18
de marzo de 2020 – T. DE CUARESMA - MIÉRCOLES DE
LA III SEMANA
He
venido a dar cumplimiento a la ley
Lectura
del libro del Deuteronomio 4, 1. 5-9
Moisés
habló al pueblo, diciendo:
«Y
ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las
pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la
tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres.
Tengan
bien presente que ha sido el Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los
preceptos y las leyes que ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a
tomar posesión. Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y
prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes, dirán:
“¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!”
¿Existe
acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor,
nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? ¿Y qué gran nación
tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en
presencia de ustedes?
Pero
presta atención y ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus
propios ojos, ni dejar que se aparten de tu corazón un solo instante. Enséñalas
a tus hijos y a tus nietos.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
147, 12-13. 15-16. 19-20 (R.: 12a)
R. ¡Glorifica
al Señor, Jerusalén!
¡Glorifica
al Señor, Jerusalén,
alaba
a tu Dios, Sión!
El
reforzó los cerrojos de tus puertas
y
bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Envía
su mensaje a la tierra,
su
palabra corre velozmente;
reparte
la nieve como lana
y
esparce la escarcha como ceniza. R.
Revela
su palabra a Jacob,
sus
preceptos y mandatos a Israel:
a
ningún otro pueblo trató así
ni
le dio a conocer sus mandamientos. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Jesús
dijo a sus discípulos:
«No
piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir,
sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma
de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se
realice.
El
que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a
hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio,
el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Moisés
exhorta a su pueblo, en vísperas de entrar en la tierra prometida, a que viva
según la voluntad de Dios, que cumpla la parte que le toca en la Alianza que
han firmado con Dios: tienen que vivir según sus mandamientos. La Alianza se
concreta en normas de vida.
Dios
se dirige a los hombres como a una persona amada, llamándolos por su nombre.
Era, además, una fórmula ritual: «Escucha, Israel…». El cumplimiento de los
mandamientos de Dios es señal de que el pueblo permanece fiel a la Alianza. El
Deuteronomio, ya apunta el peligro de que el pueblo se olvide de los hechos
salvíficos de Dios y caiga en el legalismo. Cumplir los mandamientos no otorga
ningún derecho ante Dios.
***
En
esta vuelta a la “escuela del seguimiento y la fe” que representa la Cuaresma,
hoy Jesús nos asoma al sentido que tienen los mandamientos de Dios. El mismo
libro del Deuteronomio los califica de sabios, prudentes y justos. No se trata
de cargas pesadas para hacer la vida humana insufrible sino, más bien, de
caminos que conducen a la vida: “Así vivirán, entrarán y tomarán posesión de la
tierra que el Señor, Dios de sus padres, les va a dar”.
La
aparición de Jesús en la vida y la historia del pueblo de Israel, no debe
entenderse como una ruptura brusca y desconectada con todo el proceso de la
salvación que Dios va conduciendo con su mano. Al contrario, lo que ocurre con
Jesús es la plenitud de esa historia. La ley mosaica cumplió a su modo, la
función de pedagogo que preparaba la fe en Jesús.
La
Ley es un medio para llegar a Dios, que es el fin. No puede el medio
convertirse en fin porque se trastocan todos los valores. Eso había ocurrido en
el pueblo de Israel y Jesús lo replantea. Es parte de su misión profética,
recuperar la verdadera imagen de Dios para los que la han desfigurado y
proponerla para los que no la conocen.
Jesús,
valora la ley como camino de vida, si bien es consciente de que los
mandamientos se han interpretado mal, que se han pervertido, no quiere
anularlos, quiere enseñar a cumplirlos. Confirma con su vida lo que anuncia
solemnemente: ha venido al mundo a hacer realidad la Ley y lo anunciado por los
profetas. No echa por tierra la historia y toda la vida del pueblo fiel,
reconoce el trabajo de las generaciones anteriores y le da validez. El no parte
de cero, como si nada valioso se hubiera hecho hasta el presente.
Todo
lo contenido en la Escritura, se tendrá que realizar hasta en sus mínimos
detalles porque no se trata de observar simplemente una ley, sino de realizar
una promesa, de vivir el proyecto de Dios. Jesús es la Ley y el programa
propuesto por Él, es el único eficaz para llevar a cabo el designio de Dios
anunciado en el Antiguo Testamento.
