13
de junio de 2019 – TO – JUEVES DE LA X SEMANA
Vivan una
justicia superior
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 3, 15-4, 1. 3-6
Hermanos:
Hasta
el día de hoy un velo les cubre la inteligencia siempre que leen a Moisés. Pero
al que se convierte al Señor, se le cae el velo. Porque el Señor es el
Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros,
en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria
del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez
más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu.
Por
eso, investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos
desanimamos. Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para
aquellos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo
les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el
Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.
Porque
no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros
no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús.
Porque
el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que
hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento
de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
84, 9ab y 10. 11-12. 13-14 ( R.: cf. 10b)
R. La
gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Voy
a proclamar lo que dice el Señor:
el
Señor promete la paz,
la
paz para su pueblo y sus amigos.
Su
salvación está muy cerca de sus fieles,
y
la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El
Amor y la Verdad se encontrarán,
la
Justicia y la Paz se abrazarán;
la
Verdad brotará de la tierra
y
la Justicia mirará desde el cielo. R.
El
mismo Señor nos dará sus bienes
y
nuestra tierra producirá sus frutos.
La
Justicia irá delante de él,
y
la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
Jesús
dijo a sus discípulos:
Les
aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los
escribas
y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes
han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser
llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra
su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta,
merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de
fuego.
Por
lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que
tu
hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a
reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata
de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas
caminando
con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y
te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último centavo.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Pablo
tuvo como estrategia básica de evangelización, durante años enteros, cada vez
que llegaba a un lugar comenzar su obra de predicación en las sinagogas,
básicamente con un anuncio maravilloso: “las promesas hechas a nuestros padres
han sido cumplidas en Jesucristo, muerto y resucitado”.
En
este texto vemos como Pablo prosigue su propia defensa frente a los ministros
de la Antigua Alianza. Se defiende porque se le ataca y acusa: pero toda su
argumentación descansa sobre Cristo y no sobre Si mismo. Pablo utiliza aquí un
argumento comprensible para los judíos que le atacaban. En la Biblia, en
efecto, se presenta a Moisés bajando del Sinaí cubierto con un velo para
ocultar el resplandor de su rostro luminoso por el contacto de Dios. Pablo saca
de ello otra conclusión: los judíos están siempre bajo ese velo porque es
oscuro su entender la Palabra de Dios.
Hoy
todavía, cuando se lee la ley de Moisés, un «velo» se extiende sobre el corazón
de los que escuchan… Pero si nos volvemos al Señor, el velo se levanta.
Sólo
en Cristo se comprenden la Escritura y la historia, sólo él puede descorrer el
velo. «El Señor es espíritu», es decir, solamente en el Señor se produce
liberación de la letra y de la ley.
Los
judíos leen la misma Escritura que nosotros, pero no la acaban de entender con
claridad. A nosotros Jesús nos ha «revelado», «desvelado» el sentido de la
historia y de la voluntad de Dios.
Pablo
se llama a sí mismo ministro del espíritu y, por lo tanto lo vive con toda
libertad, sin ataduras, como es propio del tiempo nuevo comenzado. Donde hay el
Espíritu del Señor hay libertad. No estamos atados a los que interpretan la
vida del hombre como una simple casualidad en la cadena evolutiva. No somos
fruto de un mecanismo ciego, sino de un amor que nos quiere personalmente. Por
eso es valiosa cada vida humana. No somos esclavos de nuestra tendencia a la
búsqueda de egoísta de nosotros mismos, sino que en el amor encontramos el
verdadero camino para nuestra realización personal y felicidad.
***
Jesús,
con la autoridad del profeta definitivo enviado por Dios, y sirviéndose de
antítesis muy claras, plantea a sus discípulos seis antítesis que comportan una
nueva manera de pensar con relación a la mentalidad vigente sobre la ley. Las
actitudes del Antiguo Testamento ahora deben ser perfeccionadas: «Si no son
mejores que los letrados y los fariseos…».
Con
la palabra “justicia” Mateo quiere indicar la fidelidad de los discípulos a la
ley de Dios, fidelidad nueva, que se hace posible y urgente gracias a la
interpretación autorizada de la ley que ofrece Jesús.
