30 de junio de 2021 – TO – MIÉRCOLES DE LA XIII SEMANA
Te llamo a ser
luz de las naciones
Lectura
del libro del Génesis 21, 3.5. 8-20
Abraham
tenía entonces cien años de edad. El niño creció y fue destetado, y el día en
que lo destetaron, Abraham ofreció un gran banquete. Sara vio que el hijo de
Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. Entonces dijo a Abraham: «Echa a
esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la
herencia con mi hijo Isaac.» Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el
otro también era hijo suyo.
Pero
Dios le dijo: «No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo
que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
Y en cuanto al hijo de la esclava, yo hará de él una gran nación, porque
también es descendiente tuyo.»
A
la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua
y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el
niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó
el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, y fue a
sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: «Al menos no
veré morir al niño.» Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.
Dios
escuchó la voz del niño, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: «¿Qué
te pasa, Agar?», le dijo. «No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que
está ahí. Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo
haré de él una gran nación.»
En
seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a
llenar el odre con agua y dio de beber al niño.
Dios
acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se
convirtió en un arquero experimentado.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
33, 7-8. 10-11. 12-13 (R.: 7a)
R. El
pobre invocó al Señor: y él lo escuchó.
Este
pobre hombre invocó al Señor:
Él
lo escuchó y los salvó de sus angustias.
El
Ángel del Señor acampa
en
torno de sus fieles, y los libra. R.
Teman
al Señor, todos sus santos,
porque
nada faltará a los que lo temen.
Los
ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Vengan,
hijos, escuchen:
voy
a enseñarles el temor del Señor.
¿Quién
es el hombre que ama la vida
y
desea gozar de días felices? R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 8, 28-34
Cuando
Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su
encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que
nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: «¿Qué quieres de
nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
A
cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios
suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara.» El les dijo:
«Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar
desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los
cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que
había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús
y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Tras
el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra, el texto continúa hablando del
cumplimiento de la promesa del ángel. Abraham tiene cien años cuando nace su
hijo Isaac, el hijo esperado, el hijo de la promesa, del que se espera que dé
origen a una numerosa descendencia.
La
fe de Abraham, puesta a prueba tanto tiempo, no fue en vano. Después de una
larga espera, el plan de Dios se realiza. La casa se llena de alegría. Isaac
significa «Dios sonríe» o «Dios es propicio».
Sara
sintió celos porque Abraham mira con buenos ojos a Ismael y a su madre, la
esclava egipcia Agar. Ismael, el primogénito no es el que va a prolongar la
línea de la promesa.
Abraham
se ve obligado a despedirlo, junto con su madre, y ambos emprenden un amargo
viaje al desierto. “Despide a esa sirvienta y a su hijo; pues éste no ha de
heredar juntamente con mi hijo Isaac”, estas palabras disgustaron mucho a
Abraham. Pero Dios le da a entender que la promesa pasa por Isaac, pero que
Ismael, también, tendrá también un destino útil.
Agar
vagó por los montes; pero Dios en su providencia cuidó del hijo de la esclava.
Dios piensa también en ese muchacho que llegará a ser el padre de los
ismaelitas, nómadas del desierto, y los árabes.
La
fe de Abraham es ejemplar, es la de un creyente que es «padre». Su preocupación
paternal viene a ser una muestra de la Paternidad divina.
***
Jesús
llega a la ciudad helenística de Gadara que se encontraba cerca del mar de
Galilea. Atraídos por su presencia, van a su encuentro dos hombres
endemoniados, poseídos por un espíritu inmundo. Los poseídos acuden a Jesús
desde el cementerio; salen de los sepulcros, lugar de la muerte, para acercarse
a Él; desean ver en Jesús una posibilidad de vida nueva.
En
el mundo antiguo, judío y pagano, se atribuían frecuentemente a los demonios
los trastornos para los que acostumbradamente no había explicación. Los
endemoniados gritan y protestan porque creen descubrir en Jesús, hostilidad
hacia ellos, como la que habían encontrado en los demás. Estos endemoniados se
resisten a la acción de Jesús, como lo muestran sus gritos, pero reconocen al
mismo tiempo su condición divina. Es el “Hijo de Dios”, el Mesías; el único liberador
que puede sacarlos de la situación miserable en que se encuentran.
