15 de octubre de 2020 – TO – JUEVES DE LA XXVIII SEMANA
No han entrado
y se lo impiden a los demás
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Efeso 1,1-10
Pablo,
apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, a los santos y fieles en Cristo
Jesús, que residen en Éfeso.
Les
deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona
de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él
nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos
santos e irreprochables ante él por el amor.
Él
nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus
hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los
pecados.
El
tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con
nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este
es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento
culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 97,1-6
R:
El Señor da a conocer su victoria.
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
porque
ha hecho maravillas:
su
diestra le ha dado la victoria,
su
santo brazo. R.
El
Señor da a conocer su victoria,
revela
a las naciones su justicia:
se
acordó de su misericordia y su fidelidad
en
favor de la casa de Israel. R.
Los
confines de la tierra han contemplado
la
victoria de nuestro Dios.
Aclamad
al Señor, tierra entera;
gritad,
vitoread, tocad. R.
Tañed
la cítara para el Señor,
suenen
los instrumentos:
con
clarines y al son de trompetas,
aclamad
al Rey y Señor. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54
Dijo
el Señor:
«¡Ay
de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos
padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus
padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por
eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán
y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuenta a esta generación de la
sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del
mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado
entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le
pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay
de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la
ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»
Cuando
Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo,
exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para
sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Durante
más de dos semanas leeremos la carta que escribió Pablo a los cristianos de
Efeso que era la capital de la provincia romana de Asia, famosa por su cultura,
su comercio y sus templos paganos.
Pablo
en su segundo y tercer viaje había evangelizado aquella ciudad. Esta carta la
escribe desde Roma, entre los años 61 y 63, es decir, durante su primera
cautividad.
El
pasaje de hoy reproduce la “bendición” con la que Pablo abre su epístola. Esta
bendición se inspira probablemente en una oración del ritual judío para cada
día.
Pablo
les presenta cuál es el plan salvador de Dios Padre y sobre todo la riqueza del
misterio de Cristo y de la Iglesia, su comunidad.
Todo
es iniciativa de Dios, que nos ha predestinado desde la eternidad a ser sus
hijos, a ser salvados por Cristo. Estamos unidos a su Hijo Jesús, en quien Dios
piensa “recapitular todas las cosas del cielo y de la tierra”. Bendecimos a
Dios, porque Él nos ha bendecido antes con toda clase de bendiciones, en Cristo
Jesús.
La
expresión “en Cristo” significa la mediación por la que las bendiciones del
Padre se realizan. La redención o “remisión de los pecados”, es la posibilidad
ofrecida a todo hombre unido a Cristo. El gran don es Cristo que nos obtiene
por su sangre la redención, el perdón de nuestras faltas.
Esta
es la prueba de la gratuidad.
***
Desde
antiguo, por boca de los profetas Dios había mostrado su rechazo a quienes en
su nombre, en medio del pueblo de la Alianza, promovían la injusticia,
desdibujando el auténtico rostro de Dios. Muchos pastores, dirigentes del
pueblo y falsos profetas con sus actitudes, sus normas y preceptos humanos
contradecían la bondad y la justicia de Dios.
La
misión de los profetas en su tiempo consistía en enfrentarlos y
desenmascararlos públicamente. Siempre la profecía estuvo marcada por su incomodidad;
para el que recibe el don, por la violencia interna que le causa; y para los
interlocutores porque se sienten interpelados.
Por
eso, frecuentemente, los contemporáneos del profeta pretenden condenarlo al
silencio, lo calumnian, lo desacreditan, así hasta que muere. Llega entonces el
momento de erigirle el sepulcro y de organizarle homenajes, cuando ya no
molesta.
Jesús
les echa en cara esta actitud hipócrita y siguiendo la línea profética, en el
marco de una cena en casa de un fariseo, descubre y maldice a todos aquellos
que se empeñan en hacer de Dios, un objeto que se puede manipular a
conveniencia. Los mismos que condenaban la idolatría, llevaban a los hombres de
buena fe a adorar un Dios que no era el verdadero.
Jesús
critica de modo frontal la corriente de los fariseos y legistas que han puesto
la ley como único absoluto. No se puede hacer de la norma un absoluto, sin
correr el riesgo de deformar el auténtico rostro del Dios de la justicia y la
misericordia. Tampoco se puede poner la ley por encima del hombre sin hacer de
él, un ser deshumanizado y deshumanizante.
