5
de junio de 2021 – TO – SÁBADO DE LA IX SEMANA
Ha dado todo
Lectura
del libro de Tobías 12, 1. 5-15. 20
Cuando
terminaron los festejos de la boda de Tobías y Sara, Tobit llamó a su hijo
Tobías y le dijo: “Tenemos que pagarle lo debido al hombre que te ha acompañado
y darle una buena recompensa”. Tobías llamó a Rafael y le dijo: “Recibe como
recompensa la mitad de todo lo que hemos traído y vete en paz”.
Entonces
Rafael se llevó a los dos aparte y les dijo: “Bendigan a Dios y glorifíquenlo
delante de todos los vivientes por los beneficios que les ha hecho y canten
himnos de alabanza a su nombre. Proclamen dignamente las obras del Señor y no
sean negligentes en reconocerlas.
Es
bueno guardar el secreto del rey, pero es todavía mejor proclamar y celebrar
las obras del Señor. Hagan el bien, y el mal no los alcanzará.
Es
buena la oración con el ayuno, y la limosna con la justicia. Es mejor tener
poco viviendo con rectitud, que tener mucho haciendo el mal.
Es
mejor dar limosnas que acumular tesoros. La limosna libra de la muerte y
purifica de todo pecado. Quienes dan limosna tendrán larga vida; los pecadores
y los malvados son enemigos de sí mismos.
Voy
a decirles toda la verdad, sin ocultarles nada. Les acabo de decir que es bueno
guardar el secreto del rey y que es mejor todavía proclamar y celebrar las obras
del Señor. Sepan, pues, que cuando ustedes dos, Tobías y Sara, oraban, yo
ofrecía sus oraciones al Señor de la gloria, como un memorial; y lo mismo
hacía, cuando tú, Tobit, enterrabas a los muertos. Y cuando te levantaste sin
dudar y dejaste tu comida y fuiste a sepultar a aquel muerto, precisamente
entonces yo fui enviado para ponerte a prueba. Dios me envió de nuevo a curarte
a ti y a Sara, tu nuera. Yo soy Rafael, uno de los siete santos ángeles que
estamos presentes ante el Señor de la gloria.
Así
pues, den gracias al Señor en la tierra y alaben a Dios. Por mi parte, yo
vuelvo junto a aquel que me ha enviado. Ustedes escriban todas las cosas que
les han sucedido”. Y desapareció.
Palabra de Dios.
SALMO
Tobías 13,2.7-8
R:
Bendito sea Dios, que vive por los siglos.
Bendito sea Dios, que vive por los siglos:
Él
castiga y tiene compasión,
hunde
hasta el abismo y saca de él
y
no hay quien escape de su mano.
Si se convierten a él con todo el corazón
y
toda el alma y proceden rectamente en su presencia,
volverán
a gozar de su mirada
y
nunca más les volverá la espalda.
Bendito sea Dios, que vive por los siglos.
Miren lo que ha hecho por nosotros,
denle
gracias de todo corazón
y
bendigan al rey eterno con sus obras.
Yo
le doy gracias en mi país de destierro,
pues
anunció su grandeza a un pueblo pecador.
Conviértanse,
pecadores, obren rectamente en su presencia
y
esperen que tenga compasión de ustedes.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44
En
aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
“¡Cuidado
con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir
reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los
primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo
ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso”.
En
una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando
cómo la gente echaba allí sus monedas.
Muchos
ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos
moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les
dijo:
“Yo
les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque
los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado
todo lo que tenía para vivir”.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Tobías,
con toda la tradición espiritual de sabios y santos, quiere expresar que la
prueba no es justamente un castigo, sino que puede considerarse como una
misteriosa invitación de amor, a un amor exigente.
Tobit
y su hijo quieren agradecer al enigmático acompañante la mitad de la suma
cobrada, pero este no acepta lo que le quieren ofrecer, y los invita a bendecir
y dar gracias a Dios.
El
ángel se manifiesta como tal. Es Rafael, el mensajero de Dios. El autor del
libro, aprovecha para que el creyente saque conclusiones, que le permitan
ordenar la vida según el plan de Dios: a Dios le agrada la oración, el ayuno y
la limosna; la plegaria humilde y confiada, sube a la presencia de Dios; las
pruebas de la vida, Dios las permite para bien de sus hijos y la fidelidad y
amor familiar, son un sostén en los momentos de dificultad. A Tobías y Sara los
ayudó el ángel del Señor. También en nuestra vida la cercanía de Dios se nos
manifiesta de mil modos. Hay que saber descubrirlo.
***
Esta
página es un contraste entre los escribas y la pobre viuda. Los escribas son
parte de la religión israelita. Son especialistas en la Sagrada Escritura y
conocedores de la ley; interpretan la palabra de Dios en favor de los pobres.
Jesús llama la atención sobre la actitud de los escribas, que han convertido la
religión en principio de honor propio y egoísta, lo cual les da puestos,
privilegios y seguridades materiales. Su experiencia religiosa, se convierte en
signo de dominación, expresan la apariencia ante Dios y se aprovechan de los
otros.
Una
de las cualidades del Reino es el rechazo a la hipocresía y la consiguiente
predilección por la sinceridad, principalmente cuando ésta se encuentra en los
pequeños, en los que no son importantes.
Terminados
los encuentros con los dirigentes, Jesús se sienta ante la Sala del Tesoro,
punto clave del templo en su fase explotadora. Jesús, se ha presentado como
adverso a los manejos de ese lugar, donde los dirigentes saquean los bolsillos
de los pobres.
La
multitud, aunque ha quedado impresionada por la enseñanza de Jesús, en la que
denunciaba la injusticia y la explotación, y a pesar de ser víctima de ésta,
sigue apoyando al templo con la entrega de las ofrendas y las monedas. Los
ricos contribuyen con grandes sumas de dinero echando en cantidad.
