21 de febrero de 2021 – CUARESMA - DOMINGO I – Ciclo B
El Espíritu lo
llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y
fue tentado por Satanás
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro del Génesis 9, 8-15
Dios
dijo a Noé y a sus hijos:
«Yo
establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres
vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras
salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con
todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré mi alianza con
ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del
Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra.»
Dios
añadió: «Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con
todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo
pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra. Cuando
cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, me acordaré de mi
alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a
precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
24, 4-5a. 6-7bc. 8-9
R. Todos
tus senderos, Señor, son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos
de tu alianza.
Muéstrame,
Señor, tus caminos,
enséñame
tus senderos.
Guíame
por el camino de tu fidelidad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate,
Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque
son eternos.
Por
tu bondad, Señor,
acuérdate
de mi según tu fidelidad. R.
El
Señor es bondadoso y recto:
por
eso muestra el camino a los extraviados;
él
guía a los humildes para que obren rectamente
y
enseña su camino a los pobres. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 18-22
Queridos
hermanos:
Cristo
murió una vez por nuestros pecados -siendo justo, padeció por los injustos-
para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el
Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban
prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba
pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos
-ocho en total- se salvaron a través del agua.
Todo
esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no
consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con
Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que está a la
derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles,
las Dominaciones y las Potestades.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 1, 12-15
El
Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por
Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después
que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena
Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está
cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
La
historia del Éxodo y la Alianza como “experiencia salvadora” es el centro de la
historia de Israel que ilumina todo su pasado y todo su futuro. Siempre que
Israel quiera interpretar las situaciones de esclavitud y de pecado, de
liberación y salvación, recurrirá a la Alianza, y a su experiencia del
desierto, como momento privilegiado de sus relaciones con Dios. Desde esta
perspectiva, podemos interpretar el relato del diluvio y la historia de Noé. La
historia del pecado del hombre (Gen 3-9) es juzgada por Dios. Se produce la
clarificación de la conducta y la vida de los hombres. El mal ha sido
aniquilado.
Todo
culmina con la “Alianza” de Dios con Noé y sus hijos. Alianza que significa el
amor de Dios por los hombres. El amor que ofrece Dios a los hombres, es una
amistad que supera la situación caótica anterior. En esta lectura se está
prefigurando la alianza nueva que Dios hará de una vez por siempre con los
hombres en Cristo: la superación definitiva del pecado y la entrada en un orden
nuevo, en una tierra nueva, en una nueva creación.
***
Sólo
se puede descubrir esto, y vivir esta experiencia, cuando conscientes de
nuestra situación del pecado, descubrimos la necesidad del amor de Dios, de la
iniciativa de Dios en la alianza para superar nuestra situación.
En
Cristo se realizó de una vez por todas, la alianza de Dios con el hombre. Su
paso de la Muerte a la Vida, supone la superación del pecado para siempre. Como
poseía el Espíritu fue devuelto a la Vida, y así superó el orden antiguo-el
pecado-, creando un orden nuevo.
***
Marcos
presenta a Jesús en su preparación inmediata para su misión pública. Y en el
comienzo de su misión. El texto está lleno de simbolismos que relacionan a
Jesús con la experiencia del éxodo: el desierto. Hay un contraste muy marcado:
Jesús durante estos cuarenta días es tentado por Satanás; pero vive
pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es como un reflejo
aquí, antes de comenzar la vida pública de aquella situación vivida durante el
éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a todas las
tentaciones y a la vez fue objeto de la bendición de Dios.
La
pacificación de las fieras, viene a ser el restablecimiento de un orden
paradisíaco que Isaías había anunciado, como una señal mesiánica. Además, el
servicio de los ángeles significa el trato familiar que mantiene con el Padre,
el que ha sido llamado y es en verdad su “Hijo amado”. Todo indica que va a
comenzar una nueva creación y que, en Jesús, va a ponerse en marcha el nuevo
pueblo de Dios.
