5 de junio de 2020


5 de junio de 2020 – TO - VIERNES DE LA IX SEMANA

Hijo de David e Hijo de Dios

Lectura de la segunda carta del apóstol
San Pablo a Timoteo 2 Tim. 3,10-17

Querido hermano:
Tú, en cambio, has seguido atentamente mis enseñanzas, mi conducta, mis planes, mi fe, mi paciencia, mi amor, mi constancia, mis persecuciones y pruebas, como las que tuve que soportar en Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Cuántas persecuciones he sufrido, y de todas me ha librado el Señor!
Todos los que quieran llevar una vida digna de Jesucristo sufrirán persecuciones. Pero los malvados y los impostores irán de mal en peor, extraviando a otros y extraviándose ellos mismos.
Tú, por tu parte, permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste, sabiendo de quién lo has aprendido, y que desde la infancia conoces las Sagradas Escrituras, que te guiarán a la salvación por medio de la fe en Jesucristo. Toda Escritura ha sido inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para persuadir, para reprender, para educar en la rectitud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer el bien. 
Palabra de Dios

SALMO    Sal 118, 157. 160. 161. 165. 166. 168 
R.     Los que aman tu ley gozan de una gran paz, Señor.

Son muchos los que me persiguen y me oprimen,
pero yo no me desvié de tus prescripciones.
Lo primordial de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios permanecen para siempre. R.

Los poderosos me persiguen sin motivo,
pero yo temo únicamente tu palabra.
Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar. R.  

Yo espero tu salvación, Señor
y cumplo tus mandamientos.
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37

Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
“¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?”
La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado. 
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Pablo recuerda a Timoteo los dolorosos acontecimientos de su primer viaje misionero. Timoteo ha sido un buen compañero de viaje. Han caminado juntos y han sufrido toda clase de tribulaciones y persecuciones por causa del Evangelio. El ejemplo transmitido por Pablo a su discípulo es el de un ánimo templado en medio de las pruebas y la certeza de que la persecución no puede encadenar la Palabra y su dinamismo interno.
A pesar de lo duro del seguimiento de Cristo, Timoteo, ha permanecido fiel al Señor y la Palabra de Dios se ha convertido para él, y para todos los que creen en ella, en fuente de salvación.
Timoteo, según el modo judío, tuvo una educación basada en el estudio de la «Palabra de Dios», Pablo lo alaba porque desde niño conocía la Sagrada Escritura y su formación no se apoya en teorías o fórmulas mágicas como la que reciben los herejes; sino que se apoya en documentos, en “escrituras” que son la palabra viva de Dios.
Pablo ve venir los peligros de herejía, de apostasía, de errores, herejías como signos y adelantos del combate decisivo entre el bien y el mal; por eso pide a su discípulo que persevere, cueste lo que cueste apoyado siempre en la fuerza de la Palabra y en la luz de la Escritura, que es la que da la verdadera sabiduría para la vida, porque no es palabra meramente humana sino palabra inspirada por el mismo Dios. 
***
Los judíos del tiempo de Jesús estaban interesados en la llegada de un heredero de David, con el poder de un monarca, capaz de restituir todo lo perdido a causa de las invasiones enemigas. Jesús se presenta, en cambio, como alguien diferente. Ante los ojos de los legalistas judíos, esta actitud es una acción agraviante. Pero en el fondo se sienten decepcionados ya que al proponer todo lo contrario al poder saben que sus ventajas sociales están próximas a desaparecer.
Marcos nos plantea el modo como Jesús quiere resolver esta falsa concepción mesiánica. Jesús mismo es el que plantea la cuestión: Al rey David se le prometió que de su casa, de su descendencia, vendría el Mesías. Pero en el Salmo 109, que se atribuía a David, éste llama «Señor» a su descendiente y Mesías. ¿Cómo puede ser hijo y a la vez Señor de David?
La respuesta hubiera podido ser sencilla: el Mesías, además de ser descendiente de la familia de David, sería también el Hijo de Dios, sentado a la derecha de Dios. Pero eso no lo podían reconocer. Sus ojos estaban cegados para ver tanta luz.
Jesús de Nazaret, el Mesías, el hijo de David, es el Señor, el Hijo de Dios. Jesús todavía puede seguir enseñando en la sinagoga por eso anunciará enfáticamente su origen y quién es realmente su Padre, a quien el mismo David tuvo que adorar. Reafirma que su mesianismo es diferente al que ellos esperan.
El mesianismo de Jesús no es un mesianismo de tipo político. Jesús se presenta como verdadero cumplimiento y realizador de la esperanza mesiánica. Esto implica purificar la idea de mesianismo de toda mala interpretación o acomodación interesada. Jesús rechaza así el mesianismo davídico nacionalista, fomentado por la enseñanza de los letrados y pone luz en el pueblo sobre su propio mesianismo. La restauración del trono de David y la superioridad de Israel sobre los demás pueblos no son más que un espejismo y son incompatibles con el designio universal de Dios: Israel tendrá que estar al servicio de los demás pueblos. Estar sentado a la diestra de Dios, es participar de su poder.
Es la resurrección de Jesús lo que constituye su realeza; y la muerte es el enemigo que ha puesto debajo de sus pies por nosotros. Jesús como Hijo de Dios es el Mesías en el cumplimiento del proyecto del Padre de la construcción del Reino. Y esto lo lleva a cabo, alejado de toda experiencia de gobierno y de poder, pero siempre cercano a los empobrecidos y en actitud de servicio desinteresado. Por ser una propuesta que no se acomodaba a los intereses judíos provoca su rechazo.
Él nos ha dado ejemplo, para que sus discípulos hagamos lo mismo. El camino de la Iglesia es el camino del servicio. Hemos sido ungidos por el Espíritu Santo, y hemos sido hechos hijos de Dios por nuestra unión con Cristo, para ser testigos del Evangelio y puestos al servicio de todos los hombres.
Esta es nuestra realeza: ser portadores del mensaje salvador. También nosotros tenemos que purificar ciertas concepciones erróneas. Ser cristianos no es vivir como maestros que proclaman el Evangelio desde los estrados. Estamos llamados a andar en medio de la gente y con la gente para compartir lo que hemos visto y oído. Nuestra dignidad de hijos de Dios no tiene que llevarnos a creernos más que los demás y discriminar, muy por el contrario, nos tiene que llevar a ponernos al servicio de la salvación de todos.
Como Cristo lo hizo, también nosotros tenemos que tener entrañas de misericordia ante toda miseria humana para no pasar de largo. No podemos quedarnos en un anuncio angelista o espiritualista del Evangelio. Debemos anunciarlo desde la pedagogía de Dios encarnándonos en la vida del hombre, en su realidad concreta para que sus realidades cotidianas puedan ser lugar de encuentro con Dios.
Entonces seremos aquellos que dan testimonio con la vida, hecha Evangelio viviente del Padre, don para la humanidad entera. El Señor nos ha mostrado el camino. Nos toca a nosotros ir tras sus huellas.

