12 de septiembre de 2020 – TO – SÁBADO DE LA XXIII SEMANA
Vivir la Palabra para entrar en el
Reino
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 10, 14-22
Queridos
míos, eviten la idolatría. Les hablo como a gente sensata; juzguen ustedes
mismos lo que voy a decirles. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso
comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el
Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos,
formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
Pensemos
en Israel según la carne: aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en
comunión con el altar?
¿Quiero
decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que
el ídolo es algo? No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus
sacrificios a los demonios y no a Dios. Ahora bien, yo no quiero que ustedes
entren en comunión con los demonios. Ustedes no pueden beber de la copa del
Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del Señor
y a la mesa de los demonios. ¿O es que queremos provocar los celos del Señor?
¿Pretendemos ser más fuertes que él?
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
115, 12-13. 17-18 (R.: 17a)
R. Te
ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
¿Con
qué pagaré al Señor
todo
el bien que me hizo?
Alzaré
la copa de la salvación
e
invocaré el nombre del Señor. R.
Te
ofreceré un sacrificio de alabanza,
e
invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré
mis votos al Señor,
en
presencia de todo su pueblo. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49
Jesús
decía a sus discípulos:
«No
hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada
árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se
cosechan uvas de las zarzas.
El
hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo
saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por
qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? Yo les diré
a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las
practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó
profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las
aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla,
porque estaba bien construida.
En
cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un
hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se
precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a
esa casa fue grande.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Hoy
se plantea si se puede participar en banquetes sagrados, los que se organizan
en honor de un dios o de una diosa. San Pablo es categórico: hay que abstenerse
de cualquier compromiso con los “ídolos”. Aquí no entra ya la caridad para con
el hermano débil, sino el peligro de idolatría para uno mismo. Porque
participar en esos banquetes cúlticos conlleva casi necesariamente, la comunión
con lo que se celebra.
No
se puede honrar a un dios y entrar en comunión con él, porque nosotros tenemos
ya a Cristo Jesús, con el que entramos en comunión a través del cáliz de
bendición que bendecimos, y del pan que partimos.
Además
el cristiano tiene una comunidad con la cual celebrar, y no tenemos que ir a
buscar otras comunidades, con las que celebrar otras cosas. Aunque somos
muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Para
Pablo la Eucaristía es, ante todo, unión con Cristo, con su Cuerpo y su Sangre.
Si buscamos otros dioses con los que entrar en comunión, caemos en la idolatría
como cayeron los israelitas en el desierto.
También
agrega que es unión con los demás hermanos de la comunidad y crecimiento en
fraternidad porque comemos del mismo Pan, y escuchamos la misma Palabra
salvadora de Dios. Comulgar con Cristo significa evitar toda clase de idolatría,
adorando a los dioses falsos.
***
Jesús
en su andar, experimenta en muchos de los que salen a su encuentro, que la
palabra ha encontrado una tierra fértil donde los valores del Reino crecerán.
El pueblo, los discípulos y la larga fila de enfermos, pecadores y
menesterosos, en medio de las inevitables ambigüedades de todos los seres
humanos, con su pobreza, ignorancia y simpleza, son capaces de dar buenos
frutos del Reino.
Por
otro lado encuentra que muchos de los que lo siguen y poseen una posibilidad
mayor de vivir los valores del reino, se conforman con una fe de apariencia o
de cumplimiento; conservan la fachada pero no tienen la consistencia en su
obrar de una vida que ha optado sinceramente por vivir en clave de Reino. Ante
esta realidad, termina su discurso recordando la perspectiva del juicio. Lo
mismo que se juzgaba al judío por la práctica de los mandamientos, el cristiano
tiene que responder de su conformidad con la ley de la misericordia.
Para
que la fe sea real no basta acercarse a Él, sino que es necesario dejarse
hablar, cuestionar y modelar por su palabra de verdad, de modo que se vaya
encarnando hasta en los rincones más ocultos del corazón, y penetre en los
repliegues más escondidos de la vida. Sólo así, la fuerza de la gracia hará hombres
transformados y transformadores.
