19 de agosto de 2021 – TO – JUEVES DE LA XX SEMANA
muchos son
llamados, pero pocos son elegidos
Lectura
del libro de los Jueces 11, 29-39a
El
espíritu del Señor descendió sobre Jefté, y este recorrió Galaad y Manasés,
pasó por Mispá de Galaad y desde allí avanzó hasta el país de los amonitas.
Entonces hizo al Señor el siguiente voto: «Si entregas a los amonitas en mis
manos, el primero que salga de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo
vuelva victorioso, pertenecerá al Señor y lo ofreceré en holocausto.» Luego
atacó a los amonitas, y el Señor los entregó en sus manos. Jefté los derrotó,
desde Aroer hasta cerca de Minit -eran en total veinte ciudades- y hasta Abel
Queramím. Les infligió una gran derrota, y así los amonitas quedaron sometidos
a los israelitas.
Cuando
Jefté regresó a su casa, en Mispá, le salió al encuentro su hija, bailando al
son de panderetas. Era su única hija; fuera de ella, Jefté no tenía hijos ni
hijas. Al verla, rasgó sus vestiduras y exclamó: «¡Hija mía, me has destrozado!
¿Tenías que ser tú la causa de mi desgracia? Yo hice una promesa al Señor, y
ahora no puedo retractarme.»
Ella
le respondió: «Padre, si has prometido algo al Señor, tienes que hacer conmigo
lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos,
los amonitas.» Después añadió: «Sólo te pido un favor: dame un plazo de dos
meses para ir por las montañas a llorar con mis amigas por no haber tenido
hijos.»
Su
padre le respondió: «Puedes hacerlo.» Ella se fue a las montañas con sus
amigas, y se lamentó por haber quedado virgen. Al cabo de los dos meses
regresó, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
39, 5. 7-8. 9. 10 (R.: cf. 8a y 9a)
R. Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
¡Feliz
el que pone en el Señor
toda
su confianza,
y
no se vuelve hacia los rebeldes
que
se extravían tras la mentira! R.
Tú
no quisiste víctima ni oblación;
pero
me diste un oído atento;
no
pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces
dije: Aquí estoy. R.
En
el libro de la Ley está escrito
lo
que tengo que hacer:
yo
amo, Dios mío, tu voluntad,
y
tu ley está en mi corazón. R.
Proclamé
gozosamente tu justicia
en
la gran asamblea;
no,
no mantuve cerrados mis labios,
tú
lo sabes, Señor. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14
Jesús
les habló otra vez en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos se parece a
un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para
avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De
nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: “Mi
banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores
animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas.” Pero ellos no tuvieron en
cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los
demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al
enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con
aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: “El
banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren.”
Los
servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron,
buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando
el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje
de fiesta. “Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?.” El
otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: “Atenlo de
pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar
de dientes.”
Porque
muchos son llamados, pero pocos son elegidos.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
La
historia de Jefté adquiere relevancia por el voto que hizo de sacrificar a
Yahvé una persona humana. Su historia tiene un comienzo penoso, dado que sus
hermanastros no lo dejan compartir su herencia porque era hijo de una
prostituta.
Jefté
huye cuando le dicen que no puede heredar en la casa de su padre y le declaran
la enemistad. Se agrupa con otros desocupados y organiza una banda, de la cual
será el jefe. Sus compatriotas cuando se hallan oprimidos por los amonitas le
ofrecen el mando de las tropas. Es otra historia más de las muchas que hay en
la Biblia, donde el que es injustamente rechazado, desempeña un papel
importante en la vida del pueblo.
Cree
en Yahvé, pero su fe está mezclada con actitudes paganas. Hace un voto que
resulta totalmente irreconciliable con el espíritu de la Alianza: si le da la
victoria, sacrificará la vida de la primera persona que salga a recibirle, a la
vuelta; que resulta ser su hija, una doncella, que no llegará a ser ni esposa
ni madre. Por eso las jóvenes israelitas hicieron cada año unos días de
conmemoración de esa muerte, mostrando así su solidaridad con la hija de Jefté
y la protesta contra esa muerte injusta.