Los
pocos detalles que ofrece Marcos a las tentaciones, quizás nos estén diciendo,
que Cristo a lo largo de todo el evangelio sufre la tentación. Durante todo el
desarrollo de su misión, Cristo tiene que afrontar a quien intenta disuadirlo,
“separarlo” del camino emprendido. Siempre habrá alguien que le “sugerirá” otro
camino, lo invitará a dejarse servir, a comportarse como amo y no como siervo,
le propondrá ser Mesías “de otra manera”, lo tratará de seducir para que sea
Dios acomodándose a los deseos de los hombres. Durante toda su vida, Cristo
resistirá a las instigaciones del adversario, de “aquel que divide”,
permaneciendo obediente al Padre, y a su voluntad. “No sea lo que yo quiero,
sino lo que quieres tú”. Sin duda alguna Jesús sale victorioso, en el desierto,
allí donde el pueblo elegido ha flaqueado.
El
mal es superado por Cristo en el tiempo del desierto. Y esta superación
manifiesta la intimidad de Cristo con el Padre. La fidelidad a la misión
recibida, es posible gracias a la unión con Dios y a la fuerza del Espíritu.
Esto
es lo que ofrece Cristo a los hombres al anunciar la cercanía del Reino de
Dios; la superación del pecado y la intimidad con Dios. La respuesta del hombre
será ponerse en marcha, como signo de la aceptación en la propia vida, de la
victoria de Cristo.
La
Cuaresma es una llamada urgente a actualizar la alianza. La Palabra nos invita
a superar el pecado viviendo la actualidad del amor que Dios nos ofrece en
Cristo. Dios nos sigue invitando a actualizar nuestra intimidad con El. Los
cuarenta días de Cuaresma, no hay que entenderlos como un poner las cuentas al
día. Es hacer nuestra la victoria de Cristo, como superación del pecado. Es
creer en un orden nuevo, en un mundo nuevo posibilitado desde ese hombre nuevo
que es Cristo, vencedor de la tentación, del pecado y de la muerte.
La
vida, con sus luces y sombras nos muestra que necesitamos salvación. Sólo quien
se reconoce como pecador espera en el Dios que se entrega como Salvador. Es el
comienzo de la superación del pecado. Y esta superación lleva a una toma de posición
y de acción concreta hacia todo lo que aplasta, oprime, aliena y esclaviza al
hombre. Exige luchar contra todo lo que aparta al hombre de la novedad
inaugurada por Cristo. No es pecado reconocerse pecador.
Frente
a una mentalidad que quiere hacer del hombre de fe alguien “impecable”,
descubrimos cuando entramos con verdad en nuestro interior, unas fuerzas, unos
impulsos que nos dominan, unas cadenas que nos sujetan y que muchas veces no
nos dejan respirar libremente ni volar a las alturas que anhelamos. Aunque
parezca absurdo tenemos que decirnos que convertirnos no es pecado. La
conversión, lejos de ser una mancha en nuestra vida, es un ejercicio de
sinceridad a toda prueba, incluso a prueba de dolor, y a costa del orgullo y la
vanidad humana. No es pecado reconocerse pecador y querer cambiar, volver a
comenzar la vida después de muchos años de existencia. Uno de los objetivos de
la cuaresma es arrancar el miedo y la vergüenza a la conversión, como si se
tratase de algo horrendo e indigno del discípulo.
La
superación del pecado no es algo que se reduce a un ámbito particular entre
Dios y el hombre, sino que es algo se proyecta en la comunidad humana, tratando
de cambiar las situaciones, estructuras, pensamientos, modos de obrar que
oscurecen y dificultan la presencia y el establecimiento del Reino entre
nosotros.
Este
tiempo de Cuaresma, nos invita a renovar nuestro compromiso con Dios. Alianza
es amistad, fidelidad y compromiso. Por las dos partes. De la fidelidad de Dios
no podemos dudar. El es siempre fiel. Nos lo ha demostrado de una vez por todas
en la Pascua de su Hijo. Pero nosotros estamos siempre tentados de infidelidad.
Todos tenemos experiencia de ello.
Tenemos
experiencia de que vivir en cristiano, muchas veces, se torna difícil, y supone
lucha ante las tentaciones camufladas de este mundo. Como también lo
experimentó Jesús, en sus tentaciones del desierto, que recordamos cada año en
este primer domingo de Cuaresma, para mostrarnos el ejemplo de su fidelidad a
Dios. La tentación de Jesús, como la de los hombres movidos por el Espíritu, no
es ya la de elegir el bien, el decidirse por el servicio de Dios y de los
hombres. Es la de discernir los medios para asumir el proyecto que Dios quiere
llevar adelante en el mundo. Él único objetivo que han de tener sus discípulos.
