17 de noviembre de 2020 – TO – MARTES DE LA XXXIII SEMANA
Hoy tengo que
alojarme en tu casa
Lectura
del libro del Apocalipsis 3,1-6.14-22.
Escribe
al Angel de la Iglesia de Sardes: “El que posee los siete Espíritus de Dios y
las siete estrellas, afirma: “Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en
realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes
rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi
Dios. Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y
arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué
hora te sorprenderé. Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que
no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han
merecido. El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre
del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus
Ángeles”. El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las
Iglesias.
Escribe
al Angel de la Iglesia de Laodicea: “El que es el Amén, el Testigo fiel y
verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma: “Conozco tus obras: no
eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres
tibio, te vomitaré de mi boca. Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de
bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión,
pobre, ciego y desnudo. Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el
fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu
vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. Yo
corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete! Yo estoy
junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa
y cenaremos juntos. Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo
he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”.
El
que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 15(14), 2-3.3-4.5.
R:
Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí.
El
que procede honradamente
y
practica la justicia,
el
que tiene intenciones leales
y
no calumnia con su lengua. R.
El
que no hace mal a su prójimo
ni
difama al vecino,
el
que considera despreciable al impío
y
honra a los que temen al Señor. R.
El
que no presta dinero a usura
ni
acepta soborno contra el inocente.
El
que así obra nunca fallará. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
Jesús
entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado
Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero
no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se
adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al
llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto,
porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió
con alegría.
Al
ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un
pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad
de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces
más.» Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también
este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a
salvar lo que estaba perdido.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
A
través de lo que estas cartas nos manifiestan, podemos hacernos una idea de la
situación de las Iglesias.
La
visita inesperada del Señor «como un ladrón» exige vigilar constantemente,
estar preparado para acogerlo. En Sardes, la conversión es necesaria de manera
urgente, ya que si bien unos pocos se han mantenido sin mancha; muchos están
muertos, porque se olvidaron de lo que les fue anunciado con obras y palabras.
La
más dura de las cartas, la última, contiene el mensaje a los de Laodicea. El
gran obstáculo para estos cristianos son las riquezas. Se sienten seguros de sí
mismos y de sus bienes, expresan una fe vivida a medias, una fe tibia. El Ángel
los exhorta a adornarse con buenas obras.
Somos
invitados a abrir al Señor que viene pronto y llama. Estar vigilantes.
***
Lucas
es el único evangelista que nos cuenta la famosa escena de la conversión de
Zaqueo. Es el evangelista de la misericordia y del perdón. Ayer Jesús devolvió
la vista a un ciego, hoy devuelve la paz a un publicano con una vida
aparentemente perdida. El publicano era un funcionario de aduanas y normalmente
era ladrón y por eso rico.
Zaqueo
como publicano, recaudador de impuestos para la potencia ocupante, era
despreciado por sus negocios dudosos y la corrupción con la que obraba. Su
oficio era también criticado por los fariseos porque los publicanos estaban en
permanente contacto con los extranjeros, considerados impuros y con monedas
profanas.
A
pesar de todo, Zaqueo quiere ver a Jesús. En este ver, no hay sólo curiosidad,
sino una búsqueda que superando todos los obstáculos que se le presentan lo
llevan al encuentro con Jesús.
Su
baja estatura – física o moral- no le da otra opción que treparse a un árbol
para poder verlo porque la gente se lo impide. Pero Jesús es el que toma la
iniciativa: lo mira y rompiendo todo prejuicio, con delicadeza, se hace invitar
a su casa.
Esta
decisión escandaliza a todos los que se creen santos y puros: un profeta y
maestro se aloja en la casa de un pecador. Jesús come con él y consigue lo que
quería, lo que había venido a hacer a este mundo: “buscar y salvar lo que
estaba perdido”.
En
la acción de Jesús se pone de manifiesto, una vez más, el carácter universal de
la misericordia de Dios, en la respuesta de Zaqueo se revela el camino de una
sincera voluntad de conversión y sus consecuencias.
Es ahora Zaqueo el que toma la iniciativa y reconoce que se ha enriquecido con
la pobreza ajena, por eso decide devolver lo que ha conseguido legal, pero
injustamente. Sus bienes irán a parar al lugar de donde originalmente vinieron.
La crítica dirigida a la actitud de Jesús se convierte en ocasión para mostrar
por donde pasa el “Hoy” salvífico de Dios.
