20
de junio de 2019 – TO - JUEVES DE LA XI SEMANA
Cuando oren
digan así
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 11, 1-11
Hermanos:
¡Ojalá
quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo
estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único
Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura. Pero temo que, así
como la serpiente, con su astucia, sedujo a Eva, también ustedes se dejen
corromper interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo.
Si
alguien viniera a predicarles otro Jesucristo, diferente del que nosotros hemos
predicado, o si recibieran un Espíritu distinto del que han recibido, u otro
Evangelio diverso del que han aceptado, ¡ciertamente lo tolerarían! Yo pienso,
sin embargo, que no soy inferior a esos que se consideran «apóstoles por
excelencia.» Porque, aunque no soy más que un profano en cuanto a la
elocuencia, no lo soy en cuanto al conocimiento; y esto lo he demostrado en
todo y delante de todos.
¿Acaso
procedí mal al anunciarles gratuitamente la Buena Noticia de Dios, humillándome
a mí mismo para elevarlos a ustedes? Yo he despojado a otras Iglesias,
aceptando su ayuda, para poder servirlos a ustedes. Y cuando estaba entre
ustedes, aunque me encontré necesitado, no fui gravoso para nadie, porque los
hermanos que habían venido de Macedonia me proveyeron de lo que necesitaba.
Siempre evité serles una carga, y así lo haré siempre.
Les
aseguro por la verdad de Cristo que reside en mí, que yo no quiero perder este
motivo de orgullo en la región de Acaya. ¿Será acaso porque no los amo? Dios lo
sabe.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
110, 1-2. 3-4. 7-8 (R.: 7a)
R. Las
obras de tus manos, Señor, son verdad y justicia.
Doy
gracias al Señor de todo corazón,
en
la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes
son las obras del Señor:
los
que las aman desean comprenderlas. R.
Su
obra es esplendor y majestad,
su
justicia permanece para siempre.
El
hizo portentos memorables,
el
Señor es bondadoso y compasivo. R.
Las
obras de sus manos son verdad y justicia;
todos
sus preceptos son indefectibles:
están
afianzados para siempre
y
establecidos con lealtad y rectitud. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
Jesús
dijo a sus discípulos:
Cuando
oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar
serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo
sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes
oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el
cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos
del mal.
Si
perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los
perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los
perdonará a ustedes.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
A
partir de este capítulo nos encontramos con una segunda carta a los Corintios
de tono enérgico. Unos predicadores judaizantes están sembrando cizaña en
Corinto y acusan a Pablo de tener una doctrina demasiado abierta y poco
respetuosa de la tradición judía, pero lo peor es que la comunidad, que a Pablo
le había costado tanto fundar, escucha a esos que él llama irónicamente «súper
apóstoles».
La
oposición que Pablo tiene que combatir, va más allá las acusaciones hechas a su
persona, y toca la realidad misma de su ministerio. Se lo acusa de ser un
hombre débil y sin carácter, que sólo se mostraba fuerte y enérgico por escrito
y de lejos. Pablo se enoja y amenaza con ser duro y severo cuando esté
presente. Pero, lo que más le duele a Pablo, es ver que es despreciada su
predicación y que se pone en discusión su autoridad de apóstol.
Por
eso dejará bien en claro que la fuerza de su predicación, no radica en la
belleza de las palabras, sino en el conocimiento y la fuerza de Dios, que es lo
único que puede acreditar al verdadero apóstol. En segundo lugar dirá que por
mucho que otros se llamen apóstoles, no hay otra realidad que la que él les ha predicado.
Y en tercer lugar, Pablo dejará asentado que no desprecia ninguna expresión
cultural, pero tampoco toma ninguna como absoluta.
***
Jesús
acaba de condenar el modelo de oración que se hace por ostentación. Su deseo,
es que sus discípulos pasen a un modelo de oración distinto, al que vienen
acostumbrados. Aconseja a sus seguidores que su oración, no sea con muchas
palabras, porque Dios ya conoce lo que le vamos a decir.
Jesús
nos deja un modelo de oración: el Padrenuestro. Esta oración es como el resumen
de la espiritualidad del Antiguo y del Nuevo Testamento sobria y equilibrada.
Mateo pone el Padrenuestro en contraste con la oración de los paganos que se
caracterizaba por la acumulación de largas y tediosas fórmulas donde se
amontonaban los calificativos de Dios. Mateo destaca, en cambio, de una manera
positiva, el Padrenuestro como una oración breve.
Primero,
nos lleva a pensar en Dios, que es nuestro Padre: su nombre, su reino, su
voluntad. Nos invita a mostrar nuestro deseo de sintonizar con Dios. Luego pasa
a nuestras necesidades: el pan de cada día, el perdón de nuestras faltas, la
fuerza para no caer en tentación y vencer el mal. El Padrenuestro a pesar de
ser tan breve; es una síntesis de todo lo que Jesús vivió y sintió respecto de
Dios, del mundo y de su pueblo.
El
Padre nuestro se divide en dos partes. La primera tiene como centro al Padre y
la segunda a la comunidad.
En
la primera parte, la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad
entera. Al comenzar diciendo «Padre nuestro», Jesús marca un estilo de
petición. Existe una relación comunitaria de los discípulos con Dios, ya no es solamente
individual. Son los hijos, o los miembros del reino, los que se dirigen a Dios
como Padre porque Él es el único que merece ese nombre.
La
expresión, «que estás en los cielos», no aleja al Padre de sus hijos, sino que
indica la trascendencia y la invisibilidad de Dios.
La
comunidad pide que la humanidad reconozca a Dios como Padre. Antes que pensar
en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.
