2
de septiembre de 2019 – TO - LUNES DE LA XXII
SEMANA
Ningún profeta es bien
recibido en su tierra
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Tesalónica 4, 13-18
No
queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto,
para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque
nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará
con Jesús a los que murieron con él.
Queremos
decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que
quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto. Porque
a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el
mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que
murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos,
seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y
así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense
mutuamente con estos pensamientos.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
95, 1 y 3. 4-5. 11-12. 13 (R.: 13b)
R. El
Señor viene a gobernar la tierra.
Canten
al Señor un canto nuevo,
cante
al Señor toda la tierra.
Anuncien
su gloria entre las naciones,
y
sus maravillas entre los pueblos. R.
Porque
el Señor es grande y muy digno de alabanza,
más
temible que todos los dioses.
Los
dioses de los pueblos no son más que apariencia,
pero
el Señor hizo el cielo. R.
Alégrese
el cielo y exulte la tierra,
resuene
el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese
el campo con todos sus frutos,
griten
de gozo los árboles del bosque. R.
Griten
de gozo delante del Señor,
porque
él viene a gobernar la tierra:
él
gobernará al mundo con justicia,
y
a los pueblos con su verdad. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 4, 16-30
Jesús
fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la
sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del
profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me
envió a llevar la Buena Noticia los pobres, a anunciar la liberación a los
cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar
un año de gracia del Señor.
Jesús
cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían
los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este
pasaje de la Escritura que acaban de oír.»
Todos
daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras
de gracia que salían de su boca. Y decían: « ¿No es este el hijo de José?»
Pero
él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: “Médico, cúrate a ti
mismo.” Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió
en Cafarnaúm.»
Después
agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro
que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres
años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta,
en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del
profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»
Al
oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y,
levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la
colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero
Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
pasaje de hoy, es uno de los más conocidos de la carta a los de Tesalónica, que
empezamos a leer la semana pasada: el referente a los difuntos.
Pablo
no quiere que los cristianos miren la muerte de sus seres queridos “sin
esperanza”, como los que no creen. Para nosotros, tanto la vida como la muerte
son participación en el destino de Jesús: “si creemos que Jesús ha muerto y
resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con
él”.
Aparece
claro que el anuncio de la vuelta de Cristo como Juez, sea cuando sea, no
quiere producir terror, sino esperanza: “el Señor llega a regir la tierra,
canten al Señor”, “y así estaremos siempre con el Señor”.
No
podemos vivir en desesperanza. La muerte no es la última palabra. Dios nos
tiene destinados a la vida. Aunque no sepamos tampoco nosotros explicar el
misterio de la muerte, ni logremos consolarnos ni consolar a otros por una
muerte prematura o injusta, la fe cristiana enciende una luz de esperanza sobre
este acontecimiento y nos dice que, “si morimos con Cristo, viviremos con él, y
estaremos siempre con el Señor”.
Nuestra
fe en Cristo Jesús y nuestra convicción es que, ya desde nuestro Bautismo,
estamos vinculados a su mismo destino. La Eucaristía es garantía y semilla de
la vida sin fin.
***
Movido
por el Espíritu de su bautismo, Jesús habla a los judíos por primera vez y
relee su misión a la luz de Isaías: ha sido enviado para anunciar el año de
gracia de parte del Señor, el año de la liberación de la tierra y de los
hombres. Mensaje de gracia, el año jubilar es el del Gran Perdón.
Esto
desilusiona a sus paisanos porque anuncia la liberación de los pobres y la
sanación de los enfermos, pero omite la venganza del Señor y la destrucción
violenta de los enemigos de la nación.
Jesús,
el hijo del carpintero de Nazaret; es también aquel que, al desenrollar el
libro de las Escrituras en la sinagoga, se presenta a sí mismo como el
cumplimiento de la profecía mesiánica de Isaías. La vinculación entre estas dos
afirmaciones, junto con una liberación por un camino que no pasa por la destrucción
de los romanos, provoca escándalo en los galileos.
Jesús
buscará la justicia, pero sin apelar a los mismos mecanismos que los opresores
utilizan para imponerse y lo atestiguará con su vida de profeta no recibido con
agrado en su tierra.
Sin
embargo este Nazareno es la última y definitiva palabra de Dios. “La escritura
se ha cumplido hoy” porque se ha cumplido el encuentro anhelado de Dios con la
humanidad. Desde Jesús y por Jesús, en el hoy vulgar de la vida cotidiana, es
donde somos provocados a la fe. Jesús abre ante nuestros ojos la grandeza de
una vida cotidiana donde es posible encontrar a Dios. El es la cima y el todo
de la Revelación.
La
gente de Nazaret conocía demasiado bien al hijo del carpintero y no lograrán
descubrir a aquel que está, marcado por el Espíritu; sin embargo en ese hombre
creemos que se concentra toda la posibilidad de los hombres con Dios. No sólo
su palabra, sino cada uno de sus gestos nos hablan del Dios que hace el camino
de los hombres transformándolos y transformándolo. Los caminos del reino serán
la novedad de un Dios que se muestra como compasión, cercanía, perdón y amor.
La
escritura continúa cumpliéndose en la medida que dejamos que se anide en
nuestros corazones y transforme nuestros criterios, sentimientos y valores
determinantes.
Esta
palabra viva en nosotros es fuente inextinguible de vida: «Es más lo que
dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una
fuente» San Efrén.
Para discernir
¿Cuáles
son los criterios de discernimiento que utilizo frente a la realidad?
¿De
qué modo la palabra se cumple en mi vida?
¿Creo
en el poder transformador de la Palabra de Gracia?