Zaqueo
ha comprendido que la integración a ese misterio de amor y misericordia que ha
descubierto en Jesús, debe transparentarse en todos los órdenes de su vida,
incluso en el económico. Expresará su conversión de una manera concreta: dará
la mitad de sus bienes a los pobres y devolverá el cuádruplo a aquellos a
quienes defraudó. Su fe toma la forma de acciones de justicia y solidaridad.
El
encuentro con Jesús es encuentro de conversión. Su amor recrea la comunión
entre los hombres sobre la base del amor misericordioso y liberador del Padre,
para todos.
Somos
hombres que buscamos a Dios porque somos débiles. Personas que, a pesar de
nuestra baja estatura en el espíritu, somos invitados a subir a un árbol,
porque a toda costa Jesús quiere encontrar nuestra mirada y hospedarse en
nuestra casa.
La
conciencia de nuestra pobreza y fragilidad no nos deben llevar a la
desconfianza ni a la desesperación. La conciencia de que estamos hechos de
barro nos ha de servir, sobre todo, para afirmar nuestra esperanza en Cristo
Jesús. A pesar de rompernos en mil pedazos, sabemos que siempre podemos volver
a Él, “porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido”.
La
veracidad de su presencia en nuestra vida toma el camino del amor servicial
hacia nuestro prójimo, dando de lo nuestro y dándonos nosotros mismos.
PARA DISCERNIR
¿Vamos
a buscar al que se ha alejado?
¿Nos
alegramos del acercamiento de los alejados?
¿Tenemos
corazón misericordioso o nos encastillamos en una justicia humana?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero
verte Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Hoy
tengo que alojarme en tu casa»
…
“Algunas personas se parecen a Zaqueo. Desean ver a Jesús para saber quién es,
pero para llegar a saberlo, saben que cualquier razonamiento o luz natural se
quedan cortos de talla. Estas personas, pues, corren más allá de toda la
multitud y de toda dispersión de las criaturas. Por la fe y el amor, trepan
hasta la cumbre de su pensamiento, allá donde el espíritu no queda afectado por
ninguna imagen y no encuentran impedimento alguno en su libertad. Es allí que
Jesús es visto, reconocido y amado en su divinidad. Porque él está siempre
presente a todos los espíritus libres y elevados que, amándole, se han visto
elevados por encima de sí mismos. Es allí que desbordan en plenitud de dones y
gracias.
Y
sin embargo dice a cada una de éstas: «Baja enseguida, porque una libertad
elevada por encima del espíritu no se puede mantener si no se tiene un espíritu
humilde y obediente. Porque te es necesario reconocerme y amarme como Dios y
como hombre, al mismo tiempo exaltado más allá de todo y abajado por debajo de
todo. Es de esta manera que tú podrás saborearme, cuando yo te levante por
encima de todo y por encima de ti mismo, en mi, y cuando tú te abajes por
debajo de todo y por debajo de ti mismo, conmigo y por mi causa. Entonces podré
venir a tu casa, quedarme en ella y permanecer contigo y en ti, y tú conmigo y
en mi».
Cuando
alguien conoce esto, lo saborea y lo siente en sí, desciende rápidamente no
estimándose en nada y diciendo con corazón humilde, decepcionado de su vida y
de todas sus obras: «Señor, yo no soy digno de que entre (Mt 8,8) en la morada
de pecado que son mi cuerpo y mi alma, tu cuerpo glorioso que está en el
Santísimo Sacramento. Mas tú, Señor, muéstrame tu gracia y ten piedad de mi
pobre vida y de todas mis debilidades»” …
Beato Juan van
Ruysbroeck (1293-1381), canónigo regular
El Espejo de la
bienaventuranza eterna
PARA REZAR
Anímate
a caminar intensamente
este tiempo para la conversión,
para producir el cambio;
para pasar de la muerte a la vida,
del egoísmo al amor,
del odio al perdón,
del rencor a la reconciliación,
de la cobardía al coraje,
del miedo a la valentía,
de la esclavitud a la libertad,
de la injusticia a la justicia,
del desaliento a la esperanza,
de la indiferencia al compromiso,
de la oscuridad a la luz,
de la mentira a la verdad,
de la estupidez a la sabiduría,
de lo menos humano a lo más humano,
de lo humano a lo divino…
René
J. Trossero
17 Noviembre - San Roque de la Santa Cruz y Compañeros
Mártires
Oremos
Dios
todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires San Roque y compañeros
la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu
fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en
morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con
nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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