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de noviembre de 2019 – TO – JUEVES DE LA XXXIV
SEMANA
Levanten la
cabeza porque llega la liberación
Lectura
de la profecía de Daniel 6, 12-28
Unos
hombres acudieron precipitadamente y encontraron a Daniel orando y suplicando a
su Dios. Entonces se presentaron ante el rey y, refiriéndose a la prohibición
real, le dijeron: «¿Acaso no has escrito una prohibición según la cual todo el
que dirija una oración dentro de los próximos treinta días, a cualquier dios u
hombre que no seas tú, rey, debe ser arrojado al foso de los leones?»
El
rey tomó la palabra y dijo: «Así es, en efecto, según la ley de los medos y de
los persas, que es irrevocable.»
Entonces
ellos tomaron la palabra y dijeron en presencia del rey: «Daniel, uno de los
deportados de Judá, no te ha hecho caso, rey, ni a ti ni a la prohibición que
tú has escrito, y tres veces al día hace su oración.»
Al
oír esto, el rey se apenó profundamente y puso todo su empeño por salvar a
Daniel: hasta el atardecer se esforzó por librarlo. Pero esos hombres acudieron
precipitadamente al rey y le dijeron: «Tienes que saber, rey, que según la ley
de los medos y de los persas, ninguna prohibición o edicto promulgado por el
rey puede ser modificado.»
Entonces
el rey mandó traer a Daniel y arrojarlo al foso de los leones. El rey tomó la
palabra y dijo a Daniel: «Tu Dios, al que sirves con tanta constancia, te
salvará.» Luego trajeron una piedra y la pusieron sobre la abertura del foso;
el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, para que no
se cambiara nada en lo concerniente a Daniel.
El
rey se retiró a su palacio; ayunó toda la noche, no hizo venir a sus concubinas
y se le fue el sueño. Al amanecer, apenas despuntado el día, el rey se levantó
y fue rápidamente al foso de los leones. Cuando se acercó a él, llamó a Daniel
con voz angustiosa. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: «Daniel, servidor
del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que sirves con tanta constancia,
salvarte de los leones?»
Daniel
dijo al rey: «¡Viva el rey eternamente! Mi Dios ha enviado a su Angel y ha
cerrado las fauces de los leones, y ellos no me han hecho ningún mal, porque yo
he sido hallado inocente en su presencia; tampoco ante ti, rey, había cometido
ningún mal.»
El
rey sintió una gran alegría a causa de Daniel, y ordenó que lo sacaran del
foso. Daniel fue sacado del foso, y no se le encontró ni un rasguño, porque
había confiado en su Dios.
Luego
el rey mandó traer a los hombres que habían acusado a Daniel y los hizo arrojar
al foso de los leones, con sus hijos y sus mujeres. Y no habían llegado aún al
fondo del foso, cuando ya los leones se apoderaron de ellos y les trituraron
todos los huesos.
Entonces
el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre
la tierra: «¡Tengan ustedes paz en abundancia! Yo ordeno que en todo el dominio
de mi reino se tiemble y se sienta temor ante el Dios de Daniel, porque él es
el Dios viviente y subsiste para siempre; su reino no será destruido y su
dominio durará hasta el fin. El salva y libera, realiza signos y prodigios en
el cielo y sobre la tierra. El ha salvado a Daniel del poder de los leones.»
Palabra
de Dios.
SALMO Dn
3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74
Rocíos
y escarchas, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Hielos
y fríos, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Heladas
y nieves, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Noches
y días, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Luz
y tinieblas, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Rayos
y nubes, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo
y glorifíquenlo eternamente!
Que
la tierra bendiga al Señor.
R. Que
lo alabe y glorifique eternamente.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28
Jesús
dijo a sus discípulos:
«Cuando
vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima.
Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro
de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a
ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá
cumplirse.
¡Ay
de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será
grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo.
Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y
Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos
llegue a su cumplimiento.
Habrá
señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos
serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los
astros se conmoverán.
