6 de octubre de 2020 – TO – MARTES DE LA XXVII SEMANA
Escuchar la
palabra y vivirla
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Galacia 1, 13-24
Hermanos:
Seguramente
ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el Judaísmo: cómo perseguía
con furor a la Iglesia de Dios y la arrasaba, y cómo aventajaba en el Judaísmo
a muchos compatriotas de mi edad, en mi exceso de celo por las tradiciones
paternas. Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó
por medio de su gracia, se complació en revelarme a su Hijo, para que yo lo
anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre y sin
subir a Jerusalén para ver a los que eran Apóstoles antes que yo, me fui a
Arabia y después regresé a Damasco.
Tres
años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con
él quince días. No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el
hermano del Señor.
En
esto que les escribo, Dios es testigo de que no miento. Después pasé a las
regiones de Siria y Cilicia. Las Iglesias de Judea que creen en Cristo no me
conocían personalmente, sino sólo por lo que habían oído decir de mí: «El que
en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que antes quería destruir.» Y
glorificaban a Dios a causa de mí.
Palabra
de Dios
SALMO Sal
138, 1-3. 13-14b. 14c-15 (R.: 24b)
R. Señor,
llévame por el camino eterno.
Señor,
tú me sondeas y me conoces
tú
sabes si me siento o me levanto;
de
lejos percibes lo que pienso,
te
das cuenta si camino o si descanso,
y
todos mis pasos te son familiares. R.
Tú
creaste mis entrañas,
me
plasmaste en el seno de mi madre:
te
doy gracias porque fui formado
de
manera tan admirable.
¡Qué
maravillosas son tus obras! R.
Tú
conocías hasta el fondo de mi alma
y
nada de mi ser se te ocultaba,
cuando
yo era formado en lo secreto,
cuando
era tejido en lo profundo de la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
Jesús
entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
Palabra.
Marta,
que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no
te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.»
Pero
el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María
eligió la mejor parte, que no le será quitada.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Pablo,
para defenderse de las alusiones infamantes de los judaizantes cree útil
explicar los acontecimientos que han antecedido y continuado a su conversión.
Si perseguía a la Iglesia de Dios tratando de destruirla, sobrepasando en el
judaísmo a muchos compatriotas, y luego abandonó la «tradición» recibida en su
juventud, fue debido a una llamada personal de Dios.
Fue
Dios quien tuvo la iniciativa y lo separó «desde el seno de su madre», sin
mérito alguno, sin hacer nada por su parte.
Era
«perseguidor» pero Dios lo hizo «apóstol». Pablo se pone como ejemplo de cómo
hay que pasar de lo antiguo a lo nuevo, de la ley a la gracia, sin dar pasos
hacia atrás.
El
encuentro con Jesús lo prepara para “anunciarlo a los gentiles”. Pero antes
siente la necesidad de subir a Jerusalén y conocer a Cefas. La “revelación” lo
vincula inmediatamente a Jesús, pero también a todos los que han recibido el
mismo don.
Pablo
quiere subrayar la unidad de la “misión” quiere estar de acuerdo con el resto
de la Iglesia, y en particular con la jerarquía de su tiempo, pero subraya con
claridad que lo que enseña no lo ha recibido de los Doce, sino directamente “de
Dios”, no obstante es el mismo evangelio porque Dios no se contradice.
***
Jesús
sigue su camino y hace un alto poco antes de llegar a Jerusalén. El evangelio
nos presenta la conocida escena en la casa de Betania, donde Marta y María, sus
amigos de siempre lo reciben.
Como
suele ocurrir en muchas casas, la demasiada preocupación por los preparativos
para recibir bien a los invitados hace que se pase por alto lo esencial: el
visitante. Todo tiene que estar bien preparado para que no pase nada nuevo e
inesperado.
Sin
embargo María ha elegido “la mejor parte”: escucha al Señor mientras que Marta;
está “atareada en muchos quehaceres”. La historia se estropea cuando Marta
trata de apartar a María de la tarea de escucha y de adoración que había
elegido. Eso es lo que le reprocha Jesús, y no su deseo de servirlo. Jesús la
invita a llegar hasta el fondo de su servicio, a encontrase con la raíz y no
quedarse en lo superficial.
Marta
y María aparecen como las dos formas de escuchar la Palabra, dos formas que no
se niegan sino que son complementarias entre sí. La mejor parte consiste saber
adorar a Dios, lo mismo en el templo que en la vida.
