16 de noviembre de 2020 – TO – LUNES DE LA XXXIII SEMANA
¿Qué quieres
que haga por ti? Señor
que vea otra vez
Lectura
del Libro del Apocalipsis 1,1-5a.6b.10-11;2, 1-5a
Revelación
de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo
que tiene que suceder pronto. El envió a su Angel para transmitírsela a su
servidor Juan.
Este
atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo.
Feliz
el que lea, y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan
en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca.
Yo,
Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz
de parte de aquel que es, que era y que vendrá, y de los siete Espíritus que
están delante de su trono, Escribe al Angel de la Iglesia de Efeso: “El que
tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete
candelabros de oro, afirma: “Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia.
Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan
el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos.
Sé
que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer.
Pero
debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo.
Fíjate
bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior. Si no
te arrepientes, vendré hacia ti y sacaré tu candelabro de su lugar preeminente.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 1,1-2.3.4.6.
R:
Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida
¡Feliz
el hombre
que
no sigue el consejo de los malvados,
ni
se detiene en el camino de los pecadores,
ni
se sienta en la reunión de los impíos,
sino
que se complace en la ley del Señor
y
la medita de día y de noche! R.
El
es como un árbol
plantado
al borde de las aguas,
que
produce fruto a su debido tiempo,
y
cuyas hojas nunca se marchitan:
todo
lo que haga le saldrá bien. R.
No
sucede así con los malvados:
ellos
son como paja que se lleva el viento.
porque
el Señor cuida el camino de los justos,
pero
el camino de los malvados termina mal. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43
Cuando
se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo
limosna.
Al
oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le
respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El
ciego se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Los
que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
“¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Jesús
se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
“¿Qué
quieres que haga por ti?”. “Señor, que yo vea otra vez”.
Y
Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”.
En
el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a
Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.
Palabra
del Señor
PARA REFLEXIONAR
Durante
las dos últimas semanas del año litúrgico, la Iglesia nos presenta textos que
evocan el “fin de los tiempos”. Apocalipsis es la primera palabra del libro y
significa «revelación». No hay que buscar en las imágenes de catástrofes
cósmicas, tan abundantes en el Apocalipsis, informaciones concretas sobre el
«fin del mundo».
El
Apocalipsis es un mensaje cifrado, que hay que descifrar: los objetos, los
colores, las cifras tienen una significación simbólica. Y las catástrofes
cósmicas forman parte de ese lenguaje cifrado. El autor se llama a sí mismo
Juan, y estas visiones las tuvo, dice él, en la isla de Patmos.
Probablemente
se escribe este libro a fines del siglo I, y por tanto la clave en que hay que
interpretarlo es la situación que pasa la Iglesia en esta época, duramente
perseguida por el emperador Domiciano (81-96), y marcada también por crisis
internas de cansancio, herejías y divisiones.
El
mismo san Juan se esfuerza en darnos la equivalencia de algunos símbolos: una
«estrella» representa un «ángel», un «candelabro» significa «una iglesia
particular», el color «blanco del lino» representa «las buenas acciones de los
fieles». Juan habla como un “visionario”. Ve las iglesias «en la mano derecha»
de Dios: esto quiere decir que Dios tiene las iglesias locales en su poder. La
«mano», en aquella época, y para todo el mundo oriental, era el signo del
poder.
La
primera parte de la lectura de hoy es el inicio del libro, “la revelación” que
Dios ha entregado a Jesucristo para que muestre a sus siervos. Cristo, por
medio de un ángel, se la comunica al “siervo Juan”, el cual, se hace “testigo
de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo”. Después se pasa a los
capítulos segundo y tercero que contienen las cartas a las siete Iglesias de
Asia Menor, la actual Turquía. Todas las cartas siguen el mismo esquema
literario de una orden de Cristo, al que se aplican los diversos títulos
gloriosos.
Hoy
leemos la dirigida a la comunidad cristiana de Éfeso, a la que se alaba por su
entereza, por no haberse rendido a la fatiga y por haber sabido discernir quiénes
eran los falsos profetas en su seno. A pesar de esto, le recrimina haber
abandonado el amor primero.
***
Jesús,
después de anunciar su Pasión y Resurrección cura a un ciego dentro del
contexto de una subida a Jerusalén. Los discípulos no comprenden el sentido de
sus palabras que anuncian la pasión.
Al
subir a Jerusalén, el hombre judío quiere manifestar el contenido de su fe en
Yahvé. Dentro de este mismo rito, Jesús realiza su camino de obediencia hasta
la muerte de cruz: sube a Jerusalén para entregar su vida por obediencia a la
voluntad del Padre, Jesús funda la religión del amor universal; se convierte en
el prójimo de todos los hombres.
Cristo
sube a Jerusalén para cumplir la ley y los profetas; pero, para comprender este
misterio pascual hay que abrir los ojos de la fe para poder entender las
Escrituras. Es necesario dejarse conducir para descubrir la luz.
En
esta subida hay un ciego junto al camino pidiendo limosna. Los ciegos eran
normalmente pobres y vivían de la caridad de la gente. La situación del ciego
era sumamente precaria. Estaba impedido por un defecto que no le permitía
percibir la realidad, sino que lo limitaba a escuchar lo que ocurría. Estaba
sentado a la orilla del camino, totalmente marginado de la vida de los hombres.