El
discípulo de Jesús es fiel a la ley e incluso debe cumplirla hasta sus
consecuencias más radicales, pero no con el espíritu de los fariseos que habían
caído en el legalismo exterior y se contentaban con cumplir el mínimo
indispensable.
La
vivencia que propone Jesús de la ley abarca no solamente las acciones culpables
sino la raíz de donde brotan esas acciones: el sentimiento e interioridad del
ser humano.
Esta
interpretación mucho más radical e interior de la ley está fundamentada en una
relación personal con el Padre y desborda las exigencias de la misma ley a
través de un amor vivido en plenitud.
Han
oído que se mandó a los antiguos: No matarás… Pues Yo les digo: Todo el que
trate con ira a su hermano será condenado por el tribunal. Este primer ejemplo
de “cumplimiento” de la Ley antigua es ya una fidelidad dado que prohibiendo
matar, la Ley quería ya conducir al hombre a una menor violencia y a un mayor
amor. Pero Jesús pide un cambio total: pasar de la práctica formalista a una
actitud de interiorización. Lo que corrompe el interior del corazón humano no
es el gesto de matar, ya que se puede matar sin querer, sino el odio. Podemos
ser verdaderos homicidas de nuestros hermanos sin derramamiento de sangre.
La
piedad hacia Dios no es verdadera si no la precede el amor a los hermanos. La
fraternidad verdadera en la vida cotidiana es prioritaria al servicio cultual
de Dios; o mejor aún, es el servicio que Dios espera en primer lugar.
En
una cultura generadora de muerte física de hombres y mujeres a causa de la
violencia y la injusticia el Maestro, que nos invita a hacer cosas “mayores”,
que parten de una actitud distinta. Cosas mayores que, paradójicamente, parten
de las menores y más pequeñas. Jesús quiere que cuidemos nuestras actitudes
interiores, que es de donde proceden los actos externos. No dar lugar al odio,
al desprestigio, a la mentira, a los insultos y las discriminaciones, a fin de
que reconstruyamos, desde el Evangelio, nuevas relaciones fraternas basadas en
perdón y en la convivencia social.
Todo
esto, sólo lo puede movilizar un gran amor. San Pablo dice: “No adulterarás, no
matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en
esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. La caridad es, por tanto,
la ley en su plenitud». Sólo la caridad hacia el prójimo hasta el mínimo
detalle será la mejor y más auténtica ofrenda al Dios.
Ser
obradores de paz, tratar bien a todos, callar en el momento oportuno, decir palabras
de ánimo, saludar también al que nos niega el saludo, saber perdonar, son las
actitudes del discípulo del Reino que ha sido llamado a ser que sal de la
tierra y luz del mundo, desde la vigencia de las bienaventuranzas.
Para discernir
¿Qué
sal puedo aportar en para la construcción del Reino?
¿Soy
luz delante de mis hermanos?
¿Descubro
la necesidad de vivir este llamado con generosidad? ¿Dónde? ¿Cuándo?
Para rezar
Señor,
hazme sencillo y humilde
¡Oh, Señor! Dame la salud del cuerpo, junto con la intención de
conservarla.
Dame
una buena digestión, y también alguna que otra cosa para digerir.
¡Oh,
Señor! Dame un alma santa, que tenga ojos para la belleza y la
pureza, para que ésta no se espante al ver el pecado, sino que sepa
enderezar la situación.
pureza, para que ésta no se espante al ver el pecado, sino que sepa
enderezar la situación.
Dame
un alma que no conozca el aburrimiento, la murmuración, el
gemido y el suspiro, No permitas que me dé demasiada pena por esta
cosa tan deleznable que llamo Yo.
gemido y el suspiro, No permitas que me dé demasiada pena por esta
cosa tan deleznable que llamo Yo.
Señor,
dame la alegría del humorismo para que obtenga algún bien de
esta vida, y haga que los demás se puedan aprovechar de ello.
esta vida, y haga que los demás se puedan aprovechar de ello.
Así
sea.
Santo
Tomas Moro
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