13
de noviembre de 2019 – TO – MIÉRCOLES DE LA
XXXII SEMANA
Volvió a dar
gracias sólo un extranjero
Lectura
del libro de la Sabiduría 6, 1-11
¡Escuchen,
reyes, y comprendan! ¡Aprendan, jueces de los confines de la tierra! ¡Presten
atención, los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de
naciones! Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibido
del Altísimo: él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios.
Ya
que ustedes, siendo ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han
respetado la Ley ni han obrado según la voluntad de Dios, él caerá sobre
ustedes en forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los
que están arriba.
Al
pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con
rigor. Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la
grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual, pero los
poderosos serán severamente examinados.
A
ustedes, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y
no incurran en falta; porque los que observen santamente las leyes santas serán
reconocidos como santos, y los que se dejen instruir por ellas, también en
ellas encontrarán su defensa. Deseen, entonces, mis palabras; búsquenlas
ardientemente, y serán instruidos.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
81, 3-4. 6-7 (R.: 8a)
R. Levántate,
Señor, juzga a la tierra.
¡Defiendan
al desvalido y al huérfano,
hagan
justicia al oprimido y al pobre;
libren
al débil y al indigente,
rescátenlos
del poder de los impíos! R.
Yo
había pensado: «Ustedes son dioses,
todos
son hijos del Altísimo.»
Pero
morirán como cualquier hombre,
caerán
como cualquiera de los príncipes. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Mientras
se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaria y Galilea. Al entrar
en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a
distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al
verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el camino
quedaron purificados.
Uno
de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz
alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias.
Era un samaritano.
Jesús
le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve,
¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y
agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Ya
desde el principio, el libro de la Sabiduría iba dirigido sobre todo a los
gobernantes.
La
antigua tradición judía veía en los reyes davídicos a los representantes de
Dios, pero nunca se habían animado a afirmar que los reyes paganos podían
detentar también el poder de Dios. Algunos profetas habían presentado a algunos
jefes paganos como «instrumentos» de los que Dios se servía accidentalmente.
El
autor de «La Sabiduría» va mucho más lejos y se permite dar buenos consejos a
las «autoridades» de su tiempo ya que han recibido el poder del Señor y el
juicio será más exigente que para los demás.
Toda
responsabilidad viene de Dios. Dios examinará la conducta, escrutará las
intenciones y pedirá cuentas.
***
Todo
el camino de Jesús por la vida es un encuentro con la miseria humana y un
triunfo de su misericordia y su poder sobre el mal.
La
lepra que aparece en la Biblia comprende una serie de enfermedades de la piel y
no sólo la lepra en sentido propio. Los judíos consideran estas enfermedades
como un castigo especial de Dios. De ahí que el leproso fuera tratado como un
muerto para la sociedad y se le obligara a vestir como se vestía a los muertos:
ropa desgarrada, cabello suelto, barba rapada. No podían vivir dentro de
ciudades amuralladas, pero sí en las aldeas con tal de no mezclarse con sus habitantes.
Todo lo que ellos tocaban se consideraba que quedaba impuro, por eso tenían que
anunciar su presencia desde lejos. Eran “impuros” ritualmente y en caso de
quedar curados, debían presentarse a los sacerdotes para que les dieran el alta
y fueran aceptados cultualmente en la comunidad.
Vivir
la relación con Dios, mediante el culto vinculado al templo, era el deseo de
todo judío. Los leprosos han encontrado a Jesús y en Él a Dios, pero los judíos
no han comprendido que quedar limpios de la lepra, entrar de nuevo en comunión
con Dios y con los hombres, no es fruto de ser miembro del pueblo elegido, sino
que se ofrece, como un don, a todo el que acepta y encuentra a Dios en el
Mesías, Jesús.
Al
curar a los leprosos, Jesús los reintegra a la sociedad y demuestra que, en Él,
se ha hecho presente el reino de Dios y la superación de toda forma de
esclavitud y marginación. En Jesús la salvación llega hasta la salud del
cuerpo, supera la resignación, se abre a la esperanza y se retorna a la
alabanza a Dios.
Sólo
uno ha comprendido esta realidad, y vuelve sobre sus pasos “para dar gloria a
Dios”, es decir, para reconocer que la curación obrada en él era obra
exclusivamente de Dios, sin ningún mérito propio. Los otros nueve, judíos,
creían tener derecho a ser purificados por el hecho de ser miembros del pueblo
elegido, y por lo tanto no tenían nada que agradecer. Vuelven a la religiosidad
del templo, sin descubrir que se han encontrado con Dios, no en unas prácticas
religiosas, sino en un hombre, en Cristo.