La
triste historia nos puede dar lecciones. Sólo Dios es dueño de la vida y de la
muerte. Hay que rechazar todo «sacrificio de la vida humana». La vida humana se
ha de respetar absolutamente. Y eso desde su inicio hasta el final.
***
En
Jerusalén Jesús se enfrenta a la intransigencia de los sacerdotes y los
fariseos. Estos no aceptan las palabras proféticas del Nazareno y se mantienen
en su soberbia religiosa. Jesús siguiendo su particular modo de enseñanza,
propone una parábola. El Reino de los cielos es comparable a un Rey que celebra
el banquete de bodas de su Hijo. Como en la parábola anterior ocupa un lugar
importante la figura de un “hijo”. Habiendo ya avisado previamente a los
invitados, envía sirvientes a concretar la invitación. La negativa de acudir es
total por parte de aquellos, a tal extremo, que uno se fue a su campo, otro a
su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los ultrajaron y los mataron.
Sin embargo, el rechazo fundamenta otra decisión: la salida de los sirvientes
“al extremo de las calles”.
Los
invitados son pordioseros, prostitutas, desempleados, enfermos. Así, los
marginados se convierten en los invitados al banquete del Reino, pero a este
banquete no se puede entrar de cualquier manera, es necesario llevar vestido de
fiesta.
La
intención es clara: el pueblo de Israel ha sido el primer invitado, porque es
el pueblo de la promesa y de la Alianza. Pero se resiste a reconocer en Jesús
al Mesías, no sabe aprovechar la hora de la gracia. Y entonces Dios invita a
otros al banquete que tiene preparado. Cuando Mateo escribe el evangelio,
Jerusalén ya ha sido destruida y van entrando pueblos paganos en la Iglesia.
De
esta forma, se afirma la invitación universal a la salvación del mensaje de
Jesús, que supera los límites de todo particularismo. La invitación no tiene
límites de nacionalidad, raza ni de comportamiento ético como se muestra en
que, entre los reunidos, se encuentran “malos y buenos”.
De
nuevo se trata de la gratuidad de Dios a la hora de su invitación a la fiesta.
Pero
no basta con entrar en la fiesta, hay que llevar el “traje de boda”; se
requiere una actitud coherente con la invitación, para no ser echado a las
tinieblas. La exclusión del hombre “sin traje de fiesta”, sirve como
advertencia a cada miembro comunitario, sobre la coherencia de su actuación
para permanecer en el banquete.
Dios
sueña en una fiesta universal para la humanidad. Jesús compara la fiesta, la
boda y el banquete con la boda de Dios con la humanidad; es la boda de Cristo
con su Iglesia. Dios casa a su Hijo con la humanidad, y el Padre es feliz de
ese amor de su Hijo.
El
sentido de la vida del hombre, alcanzar la plenitud, está en su “relación” con
Dios, en amar a un Dios que nos amó primero. Y cada uno está invitado a
responder a ese amor. Todos los amores verdaderos de la tierra son imagen,
preparación y signo de ese amor profundo y gratuito a la vez, portador de una
mayor plenitud.
Dios
quiere salvar a todos los hombres, Dios nos invita a todos. La Iglesia,
comunidad con mezcla de toda clase de razas y de condiciones sociales, pueblo
de puros y de santos, pueblo de malos y de pecadores, cizaña y buen trigo está
llamada a ser instrumento de salvación para todos.
Llevar
el “traje”: para entrar en el Reino, en el lenguaje de San Pablo es “revestirse
de Cristo”. La salvación no es automática: hay que ir correspondiendo al don de
Dios.
