27
de mayo de 2019 - LUNES DE LA VI SEMANA DE PASCUA
Ustedes serán mis testigos
Lectura
del libro de los Hechos de los Apóstoles 16, 11-15
Por
aquellos días, zarpamos de Tróade y navegamos rumbo a Samotracia; al día
siguiente, hacia Neápolis y de ahí a Filipo, colonia romana y ciudad principal
de la región de Macedonia.
En
Filipo nos quedamos unos días. El sábado salimos de la ciudad y nos fuimos por
la orilla del río hasta un sitio donde solían tenerse las reuniones de oración.
Allí nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido.
Entre
las que nos escuchaban, había una mujer, llamada Lidia, de la ciudad de
Tiatira, comerciante en púrpura, que adoraba al verdadero Dios. El Señor le
tocó el corazón para que aceptara el mensaje de Pablo. Después de recibir el
bautismo junto con toda su familia, nos hizo esta súplica: «Si están
convencidos de que mi fe en el Señor es sincera, vengan a hospedarse en mi
casa». Y así, nos obligó a aceptar.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 149, 1-6a.9b
R.
El Señor es amigo de su pueblo. Aleluya.
Entonen
al Señor un canto nuevo,
en
la reunión litúrgica proclámenlo.
En
su creador y rey, en el Señor,
alégrese
Israel, su pueblo santo. R.
En
honor de su nombre,
que
haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles.
El
Señor es amigo de su pueblo
y
otorga la victoria a los humildes. R.
Que
se alegren los fieles en el triunfo,
que
inunde el regocijo sus hogares,
que
alaben al Señor con sus palabras,
porque
en esto su pueblo se complace. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Consolador, que yo
les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del
Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde
el principio han estado conmigo.
Les
he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las
sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar
culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su
cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo».
Palabra
del Señor
Para reflexionar
Conducidos
por el Espíritu, Pablo y sus acompañantes se deciden a dejar Asia y entrar en
Europa. Y así llegan a Filipos, capital de Macedonia y empieza la misión en
Europa. Filipos era una colonia romana, con una población mayoritariamente
griega y romana. No parece que hubiera una sinagoga para los judíos, por eso
los prosélitos simpatizantes de la religión judía, se reúnen los sábados en la
orilla del río para orar.
Allí
acude Pablo y trata de convencerlos. Encuentra unas personas piadosas -sobre
todo mujeres- que se reúnen allí para rezar. Dios «abre el corazón» a una
vendedora de púrpura, llamada Lidia para que se convierta. Lidia pide el
bautismo, y ofrece la hospitalidad de su casa a los misioneros ambulantes.
Pablo habla, pero es Dios quien «dispone el corazón» a la escucha.
Pablo
se adaptaba a las circunstancias que iba encontrando. A veces predicaba en la
sinagoga, otras en una cárcel, o junto al río, o en la plaza de Atenas. Si le
echaban de un sitio, iba a otro. Si lo aceptaban, se quedaba hasta consolidar
la comunidad.
***
Continuamos
con el “discurso después de la Cena”. El tono va a cambiar porque Jesús quiere
prevenir a sus discípulos de la lucha que conocerán frente al rechazo del
mundo.
Serán
odiados por el mundo, porque el mundo ama a los suyos, y los discípulos de
Jesús, en principio, aunque «están en» el mundo, «no son del» mundo. Este
sufrimiento de los cristianos se ve como una continuación del mismo de Cristo,
a quien tampoco lo aceptó el mundo. A ellos también los perseguirán, porque el
siervo no puede ser más que el Señor. Jesús quiere que cuando llegue esa hora
no se tambalee su fe, sino que «se acuerden de lo que les había dicho».
Serán
marginados y llegarán a darles muerte. Sin embargo, Dios defenderá a los suyos.
Jesús envía otro ‘Defensor”: su Espíritu. El Espíritu de verdad que procede del
Padre, dará “testimonio” de mí.
El
Espíritu descubrirá la verdad sobre los acontecimientos de la vida de Cristo. Y
los Apóstoles también darán testimonio de Cristo ya que estuvieron con El desde
un principio. Es misión del Espíritu Santo revelar a los Apóstoles toda la
verdad. Porque procede del que es verdadero por esencia, trae la energía
creadora y salvadora de la verdad, del amor y del perdón. Las verdades se
convierten en realidades de vida para quien lo recibe.