Por
eso, frente a los soberbios e interesados sacerdotes que, con apariencia de
oración, devoraban las posesiones de las viudas, Jesús convoca a los
discípulos, que no habían comprendido su exigencia de dejar la riqueza, y les
enseña a interpretar los hechos: propone la figura de la viuda, asegurando que
lo que es menos, vale más; lo poco del pobre vale más que lo mucho del rico.
La
viuda frente a su extremada pobreza, deposita con dignidad en la alcancía de
las ofrendas, sus dos moneditas, eso que era lo único que poseía y que
ciertamente le hacía falta para vivir. En contraste con el escriba que hace uso
y abusa de la religión, buscando su propio provecho, la viuda como signo de la
verdadera fe, entiende y vive en profundidad la piedad israelita, como
ejercicio de gratuidad y confianza. Ella confía plenamente en la providencia de
Dios, lo que se traduce en este gesto de gratuidad total para con los demás,
entregando aún la propia vida en la ofrenda de lo único, que tenía para vivir.
A
esta buena mujer no la vieron ni aplaudieron los hombres, que no se hubieran
dado ni cuenta, si no hubiera sido por las palabras Jesús. El Maestro sí se da
cuenta y la coloca como modelo para generaciones futuras de cristianos. Esta
pobre viuda, que no parece haber sido discípula explícita de Jesús, se
convierte en auténtico símbolo del Mesías, que ha venido a “dar su vida”.
Ella
nos enseña que sólo quien es verdaderamente pobre, da todo lo que es y lo que
posee, pues sólo el pobre se entrega totalmente a Dios, y vive con gozo la
gratuidad del amor, porque no se siente dueño de nada, ni se apega a nada.
La
medida de la dignidad de los hijos de Dios, no se encuentra ni en aquello que
llevamos puesto, ni en la fama que podemos gozar, ni en el poder que podemos
ejercer, sino solamente en la donación humilde y amorosa. El amor no se mide ni
por la cantidad económica, ni por la grandeza de las obras, sino por la
cualidad interior. Como discípulos misioneros estamos llamados a anunciar el
Evangelio con palabras, pero sobre todo con la vida misma, con el testimonio
personal de quien ha experimentado el amor de Dios y por eso, es capaz de dar y
darse generosamente, por el bien y la salvación de los hermanos, sabiendo que
Dios siempre vela por sus hijos.
PARA DISCERNIR
¿Qué
valor le doy a la generosidad?
¿Doy
esperando recibir?
¿Doy,
pero con reservas?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero
darme Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“Nuestro Dios es un Dios extraño, tiene gustos personalísimos y singulares; en
particular, tiene una predilección decididamente paradójica e incluso evidente
a lo largo de la historia de la salvación: una predilección que podríamos
llamar predilección por la nada.
¿Acaso
no ha creado Dios todo «de la nada»? Y desde entonces es precisamente desde la
nada desde donde empieza toda su obra. Sus ojos parecen ponerse con
predilección, dice L. Libby, sobre lo que está vacío para llenarlo de gracia.
Es lo que vemos que sucede en muchos episodios del Antiguo y del Nuevo
Testamento. Empezando por la viuda de Elías (2 Re 4,1 ss), que no tenía ya nada
en casa: ni marido, ni renta, ni alimento, ni dinero, ni expectativas. Nada,
aparte de la espera de la muerte inevitable, la nada por excelencia. Y así,
cuando Elías le pide de comer, recoge toda la nada que tenía, lo que le había
quedado para una vida ahora próxima a terminar y los cántaros vacíos que las
vecinas le prestan…; y ahora tiene lugar el milagro, la nada se convierte en
todo: promesa de una vida dada y garantizada por Dios, riqueza inesperada,
vacío llenado misteriosamente por la generosidad divina.
Desde
una viuda del Antiguo Testamento a una viuda del Nuevo Testamento. Una viuda
propuesta además por Jesús a sus discípulos como ejemplo (cf. Mc 12,38-44).
Esta mujer no tiene nada, sólo le quedan dos monedas de poco valor, un par de
monedas de las más pequeñas que circulaban por entonces; absolutamente nada
frente a las ricas ofrendas que hacían muchos ricos al templo. Sin embargo,
para Jesús, «esa viuda pobre ha echado en el cofre más que todos los demás.
Pues todos han echado de lo que les sobraba; ella, en cambio, ha echado de lo
que necesitaba, todo lo que tenía para vivir» (Mc 12,43ss). Y, una vez más, la
nada se convierte en el todo: lo es y llega a serlo en la realidad de aquello
que la mujer (no) poseía; lo es sobre todo en sus intenciones y en el gesto
hecho con «todo» el corazón; lo es, por último, para Jesús, que transforma
aquella nada en una ofrenda agradable a Dios [...].
Se
trata de una propuesta singular de santidad: «recoger nuestra nada»,
presentarla a él, ofrecérsela con todo el corazón y dejar que descienda sobre
ella su bendición y… multiplicación. La santidad se vuelve entonces cada vez
más, como la nada del hombre repleta por completo de Dios” …
Cencini.
PARA REZAR
Oración
para pedir a Dios generosidad
Señor, enséñame a ser generoso,
a dar sin calcular,
a devolver bien por mal,
a servir sin esperar recompensa,
a acercarme al que menos me agrada,
a hacer el bien al que nada puede retribuirme
a amar siempre gratuitamente,
a trabajar sin preocuparme del reposo.
Y, al no tener otra cosa que dar
a donarme en todo y cada vez más
a aquel que necesita de mí
esperando solo de tí
la recompensa.
O mejor: esperando que Tú mismo
seas mi recompensa.
Amén.
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