PARA DISCERNIR

¿Experimento la dignidad de ser hijo de Dios?
¿Cómo miro la vida desde esa dignidad?
¿A qué me compromete?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Eres nuestro Mesías

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Hijo de David y Señor de los señores

… “Dios escogió a una virgen de la casa real de David para que llevara en su seno a un hijo santo, al mismo tiempo divino y humano… El Verbo, la Palabra de Dios, que es Dios mismo, el Hijo de Dios que «en el principio estaba junto a Dios y por medio de la Palabra se hizo todo y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho» (Jn 1,1-3), se hizo hombre para librar al hombre de la muerte eterna. Se abajó hasta la humildad de nuestra condición sin que su majestad disminuyera. Permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era, unió a una verdadera naturaleza de servidor la naturaleza según la cual era igual al Padre. Unió tan estrechamente estas dos naturalezas que su gloria no pudo hacer desaparecer la naturaleza inferior, ni la unión con ésta envilecer la naturaleza superior.
Permanece íntegro lo que es propio de cada naturaleza uniéndose en una sola persona: la humildad es acogida por la majestad, la debilidad por la fuerza, la mortalidad por la eternidad. Para pagar la deuda de nuestra condición, la naturaleza que está por encima de todo se une a la naturaleza capaz de sufrir, asociando en la unidad de un solo Señor Jesús, al verdadero Dios y verdadero hombre. De esta manera, tal como era necesario para curarnos, el solo y «único mediador entre Dios y los hombres» (1Tm 2,5) pudo morir por la acción de los hombres y resucitar por la acción de Dios…
Tal es, amados míos, el nacimiento que convenía a Cristo «poder de Dios y sabiduría de Dios» (1C 1,24). Por él, se armonizaban en él nuestra humanidad conservando a la vez la preeminencia de su divinidad: Si no fuera Dios, no nos hubiera podido remediar. Si no fuera hombre, no nos hubiera podido dar ejemplo” ….

1er Sermón para la Natividad del Señor
San León, el Grande (hacia 461), papa y doctor de la Iglesia.

PARA REZAR

Oración para servir

Oh Cristo, para poder servirte mejor,
dame un noble corazón
Un corazón fuerte
para aspirar por los altos ideales
y no por opciones mediocres.

Un corazón generoso en el trabajo,
viendo en el no una imposición
sino una misión que me confías.

Un corazón grande para el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cireneo para la cruz de los demás.

Un corazón grande para con el mundo,
siendo comprensivo con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y seducciones.

Un corazón grande para los hombres,
leal y atento para con todos
pero especialmente servicial y delicado
con los pequeños y humildes.

Un corazón nunca centrado sobre mí,
siempre apoyado en tí,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
¡oh, mi Señor!
todos los días de mi vida.
Amén.

Padre Ignacio Larrañaga

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