3
de junio de 2020 – TO – VIERNES DE LA XIII
SEMANA
3 de julio – Santo Tomás, apóstol (F)
¡Señor mío y
Dios mío!
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Efeso 2, 19-22
Hermanos:
Ustedes
ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros
de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los
profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo
Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir
un templo santo en el Señor.
En
él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada
de Dios en el Espíritu.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
116, 1. 2 (Cf. R.: Mc. 16, 15)
R. Vayan
por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia.
¡Alaben
al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo,
todos los pueblos! R.
Porque
es inquebrantable su amor por nosotros,
y
su fidelidad permanece para siempre. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás,
uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó
Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
El
les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el
dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho
días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba
con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso
en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego
dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela
en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomas
respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús
le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber
visto!»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Hoy,
la Iglesia celebra la fiesta de Santo Tomás: “el incrédulo”. La experiencia de
los apóstoles con Jesús había despertado falsas expectativas, porque para
muchos de ellos se limitaba a una restauración social y política.
Los
hechos del viernes santo produjeron miedo, sentimiento de fracaso, la
decepción, tanto en Tomás como en otros discípulos del Señor. Uno de los
elementos comunes de todas las apariciones de Jesús descritas o citadas en los
evangelios, es que se trata de encuentros personales; para los destinatarios
fueron una vivencia objetiva. En ella pudieron experimentar que Jesús no era un
espíritu. Era el crucificado, no cabía duda: vieron la marca de la cruz en su
cuerpo. Y, paradójicamente, era distinto: su corporeidad no estaba sujeta a las
limitaciones propias del tiempo y del espacio. En cualquier caso, sólo se le
puede reconocer si Él se da a conocer.
El
evangelista Juan, después de describir la aparición de Jesús, el mismo domingo
de resurrección; nos dice que el apóstol Tomás no estaba allí, cuando los
Apóstoles que habían visto al Señor, dieron testimonio de lo que había
sucedido. La frase de los discípulos: ¡Hemos visto al Señor!, formula la
experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad muestra por sí sola
que Jesús no es una figura del pasado, sino que está vivo y activo entre los
suyos.
Tomás
no acepta el testimonio de los discípulos y dificultades para aceptar la
resurrección del Señor porque ve que su vida no cambiado; siguen encerrados y
con temor. Exige pruebas tangibles, lógicas, válidas. A pesar del aparente
fracaso en que viven no ha abandonado la comunidad de discípulos ni su deseo de
creer. Su permanencia en la espera a pesar de la oscuridad en la que se
encuentra tiene su fruto. Quizás por ese motivo a Tomás no le bastan las palabras
de los otros discípulos. Pasados ocho días, Jesús se aparece otra vez y dice a
Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo sino creyente».
Es
necesaria la aparición de Jesús, que se presenta en medio de ellos y le ofrece
a Tomás las pruebas que había exigido y lo que es más importante, lo invita a
creer. Jesús, demostrándole su amor, toma la iniciativa y lo invita a tocarlo.
La resurrección no lo ha despojado de su condición humana anterior: es la
condición humana llevada a su cumbre que asume toda su historia y su pasado.
La
delicadeza de la cercanía de Jesús provoca una confesión personal cargada de
afecto: “Señor mío y Dios mío”. Tomás manifiesta no sólo su fe en la
resurrección de Jesús, sino también en su divinidad porque la consecuencia
última de la resurrección del Mesías es el reconocimiento como Hijo de Dios.
Sólo
cuando todo es oscuro y se pierde toda seguridad es posible experimentar la
fuerza de la fe. Jesús resucitado invitará de ahora en adelante a todos los
hombres, a lanzarse con absoluta confianza al aparente vacío del creer, sólo
apoyados en el testimonio y la experiencia eclesial que nos trasmite la fe.
La
comunidad que se renueva desde la vivencia de la Palabra y los sacramentos, que
crece y vive en la experiencia del amor mutuo que sana heridas, será la
invitación a creer para los hombres de hoy, para los nuevos Tomás que necesitan
creer.
PARA DISCERNIR
¿Qué
necesito ver para creer?
¿Qué
lugar ocupa la comunidad en mi experiencia de fe?
