2
de octubre de 2019 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXVI
SEMANA
2
de octubre - Santos Ángeles Custodios
Él te
encomendó a sus ángeles para que te cuiden en tus caminos
Lectura
del Libro del Éxodo 23,20-23a
Yo
voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te
conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo
y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las
transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si
tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus
enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces
mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los
hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los
exterminará.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 91(90) ,1-2.3-4.5-6.10-11.
Tú
que vives al amparo del Altísimo
y
resides a la sombra del Todopoderoso,
di
al Señor: “Mi refugio y mi baluarte,
mi
Dios, en quien confío”. R:
El
te librará de la red del cazador
y
de la peste perniciosa;
te
cubrirá con sus plumas,
y
hallarás un refugio bajo sus alas. R:
No
temerás los terrores de la noche,
ni
la flecha que vuela de día,
ni
la peste que acecha en las tinieblas,
ni
la plaga que devasta a pleno sol. R:
No
te alcanzará ningún mal,
ninguna
plaga se acercará a tu carpa,
porque
él te encomendó a sus ángeles
para
que te cuiden en todos tus caminos.
O de la feria:
Nehemías
2, 1-8
S.R.
136, 1-6
El
Evangelio es propio de esta memoria
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5.
En
aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es
el más grande en el Reino de los Cielos?”.
Jesús
llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que, si ustedes
no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por
lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino
de los Cielos.
El
que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense
de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus
ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Los
fariseos y saduceos mantenían una disputa sobre si los ángeles existen o no.
Los saduceos decían que éstos no eran otra cosa que invenciones, fantasías de
ignorantes.
Jesús,
quiso dejar bien clara la doctrina, y lo hace de manera desconcertante. «Llamó
a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: cuídense de menospreciar a uno de
estos pequeños; porque sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro
de mi Padre que está en los cielos».
Los
niños no contaban en aquella sociedad y estaban desposeídos de toda clase de
derechos; eran con frecuencia despreciados por la gente y no tenidos en cuenta
para la toma de decisiones dentro de la casa. La palabra griega con la que se
dice niño, denomina con frecuencia a un niño en cuánto que ejerce de sirviente
y ayuda en las tareas familiares. A esta clase de niños, se refiere el
evangelio de hoy, cuando Jesús propone a uno de ellos como modelo a imitar. El
mayor en el Reino de Dios es el niño y el que se hace como niño, porque
representa en forma única el despojo de todo poder.
Los
ángeles custodios nos revelan la presencia trascendente de Dios en cada
persona, especialmente en los más pobres. Cuando Jesús invita a sus discípulos
a cambiar, lo hace poniendo como modelos a “estos niños”, los servidores.
Dios,
como Padre Providente, siempre vela por nosotros y se ha hecho cercano a
nosotros por medio de Jesús, su Hijo hecho Hombre. Él siempre manifestó su amor
para con los pobres y los enfermos, para con los pequeños y los pecadores; Él
nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano. Su amor preferencial
para aquellos que son considerados como los niños, desprotegidos de todo y
necesitados de todo, nos recuerda cuál debe ser también el camino preferencial
en el amor de la Iglesia.
Hay
muchos que necesitan quien vele por ellos y por sus intereses. Dios nos ha
enviado a ellos para que les manifestemos de un modo real, efectivo, el amor
misericordioso del Señor que nos ha concedido y que quiere que llegue a todos
por medio de su Iglesia. Esta presencia de Dios en los más pobres, que son los
más grandes en el Reino, es lo que da a los pobres esa trascendencia que hace
que sus ángeles en los cielos vean continuamente el rostro de Dios.
Los
niños son delante de Dios, los más importantes de los hombres; lo que a ellos
ocurre tiene inmediata resonancia ante el Padre del cielo.
Como
discípulos que viven unidos a Cristo, debemos preocuparnos de cuidar de
nuestros hermanos necesitados, como Dios ha velado por nosotros. No debemos
solamente buscar seguridad, sino brindarla; no podemos esperar siempre recibir,
sino dar; podremos tender la mano como pobres cuando esta es consecuencia de un
seguimiento radical, serio, verdadero del Señor, y de una constante
proclamación de su Evangelio, que establece una nueva jerarquía. Quien sirve
más, ese es el más grande. La grandeza consiste en servir.
Para discernir
¿Somos
conscientes de lo que nos define como discípulos?
¿Valoro
a los más pequeños y desposeídos?
¿Experimento
la fe como una vocación de servicio?
Repitamos a lo largo de este día
Dame
un corazón de niño
Para la lectura espiritual
«Voy
a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al
lugar que he preparado»
…”A
sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en todos tus caminos» (Sl
90,11) ¡Qué respeto debe suscitar en ti esta palabra, qué fervor debe hacer
nacer en ti, y qué confianza te debe inspirar! El respeto a causa de su
presencia, el fervor a causa de su benevolencia, la confianza a causa de su vigilancia…
Ellos están aquí, a tu lado, y no solamente contigo sino para ti. Están
presentes para protegerte, para socorrerte. ¿Cómo pagarás al Señor todo el bien
que te ha hecho? (Sl 115, 3) Es a él solo a quien se debe rendir honor por esta
ayuda; es él quien ha dado estas órdenes. «Todo don perfecto» (St 1,17) no
puede venir más que de él. Pero no podemos dejar de agradecer, respecto a los
ángeles, su gran caridad con la que obedecen y la gran necesidad que tenemos de
su ayuda.
Seamos,
pues, respetuosos y agradecidos por la vigilancia que nos ofrecen; amémoslos
agradecidos y honrémoslos tanto como podamos, pues tanto les debemos… En Dios
amemos a sus ángeles, sabiendo que un día ellos serán coherederos con nosotros
y que ya desde ahora el Padre dispone y ordena que nos hagan de guías y
educadores. Porque ya «desde ahora somos hijos de Dios» aunque esto no aparezca
ahora con claridad (1Jn 3,2), puesto que somos hijos todavía sometidos a
intendentes y educadores, y de momento, en nada diferimos de los siervos.
Sin
embargo, por pequeños que seamos y por largo y peligroso que sea el camino que
nos falta recorrer, ¿qué podemos temer con tan buena guardia?… Los ángeles son
fieles, son prudentes, son poderosos; ¿qué podemos temer? Tan sólo sigámosles,
estemos unidos a ellos, y permaneceremos bajo la protección del Dios del
cielo”…
San Bernardo
(1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
12avo sermón
sobre el salmo 90
Para rezar
Himno
de Laudes al Santo Ángel de la Guarda
Ángel
santo de la guarda,
compañero
de mi vida,
tú
que nunca me abandonas,
ni
de noche ni de día.
Aunque
espíritu invisible,
sé
que te hallas a mi lado,
escuchas
mis oraciones
y
cuenta todos mis pasos.
En
las sombras de la noche,
me
defiendes del demonio,
tendiendo
sobre mi pecho
tus
alas de nácar y oro.
Ángel
de Dios,
que
yo escuche tu mensaje y que lo siga,
que
vaya siempre contigo hacia Dios,
que
me lo envía.
Testigo
de lo invisible,
presencia
del cielo amiga,
gracias
por tu fiel custodia,
gracias
por tu compañía.
En
presencia de los Ángeles,
suba
al cielo nuestro canto:
gloria
al Padre, gloria al Hijo,
gloria
al Espíritu Santo. Amén.
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