27
de agosto de 2019 – TO – MARTES DE LA XXI SEMANA
La Palabra de
Dios es viva y eficaz
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Tesalónica 2, 1-8
Ustedes
saben muy bien, hermanos, que la visita que les hicimos no fue inútil. Después
de ser maltratados e insultados en Filipos, como ya saben, Dios nos dio la
audacia necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de un penoso
combate.
Nuestra
predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el engaño. Al
contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros
la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina
nuestros corazones.
Ustedes
saben -y Dios es testigo de ello- que nunca hemos tenido palabras de adulación,
ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos ambicionado el
reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie, si bien, como
Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer.
Al
contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta
y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos
entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia
vida: tan queridos llegaron a sernos.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
138, 1-3. 4-6 (R.: 1)
R. Señor,
tú me sondeas y me conoces.
Señor,
tú me sondeas y me conoces,
tú
sabes si me siento o me levanto;
de
lejos percibes lo que pienso,
te
das cuenta si camino o si descanso,
y
todos mis pasos te son familiares. R.
Antes
que la palabra esté en mi lengua,
tú,
Señor, la conoces plenamente;
me
rodeas por detrás y por delante
y
tienes puesta tu mano sobre mí;
una
ciencia tan admirable me sobrepasa:
es
tan alta que no puedo alcanzarla. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26
Jesús
habló diciendo:
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta,
del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la
misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el
plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo
ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por
fuera.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
«ministerio» no es una actividad de absoluto reposo. Ser «misionero» supone una
gran dosis de generosidad: es reproducir la actitud de Jesús, «Servidor
sufriente» cuyos padecimientos «no fueron inútiles».
Pablo
no era orgulloso, era más bien tímido. Encontraba en Dios su solidez, su
certidumbre. Era todo lo contrario de una persona indecisa: “Habiendo puesto
nuestra «confianza» en Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios
entre frecuentes luchas”.
El
único criterio de Pablo es Dios. El apóstol no proclama el evangelio solamente
ni ante todo por sus palabras, sino por sus comportamientos.
Ternura,
afecto, don de sí; virtudes maternales, virtudes del apóstol. No podemos anunciar
el evangelio más que a los que amamos, y entregándonos nosotros mismos.
***
El
de los fariseos era uno de estos grupos de fanáticos religiosos que prometían
el cielo y la tierra al pueblo de Israel, y que durante mucho tiempo
consiguieron el apoyo popular haciéndose pasar por hombres justos y piadosos.
Jesús con un marcado estilo profético, desenmascara el oportunismo y las
verdaderas intenciones de estos grupos.
Por
la ley de los diezmos, Israel reconoce a Yahvé el derecho de propiedad sobre
toda su tierra y sus bienes. La parte de Dios en estos bienes, servía para el
mantenimiento del culto y sus ministros, y también para socorrer a los pobres.
De los principales frutos de la tierra, los fariseos habían extendido el diezmo
a los productos más mínimos, incluso a las hierbas que se emplean como
condimento: la menta, el hinojo, el comino.
Las
comparaciones que hace Jesús ponen en evidencia la mentira con la que se
encubren los fariseos. Estos se muestran como hombres extremadamente
cumplidores de la Ley, pero no les importa la justicia ni la fidelidad a Dios.
Dan
importancia a cosas insignificantes, poco importantes ante Dios, y descuidan
las que verdaderamente valen la pena. Jesús denuncia cómo letrados y fariseos
aparentan una pretendida fidelidad a Dios hasta en lo mínimo, mientras omiten
lo esencial, el amor al prójimo, explicitado en “justicia, buen corazón y
lealtad”.
Jesús
quiere que la fidelidad a las observancias cultuales sea el reflejo de una fiel
observancia del amor a los demás, durante toda la vida.
Estos
defectos no eran exclusivos de los fariseos de hace dos mil años. También hoy
podemos caer en la misma trampa.
En
la vida hay cosas de poca importancia, y otras que verdaderamente valen la pena
que les prestemos más atención. El llamado de Jesús es que no se descuiden
tampoco las cosas pequeñas. A cada cosa hay que darle la importancia que tiene,
ni más ni menos. En los detalles de las cosas pequeñas también puede haber amor
y fidelidad. Aunque haya que dar más importancia a las grandes.