Repitamos a lo largo de este día
Señor
me basta tu gracia
Para la lectura espiritual
Reconocer
a Cristo en su humildad y descender para seguirle
«Mi
alma está turbada», oh Dios, por el recuerdo de mis pecados; «entonces me
acuerdo de ti en el país del Jordán» (Sl 41,7) –es decir, acordándome de como
has purificado a Naamán el leproso en su humilde abajamiento… «Bajó y se lavó
siete veces en el Jordán, tal como se lo había indicado el hombre de Dios, y
quedó purificado» (2R 5,14). Desciende tú también, alma mía, desciende del
carro del orgullo a las aguas saludables del Jordán, el cual, de la fuente de
la casa de David, baja ahora sobre el mundo entero «para lavar todo pecado y
toda suciedad» (Za. 13,1). Con toda seguridad que esta fuente es la humildad de
la penitencia, que fluye al mismo tiempo gracias a un don de Cristo y gracias a
su ejemplo, y que, predicada desde ahora sobre la tierra, lava los pecados
del mundo entero…Nuestro Jordán es un río puro, a los soberbios les será
imposible acusarte, si te hundes enteramente en él, si te sepultas, por así
decir, en la humildad de Cristo…
Ciertamente
que es único nuestro bautismo, pero una tal humildad rebautiza. En efecto, no
reitera la muerte de Cristo pero realiza la mortificación y sepultura del
pecado, y lo que, sacramentalmente, se ha realizado en el bautismo, en esta
nueva forma se le da pleno cumplimiento.
Sí,
una tal humildad, abre los cielos y nos devuelve el espíritu de adopción; el
Padre reconoce a su hijo, reformado en la inocencia y la pureza de un hijo
regenerado. Por eso la Escritura, menciona acertadamente, que la carne de
Naamán se ha restablecido como la de un niño recién nacido… Nosotros, que hemos
perdido la gracia de nuestro primer bautismo… he aquí que hemos descubierto el
verdadero Jordán, es decir, el abajamiento de la humildad… Nos toca ahora a
nosotros no temer el abajamiento cada día más profundo…con Cristo.
Bienaventurado Guerrico de Igny, abad cisterciense
4º sermón para
la Epifanía
Para rezar
Señor
de la Vida, abre nuestro corazón a Tu Palabra.
Queremos anunciar Tu Reino y construirlo con nuestras vidas.
Queremos ser testigos de Tu amor y Tu proyecto para todos.
Ayúdanos a escuchar Tu Palabra, a leer y rezar con la Biblia,
a contemplar la vida y la historia para descubrir Tu propuesta
y caminar hacia Tí.
Tú Señor, que aprendiste de la mano de María,
la Virgen fiel, enséñanos a seguir su ejemplo.
Maestra de las cosas de Dios,
quien guardaba en Su corazón lo que vivía,
y meditaba en el silencio lo que iba descubriendo.
María, mujer sencilla, que no entendía todo
pero se animó a decir sí a todo.
Ella nos enseña que para vivir la fe hay que escuchar mucho,
hay que escuchar siempre…
Tú, Señor, que mostraste a los discípulos la necesidad
del encuentro con Dios, única compañía que acompaña todo,
muéstranos cómo seguir Tus pasos.
Ayúdanos a buscar momentos para el diálogo con el Padre.
Enséñanos a percibir el aliento del Espíritu
que sopla en nuestras vidas.
Guíanos al encuentro con la Palabra que espera en la Biblia
para descubrir nuevos caminos y revelar la presencia de Dios
en la vida y en la historia que vivimos.
Danos hambre y sed de Tu Palabra cimiento verdadero
donde asentar un proyecto de vida en la huella hacia el Reino.
Despierta en nosotros el gusto por la lectura cotidiana de la Biblia,
para aprender a escuchar, discernir y que estás cerca…
que pasas a nuestro lado, que caminas en nuestra historia…
y nos llamas para ser tus testigos y anunciar que es posible
un mundo distinto, más fraterno, humano, justo y en paz.
Queremos anunciar Tu Reino y construirlo con nuestras vidas.
Queremos ser testigos de Tu amor y Tu proyecto para todos.
Ayúdanos a escuchar Tu Palabra, a leer y rezar con la Biblia,
a contemplar la vida y la historia para descubrir Tu propuesta
y caminar hacia Tí.
Tú Señor, que aprendiste de la mano de María,
la Virgen fiel, enséñanos a seguir su ejemplo.
Maestra de las cosas de Dios,
quien guardaba en Su corazón lo que vivía,
y meditaba en el silencio lo que iba descubriendo.
María, mujer sencilla, que no entendía todo
pero se animó a decir sí a todo.
Ella nos enseña que para vivir la fe hay que escuchar mucho,
hay que escuchar siempre…
Tú, Señor, que mostraste a los discípulos la necesidad
del encuentro con Dios, única compañía que acompaña todo,
muéstranos cómo seguir Tus pasos.
Ayúdanos a buscar momentos para el diálogo con el Padre.
Enséñanos a percibir el aliento del Espíritu
que sopla en nuestras vidas.
Guíanos al encuentro con la Palabra que espera en la Biblia
para descubrir nuevos caminos y revelar la presencia de Dios
en la vida y en la historia que vivimos.
Danos hambre y sed de Tu Palabra cimiento verdadero
donde asentar un proyecto de vida en la huella hacia el Reino.
Despierta en nosotros el gusto por la lectura cotidiana de la Biblia,
para aprender a escuchar, discernir y que estás cerca…
que pasas a nuestro lado, que caminas en nuestra historia…
y nos llamas para ser tus testigos y anunciar que es posible
un mundo distinto, más fraterno, humano, justo y en paz.
Marcelo
A. Murúa
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