27
de abril de 2019 – SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA
Vayan por todo el mundo
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 4, 13-21
Los
miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan
hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron
que eran los que habían acompañado a Jesús, pero no podían replicarles nada,
porque el hombre que había sido curado estaba de pie, al lado de ellos.
Entonces
les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar, diciendo: « ¿Qué
haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo
bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén. A fin de
evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para
que de ahora en adelante no hablen de ese Nombre.»
Los
llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o
enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen si
está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios.
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído.»
Después
de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que no sabían cómo
castigarlos, por temor al pueblo que alababa a Dios al ver lo que había
sucedido.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
117, 1 y 14-15ab. 15c-16 y 18. 19-21 (R.: 21a)
R. Yo
te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
¡Den
gracias al Señor, porque es bueno,
porque
es eterno su amor!
El
Señor es mi fuerza y mi protección;
él
fue mi salvación.
Un
grito de alegría y de victoria
resuena
en las carpas de los justos. R
«La
mano del Señor hace proezas,
la
mano del Señor es sublime,
la
mano del Señor hace proezas.»
El
Señor me castigó duramente,
pero
no me entregó a la muerte. R.
«Abran
las puertas de la justicia
y
entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta
es la puerta del Señor:
sólo
los justos entran por ella.»
Yo
te doy gracias porque me escuchaste
y
fuiste mi salvación. R.
Secuencia
optativa
Cristianos,
ofrezcamos al
Cordero pascual
nuestro
sacrificio de alabanza.
El Cordero ha
redimido a las ovejas:
Cristo, el
inocente,
reconcilió a los
pecadores con el Padre.
La muerte y la
vida se enfrentaron
en un duelo
admirable:
el Rey de la
vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María
Magdalena,
¿qué viste en el
camino?
He visto el
sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del
Señor resucitado.
He visto a los
ángeles,
testigos del
milagro,
he visto el
sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a
Cristo, mi esperanza,
y precederá a
los discípulos en Galilea.
Sabemos que
Cristo resucitó realmente;
tú, Rey
victorioso,
ten piedad de
nosotros.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 16, 9-15
Jesús,
que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció
primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella
fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y
lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no
le creyeron.
Después,
se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado.
Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.
En
seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su
incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto
resucitado. Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena
Noticia a toda la creación.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Para
las autoridades, el hecho de la curación del paralítico tenía un peligroso
significado y graves consecuencias. Significaba la ruptura de las normas
vigentes que impedían el acceso al templo de defectuosos físicos.
Pedro
y Juan, a pesar de ser hombres del pueblo, ante las acusaciones de las
autoridades se defienden con la propia experiencia y el testimonio del lisiado.
Los miembros del Sanedrín, buscan la manera de callarlos imponiéndoles el
silencio, y no acaban de entender la valentía y el aplomo de unas personas
incultas, que dan testimonio de Jesús sin miedo de las amenazas.
Los
que se creen sabios no han captado la voluntad de Dios, y los sencillos sí. La
nueva prohibición se encuentra, otra vez, con la respuesta lúcida y decidida de
Pedro que continuará con su testimonio sobre Jesús: «No podemos menos de contar
lo que hemos visto y oído».
Los
apóstoles, acusados, responden con una gran libertad interior acusando al
tribunal por no querer entender los planes de Dios y el mesianismo de Jesús.
Nadie los hará callar a partir de ahora. Éste es el fin del primer
enfrentamiento con las autoridades de Israel. Luego vendrán otros, hasta que se
consume la dispersión de los cristianos fuera de Jerusalén.
***
El
relato del evangelio de Marcos menciona brevemente las apariciones de Jesús a
la Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los once. Pero la fuerza del
relato, recae en la incredulidad de los discípulos, a quienes el Señor reprocha
el no haber dado fe, a quienes lo habían visto. Es una clara advertencia a los
creyentes que vendrían después, para que crean a los testigos de la
resurrección, aunque personalmente no hayan visto al Señor.