Todos
tenemos la experiencia de que la fe conoce idas y vueltas, de que a veces es
certeza serena, y otras veces es duda dolorosa. La fe, sobrepasada por la
prueba del sufrimiento, por el trabajo, por el placer o, simplemente, por la
negligencia, puede adormecerse, padecer de anemia, dejar de iluminar la vida.
Pero también hemos de reconocer que, en nuestra vida y en la del mundo, la fe
vivida con fuerza y radicalidad puede ser el motor de compromisos profundos, la
libertad para la lucha verdadera, la luz de nuestra libertad, el coraje de
nuestra fidelidad; en definitiva la roca inamovible sobre la que edificar
nuestra vida presente y proyectar el futuro.
PARA DISCERNIR
¿Vivís
contando solamente con tus propias fuerzas o poniendo tu confianza en Dios?
¿Cuáles
son tus valores de juicio y tus criterios determinantes?
¿Cuál
es la roca firme sobre la que apoyás tu vida?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
Quiero
vivir tu Palabra
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Poner
sobre roca los fundamentos
…
“La predicación de la Iglesia presenta, desde todos los puntos de vista, una
inquebrantable solidez; permanece idéntica a sí misma y se beneficia del
testimonio de los profetas, de los apóstoles y de todos sus discípulos, testimonio
que engloba «el principio, el entremedio y el fin», la totalidad del designio
de Dios ordenado infaliblemente a la salvación de los hombres y siendo el
fundamento de nuestra fe. Desde entonces, esta fe que hemos recibido de la Iglesia,
la conservamos con sumo cuidado… Es a esta Iglesia a la que se le ha confiado
el «don de Dios» (Jn 4,10) –como el aliento que había sido confiado a la
primera obra que Dios había modelado, Adán (Gn 2,7)- a fin de que todos los
miembros de la Iglesia puedan participar de ella y por ella ser vivificados. Es
en ella que ha sido depositada la comunión con Cristo, es decir, el Espíritu
Santo, arras del don de incorruptibilidad, confirmación de nuestra fe y
escalera de nuestra ascensión a Dios: «En la Iglesia, escribe san Pablo, Dios
ha colocado a los apóstoles, a los profetas, a los que tienen encargo de
enseñar» y a todo el resto, por la acción del Espíritu (1C 12, 28.11).
Porque
donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu
de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia. Y el Espíritu es Verdad (1Jn 5,6).
Por eso los que se excluyen de él ya no se nutren más de los pechos de su Madre
para recibir la vida y ya no participan de la fuente límpida que mana del
cuerpo de Cristo (Jn 7,37), sino que «se hacen cisternas, cisternas agrietadas,
que el agua no retienen» (Jr 2,13)… Llegados a ser extraños a la verdad, es
fatal que sigan rodando en el error y sean bamboleados por él, que… no tengan
doctrina firmemente establecida, puesto que prefieren ser razonadores de
palabras antes que discípulos de la verdad. Porque no están fundamentados sobre
la Roca única, sino sobre arena”…
San Ireneo de
Lión (hacia 130- hacia 208), obispo, teólogo y mártir
Contra las
herejías III, 24, 1-2
PARA REZAR
Señor,
nos unimos a toda la Iglesia
y te pedimos para que
podamos asumir la responsabilidad
que nos corresponde por ser bautizados.
Asiste
el peregrinar
y el trabajo de tu pueblo,
para que entre todos,
buscando vivir la fidelidad a tus enseñanzas,
podamos ser signos de paz,
de esperanza y de amor,
en medio de una sociedad
que vive los desafíos
de la mentira y la corrupción.
En
tus manos depositamos
el deseo de vivir
y de formar comunidades eclesiales,
en las cuales todos se sientan hermanos
en torno a tu Palabra.
Amén.
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