18
de julio de 2019 TO - JUEVES DE LA XV SEMANA
Vengan a mí
los que están afligidos y agobiados
Lectura
del libro del Éxodo 3, 13-20
Moisés,
después de oír la voz del Señor que le hablaba desde la zarza, dijo a Dios: «Si
me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a
ellos, me preguntarán cual es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?»
Dios
dijo a Moisés: «Yo soy el que soy.» Luego añadió: «Tú hablarás así a los
israelitas: “Yo soy” me envió a ustedes.» Y continuó diciendo a Moisés: «Tú
hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi
nombre para siempre, y así será invocado en todos los tiempos futuros. Ve a
reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: “Yo los he
visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por eso decidí librarlos
de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos,
los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, a una
tierra que mana leche y miel.”
Ellos
te escucharán, y tú irás a presentarte ante el rey de Egipto, junto con los
ancianos de Israel. Entonces le dirás: “El Señor, el Dios de los hebreos, vino
a nuestro encuentro. Y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el
desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios.”
Ya
sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza.
Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto, realizando ante ellos toda
clase de prodigios. Así él los dejará partir.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
104, 1 y 5. 8-9. 24-25. 26-27 (R.: 8a)
R. El
Señor se acuerda eternamente de su alianza.
¡Den
gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan
conocer entre los pueblos sus proezas;
recuerden
las maravillas que él obró,
sus
portentos y los juicios de su boca! R.
El
se acuerda eternamente de su alianza,
de
la palabra que dio por mil generaciones,
del
pacto que selló con Abraham,
del
juramento que hizo a Isaac. R.
El
Señor hizo a su pueblo muy fecundo,
más
fuerte que sus mismos opresores;
cambió
el corazón de los egipcios,
para
que sintieran odio por su pueblo
y
trataran con perfidia a sus servidores. R.
Luego
envió a Moisés, su servidor,
y
a Aarón, que era su elegido;
por
su intermedio realizó prodigios,
hizo
portentos en la tierra de Cam. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
Jesús
tomó la palabra y dijo:
Vengan
a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen
sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
En
Egipto en medio de toda clase de dioses era fácil que los hebreos hubiesen
adoptado, en parte, la idolatría ambiental. Dios se revela como el único
verdadero y se une así a la gran tradición de los patriarcas, quizá algo
olvidada. El nombre para los hebreos indica, «el ser» profundo.
Dios
no es una realidad imprecisa, impersonal, una cosa vaga. Tiene un «nombre», es
alguien vivo. «Yavhé» se revela a Moisés diciendo: “Yo soy el que soy”, reúne a
los ancianos de Israel … y diles que he decido sacarlos de la opresión egipcia.
«Yo soy», «soy el que estoy ahí para», «soy el que estoy cerca». Es el Dios de
los patriarcas, el Dios de la promesa, el que ha decidido estar siempre
ayudando a su pueblo, en el pasado y en el futuro. Por eso ahora se dispone a
su liberación. El nombre de Dios se nos revela, no en los libros, sino en la
historia. Dios es el «ser que posee su existencia en sí mismo», la roca sólida,
el único que existe verdaderamente. Y este Nombre es una garantía. «¡Aquél que
ha enviado a Moisés, es la Roca!»
El
Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios “fiel”, que cumple sus promesas;
ha visto lo que les han hecho en Egipto, donde se los oprime y ha decidido
llevarlos al país de los cananeos, país que mana leche y miel.
Dios,
es un Dios comprometido en la historia, un Dios que interviene para «crear»,
«salvar», «reunir». El pueblo de Israel debe saber, y nosotros también, que
Dios está siempre, en los días de prosperidad y en días de infortunio, y ese
Dios quiere nuestra liberación.
***
El
pueblo estaba agobiado por la infinita carga de las prescripciones religiosas.
La confusión que les producía, su falta de conocimiento de la implicancia de
los preceptos de la Escritura, sumado al analfabetismo y a la falta de
formación, hacían de la Palabra revelada por Dios en el Antiguo Testamento, una
carga insoportable. Los doctores de la ley imponían obligaciones difíciles de
cumplir, que eran como esos “yugos” duros y mal trabajados, que los labradores
ponen sobre el cuello de las bestias y que lastiman su piel.
Jesús
continúa mostrando su preocupación por los que ocupan el primer lugar en su corazón:
los pequeños, los humildes, los pobres, los que sufren, los hambrientos, los
enfermos, los desgraciados; todos los que están rendidos y agobiados. Por eso
les dice que se acerquen, que vayan hacia Él que los aliviará.
Jesús
ofrece darles respiro, una pausa para que la carga sea más “llevadera”.
Presenta la imagen del pobre hombre que lleva una carga abrumadora, y que se
detiene para depositar junto a Él su carga, para tomarla luego de nuevo, y
continuar su marcha. Es la imagen de todo aquel que lleva un peso tan grande
que necesita descansar unos momentos antes de reemprender su camino.
