15
de noviembre de 2019 – TO – VIERNES DE LA XXXII
SEMANA
Donde esté el
cadáver, se juntarán los buitres
Lectura
del libro de la Sabiduría 13, 1-9
Sí,
vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a
partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a «Aquel que es», y
al considerar sus obras, no reconocieron al Artífice.
En
cambio, tomaron por dioses rectores del universo al fuego, al viento, al aire
sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros luminosos del
cielo.
Ahora
bien, si fascinados por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron
como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el
mismo Autor de la belleza es el que las creó.
Y
si quedaron impresionados por su poder y energía, comprendan, a partir de
ellas, cuánto más poderoso es el que las formó. Porque, a partir de la grandeza
y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor.
Sin
embargo, estos hombres no merecen una grave reprensión, porque tal vez se extravían
buscando a Dios y queriendo encontrarlo; como viven ocupándose de sus obras,
las investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo
del mundo! Pero ni aún así son excusables: si han sido capaces de adquirir tanta
ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más
rápidamente al Señor de todo?
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
18, 2-3. 4-5b (R.: 2a)
R. El
cielo proclama la gloria de Dios.
El
cielo proclama la gloria de Dios
y
el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un
día transmite al otro este mensaje
y
las noches se van dando la noticia. R.
Sin
hablar, sin pronunciar palabras,
sin
que se escuche su voz,
resuena
su eco por toda la tierra
y
su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37
Jesús
dijo a sus discípulos:
«En
los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempo de Noé. La gente comía,
bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio,
que los hizo morir a todos.
Sucederá
como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se
plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo
una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá
el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En
ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a
buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de
la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la
pierda, la conservará.
Les
aseguro que, en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será
llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será
llevada y la otra dejada.»
Entonces
le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús
les respondió: «Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
autor a la manera griega, ve en la belleza del mundo un valor religioso, piensa
que la creación puede dejar al descubierto a su Autor. La belleza de la
creación revela al Creador. Fueron insensatos todos los hombres que ignoraron a
Dios y que a través de los bienes visibles no fueron capaces de conocer a
“Aquel que es”. Los paganos tenían que haber reconocido a Dios a través de la
naturaleza creada.
De
la hermosura y del vigor de lo creado tenían que haber pasado a calcular
“cuánto más poderoso es quien los hizo”. Pero han sido necios y se han quedado
en lo creado, sin dar el salto al Creador. Se han dejado encandilar por la
hermosura y la grandeza de las cosas, y tienen por dioses al fuego, a la bóveda
estrellada, al agua impetuosa, a los astros celestes.
Para
Israel el mundo ha sido creado merced a una iniciativa libre y amorosa de Dios,
pero al mismo tiempo afirman la certidumbre de que el mundo ha sido confiado al
hombre. Dios es el autor del mundo, pero no a la manera de los dioses creadores
del Oriente. La creación es considerada, además, como el primer acto de un Dios
que dirige la historia hasta la salvación, mediante una serie de intervenciones
gratuitas, que suponen la colaboración del hombre.
La
relación del hombre con su Creador no está condicionada por las leyes
naturales, sino por la relación libre y gratuita de Dios y de su vivir en el
mundo. El autor se siente orgulloso de que su fe judía le proporcione la idea
de un Dios personal y trascendente.
***
Si
ayer nos anunciaba Jesús que el Reino es imprevisible, hoy refuerza su
afirmación comparando su venida a la del diluvio en tiempos de Noé y al castigo
de Sodoma en los de Lot.
El
juicio se desvela en forma de sorpresa. El diluvio sorprendió a la mayoría de
las personas muy entretenidas en sus comidas y fiestas. El fuego que cayó sobre
Sodoma, encontró a sus habitantes muy ocupados en sus proyectos. Hoy los
hombres seguimos ocupados en lo que creemos, son las grandes cosas de la vida:
el consumo, la producción, el sexo, la afición por los negocios, comidas,
comercio.