Hay
una radical incompatibilidad entre la práctica farisea y el modo de encarar la
vida y la fe de Jesús. Para Jesús caminar en la fe, es vivir desde el amor, que
lleva a la libertad. Vivir la fe es dar espacio y cabida para todos, sin hacer
distinción de personas. Los fariseos viven una práctica de sometimiento y
apegados a las normas, excluyen y desprecian a la mayoría, por incumplidores de
unas leyes que ellos mismos inventaron.
Jesús
pone de manifiesto su rechazo, al uso que hacen del nombre de Dios, y a la
imagen falseada y extraña que transmiten. El Dios Santo es también presentado
intransigente, intolerante, vengativo, implacable contra quien quebranta el más
mínimo precepto.
La
tentación del fariseísmo está siempre latente y muchas veces nos encontramos
involucrados en actitudes propias de estos hombres, justificando en las normas
y preceptos nuestras omisiones, o acomodando el evangelio a nuestra
conveniencia.
Por
eso este mensaje es también dirigido a todos los hombres y mujeres, que
pretenden acaparar la verdad y sujetar el amor, cerrándose al evangelio de la
justicia y del derecho de los más pobres.
El
mensaje es también dirigido a todos los miembros de la Iglesia, dado que la
verdad de Jesús, está condicionada por los seres humanos que la anunciamos, y
sin un discernimiento serio y constante podemos pasar de mediadores a
manipuladores.
“No
hay cosa más peligrosa que juzgar las cosas de Dios con los discursos humanos”.
San Juan Crisóstomo
PARA DISCERNIR
¿Nos
sentimos propietarios de la verdad?
¿Exigimos
lo que no vivimos?
¿Nos
creemos los únicos que tenemos razón en todas las discusiones?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tu
amor Señor permanece para siempre
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“¿Qué significa «antes de la creación del mundo»? Significa que todavía no
había nada: no existía el cielo, no existía la tierra y tampoco existía yo.
Pero existía él, que pensaba ya en mí y me envolvía con su amor. Pensó en mí
desde siempre y me amó desde siempre: el amor de Dios por mí es eterno. Es un
pensamiento que da vértigo. No había todavía nada, pero existía ya, en el
origen primigenio de las cosas, una ternura infinita que me envolvía: ahora se
complace en mí, porque al verme ve a su Hijo y dice: «Tú eres mi Hijo amado, en
ti me complazco» (Mc 1,11). Al principio no había nada y él amó esta nada. Es
esta nada la que fundamenta la gratuidad de su amor. El Señor me amó por nada,
sin porqué. Lo ha dicho de una manera estupenda santo Tomás: «La raíz última
del amor de Dios está en su gratuidad». Me ama por nada. Esto va unido a otro
principio enunciado también por santo Tomás: «No me ama porque yo sea bueno,
sino que me hace bueno al amarme». Es ésta una certeza que da a nuestro corazón
una gran paz y una gran fuerza. Si Dios me amara por algo, siempre podría
pensar que, si este algo dejara de existir, dejaría de amarme. Sin embargo, los
cielos y la tierra pueden hundirse, pero no así el amor de Dios, nunca. Es un
amor que no se rinde nunca, ya que está fundado sobre la nada. El amor de Dios
no supone nada en mí y me transforma. La santidad depende por completo del
creer que somos amados de este modo y de nuestro abandono a este amor. Yo soy
una pobre y frágil criatura, soy nada, pero sobre esta nada se posa la mirada
de Dios, se posa su amor. Y la nada florece ante él porque su amor realiza en
mí maravillas. Es un amor omnipotente, que se derrama sobre el abismo de mi
miseria y realiza grandes cosas” …
M. Magrassi,
Amar con el corazón de Dios, Cinisello B. 1983.
PARA REZAR
Te
confieso, Señor,
que
mis conocimientos teóricos
sobre
ti van aumentando,
pero
mis actitudes no se parecen más a las tuyas.
No
es que todo me sea indiferente,
pero
me comprometo poco por ti.
Sé
perfectamente que Tú
no
me examinarás de teoría,
sino
de amor solidario;
sin
embargo, no termino de arrancar.
Confío
en que las actividades
de
mis hermanos en la fe y,
sobre
todo, sentirte cercano
me
ayuden a salir de esta situación.
¡Señor,
que no quede todo en una idea más!
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