La
salvación está abierta a todos; judíos, samaritanos, gentiles, pero es
necesaria la humildad de saber reconocer la propia pobreza ante el don de Dios;
y al mismo tiempo la actitud de alabanza y agradecimiento.
La
fe hay que entenderla como la capacidad de acoger la presencia de Dios cerca de
nosotros. El agradecimiento es la respuesta de corazón a lo que se ha recibido
gratis. Fruto de ese agradecimiento ante el don de Dios es la misericordia, la
compasión, que experimentamos ante el hermano pobre o necesitado. Y la cadena
vuelve a empezar, porque al dejarnos llevar por esa misericordia nos hacemos
testigos de la presencia de Dios para nuestros hermanos y hermanas.
Nuestra
fe en Cristo nos debe hacer conscientes de que nos ha salvado, y que tenemos
que continuar en la historia su obra de salvación, hasta el final de los
tiempos. A nosotros corresponde acercarnos a quienes han sido marginados a
causa de sus enfermedades, pobreza, edad o cultura. A ellos tenemos que llegar
con el mismo amor de Cristo, para ayudarlos a vivir con mayor dignidad.
Para discernir
¿Me
siento separado de Dios por mis límites y pecados?
¿Experimento
que su salvación llega a toda mi vida?
¿Me
hago transmisor de la misericordia y el perdón recibidos?
Repitamos a lo largo de este día
Gracias,
Señor
Para la lectura espiritual
«Los
otros nueve ¿dónde están?»
…”En
nuestros días se ve a mucha gente que ora, pero, desgraciadamente, no hay
muchos que se den cuenta de lo que deben a Dios y le den gracias… « ¿No han
quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están?» Creo que os acordáis
que es con estas palabras que el Señor se lamentaba de la ingratitud de los
otros nueve leprosos. Leemos que bien sabían «orar, suplicar, pedir» porque
levantaron la voz para exclamar: «Jesús, hijo de David, ten compasión de
nosotros». Pero les faltó una cuarta cosa que es la que reclama san Pablo: «la
acción de gracias» (1Tm 2, 1), porque no regresaron y no dieron gracias a Dios.
También
vemos en nuestros días que hay un cierto número de personas que piden a Dios
con insistencia lo que les hace falta, pero tan sólo un número reducido de
entre ellos parece reconocer los beneficios recibidos. No hay nada malo en
pedir con insistencia, pero lo que hace que Dios no nos escuche es porque se da
cuenta que nos falta agradecimiento. Al fin y al cabo es quizás un acto de su
clemencia el no dar a los ingratos lo que piden, para que no sean juzgados con
más rigor a causa de su ingratitud… Es pues a causa de su misericordia que
Dios, a veces, retiene su misericordia…
Podéis
bien ver cómo todos los que son curados de la lepra del mundo, quiero decir de
desórdenes evidentes, no se aprovechan de su curación. En efecto, muchos están
secretamente afectados de una úlcera peor que la lepra, tanto más peligrosa
porque es más interior. Es por esta razón que el Salvador del mundo pregunta ¿dónde
están los otros nueve leprosos?, porque los pecadores se alejan de la
salvación. Por eso Dios preguntó al primer hombre después de su pecado: «¿Dónde
estás?» (Gn 3,9)”…
San Bernardo
(1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermones
diversos, nº 27
Para rezar
Gracias
Señor…
Gracias Señor…
Porque en la cruel tormenta,
me
haces escuchar el suave susurro de tu voz.
Gracias Señor…
Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino,
Gracias Señor…
Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino,
en
medio de las adversidades.
Gracias Señor…
Por cada instante y cada problema,
Gracias Señor…
Por cada instante y cada problema,
que
me recuerda mi necesidad de Ti.
Gracias Señor…
Porque hasta en lo alto del cielo,
Gracias Señor…
Porque hasta en lo alto del cielo,
y
en la profundidad del océano,
tus
oídos están siempre atentos a escuchar mi clamor.
Gracias Señor…
Porque a pesar de los errores de la gente,
Gracias Señor…
Porque a pesar de los errores de la gente,
sigues
enviando sol y lluvia sobre todos sin distinción.
Gracias Señor…
Por este día, en el que me das la oportunidad,
Gracias Señor…
Por este día, en el que me das la oportunidad,
de
buscarte nuevamente
Gracias Señor…
Por cada ser humano que se cruza en mi camino,
Gracias Señor…
Por cada ser humano que se cruza en mi camino,
pues
algo deseas que aprenda de él.
Gracias Señor…
Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración,
Gracias Señor…
Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración,
proveniente
de tu hijo.
Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar…
Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar…
¡¡¡Gracias
Señor!!!
Amén
Amén
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