13
de marzo de 2020 – T. DE CUARESMA - VIERNES DE
LA II SEMANA
Arrendará
la viña a quienes le entreguen fruto
Lectura
del libro del Génesis 37, 3-4. 12-13a. 17b-28
Israel
amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de su vejez,
y le mandó hacer una túnica de mangas largas. Pero sus hermanos, al ver que lo
amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el
saludo.
Un
día, sus hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre.
Entonces Israel dijo a José: «Tus hermanos están con el rebaño en Siquém.
Quiero que vayas a verlos.»
José
fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
Ellos
lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado
para darle muerte. «Ahí viene ese soñador», se dijeron unos a otros. « ¿Por qué
no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo
devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!»
Pero
Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: «No atentemos contra su vida.»
Y agregó: «No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera,
en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él.» En realidad, su intención
era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
Apenas
José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su
túnica -la túnica de mangas largas que llevaba puesta- , lo tomaron y lo
arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía. Luego se sentaron a
comer.
De
pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de
Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y
mirra, que llevaban a Egipto.
Entonces
Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y
ocultando su sangre? En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los
ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne.» Y sus hermanos
estuvieron de acuerdo.
Pero
mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José
de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de
plata, y José fue llevado a Egipto.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
104, 16-17. 18-19. 20-21 (R.: 5a)
R. Recuerden
las maravillas que obró el Señor.
El
provocó una gran sequía en el país
y
agotó todas las provisiones.
Pero
antes envió a un hombre,
a
José, que fue vendido como esclavo. R.
Le
ataron los pies con grillos
y
el hierro oprimió su garganta,
hasta
que se cumplió lo que él predijo,
y
la palabra del Señor lo acreditó. R.
El
rey ordenó que lo soltaran,
el
soberano de pueblos lo puso en libertad;
lo
nombró señor de su palacio
y
administrador de todos sus bienes. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-46
Jesús
dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchen
otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó,
cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos
viñadores y se fue al extranjero.
Cuando
llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los
frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro
lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores,
en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente,
les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo.” Pero, al verlo,
los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos
con su herencia.” Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo
mataron.
Cuando
vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?»
Le
respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le
entregarán el fruto a su debido tiempo.»
Jesús
agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores
rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?
Por
eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser
entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Los
sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se
refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la
multitud, que lo consideraba un profeta.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
La
narración del Génesis quiere explicar de modo simbólico la historia de la tribu
de José y el lugar especial que ocupaban sobre las demás tribus. En los planes
de Dios, José estaba destinado a ser la salvación de su pueblo, pero antes
tiene que pasar por la prueba y la mortificación. La envidia y el odio de sus
hermanos, traza el camino que Dios utilizará para salvar a toda su familia.
No
es que Dios necesite ese odio para realizar esa salvación, pero una vez que el
mal se instala, existe y actúa; en eso y a pesar de eso, Dios actúa y se sirve
de acontecimientos aparentemente contrarios a su proyecto, para llevarlo
adelante.
José,
traicionado por sus hermanos, será quien los salvará, cuando venga el hambre, y
vayan a Egipto donde encontrarán al hermano que vendieron convertido en el
hombre fuerte del país.
***
La
parábola que presenta el evangelio va en la misma dirección y con muchos puntos
en común: los labradores homicidas se comportan como los hermanos de José.
Jesús
habla de un «hijo» enviado para cosechar los frutos de una viña, y que los
viñadores matan, para quitárselo de encima. Es el anuncio de su propia muerte.
Los
viñadores son las autoridades del pueblo que no han dado los frutos oportunos,
el amo arrendará la viña a “otros labradores”. Sin embargo la perseverancia de
Dios va hasta el final. Sacrifica lo que es más precioso para Él: “De tal
manera ha amado Dios al mundo que le ha enviado su propio hijo”. Todo el texto
es una alegoría que subraya que la buena noticia de Jesús, dirigida en primer
término al pueblo de Israel, será dada a todos los pueblos. En apariencia es un
fracaso absoluto de Dios, pero de hecho, su victoria más grande.
En
el camino de la Cuaresma, los dos relatos bíblicos nos “hablan” de Jesús.
También Él, igual que José es un soñador. Amado por el Padre, sueña con hacer
ver a todos los seres humanos su condición de hijos de Dios. Sueña con un mundo
en el que el reinado de Dios acabe con la violencia, la injusticia, la
inhumanidad. Pero no se limita a soñar. Entrega su vida, como gesto real y
concreto que permita descubrir el Dios que de la muerte hace surgir la vida. En
la parábola de la viña, Jesús concreta su propia historia de amor y marca la
pauta para la historia de cuántos quieran seguir sus pasos.
