22
de abril de 2019 - Lunes de la octava de Pascua
¡Alégrense!
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-32
El
día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y
dijo:
«Hombres
de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a
explicarles lo que ha sucedido.
A
Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su
intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que
había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo
hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo
resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella
tuviera dominio sobre él.
En
efecto, refiriéndose a él, dijo David: “Veía sin cesar al Señor delante de mí,
porque él está a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón
y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza,
porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la
corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de
gozo en tu presencia.”
Hermanos,
permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue
sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como
él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se
sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando
dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este
Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (R.: 1)
R. Protégeme,
Dios mío, porque me refugio en ti.
Protégeme,
Dios mío,
porque
me refugio en ti.
Yo
digo al Señor:
«Señor,
tú eres mi bien.»
El
Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú
decides mi suerte! R.
Bendeciré
al Señor que me aconseja,
¡Hasta
de noche me instruye mi conciencia!
Tengo
siempre presente al Señor:
Él
está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por
eso mi corazón se alegra,
se
regocijan mis entrañas
y
todo mi ser descansa seguro:
porque
no me entregarás a la Muerte
ni
dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me
harás conocer el camino de la vida,
saciándome
de gozo en tu presencia,
de
felicidad eterna a tu derecha. R.
Secuencia
optativa
Cristianos,
ofrezcamos
al Cordero pascual
nuestro
sacrificio de alabanza.
El
Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo,
el inocente,
reconcilió
a los pecadores con el Padre.
La
muerte y la vida se enfrentaron
en
un duelo admirable:
el
Rey de la vida estuvo muerto,
y
ahora vive.
Dinos,
María Magdalena,
¿qué
viste en el camino?
He
visto el sepulcro del Cristo viviente
y
la gloria del Señor resucitado.
He
visto a los ángeles,
testigos
del milagro,
he
visto el sudario y las vestiduras.
Ha
resucitado a Cristo, mi esperanza,
y
precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos
que Cristo resucitó realmente;
tú,
Rey victorioso,
ten
piedad de nosotros.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Las
mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del
sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De
pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense.» Ellas
se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les
dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.»
Mientras
ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos
sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y,
de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta
consigna: «Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su
cuerpo, mientras dormíamos.” Si el asunto llega a oídos del gobernador,
nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier
contratiempo.»
Ellos
recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido
entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Los
discípulos se encontraban reunidos en una casa por temor a las autoridades
judías. El Espíritu de Jesús irrumpe y los obliga a salir de la casa, a
enfrentar la realidad. Pedro, que hacía pocos días había negado a Jesús,
asustado ante los guardias y las criadas del palacio de Pilato, jurando
desconocerlo, ahora comienza, ante el pueblo y ante las autoridades de Israel a
dar un testimonio valiente. Se pone de pie, toma la palabra para aclarar lo que
ha ocurrido. El viento fuerte que sacudió el poblado provocó una aglomeración.
Este
“ponerse de pie” expresa la transformación: han pasado de un estado de
postración y de temor, a un salto decisivo hacia adelante. Pedro centra con
decisión su anuncio en la muerte y resurrección de Jesús y afirma que ya estaba
anunciada proféticamente. Luego acaba diciéndoles que lo han vuelto a ver más
vivo que antes.
La
potencia extraordinaria de la primitiva Iglesia, viene por entero de la
convicción que Jesús ha resucitado, está vivo y camina junto a su pueblo.
Sosteniendo el dinamismo de la acción de los apóstoles, hay un único “actor”,
el Señor Jesús viviente, glorificado, resucitado, que actúa en su Iglesia por
la potencia del Espíritu.
***
El
evangelio nos coloca frente a un hecho cierto que nadie se atreve a negar; el
sepulcro vacío. Dos grupos de personas han visto el sepulcro vacío y corren a
anunciarlo, aunque de forma muy distinta: las mujeres y los guardias. Del
sepulcro vacío, no se deduce con evidencia la resurrección de quien había sido
puesto en él. El relato de Mateo recoge dos posibilidades: que Jesús ha
resucitado; o que el cadáver de Jesús había sido robado.
Las
mujeres buscan en el sepulcro a Jesús el crucificado. Pero al verlo vacío, y al
oír las palabras del ángel que les asegura que ha resucitado, vuelven
rápidamente, con temor y gran gozo.
El
estado de angustia y sufrimiento por la muerte del Maestro es reemplazado por
la decisión y el entusiasmo. Salen dispuestas a anunciar la “Buena Noticia”. En
el camino mismo Jesús les sale al paso. Ellas venían en busca de un muerto y
ahora lo encuentran vivo invitándolas a la alegría y a la confianza: Alégrense,
no tengan miedo.
Luego
les confirma la certeza de su misión, las envía a dar las noticias a toda la
comunidad cristiana, y a congregar a los discípulos en Galilea, en el sitio de
partida. La resurrección es el nuevo comienzo, el primer día de la nueva
creación. Las mujeres, las primeras protagonistas de este acontecimiento.
Por
otro lado, después de la noticia que dan los soldados, está el propósito de los
sacerdotes judíos de contrarrestar la noticia de la resurrección de Jesús.
