7
de diciembre de 2019 – ADVIENTO – SÁBADO DE LA I
SEMANA
Se compadeció
de nuestras debilidades
Lectura
del libro del profeta Isaías 30, 19-21. 23-36
Así
habla el Señor:
Sí,
pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: él se
apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
Cuando
el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel
que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios
ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino,
síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda.»
El
Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que
produzca el terreno será rico y sustancioso.
Aquel
día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen
el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla.
En
todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua,
el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de
la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa
-como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo
y sane las llagas de los golpes que le infligió.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
146, 1-2. 3-4. 5-6
R. Felices
los que esperan en el Señor.
¡Qué
bueno es cantar a nuestro Dios,
qué
agradable y merecida es su alabanza!
El
Señor reconstruye a Jerusalén
y
congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana
a los que están afligidos
y
les venda las heridas.
El
cuenta el número de las estrellas
y
llama a cada una por su nombre. R.
Nuestro
Señor es grande y poderoso,
su
inteligencia no tiene medida.
El
Señor eleva a los oprimidos
y
humilla a los malvados hasta el polvo. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
Jesús
recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y
abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La
cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los
sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»
Jesús
convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus
impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
A
estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
«Vayan,
en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen
que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los
muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Las
palabras esperanzadoras de Isaías han de leerse en el contexto dramático que
viven los habitantes de Jerusalén viendo acercarse a su puerta la amenaza
asiria. Los ejércitos de la época arrasan las ciudades y matan a todos los
habitantes, a excepción de los más fuertes que son deportados.
El
profeta enseña al pueblo que tiene que creer y confiar en el Señor simplemente
porque éste es bueno y llama hacia él: creer en Dios significa experimentar que
es fiel. Después de tantas infidelidades de Israel a la alianza, el profeta les
recuerda que, la confianza firme en el amor misericordioso de Dios y el
encuentro constante con su amor, que lo perdona y asume su fracaso
constantemente, son la única esperanza y la única certeza en las que se puede
abandonar el creyente; toda la iniciativa viene de Él. El hombre solamente
puede recoger el don de su amor.
Isaías
evoca una felicidad paradisíaca, un futuro reino mesiánico del que todo mal
habrá desaparecido. El anuncio de esperanza que se apoya en la fidelidad de
Dios que no defrauda, se cumple en Cristo Jesús.
***
El
Dios que sana corazones destrozados, el Cristo que se apiada de los que sufren,
es quien hoy nos invita a nosotros a tener y a repartir esperanza en una
humanidad que sigue hambrienta, desorientada, desilusionada. La llamada del
Adviento, el anuncio de la venida de Jesús a nuestra historia, viene dirigida a
nosotros. Viene a enjugar nuestras lágrimas y a vendar nuestras heridas con
ternura.
Jesús
no sólo muestra compasión, sino que es la compasión de Dios que se ha hecho
presente en el mundo y en la historia. Su actitud humana revela a los hombres
el corazón de Dios volcado hacia los hombres, un corazón que por la gracia
estamos invitados a reproducir. Un corazón invitado a dejarse hablar por la
realidad, un corazón que sabe compartir y hacer propias las angustias y
esperanzas de los hombres para dar creativamente respuestas.
El
trabajo del discípulo queda perfectamente delineado por el mismo Jesús:
proclamar el reino, y al mismo tiempo hacerlo manifiesto a través de las obras:
curar enfermos, resucitar muertos, purificar leprosos y expulsar demonios.
Realizar esto y no otra cosa, es la misión del discípulo.
El
pedido al Padre, que envíe operarios a la mies, es la oración que ya ha sido
escuchada en el don de la venida de Jesucristo. Porque el Padre ha respondido y
ha enviado a su mismo Hijo, los discípulos pueden ofrecerse confiadamente a sí
mismos en el anuncio del evangelio.
Nosotros
somos parte de ese pueblo pobre, hambriento y necesitado. Pero a la vez el don
de Jesucristo, también nos posibilita a dar desde nuestra pobreza, animarnos a
conducir desde nuestro ser conducidos, consolar desde el consuelo con el que el
Señor nos consuela.
PARA DISCERNIR
¿Experimento
la compasión de Jesús por todos los hombres como propia?
¿Me
siento sanado y consolado por el Buen pastor?
¿Me
siento impulsado en este Adviento a pastorear con Jesús a su pueblo?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero
ser anuncio bueno para mis hermanos
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Dios
nos ha hablado en Cristo
…”La
principal causa por la cual en la ley antigua eran lícitas las preguntas que se
hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen visiones y
revelaciones de Dios, era porque entonces no estaba aún fundada la fe ni
establecida la ley evangélica; y así, era menester que preguntasen a Dios y que
él hablase, ahora por palabras, ahora por visiones y revelaciones, ahora en
figuras y semejanzas, ahora en otras muchas maneras de significaciones. Porque
todo lo que respondía y hablaba y obraba y revelaba eran misterios de nuestra
fe y cosas tocantes a ella o enderezadas a ella. Pero ya que está fundada la fe
en Cristo y manifiesta la ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué
preguntarle de aquella manera, ni para qué él hable ya ni responda como
entonces.
Porque
en darnos, como nos dio, a su Hijo -que es una Palabra suya, que no tiene
otra-, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene
más que hablar.
Y
éste es el sentido de aquella autoridad, con que san Pablo quiere inducir a los
hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros y tratos con Dios de la ley
de Moisés, y pongan los ojos en Cristo solamente, diciendo: Lo que antiguamente
habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y maneras, ahora a
la postre, en estos días, nos lo ha hablado en el Hijo, todo de una vez.
En
lo cual da a entender el Apóstol, que Dios ha quedado ya como mudo, y no tiene
más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha
hablado en él todo, dándonos el todo, que es su Hijo.
Por
lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o
revelación; no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo
los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad. Porque le podría
responder Dios de esta manera: «Si te tengo ya hablado todas las cosas en mi
Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra cosa que te pueda revelar o responder
que sea más que eso, pon los ojos sólo en él; porque en él te lo tengo puesto
todo y dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas.
Porque
desde el día que bajé con mi espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo:
Éste es mi amado Hijo en que me he complacido; a él oíd, ya alcé yo la mano de
todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a él; oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.»”…
todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a él; oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.»”…
San Juan de la
Cruz, Subida al monte Carmelo – (Libro 2, cap. 22,)
PARA REZAR
Ven
Señor Jesús
Ven
Señor Jesús para que podamos
sintonizar
con tu compasión y hacernos
compasión
para nuestros hermanos.
Ven
Señor Jesús para que miremos
con
tus ojos la mies ya madura y trabajemos
para
que no se pierda por descuido.
Ven
Señor Jesús para que sintamos
la
seguridad de ser escuchados e
n
nuestras plegarias por todos los hombres.
Ven
Señor Jesús para que en comunión
de
amor con tu palabra seamos fieles
testigos
de tu amor en medio del mundo.
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