3 de mayo de 2021

 3 de mayo de 2021 – PASCUA - LUNES DE LA V SEMANA

3 de mayo - Santos Felipe y Santiago, apóstoles (F)

 

El que me ha visto ha visto al Padre

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto    15, 1-8

 

Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.

Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. 

Palabra de Dios.

 

SALMO    Sal 18, 2-3. 4-5b (R.: 5a) 

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

 

El cielo proclama la gloria de Dios

y el firmamento anuncia la obra de sus manos;

un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia. R.

 

Sin hablar, sin pronunciar palabras,

sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra

y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan    14, 6-14

 

Jesús dijo a Tomás:

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.»

Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.»

Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?

Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.

Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.

Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.» 

Palabra del Señor.

 

Para reflexionar

 

Jesús habla a sus discípulos, a los que han creído en Él, sólo así cobran sentido sus palabras. Su vida y su muerte muestran para el hombre de fe, el camino que lo lleva a la plenitud de la vida. En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó toda entera, el que cree en Él no permanece en las tinieblas. Jesús es también la vida porque la posee en plenitud y puede comunicarla.

El apóstol Felipe hace a Jesús una petición audaz e inusitada pero que sin embargo está escondida en el corazón y el deseo de cada hombre: “muéstranos al Padre y eso nos basta”. Todos queremos ver a Dios; como si a Dios se lo pudiera mostrar aquí o allá, como se muestra a una persona o a una cosa cualquiera, como si Dios pudiera ser contemplado sencillamente con nuestros ojos.

Sin embargo la audacia de Felipe ha hecho que Jesús revele el verdadero rostro de Dios: “quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. Jesús es el rostro de Dios volcado hacia el hombre. Conocer a Jesús, escuchar sus palabras, vivir sus mandamientos, equivale a conocer plenamente a Dios. La encarnación ha hecho lo imposible: poder contemplar el rostro amoroso de Dios reflejado en la bondad de Jesucristo, en su misericordia y amor hacia los pobres y sencillos.

Los Apóstoles no acababan de entender la unidad entre el Padre y Jesús, no alcanzaban a ver al Dios y Hombre en la persona de Jesús. Él no se limita a demostrar su igualdad con el Padre, sino que también les recuerda que ellos serán los que continuarán su obra salvadora: les otorga el poder de hacer milagros, les promete que estará siempre con ellos, y cualquier cosa que pidan en su nombre, se la concederá. Creer en Dios irá inseparablemente unido al creer en aquel que Él ha enviado, “su Hijo amado, en quien ha puesto toda su complacencia”.

«Camino, verdad y vida» se pueden resumir en amor sin medida, amor hasta la muerte. Por eso quien conoce a Jesús conoce a Dios, porque Dios es amor. El Padre y Jesús se identifican, porque ambos son la máxima expresión del amor.

Cuando el discípulo entra en la esfera del amor, como Jesús y como Dios, podrá hacer lo mismo que Jesús, e incluso más, pues la tarea emprendida por Jesús ha de continuar adelante guiada por los suyos.

 

Para discernir

 

¿Descubro en Jesús el amor del Padre?

¿Experimento en el amor de Jesús al mismo Padre que me está amando?

 

Repitamos a lo largo de este día

 

El que me ha visto ha visto al Padre

 

Para la lectura espiritual

 

La predicación apostólica

 

Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí mismo quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del Padre que él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente ante el pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que había elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como maestros de las naciones.

Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el mundo a adoctrinar a los hombres y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Los apóstoles -palabra que significa «enviados»-, después de haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de doctores (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, después fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma fe.

De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias, tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.

Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad, Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una misma tradición apostólica.

El único medio seguro de saber qué es lo que predicaron los apóstoles, es decir, qué es lo que Cristo les reveló, es el recurso a las Iglesias fundadas por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde, por carta.

El Señor había dicho en cierta ocasión: Tendría aún muchas cosas que deciros, pero no estáis ahora en disposición de entenderlas; pero añadió a continuación: Cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a la verdad completa; con estas palabras demostraba que nada habían de ignorar, ya que les prometía que el Espíritu de verdad les daría el conocimiento de la verdad completa. Y esta promesa la cumplió, ya que sabemos por los Hechos de los apóstoles que el Espíritu Santo bajó efectivamente sobre ellos.

