18 de abril de 2020 – SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA
Vayan por todo el mundo
Lectura de los Hechos de los
apóstoles 4, 13-21
Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la
seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco
instruidas y sin cultura. Reconocieron que eran los que habían acompañado a
Jesús, pero no podían replicarles nada, porque el hombre que había sido curado
estaba de pie, al lado de ellos.
Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y
comenzaron a deliberar, diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Porque no
podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para
todos los habitantes de Jerusalén. A fin de evitar que la cosa se divulgue más
entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen
de ese Nombre.»
Los llamaron y les prohibieron terminantemente que
dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les
respondieron: «Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a
ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y
oído.»
Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en
libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa a
Dios al ver lo que había sucedido.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 117, 1 y 14-15ab.
15c-16 y 18. 19-21 (R.: 21a)
R. Yo te doy gracias, Señor,
porque me escuchaste.
O bien: Aleluia.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. R
«La mano del Señor hace proezas,
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.»
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. R.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.
SECUENCIA OPTATIVA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
16, 9-15
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer
día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había
echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían
acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús
estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos,
que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás,
pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los Once, mientras
estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no
habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les dijo: «Vayan
por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Para las autoridades, el hecho de la curación del
paralítico tenía un peligroso significado y graves consecuencias. Significaba
la ruptura de las normas vigentes que impedían el acceso al templo de
defectuosos físicos.
Pedro y Juan, a pesar de ser hombres del pueblo,
ante las acusaciones de las autoridades se defienden con la propia experiencia
y el testimonio del lisiado. Los miembros del Sanedrín, buscan la manera de
callarlos imponiéndoles el silencio, y no acaban de entender la valentía y el
aplomo de unas personas incultas, que dan testimonio de Jesús sin miedo de las
amenazas.
Los que se creen sabios no han captado la voluntad
de Dios, y los sencillos sí. La nueva prohibición se encuentra, otra vez, con
la respuesta lúcida y decidida de Pedro que continuará con su testimonio sobre
Jesús: «No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».
Los apóstoles, acusados, responden con una gran
libertad interior acusando al tribunal por no querer entender los planes de
Dios y el mesianismo de Jesús. Nadie los hará callar a partir de ahora. Éste es
el fin del primer enfrentamiento con las autoridades de Israel. Luego vendrán
otros, hasta que se consume la dispersión de los cristianos fuera de Jerusalén.
***
El relato del evangelio de Marcos menciona
brevemente las apariciones de Jesús a la Magdalena, a los discípulos de Emaús y
a los once. Pero la fuerza del relato, recae en la incredulidad de los
discípulos, a quienes el Señor reprocha el no haber dado fe, a quienes lo
habían visto. Es una clara advertencia a los creyentes que vendrían después,
para que crean a los testigos de la resurrección, aunque personalmente no hayan
visto al Señor.
Las ilusiones de aquellos hombres se enterraron con
Cristo en el sepulcro. Pero todo cambia radicalmente. Solamente la presencia de
Jesús Resucitado, pudo ser la causa de este milagro, de hacer vibrar de nuevo
aquellos corazones, con más valentía que antes, y hacerlos capaces de dar un
testimonio a favor de la realidad de un Jesús vivo, con el cual ellos han
convivido después de su muerte.
Cristo reprocha a los apóstoles su incredulidad y
la dureza de su corazón, pero sin embargo, es a ellos a quienes les confía la
responsabilidad de la misión de proclamar el Evangelio a toda la creación.
Los que salen a proclamar el evangelio por todo el
mundo son unos individuos capaces de abandonar al Maestro en la Pasión e
incrédulos después de su resurrección.
Claramente se pone de manifiesto que, el que
predica el evangelio lleva un mensaje que no le pertenece, que no es fruto de
su propio trabajo, y además necesita estar siempre sostenido por la fuerza de
Dios. Cuando el apóstol deja de apoyarse en esa fuerza, está a merced de su
traición y su incredulidad, que es la cosecha del propio corazón. El enviado
proclama el evangelio; no por ser el mejor o el más inteligente; sino por ser
un pecador que ha obtenido el perdón; por ser un incrédulo que ha sido liberado
de su incredulidad.
La orden del Señor es contundente: Vayan por el
mundo entero. Este mandato inaugura en nosotros una apertura universal. La
resurrección elimina todas las barreras étnicas, culturales, económicas,
religiosas que los hombres hemos construido para acotar este mundo.
En este diálogo con la vida que se da por el
anuncio, somos invitados a reconocer las huellas del Resucitado dondequiera que
se encuentren, sobre todo, en las manos y los pies traspasados de los hombres y
las mujeres que sufren. Allí contemplamos a Cristo que prolonga su pasión.
Anunciamos poniendo en medio de la vida, el
evangelio de Jesús, porque no podemos menos de contar lo que hemos visto y
oído.
Para este anuncio no hacen falta muchas palabras;
son más eficaces los gestos que hablen de la bondad de Dios; gestos que
remitan, que hagan mirar a la Fuente de la Vida. La presencia del Resucitado en
la primera comunidad fue motivo de alegría, de esperanza para muchos, de querer
salir a todo el mundo. Pidamos como gracia de la Pascua esa vitalidad misionera
para nuestra Iglesia.
Para discernir
¿Me siento comprometido a anunciar lo que el Señor
me ha manifestado?
¿Cómo lo anuncio en lo cotidiano de mi vida?
¿Soy agradecido por lo que gratuitamente he
recibido?
Repitamos a lo largo de este día
…Anunciemos el evangelio a todo el mundo…
Para la lectura espiritual
…Nosotros, hombres de hoy, aunque nos consideremos
en comunión con la religión cristiana -una comunión que muy a menudo se calla,
se minimiza o se
seculariza, poseemos rara vez o de forma incompleta el sentido de la novedad de nuestro estilo de vida. A menudo nos mostramos conformistas.
seculariza, poseemos rara vez o de forma incompleta el sentido de la novedad de nuestro estilo de vida. A menudo nos mostramos conformistas.
El miedo al «qué dirán» nos impide presentarnos por
lo que somos, esto es, como cristianos, como personas que libremente han optado
por un determinado estilo de vida, austero ciertamente, aunque superior y
lógico. La Iglesia nos dice entonces: «Cristiano, sé consciente, coherente,
fiel, fuerte. En una palabra: sé cristiano». «Renovad el espíritu de vuestra
mente» (Ef. 4,23). La palabra espiritual se refiere a la gracia, esto es, al
Espíritu Santo. Por eso diremos con san Ignacio de Antioquía: «Aprendamos a
vivir según el cristianismo» (Ad Magnesios, 10). En esto consiste la renovación
del Concilio. «Quien tenga oídos para oír, que oiga»
Pablo VI, Audiencia general del 8 de enero de
1975.
Para rezar
Eres luz y siembras claridades…
Eres luz y siembras claridades,
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría
la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío,
eres la luz total, fuego del fuego,
que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo ciego;
mientras corre la vida paso a paso,
pongo mis horas grises en tu brazo,
y a ti, Señor, mi corazón entrego.
Amén.
Liturgia de la Horas
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