Cerca
del lugar había una piara de cerdos; se trata evidentemente de país pagano. El
cerdo es el animal más impuro; y por lo tanto el lugar natural para los
demonios. En la mentalidad judía, el cerdo no tenía valor y nadie sufría por su
pérdida. Los demonios le suplican a Jesús para que los envíe a la piara de
cerdos. Los demonios entraron en la piara y de inmediato se precipitaron en el
mar y murieron junto con los cerdos.
Los
exorcismos demuestran cómo los demonios no tienen realmente poder alguno y
quedan sometidos instantáneamente a la palabra de Jesús.
Hay
un solo poder con el que los hombres deben contar, y es el poder de Dios que
vence cualquier otro poder.
Dios
nos ama principalmente con un amor de Padre. Sin embargo, su infinito poder
llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Los lugareños
muestran la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano,
cuando lo que se le presenta contradice sus planes o intereses.
A
Dios, no se le escapa el mundo de las manos. Dios siempre “dispone todo para el
bien de aquellos que ama”, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De
hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.
Dios sigue siendo Señor de la historia. En eso apoyamos nuestra fe, nuestra
esperanza y nuestra fuerza para seguir caminando.
PARA DISCERNIR
¿Qué
cosas me han incomodado del paso de Dios por mi vida?
¿Desconfío
de las promesas de Dios?
¿Qué
impedimentos pongo en la construcción del reino?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Jesús
confío en Ti
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Que
la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones» (Col 3,15)
Es
propio de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar una verdadera alegría y
gozo espiritual, alejando toda tristeza y turbación suscitada por el enemigo.
Por el contrario, es propio de éste último luchar contra esta alegría y
consolación espiritual, proponiendo aparentes razones, sutilezas y continuados
sofismas. Tan sólo Dios nuestro Señor da al alma la consolación sin causa
precedente. En efecto, es propio del Creador, entrar, salir, producir mociones
en el alma, atrayéndola toda entera al amor de su divina Majestad. Digo sin
causa, es decir, sin ningún sentimiento anterior ni conocimiento de un objeto
gracias al cual vendría esta consolación…
Es
propio del ángel malo, que se transforma en «ángel de luz» (2Co 11,14), ir
primeramente en el mismo sentido del alma fiel y, para después, llevarla hacia
el suyo. Es decir, que propone pensamientos buenos y santos, de acuerdo con el
alma justa, y, seguidamente, poco a poco, intenta llevarla hacia sus fines
arrastrando al alma a sus secretos engaños e intenciones perversas.
Debemos
estar muy atentos al curso que siguen nuestros pensamientos. Si el principio, a
la mitad y al final son enteramente buenos, orientados hacia el bien, es signo
que son del buen ángel. Pero si el curso que siguen nuestros pensamientos nos
lleva finalmente a alguna cosa mala o que nos distrae o menos buena de lo que
el alma tenía en proyecto al comenzar, o que lo disminuye, inquieta o turba al
alma quitándole la paz, la tranquilidad y el descanso que tenía previamente,
esto es un signo claro que viene del mal espíritu, enemigo de nuestro progreso
y de nuestra salvación eterna… A los que andan de bien en mejor, el buen ángel
les toca el alma de manera dulce, ligera y suave, tal como una gota de agua que
entra en una esponja. El maligno la toca de manera punzante, con ruido y
agitación.
San Ignacio de
Loyola (1491-1556) – fundador de la Compañía de Jesús Ejercicios espirituales:
reglas para un mejor discernimiento de espíritus
PARA REZAR
Gracias,
Jesús
Tu eres el Hijo de Dios que te hiciste hermano y amigo nuestro.
Gracias, Jesús porque me quieres.
Tu viniste a enseñarnos el camino del cielo
Tu viniste a salvarnos del pecado y de la muerte.
Tú viniste a decirnos que Dios es un Padre que nos ama.
Tú viniste a enseñarnos a construir un mundo más digno del hombre.
Tu viniste a animarnos y hadarnos fuerza para ser mejores.’
Tú viniste a consolarnos en nuestras tristezas y a traer alegría a
nuestra vida.
Tú viniste a enseñarnos como amarnos y perdonarnos unos a otros.
Padre Dios, Tu nos amaste tanto que nos enviaste a Jesús, tu propio
Hijo, para salvarnos; ayúdanos a escuchar y cumplir siempre lo que El
nos dice.
Te lo pedimos por el mismo Cristo Jesús. Amén.
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