Todos tenemos experiencia del pecado, y por eso sólo podemos celebrar la Pascua
con Cristo, si nos dejamos purificar por El y reconciliar con Dios. Las
primeras palabras de Jesús, por tierras de Galilea, fueron: “está cerca el Reino
de Dios, convertíos y creed en la Buena Noticia”. Cuaresma es tiempo de
dejarnos amar por Dios y aceptar esa mano tendida que Jesús nos ofrece desde la
cruz. Miremos a Cristo que empieza su camino, cargado de dificultades y también
de tentaciones, hasta llegar hasta la obediencia total de la Cruz y luego la
alegría de la Pascua.
Para discernir
¿Cuál
es nuestra actitud frente a las pruebas a las que nos somete la vida misma?
¿Sentimos
que Dios nos abandona en la prueba o experimentamos que podemos salir fortalecidos?
¿Reconocemos
las tentaciones que nos debilitan y ponen de manifiesto nuestras fragilidades
en la vida personal y eclesial impidiéndonos ser signo de la presencia del
reino en medio del mundo?
Repitamos a lo largo de este día
…Ahora
somos luz en el Señor…
Para la lectura espiritual
…
“Hacerse hombre significa hacerse “pobre”, no tener nada con que presentarme
fuerte frente a Dios, ningún apoyo, ninguna fuerza o seguridad fuera del
compromiso y el sacrificio del propio corazón. El llegar a ser hombre viene a
ser como la confesión de la pobreza del espíritu humano frente a la
reivindicación total de la inaccesible trascendencia de Dios. Con la valentía
de esta pobreza comenzó la aventura divina de nuestra salvación. Jesús no se
tuvo por nada ni se defendía con nada, ni siquiera con su origen. Satanás, por
el contrario, trata de impedir esta pobreza radical. Quiere hacer a Jesús
fuerte, porque sólo teme una cosa: la impotencia de Dios en la naturaleza
humana que asumió, Dios en un corazón humano destinado al sacrificio, que desde
la fidelidad incondicional a su innata pobreza sufre desde dentro —y por lo
tanto salva—la necesidad y perdición del hombre.
Por
eso la tentación de Satanás es un atentado contra el auto aniquilamiento de
Dios, una tentación contra la seguridad y “riqueza de espíritu”, contra la
divinidad de Jesús, un sondeo a la seriedad y grandeza de su humanidad. Desde
los comienzos hizo y hace lo mismo, y siempre le reconoceremos por las
palabras: “Seréis como dioses”. Esta es la tentación de las tentaciones, con
mil variaciones: la tentación contra la verdad de la naturaleza asignada al
hombre. El pretende que la tierra sea exclusivamente suya, y con la tierra
también el hombre: el hombre, en torno al cual se combatía antes de despertarse
al alba de su libertad de suerte que ya nunca se le podía pedir e invitar a
tomar una decisión libre por sí mismo de manera desinteresada, pero siempre o
cortejado amigablemente o astutamente atacado” …
JJ. B. Metz,
Pobreza de Espíritu. Meditación teológica, Brescia 1968, 16s.
Para rezar
Para
anunciar la Cuaresma
Éste
es un tiempo para convertidos.
Tiempo
de entrenamiento, ejercicio y lucha;
de
mochila ligera y paso rápido.
Tiempo
de camino y discernimiento,
de
conversión y compromiso, de prueba y encuentro
en
el desierto, en la estepa, en el silencio.
Es
tiempo de los proyectos de vida,
de
las decisiones y desmarques;
a
veces, de las transfiguraciones.
Tiempo
de humanidad rota y divida
que
anhela el paraíso o la tierra prometida.
Tiempo
de tentaciones, tabores y conversiones,
traspiés,
heridas y cegueras,
perdones,
restauraciones y agua viva.
¡Todo
en sólo cuarenta días!
Éste
es el tiempo de las personas nuevas,
de
las que han soltado el lastre
de
ídolos secretos y falsas vanidades
y
ya sólo anhelan misericordia
y
abrazos del Padre. Amén.
F.
Ulibarri
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.