29 de mayo de 2021 – TO – SÁBADO DE LA VIII SEMANA
¿Con qué autoridad
haces esto?
Lectura
del libro del Eclesiástico 51, 12-20a
¡Señor,
te daré gracias y te alabaré!
Bendeciré
el nombre del Señor.
En
mi juventud, antes de andar por el mundo,
busqué
abiertamente la sabiduría en la oración;
a
la entrada del Templo, pedí obtenerla
y
la seguiré buscando hasta el fin.
Cuando
floreció como un racimo que madura,
mi
corazón puso en ella su alegría;
mi
pie avanzó por el camino recto
y
desde mi juventud seguí sus huellas.
Apenas
le presté un poco de atención, la recibí
y
adquirí una gran enseñanza.
Yo
he progresado gracias a ella:
al
que me dio la sabiduría, le daré la gloria.
Porque
resolví ponerla en práctica,
tuve
celo por el bien y no me avergonzaré de ello.
Mi
alma luchó para alcanzarla,
fui
minucioso en la práctica de la Ley,
extendí
mis manos hacia el cielo
y
deploré lo que ignoraba de ella.
Hacia
ella dirigí mi alma
y,
conservándome puro, la encontré.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: 9a)
R.
¡Tus preceptos alegran el corazón, Señor!
La
ley del Señor es perfecta,
reconforta
el alma;
el
testimonio del Señor es verdadero,
da
sabiduría al simple. R.
Los
preceptos del Señor son rectos,
alegran
el corazón;
los
mandamientos del Señor son claros,
iluminan
los ojos. R.
La
palabra del Señor es pura,
permanece
para siempre;
los
juicios del Señor son la verdad,
enteramente
justos. R.
Son
más atrayentes que el oro,
que
el oro más fino;
más
dulces que la miel,
más
que el jugo del panal. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 11,27-33.
Y
llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos
sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: “¿Con
qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?”.
Jesús
les respondió: “Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden,
les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan,
¿venía del cielo o de los hombres?”.
Ellos
se hacían este razonamiento: “Si contestamos: ‘Del cielo’, él nos dirá: ‘¿Por
qué no creyeron en él?’. ¿Diremos entonces: “De los hombres’?”. Pero como
temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un
profeta, respondieron a Jesús: “No sabemos”. Y él les respondió: “Yo tampoco les
diré con qué autoridad hago estas cosas”.
Palabra
del Señor
PARA REFLEXIONAR
Termina
nuestra lectura del Sirácida con un cántico de alabanza a la sabiduría. «Deseé
la sabiduría con toda mi alma, la busqué desde mi juventud… mi corazón gozaba
con ella… presté oído para recibirla… mi alma saboreó sus frutos».
El
autor muestra una fundada satisfacción ya que desde joven la ha seguido y ha
gozado de sus frutos.
La
Palabra de Dios es palabra viva dicha para nosotros hoy y aquí. Una palabra y
una sabiduría que tiene fuerza para iluminar y transformar todos los posibles
senderos de nuestra vida.
Seguimos
a Cristo, Camino, Verdad y Vida. Tenemos motivos para alegrarnos de tener la
sabiduría de Dios muy cerca. En nuestro estilo de conducta y en las decisiones
que vamos tomando, Jesús, el Maestro, nos va enseñando sus caminos.
***
La
escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús
expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, envían una
delegación a pedirle cuentas.
Jesús
les propone una pregunta. Cuando Él ve que no hay fe, o que hay doblez en la
pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla, a veces contesta
planteando a su vez preguntas. Jesús también sabe ser astuto y desenmascarar
las intenciones capciosas.
La
pregunta de los jefes no era sincera. Es inútil razonar con estas personas.
Jesús no les va a dar el gusto de afirmar una cosa que no van a aceptar.
Desde
ahora se van a precipitar las cosas, con fuertes controversias que desembocarán
en el proceso y la ejecución de Jesús.
Hay
que saber discernir personal y comunitariamente, si los movimientos o las voces
nuevas vienen o no del Espíritu. No deberían ser los intereses personales, el
orgullo o la pereza lo que motive nuestra decisión.
PARA DISCERNIR
¿Practicamos
el discernimiento personal y comunitario?
¿A
qué actitudes nuevas me invita la liturgia de hoy?
¿Qué
implica esta palabra en el discipulado?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tu
gracia vale más que la vida
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¿Con
qué autoridad haces esto?
Es
del Padre este Hijo que se le parece. Viene de él, este Hijo que se le puede
comparar, porque le es semejante. Es su igual este Hijo que hace las mismas
obras que él (Jn 5,36)… Sí, el Hijo hace las mismas obras del Padre; por eso
nos pide creer que él es el Hijo de Dios. No se otorga un título que no le es
debido; no es sobre sus propias obras que apoya su reivindicación. ¡No! Él da
testimonio que no es sobre sus propias obras, sino sobre las de su Padre. Con
ello da testimonio de que el esplendor de sus acciones le viene de su
nacimiento divino. Pues ¿cómo los hombres hubieran podido reconocer en él al
Hijo de Dios, en el misterio de este cuerpo que había asumido, en este hombre
nacido de María? Es, precisamente, para que penetrara en su corazón la fe en
él, que el Señor hacía todas sus obras: «Si hago las obras de mi Padre, aunque
no me creáis a mi, creed a las obras» (Jn 10,38).
Si
la condición humilde de su cuerpo parece ser un obstáculo para creer en su
palabra, nos pide de creer, al menos, por sus obras. En efecto ¿por qué el
misterio de su nacimiento humano nos iba a ser un obstáculo para percibir su
nacimiento divino?… «Aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que
comprendáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre»…
Esta
es la naturaleza que posee por su nacimiento; este es el misterio de una fe que
nos asegura la salvación: no dividir a los que son una unidad, no privar al
Hijo de su naturaleza, y proclamar la verdad del Dios Viviente nacido del Dios
Viviente… «Igual que el Padre que me ha enviado, vive, igualmente yo vivo por
el Padre» (Jn 6,57). «Igual que el Padre tiene la vida en él, igualmente ha
dado al Hijo el poder de tener la vida en sí mismo» (Jn 5,26).
San Hilario
(hacia 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Sobre la
Trinidad, VII, 26-27
PARA REZAR
Tu
palabra nos da vida
Tu
Palabra nos da vida, Señor,
nos
ayuda a seguir adelante
nos
sirve para meditar y aprender,
nos
reconforta en la aflicción,
nos
orienta en el discernimiento
y
en la toma de decisiones.
Tu
Palabra es un espejo
que
nos revela tu rostro.
Nos
permite conocerte,
descubrirte,
amarte con profundidad,
anhelar
el encuentro contigo.
Tu
Palabra es una ventana
por
donde miramos al mundo que nos rodea,
es
una lupa poderosa
que
nos revela los secretos
de
la historia que vivimos,
dándonos
pistas, claves, guías,
para
vivir con más fidelidad
a
tus propuestas de vida.
Tu
Palabra es el pozo límpido donde ir a beber,
para
apagar la sed de justicia y de paz
que
nos brota desde adentro,
al
contemplar las cosas que vivimos,
la
sociedad que hemos hecho,
o
tolerado, por no escuchar tus enseñanzas.
Marcelo
Murúa
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