Además, vivía de la limosna como cualquier mendigo. El ciego escucha el rumor
que produce el paso de Jesús por ese lugar. Él grita una y otra vez: “Jesús,
hijo de David, ten compasión de mí”. Los discípulos tratan de seguir adelante
sin hacer caso al hombre postrado. Su lamento interrumpía la marcha. Los
discípulos y los apóstoles querían alejar a Jesús de la multitud, pero el ciego
insiste llamando a Jesús “Hijo de David”; título mesiánico que podía
representar un peligro ante las autoridades de Jerusalén.
Jesús
envía por el ciego y lo escucha. Este no pide una limosna ni una ayuda para
comer. Va directamente a la raíz de su exclusión y su condición: ¡Señor, que
vea! Jesús se lo concede y reconoce en el hombre una fe transformadora de la
realidad. Pasó de ser un marginado a ser un hombre en una nueva situación.
La
curación del ciego, expresa la realización del programa que Jesús presentó en
la sinagoga de Nazaret, cuando anuncia desde la palabra de Isaías que ha venido
a “dar vista a los ciegos”.
Sin
embargo lo que salva al ciego es su fe. El ciego recupera la vista, porque
cree. Jesús no es como los magos, que sanan con ritos y acciones mágicas. Lo
que libera al ciego es su fe. Después de ser curado, el ciego sigue a Jesús
“glorificando a Dios”. Seguir a Jesús es ser discípulo. El ciego ya sanado
llega a ser discípulo de Jesús. De ciego limosnero ha llegado a ser un sujeto
que ve y sigue a Jesús como discípulo.
También
nosotros nos hallamos en una situación similar a la del ciego. Muchas veces
miramos todo lo que pasa a nuestro lado, estamos atentos a la realidad pero no
la percibimos en toda su magnitud. Nos quedamos sentados a la orilla del camino
sin saber qué hacer, aunque reconociéndonos necesitados.
La
palabra nos muestra que igual que el ciego necesitamos ser curados por Jesús,
recuperar nuestra visión de la realidad para poder seguirlo por el camino de la
vida. El evangelio nos invita a clamar con insistencia y audacia.
El
clamor del ciego igual que el de la viuda, representa el clamor de los pobres,
y de tantos hombres en busca de sentido para sus vidas que se hace cada vez más
insistente e impetuoso. La gente que rodea al ciego busca silenciarlo, pero el
ciego grita cada vez más fuerte. La sociedad busca también hoy silenciar el
grito de los pobres, de los desorientados.
El
grito que se hace cada vez más fuerte es el de los que en medio de la oscuridad
buscan a Jesús, creen en Él y se hacen sus discípulos.
PARA DISCERNIR
¿Me
descubro necesitado de la luz de Jesús?
¿Qué
zonas de mi vida aún están en sombras?
¿Por
qué cosas mi corazón clama?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor,
ten compasión de mí
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«En
seguida recobró la vista y siguió a Jesús glorificando a Dios»
…
“Nuestro Redentor, previendo que los discípulos se turbarían cuando llegara
su Pasión, les anuncia, por adelantado, tanto los sufrimientos de su Pasión
como la gloria de su Resurrección (Lc 18,31-33). Así, viéndole morir tal como
se lo había anunciado, no dudarían de su resurrección. Pero, puesto que todavía
estaban bajo los efectos de su condición carnal, los discípulos no podían
llegar a captar el alcance de las palabras que les anunciaban el misterio (v
34). Es entonces cuando se produce un milagro: bajo sus propios ojos un ciego
recobra la vista, para que los que eran incapaces de captar las palabras del
misterio sobrenatural, fueran sostenidos en su fe a la vista de un acto
sobrenatural.
Porque
nosotros debemos mirar los milagros de nuestro Salvador y Maestro con una
mirada doble: son hechos que hay que acoger como tales, y son signos que nos
remiten a otra cosa… Así, en el plano histórico, no sabemos nada de quien era
este ciego. Pero sabemos que se le designa de manera escondida. Este ciego es
el género humano, echado fuera del gozo del Paraíso en la persona de su primer
padre, y que no ha tenido ningún conocimiento de la luz divina pero
es condenado a vivir en las tinieblas. Y sin embargo, la presencia del su
Redentor le ilumina; comienza a ver los goces de la luz interior y,
deseándolas, puede seguir el camino de vida de las buenas obras” …
San Gregorio
Magno, (hacia 540-604), papa, doctor de la iglesia
Sermones sobre
el Evangelio, nº 2; PL 76, 1081
PARA REZAR
Quiero
seguirte, Señor
A
pesar de las incomprensiones de los demás.
A pesar de mis momentos débiles.
A pesar de las horas de cansancio.
Quiero ser dichoso con los que te siguen
con corazón sencillo.
Con
los pobres que sienten necesidad de Ti.
Con los que sufren en su caminar por la vida.
Con los que trabajan por implantar la justicia.
Con los de corazón puro.
Con los que llevan consigo la paz y la transmiten
Quiero
seguirte Señor…
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