 

Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la prescripción de los herejes – (Cap. 20, 1-9; 21. 3; 22, 8-10: CCL 1, 201-204)

 

Para rezar

 

Mentes cansadas

 

Mentes cansadas,

manos encallecidas,

labriegos al fin de la jornada,

jornaleros de tu viña,

venimos, Padre,

atardecidos de cansancio,

agradecidos por la lucha,

a recibir tu denario.

 

Llenos de polvo,

El alma hecha girones,

Romeros al filo de la tarde,

Peregrinos de tus montes,

Venimos, Padre,

Heridos por los desengaños,

Contentos por servir a tu mesa,

A recibir tu denario.
 

Hartos de todo,

Llenos de nada,

Sedientos al broquel de tus pozos

Y hambrientos de tu casa,

venimos, Padre,

el corazón entre tus brazos,

la frente humilde de delitos,

a recibir tu denario.

 

Amén.

Liturgia de las horas

 

 

 

3 de mayo de 2021 – PASCUA - LUNES DE LA V SEMANA

 

Somos habitados por Dios

 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles    14, 5-18

 

Al producirse en Iconio un tumulto los paganos y los judíos, dirigidos por sus jefes, intentaron maltratar y apedrear a Pablo y Bernabé. Estos, al enterarse, huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores; y allí anunciaron la Buena Noticia.

Había en Listra un hombre que tenía las piernas paralizadas. Como era tullido de nacimiento, nunca había podido caminar, y sentado, escuchaba hablar a Pablo. Este, mirándolo fijamente, vio que tenía la fe necesaria para ser curado, y le dijo en voz alta: «Levántate, y permanece erguido sobre tus pies.» El se levantó de un salto y comenzó a caminar.

Al ver lo que Pablo acababa de hacer, la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: «Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana», y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y, junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos.

Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: «Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones.» Pero a pesar de todo lo que dijeron, les costó mucho impedir que la multitud les ofreciera un sacrificio. 

Palabra de Dios.

 

SALMO    Sal 113b, 1-2. 3-4. 15-16 (R.: 1) 

R.    No nos glorifiques a nosotros, Señor: glorifica solamente a tu Nombre.

 

No nos glorifiques a nosotros, Señor:

glorifica solamente a tu Nombre,

por tu amor y tu fidelidad.

¿Por qué han de decir las naciones:

«¿Dónde está su dios?» R.

 

Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra

él hace todo lo que quiere.

Los ídolos, en cambio, son plata y oro,

obra de las manos de los hombres. R.

 

Sean bendecidos por el Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

El cielo pertenece al Señor,

y la tierra la entregó a los hombres. R.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan    14, 21-26

 

Jesús dijo a sus discípulos:

«El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.»

Judas -no el Iscariote- le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?»

Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.

Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» 

Palabra del Señor.

 

Para reflexionar

 

El gran viaje misionero de Pablo y Bernabé entra en su etapa conclusiva. En Iconio se preparaba un alzamiento para lapidar a Pablo y a Bernabé. Al ser informados, buscaron refugio en las ciudades de Licaonia: Listra, Derbe y allí anunciaron la «Buena Nueva». Había allí un hombre tullido de pies desde su nacimiento. Pablo, viendo que tenía fe para ser curado le ordenó levantarse. El hombre dio un salto y empezó a andar.

Pablo realiza los mismos signos y prodigios que Pedro y Jesús. Es el mismo tipo de milagro que Pedro había realizado junto a la Puerta hermosa del Templo a un mendigo paralítico. Y con la misma palabra: ¡levántate! Pero aquí el curado es un pagano. Los habitantes de Listra toman a Bernabé y a Pablo por Zeus y Hermes, dioses viajeros de una leyenda pagana. Los apóstoles reaccionan y Pablo aprovecha para hacerles una predicación adaptada a los paganos, partiendo del Dios creador de cielos y tierra. No habla explícitamente de Jesús. Sigue el esquema de lo que luego será su gran pieza de predicación a los paganos en el Areópago de Atenas. De vuelta a Antioquía de Siria, visitan de nuevo las comunidades evangelizadas de Asia Menor, las consolidan en la fe y establecen un ministerio local: los ancianos o presbíteros. La admisión de los gentiles a la Iglesia, sin pasar por la sinagoga, provocó una agitación enorme y determinó la reunión del llamado Concilio de Jerusalén.

***

Toda la semana seguimos escuchando el discurso de Jesús en su Ultima Cena. A las palabras de Jesús sigue inmediatamente el anuncio de la negación de Pedro.