Lo
cotidiano de una existencia con estas preocupaciones nos absorbe, no se llega a
ver nada más allá de todo esto; de tal forma que se olvida la dimensión de
profundidad de la vida. Dios nos llama y quiere convertirnos a la auténtica
verdad de nuestra vida. Ante esta llamada pueden darse dos tipos diferentes de
fracaso: el de aquéllos que están demasiado ocupados en sus cosas y simplemente
prefieren no escuchar, como los habitantes de Sodoma; o el de aquéllos que
escuchando la llamada sienten la nostalgia del mundo que dejan, retornando
hacia lo antiguo como la mujer de Lot.
La
venida del reino establece en el mundo sus propias fronteras. Los judíos suponían
que la salvación se inclinaría hacia los hombres de su pueblo y mientras tanto
los gentiles sufrirían la condena. La palabra de Jesús destruye esa confianza.
Salvación y condena responden a la hondura radical de cada vida. Aunque duerman
marido y mujer en una misma cama, el juicio pasará precisamente por el medio de
los dos, separando la actitud y la verdad de cada esposo. Lo mismo sucede con
los empleados que trabajan en el campo; o con las mujeres que muelen en el
cuarto más profundo de la casa: aparentemente han compartido unos valores y
unos fallos; pues bien, el juicio los espera; en la hondura de su vida son
distintos. La venida y el encuentro con Jesús dividen nuestra vida en un
“antes” y en un “ahora”. No podemos seguir a Jesús en la novedad de la vida del
reino y vivir como antes.
Dios
no se ocupa de apariencias. Lo que realmente importa es la actitud, la decisión
fundamental, aquella hondura en que se deciden los valores y las opciones
fundamentales de la vida.
“Donde
está el cadáver se reunirán los buitres”. Con esta expresión que corresponde a
un antiguo refrán popular, que significa “en todas partes”, Jesús responde a la
pregunta acerca de, el “dónde” del juicio.
Jesús
nos invita a tomarnos en serio lo único que tenemos: la vida. Y en la vida,
este momento presente, del que disponemos ahora. Si la pretendemos guardar
egoístamente para nosotros se nos escapa. Sólo compartiéndola con los hermanos
podremos disfrutarla y gozarla en plenitud. Compartiendo “los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”. Gaudium et Spes, 1
Para discernir
• ¿Cómo
vivo el presente?
• ¿Vivo
una sana tensión hacia el futuro?
• ¿Qué
actitudes revelan el valor que define mi vida?
Repitamos a lo largo de este día
El
amor consiste en vivir según sus mandamientos
Para la lectura espiritual
La
vida es una oportunidad, tómala
La
vida es belleza, admírala.
La
vida es bienaventuranza, saboréala.
La
vida es un sueño, conviértela en una realidad.
La
vida es un desafío, afróntalo.
La
vida es un deber, cúmplelo.
La
vida es un juego, juégalo.
La
vida es preciosa, cuídala.
La
vida es una riqueza, consérvala.
La
vida es amor, gózalo.
La
vida es un misterio, descúbrelo.
La
vida es promesa, cúmplela.
La
vida es tristeza, supérala.
La
vida es un himno, cántalo.
La
vida es una lucha, combátela.
La
vida es una aventura, córrela.
La
vida es felicidad, merécela.
La
vida es la vida, defiéndela.
Madre
Teresa de Calcuta.
Para rezar
Oración
de Abandono
Qué
difícil es alabarte en medio de la prueba Señor,
pero
hoy lo quiero hacer.
Qué
difícil es abandonarme a tu Santa Voluntad,
pero
hoy lo quiero hacer.
Qué
difícil es confiar en medio de las malas noticias,
pero
hoy lo quiero hacer.
Por
eso en medio de toda la prueba,
gracias
Señor por las cosas que permites.
Hoy
me abandono por completo en tus manos,
al
enfrentarme a cosas tan grandes para mí,
pero
tan pequeñas para tí.
Y
hoy, hoy confío en que tengo un Padre Celestial
para
quien las malas noticias que yo recibo,
son
la forma de mostrar su poder y su amor.
Por
eso, aunque no pueda entender, te alabo.
Aunque
me sea difícil, me abandono.
Y
aunque las malas noticias caigan de todas partes,
hoy
confío en ti, Señor.
De
esta forma seré testigo de tu poder,
tu
amor, tu grandeza y de cómo enseñas estas cosas
a
los mansos y humildes,
para
confundir a los poderosos y fuertes de este mundo.
Amén.
Piera
Ferrari
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