No
basta entrar en la Iglesia, o pertenecer a una familia cristiana o a una
comunidad religiosa. Se requiere una conversión y una actitud de fe coherente
con la invitación: Jesús pide a los suyos, no sólo palabras, sino obras, y una
«justicia» mayor que la de los fariseos.
El
vestido de fiesta es el cambio de mentalidad, la conversión necesaria para
entrar en la dimensión novedosa y gozosa del Reino. La nueva mentalidad que se
apoya en la gratuidad del amor de Dios, y por lo tanto en el amor sin límites a
los hermanos. Es en lo que Jesús quiere formar a sus discípulos. Sin este
cambio, es imposible participar del Reino.
PARA DISCERNIR
¿Me
siento invitado a la fiesta de Dios? ¿Acepto y me dejo “revestir” cada día?
¿Qué
cambio de mentalidad, qué incoherencias soy invitado/a a convertir en este
tiempo de mi vida?
¿Escucha
mi corazón el llamado a ir al “extremo de las calles” a buscar a otros?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Dichosos
los invitados al banquete de bodas del Cordero
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“En nuestros días lleva una vida dura el ángel del nuevo arranque. La
atmósfera que se respira en nuestra época no es la del nuevo arranque, como
sucedía, por ejemplo, cuando en los años sesenta, gracias sobre todo al
Concilio Vaticano II, estaba difundida en la sociedad y en la Iglesia la
sensación de un nuevo comienzo. Hoy, la atmósfera dominante es más bien la de
la resignación, la de la autocompasión, la de la depresión, la del lloriqueo.
Estamos inclinados a lamentarnos porque todo es difícil y no hay nada que
hacer.
Por
eso, precisamente hoy, tenemos necesidad del ángel del nuevo arranque.
Necesitamos que nos dé esperanza para nuestro tiempo. Necesitamos que nos haga
partir para nuevas orillas. Necesitamos, por último, que nos haga capaces de
incitarnos en el viaje, a fin de que puedan florecer nuevas perspectivas
asociativas, nuevas posibilidades de relación con la creación y una nueva
fantasía tanto en la política como en la economía.
Por
estas razones es preciso abandonar ciertas representaciones demasiado
estructuradas e imágenes endurecidas. Hay que hacer saltar los bloqueos
interiores, hay que suprimir una cierta discreción, es preciso abandonar las
costumbres antiguas y las seguridades patrimoniales: todo eso abre la
posibilidad de encaminarse hacia nuevos modos de vida hacia nuevas estaciones
de la vida, más allá de nuestras dudas -porque no sabemos adónde nos conducirá
este camino-. Tenemos, pues, como los israelitas, necesidad de un ángel que nos
dé el coraje de ponernos en marcha, que levante su bastón sobre el mar Rojo de
nuestra angustia, a fin de que podamos avanzar confiados y seguros a través de
las olas de nuestra vida” …
Anselm Grün,
Cincuenta ángeles para comenzar el año,
Sígueme,
Salamanca 1999.
PARA REZAR
Hoy
es fiesta
Vayamos
y digamos que hoy es fiesta,
que
Cristo resucitado camina con nosotros
y
la fiesta está dispuesta.
Vayamos
y digamos por las calles,
las
plazas y los mercados,
por
caminos y veredas
que
Cristo resucitado camina con nosotros
Que
el amor, como sol brilla.
Digámoslo
de puerta en puerta.
Digámoslo
que no hay nada igual,
que
la muerte está bien muerta
y
la vida camina hacia adelante.
Vayamos
y digamos por las calles,
a
los niños y a los ancianos.
al
que es joven o maduro,
que
Jesús está a su lado.
Que
Dios ya no está en los cielos.
Que
ha bajado de las nubes,
que
ahora vive en nuestros ojos
y
nuestros rostros asume.
Que
Dios marcha por delante,
que
nos invita a la danza,
que
es un viento irresistible…
Vayamos
a encender la esperanza.
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