Saben que este hecho les debilitará todo lo que han querido hacer aparecer
contra la vida y la obra del Nazareno. La Buena Noticia que encierra la
resurrección, será su preocupación y para desvirtuarla pondrán todas sus
energías y recursos. Pero sus intentos siempre terminarán en fracaso ya que la
resurrección de Jesús no es un hecho controlable, sino un hecho sobrenatural
admisible únicamente desde la fe.
Corren
así desde el mismo día dos versiones, una cierta y otra engañosa, una verdadera
y otra mentirosa, que quieren ser dueñas del corazón de los hombres. La versión
de los apóstoles se alimenta del testimonio inmediato de aquellos que vieron la
tumba vacía y se encontraron con el Resucitado; la versión de los sumos
sacerdotes se alimenta del engaño armado por el temor y el odio. La versión
genuina cuenta con el poder del Espíritu Santo; la falsa, con el poder del
dinero y las trampas humanas. La primera trae la noticia novedosa del perdón;
la segunda, la noticia vieja del poder malsano y la envidia.
El
mundo de muchas maneras ha tratado y seguirá tratando de detener el anuncio del
Reino, de negar de una o de otra forma, que Jesús ha resucitado y que la Vida
en Abundancia es posible; que hemos sido perdonados de nuestros pecados, que el
Espíritu vive en nosotros y somos una nueva criatura en Cristo. Sin embargo
Jesús continua saliéndonos al camino, para decirnos: “No tengan miedo y
alégrense”.
La
Resurrección de Jesús no es sólo una noticia, una verdad a creer o un
acontecimiento a recordar: es una fuerza de vida que el “que Vive” nos quiere
comunicar a cada uno.
El
encuentro con el Resucitado es una llamada; volver a la vida cotidiana con el
deseo renovado de querer continuar realizando el proyecto que el Reino que
Jesús inició, precisamente en Galilea. El Resucitado nos invita a salir, a
convocar a otros, a vivir siendo Buena Noticia para los demás, a compartir con
otros lo que para nosotros es la Vida. Vivir la alegría de sentirnos discípulos
enviados a la Misión, es el criterio para saber si de verdad nos hemos
encontrado con el Resucitado.
Para discernir
¿Abro
mi corazón a la experiencia de un Dios que me salva?
¿Trato
de encuadrar a Dios en mis esquemas y límites?
¿La
experiencia de la Pascua me renueva en la esperanza?
¿Creo
que Dios tiene la última palabra y me abandono a ella?
Repitamos a lo largo de este día
Toda
mi vida descansa segura
Para la lectura espiritual
«Ve a mis
hermanos y diles: ‘Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro’» (Jn 20,17)
…”En la
atmósfera del gozo pascual la liturgia nos conduce de nuevo al sepulcro dónde,
según el relato de san Mateo, María de Magdala y la otra María, guiadas por su
amor a Jesús, fueron a visitar el sepulcro. El evangelista narra que él les
salió al encuentro y les dijo: «no tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos
que vayan a Galilea; allí me verán». Realmente fue un gozo indecible el que
ellas experimentaron al ver de nuevo al Señor y, llenas de entusiasmo,
corrieron a comunicar la nueva a los discípulos.
El Resucitado es
el que nos repite también a nosotros, al igual que lo hizo con estas mujeres
que permanecieron al lado de Jesús durante la Pasión, que no tengamos miedo al
recibir el mensaje del anuncio de su resurrección. El que se encuentra con Jesús
resucitado y dócilmente se pone a seguirle, no tiene nada que temer. Este es el
mensaje que los cristianos son llamados a difundir hasta los extremos de la
tierra. La fe cristiana, como sabemos, no nace por acoger una doctrina sino del
encuentro con una persona: Cristo muerto y resucitado. En nuestra existencia
cotidiana hay numerosas ocasiones para comunicar a los otros nuestra fe de una
manera simple y convencida, de tal manera que es posible que su fe nazca del
encuentro con nosotros”…
Papa
Benedicto XVI – Homilía
Para rezar
PASCUA
Creemos y
esperamos en Jesús de Nazaret.
Sólo en él están
la fuerza y la victoria.
Dios los
resucitó d entre los muertos
llevándonos a
todos del cuarto oscuro de todas las tinieblas
al patio
luminoso y alegre del amor.
El nos muestra
al Dios a quien no vemos.
Pensando en él,
por él y para él
imaginó Dios e
hizo todas las cosas
El es también el
líder, la cabeza,
lazo de unión,
noticia alegre,
la fiesta,
bandera y esperanza
de todo nuestro
pueblo.
El primero de
todos, el más audaz,
el más
comprometido,
el amigo mejor,
el que no falla,
el hermano más
fiel y generoso,
el hijo más
cercano del Padre.
Creemos en Tí
Jesús.
Nos dijiste las
más lúcidas y verdaderas palabras
de vida y
esperanza,
palabras que dan
sentido a la vida.
Nos dejaste tu
propia muerte
como un
chorro de vida,
tu vida como un
grito de gozo
y de combate.
Amén
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