30 de agosto de 2021 – TO - LUNES DE LA XXII SEMANA
30
de agosto – Sta. Rosa de Lima, Virgen (F)
Vende todo lo que posee y compra el campo
Lectura de la
segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos
de Corinto 10, 17-11, 2
Hermanos:
El que se
gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda
a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.
¡Ojalá quisieran
tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso
de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo,
para presentarlos a Él como una virgen pura.
Palabra de Dios.
SALMO
148, 1-2. 11-13a. 13c-14
R.
¡Los jóvenes y las vírgenes, alaben el nombre del Señor!
Alaben al Señor
desde el cielo,
alábenlo en las
alturas;
alábenlo, todos
sus ángeles,
alábenlo, todos sus
ejércitos. R.
Los reyes de la
tierra y todas las naciones,
los príncipes y
los gobernantes de la tierra;
los ancianos,
los jóvenes y los niños,
alaben el Nombre
del Señor. R.
Su majestad está
sobre el cielo y la tierra,
y Él exalta la
fuerza de su pueblo.
¡A Él, la
alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el
pueblo de sus amigos! R.
EVANGELIO
Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-46
Jesús dijo a la
multitud:
El Reino de los
Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo
vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el
campo.
El Reino de los
Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Palabra del
Señor.
PARA
REFLEXIONAR
El verdadero
apóstol no puede basar la eficacia de la Palabra en la ciencia humana. El
verdadero apóstol es consciente de que es una persona, puesta por Dios, para
colaborar en la construcción del Reino de Dios entre nosotros. Su orgullo será
haber sido dócil al Espíritu.
Para lograr eso
el Señor ha entregado su vida, para purificarnos de todo pecado. Pero esa
purificación no se puede quedar en la simple confesión de los pecados, sino que
debe llevarnos a volver con sinceridad a Dios y a dejarnos transformar por Él
en criaturas nuevas. Entonces seremos, realmente, dignos del Señor.
***
El Reino es
Cristo. Y Él nos ha amado de tal forma que lo dejó todo, incluso entregó su
propia vida con tal de “comprarnos” para Dios, de manera que no vivamos ya para
nosotros mismos, sino para Aquel que por nosotros murió y resucitó.
En la medida que
hemos sido amados por Dios, estamos llamados a amar a nuestro prójimo de tal
forma que no sólo le anunciemos el Evangelio de la gracia, sino que seamos
capaces de entregarlo todo con tal de que, junto con nosotros, alcance la
salvación que Dios ofrece a todos. Es necesario abrir los ojos para trabajar de
una y mil formas para que el Reino de Dios se haga realidad en el corazón del
mundo.
El Señor nos
ofrece lo más grande de sí mismo: Su Vida y su Espíritu, para que, recibidos
por nosotros, nos transformen, cada día en mejores hijos de nuestro Dios y
Padre.
Aceptar el
compromiso de la fe que nos une al Señor, nos abre a nuestro trabajo por el
Reino. Abramos los ojos ante la realidad que nos rodea. En el campo del mundo,
hay mucha riqueza escondida a causa de los miedos de quienes prefieren vivir su
fe en la oscuridad de su propio interior. En medio de un mundo, en el cual
anidan muchas posibilidades, en medio de muchas esperanzas perdidas, la Iglesia
está llamada a entregarse para que salgan a la luz todos esos tesoros
escondidos, y así, todos juntos podamos construir una sociedad más fraterna,
más justa y más solidaria.
El Señor espera
de su Iglesia que trabaje con fervor para que su Evangelio se encarne en los
hombres de nuestro tiempo. Entonces el Reino de Dios habrá empezado a hacerse
realidad entre nosotros.
PARA
DISCERNIR
¿Qué docilidad
me reclama el Espíritu hoy?
¿En qué realidad
me toca hoy hacer presente el Reino, dónde hace falta vivir los valores del
Reino?
¿De qué manera
hacemos crecer los dones de gracia recibidos?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Qué venga tu
Reino Señor
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
De los escritos
de santa Rosa de Lima.
El salvador
levantó la voz y dijo, con incomparable majestad: “¡Conozcan todos que la
gracia sigue a la tribulación.
Sepan que sin el
peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que,
conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de
los carismas. ¡Que nadie se engañe: esta es la única verdadera escala del
paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!”
Oídas estas
palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para
gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad,
sexo, estado y condición que fuesen:
“Oíd pueblos,
oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su
misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones; hay
necesidad de trabajos y más trabajos, para conseguir la participación íntima de
la divina naturaleza, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta hermosura
del alma.”
Este mismo
estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la hermosura de la divina
gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me parecía que ya no podía el
alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión
y, libre y sola, con más agilidad se había de ir por el mundo, dando voces:
“¡Oh, si
conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué
preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y
delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar
penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias,
enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro último
de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los
trabajos que le caen en suerte, si conocieran las balanzas donde se pesan para
repartir- los entre los hombres.”
PARA
REZAR
Oración
Van a pasar por manos laboriosas
Los granos de un rosario de ilusiones,
Acógelas, Señor, que son hermosas,
Amor y don de nuestros corazones.
Mujer llena de Dios, oh Santa Rosa,
Vivir para el Señor, para el Amado,
Fue el ansia de tu amor, gracia divina,
Llevada de su fuerza y de su mano.
No olvides los que vamos de camino
Siguiendo en el desierto tus pisadas,
Aboga ante el Señor favor divino,
Seguir como seguiste sus llamadas.
Proclamen nuestros labios la grandeza
Del Padre que en el Hijo nos dio gozo,
Y, siendo nuestra herencia la pobreza,
Nos colma de su amor el Fuego Santo. Amén
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