Y
del mismo modo podemos caer en el error de los fariseos, cuando sólo cuidamos
la apariencia exterior y hacemos las cosas para que nos vean, nos alaben, o
damos más importancia al parecer que al ser. Si nuestra vida de fe se reduce a
ritos externos que no modifican nuestra conducta.
Si
cuidamos excesivamente la apariencia exterior, corremos el riesgo de no
reconocer que por dentro podemos estar llenos de «robo y desenfreno».
Jesús
nos repite, hoy también, que el culto exterior tales como la purificación de la
“copa y del plato” tiene menos importancia que la pureza interior.
Al
discípulo no se le pide una perfección artificial e impecable sino la
coherencia del esfuerzo por una vida que se comprometa en la búsqueda y el
trabajo por la justicia propia del reino. El reino no es apariencia sino una
vida realizada en la verdad, que se construye con esfuerzo día a día en la cual
cada detalle es importante.
Ser
discípulo significa, testimoniarlo en la vida cotidiana con coherencia, con
claridad, con humildad, con gozo y con valentía. El discípulo de Jesucristo ha
de comprometerse con coherencia de vida y de acción, en la transformación de la
realidad en el ámbito político, económico, laboral, cultural y social de modo
que celebre en la fe, la liberación que Cristo va operando en el mundo.
Para discernir
¿Me
quedo en lo accesorio de la fe o trato que toque la raíz de mi vida?
¿Qué
tipo de perfección busco?
¿Qué
lugar le doy a la gracia y qué lugar al esfuerzo?
Repitamos a lo largo de este día
Tus
palabras son espíritu y vida
Para la lectura espiritual
…”Caminar
tras los pasos de Jesús conduce siempre a la obediencia al Padre que marca
totalmente la vida de Jesús, y sin la cual ésta permanecería absolutamente
inaccesible. En esta obediencia echa también sus raíces la particular amistad
de Jesús con los hombres, su presencia junto a los marginados y los humillados,
los pecadores y los perdidos. La imagen de Dios que brota en la pobreza de la
obediencia de Jesús, en el abandono total de su vida al Padre, no es, de hecho,
la imagen de un Dios tirano que humilla; tampoco es la imagen de Dios como
exaltación del dominio y de la autoridad terrenos. Es la imagen luminosa de
Dios que levanta y libera, que introduce a los culpables y a los humillados en un
nuevo y prometedor futuro y sale a su encuentro con los brazos abiertos de su
misericordia. Una vida tras los pasos de Jesús es una vida que se sitúa en esta
pobreza de la obediencia de Jesús. En la oración nos atrevemos a practicar esta
pobreza, el abandono sin cálculos de nuestra vida al Padre. De este
comportamiento brota el vivo testimonio del Dios de nuestra esperanza en el
centro de nuestro mundo.
El
precio que debemos pagar por este testimonio es alto, el riesgo de esta
obediencia es grande: conduce a una vida con muchos frentes. Jesús no fue ni un
loco ni un rebelde, pero es seguro que fue algo parecido a ambos, hasta
confundirse con ellos. Por último, fue escarnecido por Herodes como si fuera un
loco, y enviado a la cruz por sus paisanos como rebelde. El que le sigue, el
que no teme la pobreza de la obediencia, el que no aleja de sí el cáliz, debe
contar con ser víctima de esta confusión y de acabar en todos los frentes –y de
modos siempre nuevos cada vez más”…
Sínodo de
Wurzburg, «Nuestra esperanza en eI Reino” documento 6 [1976]
Para rezar
Gracias
Padre, porque tomas nuestras vidas en serio,
cuando
viniste a nosotros,
fue
para trabajar con tus manos de hombre
y
para hablarle al pueblo de todos los días.
Tú
no creaste el universo
fuera
de nuestra historia,
sino
que, humildemente, abriste una brecha
en
nuestro trabajo diario.
Creemos
que
hoy como, siempre,
Tú
vienes y estás presente
donde
quiera que los hombres realicen
su
trabajo humano con la fe de la esperanza.
Permítenos,
pues, contar para ti
el
canto diario de nuestra vida
y
bendecirte
con
las sencillas palabras de nuestra fe.
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