando sus mandatos y poniéndolos en
práctica. El Rey es comparado con David y Salomón, que construyeron el Templo
al Señor.
Es una novedad
escandalosa para la mentalidad israelita y, sin embargo, provocada por Dios en
orden a continuar la historia de salvación. El Templo reconstruidos será el
lugar encuentro del pueblo con su fe. Los que han regresado de Babilonia se
enfrentan con la cruda realidad: la tierra empobrecida, la cosecha menguada, la
lluvia escaseada.
El país
recuperado no es el paraíso soñado. A estas dificultades naturales se agregan
se añaden las que aparecen, en cuanto a la reconstrucción del templo. A persas
y a babilonios se les pide que ayuden a los judíos a reconstruir su Templo. Ese
edicto provoca la yuxtaposición de culturas y de religiones que se soportan
ignorándose mutuamente.
Los
descendientes de aquellos inmigrantes que los asirios habían fusionado con la
población autóctona, practican un sincretismo religioso en el que también había
un lugar para Yahvé, el Dios de Israel. Son los conocidos con el nombre de
samaritanos.
Las obras del
templo se paralizan y sobre la comunidad restaurada se cierne la sombra del
desencanto y del desaliento. Es entonces, cuando el ánima está más bajo, el
soplo vital del Dios viviente resucita, una vez más, el cuerpo aparentemente
muerto de Israel.
Los profetas
Ageo y Zacarías lo transmiten al pueblo que recobra la confianza y entusiasmado
y reanuda la reconstrucción del templo. El plan de Dios no se detiene. La
historia de salvación no se interrumpe. Siempre joven, la presencia salvadora
de Dios. Dios no se repite. Siempre adelante.
No se puede
vivir en el recuerdo y en la nostalgia sino que se ha de vivir el hoy de Dios,
el Dios que suscita a los profetas, y que en las horas oscuras derrama una
corriente de gracia y proyecta sobre el camino un haz de luz.
***
Jesús
aprovechaba el enorme y rico caudal de la sabiduría popular de su pueblo para
convertirlo en parte fundamental de su enseñanza. Esta lámpara que aparece en
esta parábola ilumina toda la habitación, lo mismo que la palabra de Dios que
nos es dada como semilla en la tierra de nuestra vida tiene iluminar hasta los
últimos rincones del corazón.
La luz simboliza
en general todo lo referido al bien en contraste con las tinieblas que
representan al ámbito del mal. El templo, Jerusalén y el ser humano mismo pueden
ser luz, pero la luz por antonomasia es Dios y aquel a quien ha constituido
“luz de las naciones y gloria de su pueblo” a quien seguimos para “alcanzar la
luz de la vida”.
Lucas subraya
que la comunidad debe ser luz. Dios en Jesús ilumina a todo hombre que viene a
este mundo, pero no sólo a los individuos sino también a la comunidad. Las
comunidades cristianas necesitan dejarse iluminar para hacer brillar el
proyecto de Dios
La comunidad
cristiana se forma no para ocultarse sino para que todos la vean pueda dar
testimonio del proyecto de Dios en medio de los hermanos.
Una comunidad
cristiana tampoco se constituye para ser un círculo cerrado impenetrable, un
gheto de elegidos y salvados. La buena noticia no puede estar cautiva en las
limitaciones de nuestras instituciones sino que debe hacer parte de la vida
diaria del creyente. La vida de la fe es un don para dar, para entregar
gratuita y generosamente. No hay comunidad cristiana sino es misionera.
La comunidad no
se constituye sólo para mirarse a sí misma sino sobre todo para crecer
internamente pensando en los demás. La responsabilidad de la comunidad es
permitir que con sus buenas obras el mundo conozca el Dios de Jesús, un Dios
amor, vida, justicia, libertad… esto no se hace con imposiciones o agresividad,
sino con la sencillez de una vela puesta en el candelero, que sin mucho
alboroto, pero con seguridad, alumbra a todos los que estén en la casa.
El discípulo de
Jesús de Jesús es invitado a ser luz en nuestro mundo y nuestro tiempo,
oscurecido por el odio y la violencia sin sentido, por la falta de armonía y
paz, por la injusticia y la insensibilidad de muchos hombres cegados por la
ambición y la sed de poder.
Ser luz es una
invitación a vivir con la impronta de la vida de Jesús en nuestro corazón, en
nuestros ojos, en nuestras palabras en nuestro propio sentir, allí donde cada
día debemos vivir, trabajar, crear, cantar, reír y llorar, soñar…
PARA
DISCERNIR
¿Me dejo
iluminar e iluminar mis distintas realidades por la palabra de Jesús?
¿Soy consciente
de la responsabilidad que se me ha confiado de ser luz?
¿Qué zonas de mi
vida me cuesta más iluminar?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Grandes cosas
hizo el Señor por nosotros
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
“Se pone sobre
el candelabro” (Mt 5,15)
No hay nada más
frío que un cristiano despreocupado por salvar a los hermanos. No puedes, en
este asunto, poner por pretexto tu pobreza: aquella que dio las dos monedas
ínfimas se levantaría para acusarte (Lc 21,2) También Pedro, que decía: “No
tengo ni oro ni plata.” (Hch 3,6) Y Pablo que era tan pobre que a menudo pasaba
hambre y le faltaba lo necesario para vivir (1 Cor 4,11) Tampoco puedes
excusarte con tu procedencia humilde: ellos también eran de condición modesta.
Ni la ignorancia sería una disculpa válida: ellos tampoco eran gente de
letras…Ni pienses alegar la enfermedad: Timoteo tenía frecuentes molestias de
estómago (1Tim 5,23)…Cualquiera puede ser útil a su prójimo si lo quiere de
verdad…
No digas que te
es imposible restablecer en el buen camino a los demás, porque si tú eres
cristiano es imposible que esto no suceda. Cada árbol lleva su fruto (Mt 17,17)
y como no hay contradicción en la naturaleza, tampoco lo hay entre lo que
nosotros decimos y la verdad, porque es inherente a la naturaleza del
cristiano…Es más fácil que la luz se vuelva tinieblas que el cristiano deje de
iluminar a los demás.
San
Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia,
obispo
de Constantinopla, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental
Homilía
sobre los Actos de los Apóstoles, nº 20, 3-4; PG 60, 162
PARA
REZAR
Luz nacida de la
Luz,
Jesús, Verbo
desde toda la eternidad,
ilumina nuestra
historia,
sé la palabra
que nos inicia en los secretos del Reino.
Bendito seas,
Padre de bondad:
hemos acogido la
palabra de tu Hijo
y comulgado su
cuerpo.
Danos el deseo
de caminar tras El
y de hacer
nuestra la palabra que El le dio vida:
que ella sea
nuestra herencia y gozo,
y así
conoceremos el gozo de vivir como hijos.
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