Esto
es lo que Jesús quiere hacer por nosotros, aliviarnos, confortarnos, hacernos
más ligeros, libres y seguros. Jesús invita a cargar con su yugo que es suave y
su carga ligera. Invita a ser sus discípulos; aprender de Él, que es manso y
humilde para encontrar alivio. El “yugo” de Jesús no es una carga que aplaste y
lastime.
El
yugo que propone Jesús, se resume en un incondicional amor al prójimo, fruto de
la experiencia de Dios como Padre. Para esto es necesario aprender de Él siendo
su discípulo. Siguiendo a Jesús, la alianza y la ley del Señor; la Torah y los
mandamientos de la voluntad de Dios, ya no son un yugo opresor y duro, sino que
generan la gozosa paz prometida a los que aman y por eso crecen en libertad.
El
yugo que carga el discípulo, ya no es un sistema legal para cumplir, sino
seguir a Jesús, el Hijo, que revela la voluntad de Dios; y la realiza plena y
definitivamente en el servicio, el amor y la alegría.
Esto
no significa que no sea un estilo de vida exigente. Su programa incluye
renuncias, cargar con la cruz. Pero para eso nos promete su ayuda. Asumimos la
propuesta del reino, cargamos con la cruz pero en su compañía, Él está con
nosotros y nos ayuda a superar nuestras luchas y dificultades. Sabe de las
caídas y debilidades de sus discípulos, pero se muestra siempre cercano,
comprensivo, dispuesto a ayudar y perdonar. No nos quiere seguidores con el
temor de los esclavos, sino con el amor y la alegría de los hijos que se saben
amados.
Aprender
de su mansedumbre y humildad de corazón, significa saberse pobre y saber
comprender a los pobres, a los humildes, a los descarriados. Jesús padece con
nosotros asumiendo en todo nuestra vida, porque es el enviado de Dios, el
Mediador, que viene a salvar a los hombres. Jesús llama a sí, a todos los que
necesitamos de salvación; a los que gemimos bajo la carga de la vida. La moral
sin alegría y torturante del fariseísmo, se convierte en gozoso servicio,
producido por la cercanía de la presencia de Dios. Las exigencias, sólo se
comprenden desde la felicidad del seguimiento de Jesús, tal como se proponen en
las bienaventuranzas.
Primero
es evangelio y sólo después ley. Siempre habrá en el mundo yugos pesados y
cargas aplastantes. Jesús al revelarnos que somos aceptados tal como somos,
angustiados y desgarrados, nos tranquiliza; y da un sentido a nuestro andar. En
adelante sabemos que estamos en Dios, porque Él mismo ha querido estar en
nosotros, sea cual fuere nuestra debilidad y nuestro pecado.
Los
discípulos hallaremos la paz y el alivio, no porque Jesús no sea exigente, sino
porque Jesús nos da la alegría de sentirnos salvados y amados por El; y esta
relación personal hace que el yugo sea suave y la carga, ligera.
PARA DISCERNIR
¿Dónde
ubico la valoración de mi vida?
¿Me
siento decepcionado de mí mismo?
¿Cuál
es la meta de la carrera de la vida en la que me encuentro?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
Tu
yugo es suave y tu carga liviana
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré»
…”El
Señor ama a los hombres, pero permite que sean probados. De esta manera pueden
reconocer su impotencia y humillarse y, gracias a su humildad, recibir el Santo
Espíritu. Y con el Santo Espíritu todo va bien, todo se llena de gozo… El
humilde estará contento con todo lo que le pueda suceder, porque el Señor es su
riqueza y su gozo; todos los hombres quedarán sorprendidos de la belleza de su
alma.
Tú
dices: «Mi vida está llena de sufrimientos». Pero yo te contestaré, o mejor
dicho, será el mismo Señor el que te dirá: «Se humilde y verás como tus pruebas
se cambian en descanso», hasta el punto que te sorprenderás de ti mismo y te
dirás: « ¿Por qué en otro tiempo estaba yo tan atormentado y afligido?» Ahora
eres feliz porque has llegado a ser humilde y has recibido la gracia divina;
ahora, incluso cuando te encontraras solo con tu pobreza, el gozo no te
abandonará porque tienes en tu alma la paz que nos prometió el Señor cuando
dijo: «Mi paz os doy» (Jn 14,27). Es de esta manera que el Señor da su paz a
todas las almas humildes”…
San Silvano
(1866-1938), monje ortodoxo – Escritos�
PARA REZAR
La
fuerza de la Vida
Creo
en un Dios impotente,
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
Creo
en un Dios ¡tan vecino!
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
Ceo
en un Dios sin poder,
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
Creo
en un Dios impotente,
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
Creo
en un Dios
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
Creo
en un Dios novedoso,
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
Creo
en un Dios generoso,
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
Creo
en un Dios que no puede,
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
Anónimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.