5
de abril de 2019 – T. de cuaresma – VIERNES DE LA IV SEMANA
Sean misericordiosos como el Padre
Lectura
del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22
Los
impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente:
«Tendamos
trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos
echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la
enseñanza recibida. El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a
sí mismo hijo del Señor.
Es
un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos
resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por
caminos muy diferentes. Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros
caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los
justos y se jacta de tener por padre a Dios.
Veamos
si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final. Porque
si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus
enemigos.
Pongámoslo
a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su
paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo
visitará.»
Así
razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido. No
conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni
valoran la recompensa de las almas puras.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
33, 17-18. 19-20. 21 y 23 (R.: 19a)
R. El
Señor está cerca del que sufre.
El
Señor rechaza a los que hacen el mal
para
borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando
ellos claman, el Señor los escucha
y
los libra de todas sus angustias. R.
El
Señor está cerca del que sufre
y
salva a los que están abatidos.
El
justo padece muchos males,
pero
el Señor lo libra de ellos. R.
El
cuida todos sus huesos,
no
se quebrará ni uno solo.
Pero
el Señor rescata a sus servidores,
y
los que se refugian en él no serán castigados. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30
Jesús
recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban
matarlo.
Se
acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la
fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos
de Jerusalén decían: «¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren como
habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que
es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio,
cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es.»
Entonces
Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó:
«
¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por
mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió.»
Entonces
quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no
había llegado su hora.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
En
la primera lectura, el profeta nos presenta cómo las fuerzas del mal,
encarnadas en los impíos, quieren ahogar la fuerza de Dios que se manifiesta en
la vida de los justos. Es el conflicto de siempre, que pasa por el mismo
corazón del hombre. Este fragmento se dirige directamente a los judíos fieles
de Alejandría, que son perseguidos y despreciados por los judíos renegados y
por los paganos. Pero es Dios el que vence y es su protección lo que cuenta.
Este
pasaje del Antiguo Testamento parece un análisis, por adelantado, de lo que
pasará durante la Pasión. La persecución del justo por parte de los impíos,
anticipa la persecución de Jesús por parte de las “autoridades” de Israel. Los
mismos que en los Evangelios de los días anteriores, manipulaban la Escritura y
la religión de acuerdo a sus intereses, son los mismos que hoy desconfían de su
origen y mañana intentarán prenderlo.
***
Siguen
considerando a Jesús un peligro para su sociedad y se proponen matarlo, idea
que había aparecido a raíz de la curación del inválido. La situación en torno a
Jesús es de crisis, escepticismo y persecución. Jesús con sus palabras, se ha
vuelto un problema para su seguridad e intereses. Una voz anunciando la Buena
Nueva de la liberación para los oprimidos es incómoda porque les hecha en cara su
pecado.
Jesús
subió a la fiesta de los Tabernáculos. La fiesta judía de mayor concurrencia,
que celebraba el final de la cosecha y preparaba la próxima sementera. Las
solemnidades en el templo, se prolongaban durante ocho días. Jesús no puede
subir abiertamente a Jerusalén, sino que lo hace inicialmente de incógnito; y
se presenta en la ciudad santa cuando ya la multitud de peregrinos, le sirve de
escudo protector. Al identificarlo, la gente se pregunta si no será que al fin,
han reconocido que Él es el Mesías, dado que lo ven hablar abiertamente
sabiendo que las autoridades querían matarlo.
En
la época, se había difundido la creencia de que el Mesías tenía que tener un
origen desconocido, y que al manifestarse vendría de las nubes. Jesús reacciona
enérgicamente gritando su identidad como aquel que no ha venido por propia
decisión, sino ha sido realmente enviado, y conoce al que lo ha enviado. En su
grito, Jesús llama la atención a los que creen conocerlo porque saben de su
origen galileo, pero desconocen que su origen es también de Dios. Su mesianismo
debe ser reconocido no por su lugar de nacimiento, sino por ser enviado del
Padre.
Juan
presenta a Jesús como la Sabiduría que enseña. El verdadero Mesías no ha de ser
reconocido por su lugar de procedencia, como ellos piensan; su autenticidad
depende solamente de que sea enviado por Dios, como lo ha demostrado Jesús con
sus obras. Si ellos no lo reconocen es por haber subordinado el plan y la
acción de Dios a sus propios prejuicios. Ellos no conocen a Dios, se lo impide
la ideología religiosa; Jesús lo conoce, y ése es el fundamento de su misión y
actividad.