Entonces
se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando
comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por
llegarles la liberación.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
El
libro de Daniel no se trata de un relato histórico, sino de una historia
edificante. Darío el persa, sucesor de Ciro y de Cambises aparece como un rey
meda. Esta vez el motivo de acusación del justo no es negarse a comer ciertos
alimentos, sino la prohibición de orar al Dios de los judíos.
Los
cortesanos, envidiosos de la ascensión de Daniel, le tienden una trampa y
obtienen de Darío un decreto por el que prohíbe a todo el mundo orar, durante
un mes, a otro dios que no sea el rey divinizado. Esto obligaba a todos sus
súbditos, incluidos los judíos, a rendir culto a Baal, identificado con Zeus.
El soberano se consideraba como la manifestación del dios griego.
Daniel
fue sorprendido orando a su Dios y es acusado de no adorar al rey como único
dios. Daniel, lanzado al foso, es custodiado por un ángel de Dios. La
providencia del Señor se encarga, según el relato, de apaciguar a las fieras,
para que de ese modo hasta el rey Darío tenga que confesar su error y reconocer
la grandeza del Dios de Daniel, del Dios de Israel.
La
actitud de Daniel constituye una exhortación a preferir el martirio a la
apostasía. Daniel aparece como el símbolo de la «fidelidad a Dios, que triunfa
de todos aquellos que conspiran contra él». La intriga, aunque sea astuta, no
logra otra cosa que poner de relieve la virtud de Daniel, ya que él no irá
contra Dios. Daniel ahora es salvado de la boca de los leones. Lo que los
envidiosos ignoran es que Dios es sobradamente poderoso para salvar de todo.
El
Dios de Daniel es el Dios vivo, permanece siempre. Los que permanecen fieles a
la ley de Dios, a pesar de las persecuciones y tentaciones del mundo, nunca
quedan abandonados. Vale la pena mantener la fe, porque es el único camino para
la felicidad verdadera.
***
Es
la tercera vez que Jesús anuncia, con pena, la destrucción de Jerusalén. Lucas
mezcla dos planos: el de la caída de Jerusalén que probablemente ya había
sucedido cuando él escribe este evangelio y la segunda venida de Cristo,
precedida de signos en el sol y las estrellas, el estruendo del mar, el miedo y
la ansiedad “ante lo que se avecina”.
Los
discípulos habían preguntado por la señal que daría paso a la restauración de
Israel. Jesús les responde ahora hablándoles de señales cósmicas que ya, en los
profetas, eran símbolo de la caída de un orden social injusto y la inauguración
de un mundo distinto. La caída del régimen opresor judío, vendrá seguida de la
caída sucesiva de los opresores paganos.
La
caída de la ciudad santa es entendida como la consecuencia de haber rechazado
la salvación que se le ofrecía en Jesús. Jesús expresa su compasión por las
víctimas. Y pone en guardia a los discípulos para que no perezcan. Lo visto y
experimentado en la caída de la ciudad se convierte en urgente invitación a
aceptar aquella propuesta.
Por
otro lado, el tiempo que se inaugura a partir de ese acontecimiento, deberá ser
leído en clave positiva. La visión profética trata de descubrir en el
desarrollo de la historia las oportunidades de salvación que se presentan, por
eso, tanto la destrucción de Jerusalén y del poder de los paganos que los
oprimía es también ocasión de la proclamación del anuncio de salvación.
Por
eso la perspectiva ante la venida con poder del Hijo del Hombre es optimista:
el anuncio no quiere entristecer, sino animar invitando a alzar la cabeza
porque se acercan los tiempos nuevos marcados por la liberación.
Sea
en el momento de nuestra muerte, que no es final, sino comienzo de una nueva
manera de existir mucho más plena; sea en el momento del final de la historia,
con la venida de Cristo no en humildad y pobreza, como en Belén, sino en gloria
y majestad; sea en cada acontecimiento del presente donde descubrimos el paso
de Dios somos llamados a alzar la cabeza y levantarnos, porque son tiempos de
salvación. Somos nuevamente invitados a tener confianza en la victoria de
Cristo Jesús: el Hijo del Hombre viene a salvar a los hombres y a renovar la
creación.