Jesús se está despidiendo de sus discípulos sin embargo queda la promesa de permanecer en Él. El camino es uno: guardar su Palabra. Quien verdaderamente ama a Jesús hace vida su palabra, la encarna. La recompensa es la de un amor que sólo sabe darse en abundancia: El Padre lo amará, Jesús lo amará y se mostrará a él.

Muchas veces nos quedamos amarrados a criterios, normas, modos de obrar, deberes para certificar nuestro amor a Dios. Jesucristo nos dice que amarlo es guardar su palabra, identificarse y hacer propio su modo de tratar todos con todos; es pasar por la vida haciendo el bien como Él lo hizo; es no calcular en la entrega; es querer sólo lo que quiere el Padre; es compadecernos ante los que padecen necesidades, ya sean materiales o morales; es orar con una actitud de humildad siempre y en todo momento.

No se trata de un amor puramente sentimental, hecho de palabras y de gestos sólo sensibles. Cristo exige un amor comprometido y eficaz. La fidelidad a su palabra, nos va transformando hasta convertirnos en “casa de Dios”, “lugar de encuentro” para aquellos que buscan a Dios.

Antes de su pasión Jesús quiere resaltar la idea del amor de los discípulos a Jesús, del Padre y del Hijo entre sí, del Padre y de Cristo a los discípulos. Lo que une a Jesús con sus discípulos después de su separación corporal es una comunión de amor. Y en ese amor se experimenta la presencia viva de Dios.

Ser discípulo es sentir el gozo profundo producido por el hecho de que Dios hace todo lo posible por compartir su vida con nosotros.

Pascua es algo más que contemplar la resurrección de Jesús, e incluso la nuestra. El Resucitado nos invita a una comunión vital: nuestra fe y nuestro amor a Jesús nos introduce en un admirable intercambio. Dios mismo hace su morada en nosotros, nos convertimos en templos de Dios y de su Espíritu.

Como Jesús sabe de nuestra debilidad nos promete el don del Espíritu. El Espíritu Santo es el protagonista en nuestra vida de fe. Para poder ir comprendiendo y profundizando lo que ha dicho Jesús, necesitamos el Espíritu que Jesús transmite a la comunidad como verdadero Maestro.

 

Para discernir

 

¿Experimento el ser habitado por Dios?

¿Gozo al descubrir esta realidad que es puro don?

¿Me siento responsable?

¿En qué se manifiesta?

¿Cambia mi modo de ver la vida?

 

Para repetir a lo largo de este día

 

Vino a nosotros y vive en nosotros

 

Para la lectura espiritual

 

…Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero convertirme totalmente en deseo de saber para aprender todo de ti; y después, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero fijarte siempre y permanecer bajo tu gran luz, oh mi Astro amado, fascíname para que ya no pueda salir de tu resplandor.

Oh Fuego que consume, Espíritu de amor, ven a mí, para que se produzca en mi alma como una encarnación del Verbo; que yo le sea una humanidad añadida en la que él renueve todo su misterio. Y tú, Padre, inclínate sobre tu pobre y pequeña criatura, cúbrela con tu sombra, no veas en ella más que al Bienamado en el que has puesto todas tus complacencias.

Oh mis «Tres», mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad en que me pierdo, me entrego a ti como una presa, entiérrate en mí para que yo me entierre en ti, mientras espero ir a contemplar en tu luz el abismo de tu grandeza…

 

Isabel de la Trinidad, cit. en A. Hamman,

Compendio de la oración cristiana, Edicep, Valencia 1990, p. 204.

 

Para rezar

 

Mi vida ha sido visitada por Dios,

Él habita en mi interior más profundo.

Él es el dulce huésped de mi alma,

no es posible vivir una vida trivial

teniendo como huésped al mismo Dios.

No es posible no asombrarse por esta verdad,

por esta extraordinaria realidad

que nos arrebata de la soledad,

levanta la dignidad de la existencia,

llena de gozo, da luz a nuestra vida grisácea,

nos sumerge en el mundo divino,

hace familiar la existencia con Dios,

desplaza el centro de interés

de toda la aventura terrena,

colorea de sentido toda acción.

No es posible no querer saltar de alegría

frente a este ser mío mortal

hecho templo de la Trinidad,

frente a este cuerpo mío corruptible

hecho santo e incorruptible por la intimidad con su Creador.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.