La
comunidad tiene experiencia del reinado de Dios, por eso pide que se extienda a
todo hombre. Pide, porque sabe que es ella la que, con su modo de vida, hace
presente en el mundo el mensaje de salvación. Pide fidelidad al mensaje de las
bienaventuranzas, y a la práctica de esta novedad de vida.
La
comunidad pide que se cumpla el designio de Dios, designio histórico de Dios
sobre la humanidad: llevar a su plenitud la ley y realizar la obra redentora.
La
decisión de la salvación está tomada por Dios, pero tiene que realizarse en la
tierra. Le pedimos a Dios que lo que Él ya ha decidido en el cielo, se realice
en la tierra. La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación
es la misión que Jesús le confía.
En
la segunda parte la comunidad reza por sí misma. La palabra «pan», es
equivalente a alimento. «El pan del mañana» hace referencia al banquete
mesiánico final. Jesús describió su presencia con los discípulos como un
banquete de bodas, en contrapartida a la tristeza del ayuno practicado por los
discípulos de Juan y los fariseos. Se pide que el gozo de ese momento, lo pueda
experimentar esta comunidad presente.
En
la petición del perdón de las ofensas aparece una exigencia para la comunidad.
El perdón del Padre está condicionado al perdón mutuo, expresión del amor.
Quien se cierra al amor de los otros se cierra al amor de Dios, que se
manifiesta en el perdón. La división en la comunidad impide la presencia en
ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continúa de ese amor
que se traduce en el perdón mutuo. En los deudores quedan incluidos los
enemigos y perseguidores.
«No
nos dejes caer en la tentación», remite a las tentaciones de Jesús en el
desierto, no se trata de una tentación única y determinada. El sentido de
«tentación» se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían
desviar su mesianismo. La comunidad puede experimentar en su misión, que
continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: usar sus dones para
propio beneficio sin atender al plan de Dios; caer en la irresponsabilidad,
pero, sobre todo, caer en la tentación de la gloria y el poder.
En
la petición final del Padrenuestro, rogamos que el Padre no permita que la
comunidad ceda a las seducciones del Malo que es la personificación del poder
del mundo.
Insiste
Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad asegura la
experiencia del amor del Padre y es condición para su existencia. No es que
Dios se niegue a perdonar; es el hombre que no perdona, quien se hace incapaz
de recibir el amor.
Esta
oración nos debe ir afirmando en nuestra condición de hijos para con Dios, y
también en nuestra condición de hermanos de los demás, dispuestos a perdonar
cuando haga falta, porque todos somos hijos del mismo Padre.
El
Padre Nuestro no es la oración institucionalizada. A Dios nadie lo puede
encerrar en palabras. Dios lo desborda todo. Lo que quiere Jesús con el “Padre
Nuestro” es que confrontemos nuestra vida personal y comunitaria con su
proyecto original: que con nuestro proceder, hagamos que el Reino de Dios se
desarrolle y crezca.
Para discernir
¿Qué
rezo cuando rezo el Padre nuestro?
¿Qué
experimento ante cada una de las peticiones?
¿Qué
relación hay entre la oración del Señor y mi proyecto de vida en la fe?
Repitamos a lo largo de este día
Padre,
venga tu Reino
Para la lectura espiritual
…”La
primera parte del Padre nuestro va, de una manera atrevida, del tú al Dios que
se ha revelado como amor. Se trata de una oración de agradecimiento llena de
júbilo por el hecho de que podamos llamar, amar y alabar de manera confiada al
Santísimo como Nuestro Padre y como nuestro tú. Expresa el compromiso de
verificar nuestras aspiraciones y nuestras acciones, a fin de ver si y hasta
qué punto se toman en serio y honran el nombre del Padre y nuestra vocación de
hijos a hijas suyos. Y, no por último, nos pone sobre todo frente a nuestra
misión de promover, para honor del único Dios y Padre, la paz y la solidaridad
salvífica entre todos los hombres [...].
Recitar
el Padre nuestro significa preguntarse por la seriedad con la que tomamos,
intentamos comprender y confesamos con actos concretos el plan salvífico de
Dios. Un rasgo fundamental e imprescindible del compromiso que hemos asumido en
virtud del Espíritu Santo y con la mirada puesta en el Hijo predilecto es el de
amar a Dios en todo y por encima de todo y cumplir su voluntad santa y amorosa.
La
segunda parte del Padre nuestro, habla del amor al prójimo en unión con Jesús.
Se trata del «Nosotros», de vivir de manera radical la solidaridad salvífica de
Jesús con todos los hombres y en todos los campos de la vida. La conciencia
adquirida de que la recitación del Padre nuestro nos introduce, de manera
semejante al bautismo de Jesús en el Jordán, en la vida trinitaria de Dios, así
como nuestra opción fundamental en favor de la solidaridad salvífica en todos
los campos, nos ayudarán, sin la menor duda, a conferir un perfil cada vez más
claro y convincente a nuestro programa de vida”…
B. Häring, II
Padre nuestro.
Alabanza,
oración programa de vida, Brescia 1995.
Para rezar
Este
es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir
en tu amor ser tus hijos
y
contemplar tu rostro,
tal
como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.
Ahora
sabemos que la santidad a la que nos llamas
está
amasada de vida diaria, de trabajo,
de
alegrías y penas,
de
un caminar constante hacia un mundo nuevo
que
renace a su liberación y a la paz definitiva.
Porque
esta santidad no nos saca del mundo
sino
que nos hace vivir en plenitud
dando
sentido a nuestra vida
para
volcarnos a un gran proyecto:
una
nueva humanidad.
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