María
saborea las palabras de Jesús que quedarán grabadas en lo más íntimo de su
corazón y serán una fuente de seguridad gozosa que más allá de las evidencias
de la muerte, la harán capaz de descubrir la novedad de la Pascua. La misma que
ahora contempla a Jesús, es la que correrá hasta el sepulcro cuando esté
apagada la esperanza de los hombres.
Como
Iglesia estamos invitados a recoger con la palabra del Maestro. Estar en su
presencia, aunque luego haya que improvisar un poco de comida. Una Iglesia que
prefiere lo provisorio de las tiendas del desierto, a la seguridad de las casas
demasiado estables, que no tardan en convertirse en cargas o prisiones.
Necesitamos
por la contemplación ver más allá de la dura realidad humana y descubrir la
imposible novedad pascual y la otra cara de las cosas. Una Iglesia que sólo se
preocupa de las muchas cosas, puede transformarse en empresa en cadena, donde
todo está programado y donde todo irá bien, pero no habrá novedad ni fiesta.
Una
Iglesia que no pasa del estar con el Señor a la acción comprometida, vive
alienada de la historia: no ha contemplado al Señor; simplemente lo ha mirado.
Como
Iglesia, para cumplir verdaderamente nuestra misión, necesitamos pasar primero
por el discipulado “a los pies del Señor”. De este modo, nuestra acción en el
mundo no será únicamente un conjunto de actividades en favor de un proyecto,
sino una forma de hacer crecer la presencia de Dios, su Reino, entre los
hombres. Y para esto, necesitamos de la palabra del Maestro, que nos guíe,
ilumine y revele “el quehacer necesario e importante” en cada momento.
“Dichosos
los de escucha atenta y acción vigorosa, los que escuchan la Palabra de Dios y
la ponen en práctica”.
PARA DISCERNIR
¿Qué
es lo necesario para ser discípulo, según Jesús?
¿Qué
privilegio en mi vida de fe: la acción o la escucha?
¿Qué
espacio de nuestra vida dedicamos a la escucha de la Palabra?
¿Qué
lugar le doy a la acción?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero
escucharte Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“Jesús no responde a nuestro estilo de vida, marcado por las preocupaciones,
diciendo que no deberíamos dedicarnos tanto a los asuntos de este mundo. No
intenta alejarnos de los acontecimientos, de las actividades y de las personas
que forman parte de nuestra vida. No dice que todo lo que hacemos es
insignificante, carente de valor o inútil. Ni siquiera nos sugiere que nos
retiremos de todas las actividades en las que estamos comprometidos, para vivir
en quietud y tranquilidad lejos de las tensiones del mundo.
La
respuesta de Jesús a las preocupaciones que colman nuestra vida es muy
diferente. Nos pide que transfiramos el centro de gravedad, que traslademos el
centro de nuestra atención, que cambiemos el orden de nuestras prioridades.
Jesús quiere que nos traslademos desde las «muchas cosas» a la «única cosa
necesaria». Es importante que nos demos cuenta de que Jesús no quiere en
absoluto que abandonemos nuestro mundo, tan complejo. Su voluntad, más bien, es
que vivamos en él, firmemente arraigados en el centro de todas las cosas. Jesús
no habla de que cambiemos de tipo de actividad o de que modifiquemos nuestras
relaciones, ni siquiera de que disminuyamos el ritmo. Jesús nos habla de un
cambio del corazón. De una disposición diferente del corazón que haga todo
diferente, aun cuando todo parezca seguir como antes. Eso significa: «Buscad
primero el Reino de Dios… y todas estas cosas se os darán por añadidura». Lo
que cuenta es el empleo de nuestro corazón.
Cuando
nos asaltan las preocupaciones, nuestro corazón se encuentra en el lugar
equivocado. Jesús nos pide que traslademos el corazón al centro, allí donde
todo lo demás está en su sitio” …
H. J. M. Nouwen,
Invitación a una alta vida espiritual, Brescia 1998.
PARA REZAR
Ayúdanos
Señor a saber a escuchar,
que puestos a tus pies,
dejemos
que tu palabra nos empape
como
suave rocío.
Que
al rumiarla
en la lectura de cada día,
se fecunde nuestra vida.
Enséñanos
Señor
a escuchar tu Palabra;
que se haga carne de nuestra carne,
luz
de nuestros ojos
para
mirar la vida
según tu voluntad
para
que cada uno
de
nuestros gestos y acciones
sean
expresión de tu reino ya comenzado.
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