Jesús,
ha echado por tierra el modo tradicional de concebir al Mesías, y acusa a los
que lo profesan de no conocer a Dios. Parte de sus oyentes no toleran ser
puestos en tela de juicio, por eso intentaron prenderlo, pero nadie le puso la
mano encima, porque todavía no había llegado su hora.
También
en el mundo de hoy, junto a muchas personas que creen y aceptan a Cristo, hay
otras muchas que han optado por ignorarlo, o incluso por perseguir toda idea
suya. Sus seguidores corren igual suerte. Una sociedad que va perdiendo valores
fundamentales, acusa el impacto del testimonio de los creyentes. Los verdaderos
profetas son con frecuencia perseguidos. Los falsos, los que no se preocupan de
transmitir lo que Dios dice, sino lo que gusta a la gente, ésos sí que
prosperan.
Lo
de perseguir al profeta nos puede pasar a cada uno de nosotros, si con nuestra
vida damos un testimonio de valores diferentes, porque vivimos en sentido
inverso de lo que es moda, o de lo que dicen las estadísticas sociológicas. O
sea, si damos testimonio del evangelio de Jesús, que no coincide con el del
mundo.
Tal
vez no llegaremos a ser perseguidos y amenazados de muerte, pero sí
desacreditados o ridiculizados, o simplemente ignorados. No deberíamos
asustarnos demasiado. Todos estamos comprometidos en la batalla entre el bien y
el mal. Jesús fue signo de contradicción, como les anunció el anciano Simeón a
María y a José. Los cristianos, si somos luz y sal, podemos también resultar
molestos en el ambiente en que nos movemos. Lo triste seria que no diéramos
ninguna clase de testimonio, que fuéramos insípidos, incapaces de iluminar o
interpelar a nadie.
Para discernir
¿Me
siento condicionado por lo que sé de los demás, lo que creo de ellos?
¿Estoy
abierto a la novedad de la vida y de los otros o ya la tengo y los tengo
prearmados?
¿Tengo
prejuicios sobre mí mismo, me creo más de lo que puedo o me creo menos?
¿Hasta
dónde condiciono a Dios con lo que espero de Él?
Repitamos a lo largo de este día
Aunque
el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor
Para la lectura espiritual
…En la vida de
Jesús, en su vivir mediante el Padre, se hace presente el sentido intrínseco
del mundo, que se nos brinda como amor -de un amor que ama individualmente a
cada uno de nosotros- y, por el don incomprensible de este amor, sin caducidad,
sin ofuscamiento egoísta, hace la vida digna de vivirse. La fe es, pues,
encontrar un tú que me sostiene y que en la imposibilidad de realizar un
movimiento humano da la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a
la eternidad, sino que la otorga. La fe cristiana obtiene su linfa vital del
hecho de que no sólo existe objetivamente un sentido de la realidad, sino que
este sentido está personalizado en Uno que me conoce y me ama, de suerte que
puedo confiar en Él con la seguridad de un niño que ve resueltos todos sus
problemas en el “tú” de su madre.
Todo esto no
elimina la reflexión. El creyente vivirá siempre en esa oscuridad, rodeado de
la contradicción de la incredulidad, encadenado como en una prisión de la que
no es posible huir. Y la indiferencia del mundo, que continúa impertérrito como
si nada hubiese sucedido, parece ser sólo una burla de sus esperanzas. ¿Lo eres
realmente? A hacernos esta pregunta nos obligan la honradez del pensamiento y
la responsabilidad de la razón, y también la ley interna del amor, que quisiera
conocer más y más a quien ha dado su “sí”, para amarle más y más.
¿Lo eres
realmente? Yo creo en ti, Jesús de Nazaret, como sentido del mundo y de mi
vida…
J.
Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca 1969, 57-58.
Para rezar
Señor, Jesús,
Pongo este día
en tus manos,
es una nueva
oportunidad que me das
para demostrar
que mi vida vale
y que la
esperanza
que pusiste en
mí no va a ser defraudada.
Que pueda
aprovechar todo
lo que la vida
me vaya ofreciendo,
que pueda estar
abierto
sin condicionar
nada
sino admirándome
de todo
y pueda crecer a
medida que construyo
un mundo más
humano. Amén
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