Las
ilusiones de aquellos hombres se enterraron con Cristo en el sepulcro. Pero
todo cambia radicalmente. Solamente la presencia de Jesús Resucitado, pudo ser
la causa de este milagro, de hacer vibrar de nuevo aquellos corazones, con más
valentía que antes, y hacerlos capaces de dar un testimonio a favor de la realidad
de un Jesús vivo, con el cual ellos han convivido después de su muerte.
Cristo
reprocha a los apóstoles su incredulidad y la dureza de su corazón, pero sin
embargo, es a ellos a quienes les confía la responsabilidad de la misión de
proclamar el Evangelio a toda la creación.
Los
que salen a proclamar el evangelio por todo el mundo son unos individuos
capaces de abandonar al Maestro en la Pasión e incrédulos después de su
resurrección.
Claramente
se pone de manifiesto que, el que predica el evangelio lleva un mensaje que no
le pertenece, que no es fruto de su propio trabajo, y además necesita estar
siempre sostenido por la fuerza de Dios. Cuando el apóstol deja de apoyarse en
esa fuerza, está a merced de su traición y su incredulidad, que es la cosecha del
propio corazón. El enviado proclama el evangelio; no por ser el mejor o el más
inteligente; sino por ser un pecador que ha obtenido el perdón; por ser un
incrédulo que ha sido liberado de su incredulidad.
La
orden del Señor es contundente: Vayan por el mundo entero. Este mandato
inaugura en nosotros una apertura universal. La resurrección elimina todas las
barreras étnicas, culturales, económicas, religiosas que los hombres hemos
construido para acotar este mundo.
En
este diálogo con la vida que se da por el anuncio, somos invitados a reconocer
las huellas del Resucitado dondequiera que se encuentren, sobre todo, en las
manos y los pies traspasados de los hombres y las mujeres que sufren. Allí
contemplamos a Cristo que prolonga su pasión.
Anunciamos
poniendo en medio de la vida, el evangelio de Jesús, porque no podemos menos de
contar lo que hemos visto y oído.
Para
este anuncio no hacen falta muchas palabras; son más eficaces los gestos que
hablen de la bondad de Dios; gestos que remitan, que hagan mirar a la Fuente de
la Vida. La presencia del Resucitado en la primera comunidad fue motivo de
alegría, de esperanza para muchos, de querer salir a todo el mundo. Pidamos
como gracia de la Pascua esa vitalidad misionera para nuestra Iglesia.
Para discernir
¿Me
siento comprometido a anunciar lo que el Señor me ha manifestado?
¿Cómo
lo anuncio en lo cotidiano de mi vida?
¿Soy
agradecido por lo que gratuitamente he recibido?
Repitamos a lo largo de este día
Anunciemos
el evangelio a todo el mundo
Para la lectura espiritual
…Nosotros,
hombres de hoy, aunque nos consideremos en comunión con la religión cristiana
-una comunión que muy a menudo se calla, se minimiza o se
seculariza, poseemos rara vez o de forma incompleta el sentido de la novedad de nuestro estilo de vida. A menudo nos mostramos conformistas.
seculariza, poseemos rara vez o de forma incompleta el sentido de la novedad de nuestro estilo de vida. A menudo nos mostramos conformistas.
El miedo al «qué
dirán» nos impide presentarnos por lo que somos, esto es, como cristianos, como
personas que libremente han optado por un determinado estilo de vida, austero
ciertamente, aunque superior y lógico. La Iglesia nos dice entonces:
«Cristiano, sé consciente, coherente, fiel, fuerte. En una palabra: sé
cristiano». «Renovad el espíritu de vuestra mente» (Ef. 4,23). La palabra
espiritual se refiere a la gracia, esto es, al Espíritu Santo. Por eso diremos
con san Ignacio de Antioquía: «Aprendamos a vivir según el cristianismo» (Ad
Magnesios, 10). En esto consiste la renovación del Concilio. «Quien tenga oídos
para oír, que oiga»…
San Pablo VI,
Audiencia general del 8 de enero de 1975.
Para rezar
Eres luz y
siembras claridades…
Eres luz y
siembras claridades,
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría
la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío,
eres la luz total, fuego del fuego,
que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo ciego;
mientras corre la vida paso a paso,
pongo mis horas grises en tu brazo,
y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
Liturgia
de la Horas
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