¿Qué
signos doy de la presencia del Resucitado en mi vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor
mío, y Dios mío
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“Santo Tomás quiere seguir a Cristo donde sea que vaya y comprender todo lo que
dice…
Cuando
Jesús, en un momento crítico de su vida, decidió ir a Betania para resucitar a
Lázaro, acercándose de esta manera, peligrosamente, a Jerusalén (cf Mc 10,32),
Tomás dijo a sus condiscípulos: «Vayamos, nosotros también, a morir con él» (Jn
11,16). Su determinación de seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos
da una preciosa enseñanza: revela su total disponibilidad de adherirse a Jesús,
hasta identificarse con su suerte y querer compartir con él la prueba suprema
de la muerte. En efecto…, cuando los evangelios emplean el verbo «seguir», es
para significar que donde se dirige Jesús, también allí debe ir su discípulo.
La vida cristiana se define, pues, como una vida con Jesucristo…: morir juntos,
vivir juntos, estar en su corazón como él está en el nuestro.
Una
segunda intervención de Tomás se nos narra en la última Cena. Jesús,
prediciendo su inminente partida, anuncia que va a preparar un lugar para sus
discípulos a fin de que también éstos puedan estar donde él se encuentre. Y les
precisa: «Para ir adonde yo voy ya sabéis el camino» (Jn 14,4). Es entonces
cuando Tomás interviene diciendo: «Señor, si no sabemos dónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?» … Sus palabras dan ocasión a Jesús de pronunciar la
célebre definición: «Yo soy, el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Es,
pues, a Tomás a quien se ha hecho por primera vez esta revelación, pero es
válida para todos nosotros y por todos los tiempos…
Al
mismo tiempo, esta pregunta nos confiere el derecho, por así decir, de pedir
explicaciones a Jesús. A menudo, no lo comprendemos. Tengamos la valentía de
decir: «No te comprendo, Señor, escúchame, ayúdame a comprender». Así, con esta
sencillez, que es la verdadera manera de orar, de hablar a Jesús, expresamos
nuestra pobre capacidad de comprender y, al mismo tiempo, nos ponemos en la
confiada actitud de los que esperan la luz y la fuerza de parte de aquel que
nos la puede dar” …
Papa Benedicto
XVI - Audiencia general del 27-9-06
PARA REZAR
Una
comunidad que convence y llena
Una
comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones.
Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.
Cuando se gloría de Jesús y no de sus méritos.
Cuando se reúne en torno de Jesús y no en torno de sus problemas.
Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.
Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones.
Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.
Cuando se gloría de Jesús y no de sus méritos.
Cuando se reúne en torno de Jesús y no en torno de sus problemas.
Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.
Cuando
se apoya en Jesús y no en su propia fuerza.
Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma.
Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma.
Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Una
comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Cuando comunica sus propios méritos.
Cuando anuncia sus reuniones.
Cuando comunica sus propios méritos.
Cuando anuncia sus reuniones.
Cuando
da testimonio de sus compromisos.
Cuando se gloría de sus valores.
Cuando se extiende en provecho propio.
Cuando vive para sí misma.
Cuando se apoya en sus fuerzas.
Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Cuando se gloría de sus valores.
Cuando se extiende en provecho propio.
Cuando vive para sí misma.
Cuando se apoya en sus fuerzas.
Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Una
comunidad no se tambalea por las fallas, sino por la falta de fe.
No se debilita por los pecados, sino por la ausencia de Jesús.
No se rompe por las tensiones, sino por olvido de Jesús.
No se queda pequeña por carencia de valores, sino porque Jesús dentro de ella es pequeño.
No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de Jesús.
Una comunidad es fuerte cuando Jesús dentro de ella es fuerte.
No se debilita por los pecados, sino por la ausencia de Jesús.
No se rompe por las tensiones, sino por olvido de Jesús.
No se queda pequeña por carencia de valores, sino porque Jesús dentro de ella es pequeño.
No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de Jesús.
Una comunidad es fuerte cuando Jesús dentro de ella es fuerte.
Una
comunidad pesa cuando Jesús dentro de ella tiene peso.
Una comunidad marcha unida cuando Jesús está en medio.
Una comunidad se extiende cuando extiende a Jesús.
Una comunidad vive cuando vive Jesús.
Una comunidad marcha unida cuando Jesús está en medio.
Una comunidad se extiende cuando extiende a Jesús.
Una comunidad vive cuando vive Jesús.
UNA COMUNIDAD CONVENCE Y LLENA
CUANDO
ES LA COMUNIDAD DE JESÚS.
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