Nos
hace bien en este tiempo pensar que la meta es la victoria final, junto al Hijo
del Hombre: Él ya atravesó en su Pascua la frontera de la muerte e inauguró
para sí y para nosotros la nueva existencia, los cielos nuevos y la tierra
nueva. Nos toca ahora trabajar, para alcanzarlos, llevando a cabo la misión que
inició Cristo y que nos confió a nosotros. Esperar activamente, levantar la
cabeza y no bajar los brazos: esto es caminar en esperanza.
PARA DISCERNIR
¿Estoy
atento a los signos que Dios me va mostrando en la vida cotidiana?
¿Mi
esperanza se agota en esta vida?
¿Experimento
el llamado a construir los cielos nuevos y la tierra nueva?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero
seguirte y vivir en esperanza Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Levantaos,
alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación»
…”«Aclamen
los árboles del bosque, delante del Señor que ya llega, ya llega a regir la
tierra» (Sl 95 12-13). El Señor vino una primera vez y vendrá de nuevo. Vino
una primera vez «sobre las nubes» (Mt 26,64) en su Iglesia. ¿Cuáles son las
nubes que lo trajeron? Los apóstoles, los predicadores… Vino una primera vez
llevado por sus predicadores, y llenó toda la tierra. No nos resistamos a su
primera venida si no queremos temer la segunda…
¿Qué
es lo que debe hacer, pues, el cristiano? Aprovecharse de este mundo, pero no
servirse de este mundo. ¿En qué consiste esto? «Poseer como si no se poseyera».
Es eso lo que dice san Pablo: «Hermanos, el momento es apremiante… Desde ahora,
los que lloran como si no lloraran; los que están alegres como si no lo
estuvieran; los que compran como si no poseyeran; los que negocian en el mundo,
como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se
termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones» (1C 7, 29-32). El que está
libre de preocupaciones espera con confianza la venida de su Señor. Porque ¿ama
uno a su Señor si teme su venida? Hermanos míos, ¿no enrojecemos? Le amamos ¿y
tememos su venida? Verdaderamente le amamos ¿o es que más bien amamos nuestros
pecados? Odiemos, pues, nuestros pecados, y amemos a Aquel que ha de venir…
«Aclamen
los árboles del bosque, delante del Señor que ya llega», porque el Señor vino
una primera vez… Vino una primera vez, y volverá para juzgar la tierra;
entonces encontrará llenos de alegría a todos los que habrán creído en su
primera venida.
San Agustín
(354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y
doctor de la
Iglesia – Disertación sobre el salmo 95
PARA REZAR
Espera
en Dios. Espera.
El no se desdice. El no te miente.
El Dios de la Paz te dará la Paz.
El Dios del Amor te dará Amor.
Amor para recibir, para dar, para vivir.
El Dios gozoso te hará gozoso.
El no se guarda sus tesoros.
El no escatima sus dones.
El no olvida sus promesas.
Él te conoce.
Él te nombra y te ama.
Él te amó primero.
Él se dejó encontrar.
Confía.
No te perderás sus riquezas.
Pasarás en paz. El Caos no te alcanza.
Porque Dios es tu escudo.
Le invocas. Él viene.
Le llamas. Él está ya en tu puerta.
Le pides y Él ya te lo dio.
Estiras las manos y Él ya las colmó.
El no se desdice. El no te miente.
El Dios de la Paz te dará la Paz.
El Dios del Amor te dará Amor.
Amor para recibir, para dar, para vivir.
El Dios gozoso te hará gozoso.
El no se guarda sus tesoros.
El no escatima sus dones.
El no olvida sus promesas.
Él te conoce.
Él te nombra y te ama.
Él te amó primero.
Él se dejó encontrar.
Confía.
No te perderás sus riquezas.
Pasarás en paz. El Caos no te alcanza.
Porque Dios es tu escudo.
Le invocas. Él viene.
Le llamas. Él está ya en tu puerta.
Le pides y Él ya te lo dio.
Estiras las manos y Él ya las colmó.
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