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de diciembre de 2019 – ADVIENTO – 24 DE DICIEMBRE
–(Misa de la mañana)
…Nos visitará
el Sol que nace de lo alto…
Lectura
del Segundo Libro del Profeta Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Cuando
el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos
los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo estoy
viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.”
Natán respondió al rey: “Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.”
Pero
aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: “Ve y dile a mi
siervo David: “Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa
para que habite en ella? Yo te saqué de los ariscos, de andar tras las ovejas,
para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus
empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la
tierra.
Daré
un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos,
y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando
nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus
enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando
tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti
la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré
para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre
en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”
Palabra
de Dios
SALMO Sal
88, 2-5. 27.29
R:
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré
eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré
tu fidelidad por todas las edades.
Porque
dije: “Tu misericordia es un edificio eterno,
más
que el cielo has afianzado tu fidelidad.” R.
Sellé
una alianza con mi elegido,
jurando
a David, mi siervo:
“Te
fundaré un linaje perpetuo,
edificaré
tu trono para todas las edades.” R.
Él
me invocará: “Tú eres mi padre,
mi
Dios, mi Roca salvadora.”
Le
mantendré eternamente mi favor,
y
mi alianza con él será estable. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79
En
aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó
diciendo:
“Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo
había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que
nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando
su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a
preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus
pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz.”
Palabra
del Señor
PARA REFLEXIONAR
El
rey David, una vez consolidada la situación militar y política del pueblo,
lleno de buena intención religiosa, quiere construir un Templo para el Arca de
la Alianza, o sea, una casa para Dios, dando por finalizada la etapa de la
inestabilidad y de las peregrinaciones.
Natán
le anuncia de parte de Dios que no será él, David, quien regale una casa a
Dios, sino Dios quien le asegura a David una casa y una descendencia duradera,
que en primer término es su hijo Salomón, pero que se entendió siempre como un
anuncio del rey mesiánico futuro.
Dios,
que le ha ayudado hasta ahora en sus empresas, le seguirá ayudando a él y a sus
sucesores. La palabra «casa» juega así con su doble sentido de edificio
material y de dinastía familiar. Son los planes de Dios, y no los nuestros, los
que van conduciendo la marcha de la historia.
***
Ayer
el cántico del Magnificat, en boca de María, resumía la historia de salvación
conducida por Dios. Hoy es el cántico del Benedictus, que probablemente era
también de la comunidad, pero que Lucas pone en labios de Zacarías, el que nos
ayuda a comprender el sentido que tiene la venida del Mesías.
Dios
ha transformado la aparente pérdida del habla del anciano sacerdote en silencio
interior. Durante nueve meses ha rumiado la palabra y en ese silencio esta
germina y se desarrolla. Ha podido leer el acontecimiento a la luz de las
Escrituras. Por eso, una vez que ha nacido el niño puede dar voz a la palabra
de todo un pueblo que esperaba.
Zacarías
bendice al Señor, Dios de Israel, reconoce que la historia ha llegado a su
punto culminante. Ha llegado el tiempo de la visita de Dios. La idea de visita
de Dios, para la Biblia, tiene dos significados. Se trata de una visita de
salvación, para los pobres, oprimidos, perseguidos, los fieles a Dios, y a la
vez una visita de condenación, para los corruptos, los que atentaron contra sus
hijos. Zacarías se alegra de esa visita, porque por fin se establecerá la
justicia en la tierra. Ya cada uno ocupará el lugar que verdaderamente le
corresponde.
Este
niño será profeta; preparará el camino del Señor, guiará a su pueblo en la luz
que viene de lo alto. Fue concebido por la bondad misericordiosa de nuestro
Dios para llevar la paz a los que andan en las sombras de la muerte.
El
canto de bendición de Zacarías traza el camino de la nueva alianza: celebrar
nuestra salvación delante de Dios sin temor, poder adorar, poder acercarnos y
ofrecernos a Él completamente, caminar por el camino de la paz y de la luz.
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Todos
verán la salvación de Dios
…”Habiendo
cantado el profeta la liberación de Israel y el perdón de los pecados de
Jerusalén; habiendo solicitado para ella el consuelo —un consuelo ya próximo y
como quien dice, pisando los talones a lo ya dicho—, añadió: viene nuestro
salvador. Le precede como precursor enviado por Dios el Bautista, que en el
desierto de Judá grita y dice: Preparad el camino del Señor, allanad los senderos
de nuestro Dios.
Habiéndoselo
revelado el Espíritu, también el bienaventurado Zacarías, el padre de Juan,
profetizó diciendo: Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor, a preparar sus caminos. De él dijo el mismo Salvador a los
judíos: Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar
un instante de su luz. Pues el sol de justicia y la luz verdadera es Cristo.
La
sagrada Escritura compara al Bautista con una lámpara. Pues si contemplas la luz
divina e inefable, si te fijas en aquel inmenso y misterioso esplendor, con
razón la medida de la mente humana puede ser comparada a una lamparita, aunque
esté colmada de luz y sabiduría. Qué signifique: Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos, lo explica cuando dice: Elévense los valles, desciendan
los montes y colinas: que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Pues
hay vías públicas y senderos casi impracticables, escarpados e inaccesibles,
que obligan unas veces a subir montes y colinas y otras a bajar de ellos, ora
te ponen al borde de precipicios, ora te hacen escalar altísimas montañas. Pero
si estos lugares señeros y abruptos se abajan y se rellenan las cavidades
profundas, entonces sí, entonces lo torcido se endereza totalmente, los campos
se allanan y los caminos, antes escarpados y tortuosos, se hacen transitables.
Esto es, pero a nivel espiritual, lo que hace el poder de nuestro salvador. Mas
una vez que se hizo hombre y carne —como dice la Escritura—, en la carne
destruyó el pecado, y abatió a los soberanos, autoridades y poderes que dominan
este mundo. A nosotros nos igualó el camino, un camino aptísimo para correr por
las sendas de la piedad, un camino sin cuestas arriba ni bajadas, sin baches ni
altibajos, sino realmente liso y llano.
Se
ha enderezado todo lo torcido. Y no sólo eso, sino que se revelará la gloria
del Señor, y todos verán la salvación de Dios. Ha hablado la boca del Señor.
Pues Cristo era y es el Verbo unigénito de Dios, en cuanto que existía como
Dios y nació de Dios Padre de modo misterioso, y en su divina majestad está por
encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo
nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. El es el Señor de la
gloria y hemos contemplado su gloria que antes no conocíamos, cuando hecho
hombre como nosotros según el designio divino, se declaró igual a Dios Padre en
el poder, en el obrar y en la gloria: sostiene el universo con su palabra
poderosa, obra milagros con facilidad, impera a los elementos, resucita muertos
y realiza sin esfuerzo otras maravillas.
Así
pues, se ha revelado la gloria del Señor y todos han contemplado la salvación
de Dios, a saber, del Padre, que nos envió desde el cielo al Hijo como
salvador”…
San Cirilo de
Alejandría, Comentario sobre el libro del profeta Isaía
(Lib. 3, t 4: PG
70, 802-803)
PARA REZAR
¡Maranatha!
¡Ven, Señor, Jesús!
Yo
soy la Raíz y el Hijo de David,
la
Estrella radiante de la mañana.
El
Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven, Señor!”
Quien
lo oiga, diga: “¡Ven, Señor!”
Quien
tenga sed, que venga; quien lo desee,
que
tome el don del agua de la vida.
Sí,
yo vengo pronto.
¡Amén!
¡Ven, Señor, Jesús!
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