La
misión de Jesús es positiva, no negativa; viene precisamente a dar cumplimiento
a las promesas del reinado de Dios contenidas en la antigua alianza. En la Ley
hay elementos de Reino y en la medida en que se cumplan esos elementos, se
participa en el Reino que Jesús propone.
La
plenitud de todo mandamiento es el amor. Sin él, los preceptos pueden
convertirse en barreras e incluso en armas que ponen en peligro la vida del
hombre y de la comunidad. Desde el amor, son cauces que nos ayudan a realizar
lo esencial de la vida humana: amar a Dios y al prójimo y hacer de este mundo
expresión de vida y no de muerte, caminos de libertad y no de esclavitud.
La
ley de Dios es plena, cuando no nos alcanza con un cumplimiento a medida; hasta
acá sí, o hasta acá no; sino cuando rompemos las barreras y los límites que
encapsulan, las grandes posibilidades que Dios puso en nuestro corazón, que
está creado a su medida.
PARA DISCERNIR
¿Qué
valor le doy al cumplimiento de la ley en mi vida?
¿Descubro
en ella un camino de verdad y plenitud?
¿Descubro
que la ley de Dios no es una regla sino el seguimiento de una persona,
Jesucristo?
¿Hago
la ley a mi medida o me mido desde la ley?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
Inclino
mi corazón a tu ley de amor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Cuando
aquellos a quienes amamos nos piden algo, les damos las gracias por pedírnoslo.
Si tú deseases, Señor, pedirnos una única cosa en toda nuestra vida, nos
dejarías asombrados, y el haber cumplido una sola vez tu voluntad sería el gran
acontecimiento de nuestro destino. Pero como cada día, cada hora, cada minuto,
pones en nuestras manos tal honor, lo encontramos tan natural que estamos
hastiados, que estamos cansados…
Y,
sin embargo, si entendiésemos qué inescrutable es tu misterio, nos quedaríamos
estupefactos al poder conocer esas chispas de tu voluntad que son nuestros
minúsculos deberes. Nos deslumbraría conocer, en esta inmensa tiniebla que nos
cubre, las innumerables, precisas y personales luces de tus deseos. El día que
lo entendiésemos, iríamos por la vida como una especie de profetas, como
videntes de tus pequeñas providencias, como agentes de tus intervenciones. Nada
sería mediocre, pues todo sería deseado por ti. Nada sería demasiado agobiante,
pues todo tendría su raíz en ti. Nada sería triste, pues todo sería querido por
ti. Nada sería tedioso, pues todo sería amor por ti.
Todos
estamos predestinados al éxtasis, todos estamos llamados a salir de nuestras
pobres maquinaciones para resurgir hora tras hora en tu plan. Nunca somos
pobres rechazados, sino bienaventurados llamados; llamados a saber lo que te
gusta hacer, llamados a saber lo que esperas en cada instante de nosotros:
personas que necesitas un poco, personas cuyos gestos echarías de menos si nos
negásemos a
hacerlos. El ovillo
de algodón para zurcir, la carta que hay que escribir, el niño que es preciso levantar, el marido que hay que alegrar, la puerta que hay que abrir, el teléfono que hay que descolgar, el dolor de cabeza que hay que soportar…: otros tantos trampolines para el éxtasis, otros tantos puentes para pasar desde nuestra pobre y mala voluntad a la serena rivera de tu deseo…
hacerlos. El ovillo
de algodón para zurcir, la carta que hay que escribir, el niño que es preciso levantar, el marido que hay que alegrar, la puerta que hay que abrir, el teléfono que hay que descolgar, el dolor de cabeza que hay que soportar…: otros tantos trampolines para el éxtasis, otros tantos puentes para pasar desde nuestra pobre y mala voluntad a la serena rivera de tu deseo…
M.
Delbrél, La alegría de creer, Santander 1997, 135s.
PARA REZAR
Señor
tu palabra es la verdad,
y
tu ley es camino de libertad.
Gracias
por tu único mandamiento,
que
todo lo plenifica porque es amor.
Sabemos
que aunque
ardamos
de amor hasta morir,
aún
no habremos amado lo suficiente,
nunca
amamos bastante,
y
nuestro amor necesita ser purificado.
Danos
un corazón puro y sencillo,
para
que, con tu hijo Jesús
vivamos
de tu palabra y alcancemos
el
gozo de crear un mundo más feliz.
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