Nuestro
camino de Pascua supone también aceptar la cruz de Cristo. Convencidos de que,
como Dios escribe derecho en renglones torcidos; también nuestro dolor o
nuestra renuncia, como los de Cristo, conducen a la vida. Ser cristiano no es
esencialmente la aceptación de una doctrina, sino de una Persona, Jesucristo en
la totalidad de su mensaje y de su vida, con sus criterios y su modo de ser en
lo cotidiano, que se hace portador de salvación.
Por
experiencia sabemos que seguir a Jesús con radicalidad no es fácil. La
ambigüedad de nuestro propio corazón, el miedo a la oposición y a la
incomprensión; la tentación del cansancio y del desaliento están agazapadas
para llevarnos a desistir del evangelio cuando no vemos resultados inmediatos
de nuestro trabajo y nuestra entrega.
Sin
embargo, el Señor nos confirma desde la vida de tantos hombres y mujeres que
han trabajado y trabajan para que este mundo no sucumba a merced del pecado, la
injusticia y el desamor, que “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular”.
La
convicción de esta verdad, el triunfo del amor al estilo de Jesús, es lo que
guía y anima a los discípulos de Jesús a ser constructores activos de un mundo
que viva desde la novedad del reino. Ese es el “milagro patente” que Dios puede
hacer con nosotros, si nos abandonamos a la fuerza de su Palabra y respondemos
con generosidad a su invitación.
Lo
“sumos sacerdotes y los fariseos” no aprovecharon esta oportunidad, y nosotros
no estamos exentos de repetir la historia. El llamado es a construir una nueva
historia, más humana, más fraterna, más evangélica. Los frutos nos irán
diciendo si estamos sembrando un Evangelio parcial, a medida, de temor y
acostumbramiento mediocre, o el Evangelio del Reino de la vida, del amor, “el
derecho, la verdad, la solidaridad y la justicia”.
Este
tiempo de cuaresma es un tiempo de gracia para mirar como administro los bienes
y los dones que Dios me ha dado.
PARA DISCERNIR
¿Cuál
es el fruto que Dios espera de mí?
¿Cuál
es el fruto que mi vida necesita para que sea fecunda?
¿Acepto
la poda o prefiero muchas veces destruir la viña?
¿Qué
sacrificio quiero que Dios por su gracia transfigure?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
Me
ha revestido con un traje de salvación
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”La
única realidad inquebrantable en la historia de José, que no se ha perdido,
aunque se haya olvidado, incomprendida, no asumida conscientemente, es el amor
de Jacob. El amor de Jacob que vive en los hijos y no puede ser pisoteado, muerto,
olvidado, porque resucitará en los mismos hijos como amor fraterno. Existe un
valor, al que podemos llamar “el valor”, que está en el fondo de todos los
deseos, de todos los esfuerzos, de toda la actividad humana, y es el amor del
Padre, el amor con que crea a todo hombre. El hombre puede vivir desvinculado
de este amor, incluso negando este amor, pero nunca podrá destruirlo, porque es
un valor que resucita siempre; es la realidad que actúa en la pascua. A veces
hablamos acaloradamente sobre los valores, pero la historia de José nos dice
que cada
valor es valor si crece a
partir de este único valor fundante que es el amor del Padre vivido en los hijos, resucitado en los hermanos. Un valor es valor si ayuda a las personar a adherirse libremente al organismo de la fraternidad de todos los hombres.
valor es valor si crece a
partir de este único valor fundante que es el amor del Padre vivido en los hijos, resucitado en los hermanos. Un valor es valor si ayuda a las personar a adherirse libremente al organismo de la fraternidad de todos los hombres.
Lo
que no ayuda a la libre adhesión, a la fraternidad, a la comunicación cada vez
más universal, a descubrir la unidad del amor que crea a todos y que se
ejercita al reconocerse uno al otro, no es valor; es ilusión, engaño, una
especie de idolatría cultural. Al final de la historia de José, en una
carestía, en una tragedia fratricida a la que lleva una falsa cultura, emerge
una cultura del amor o, mejor, una cultura entendida como un tejido en el que
la actividad humana, su creatividad, respira y recibe vida del único valor
indestructible, que es el amor del Padre y mueve el universo hacia una
filiación y fraternidad consciente”…
M. I. Rupnik,
“Busco a mis hermanos”.
Lectio divina de
José en Egipto, Roma 1998, 106s.
PARA REZAR
Oración
de San Francisco
Señor;
haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde
haya odio pueda yo amar,
donde
haya ofensa ponga yo perdón,
donde
haya discordia ponga yo unión,
donde
haya duda ponga yo seguridad.
Donde
haya desesperación, ponga yo esperanza.
Donde
haya tinieblas ponga yo luz.
Donde
haya tristeza ponga yo alegría.
Oh
Maestro
que
no busque tanto ser consolado como consolar
ser
comprendido como comprender
ser
amado como amar.
Porque
es dando que se recibe
es
olvidando que se encuentra
es
perdonando que se perdona
es
muriendo que se nace a la vida eterna.
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