Este
Espíritu de la Verdad dará testimonio de Jesucristo, es decir, hará que muchos
hombres, a lo largo de los siglos, aceptemos su Palabra, confesemos esta verdad,
recibamos su salvación, nos integremos a la comunidad de sus discípulos con
todas las consecuencias que esto conlleva: exponerse, arriesgarse, dar la cara,
sufrir.
“Testigo”
aparece precisamente con el sentido de “mártir”; dar la vida es el gran testimonio,
confesar con la sangre la Verdad. No solamente la muerte por Cristo sino
también la vida cristiana vivida con todas sus consecuencias tiene un valor de
“martirio” y por eso de testimonio.
Dar
testimonio de Cristo en nuestro ambiente, siendo de palabra y de obra fieles a
su estilo de vida y a sus enseñanzas, es hacer de la vida, historia de
salvación. El Espíritu Santo está con nosotros. Es Él quien nos da la fuerza
que necesitamos.
Para discernir
¿Me
rebelo ante la no aceptación del mensaje que es luz para mi vida?
¿MI
fe se opaca o atemoriza ante la incomprensión de los demás?
¿Me
animo a mostrarme distinto?
¿Me
mantengo firme en mi credo aunque el entorno claudique?
Repitamos a lo largo de este día
El
Espíritu de la verdad dará testimonio sobre mí
Para la lectura espiritual
…El libro de los
Hechos, que hemos ido leyendo en el Tiempo Pascual, nos ha narrado una sucesión
de persecuciones, detenciones, azotes, y hasta la muerte, como la de Esteban.
A lo largo de
los dos mil años, ha seguido la misma tónica. Como al Señor le crucificaron, a
sus fieles los han crucificado de mil maneras. Si la comunidad de Jesús, fiel
al Evangelio de su Maestro, da testimonio de justicia o de amor, o defiende
valores que no son los que la sociedad defiende, o denuncia situaciones que se
dan contra la dignidad humana o contra la voluntad de Dios, es lógico que sea
odiada, porque resulta incómoda. A veces será perseguida hasta la muerte, y
otras, desprestigiada, ignorada, impedida en su misión. La palabra griega para
decir «testigo, testimonio» es la de «mártir, martiría». Dar testimonio del
Evangelio de Jesús comporta muchas veces sufrimiento y martirio. Pero también
ahora tenemos la ayuda del Espíritu, el abogado, el defensor. Con su fuerza
podemos librar la batalla entre el bien y el mal, y permanecer fieles a Cristo
en medio de un mundo que a veces se muestra claramente contrario a su
Evangelio, y dar testimonio de Cristo en nuestro ambiente, siendo de palabra y
de obra fieles a su estilo de vida y a sus convicciones.
Si celebramos
bien la Pascua -y estamos en su sexta semana- ése debe ser uno de los signos de
que nos estamos dejando comunicar la vida nueva del Resucitado y de su
Espíritu: la valentía en dar testimonio de Jesús…
J. Aldazabal.
Enséñame tus caminos 3.
El Tiempo
Pascual día tras día. Barcelona 1997. Págs. 122-124
Para rezar
La
coherencia (a propósito de San Juan Pablo II)
La coherencia no
se compra,
la coherencia no
se estudia en ninguna carrera.
La coherencia se
va labrando
en el corazón
con la adoración,
con la unción al
servicio de los demás
y con la
rectitud de conducta.
Sin mentiras,
sin engaños, sin doblez.
Jesús dijo de
Natanael una vez
cuando venía
caminando:
«Aquí tienen a
un israelita derecho,
sin doblez».
Creo que lo podemos
decir de Juan Pablo,
el coherente.
Pero era
coherente porque se dejó cincelar
por la voluntad
de Dios.
Se dejó humillar
por la voluntad de Dios.
Dejó que
creciera en su alma
esa actitud
obediencial que tuvo
nuestro padre
Abraham
y desde allí
todos los que lo siguieron.
Recordamos a un
hombre coherente
que una vez nos
dijo que este siglo
no necesita de
maestros,
necesita de
testigos,
y el coherente
es un testigo…
Card.
Jorge Bergoglio.
Papa
Francisco
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