8 de marzo de 2019 – T. DE CUARESMA – VIERNES DESPUÉS
DE CENIZA
Este es
el ayuno que yo amo
Lectura del libro del profeta Isaías 58,
1-9a
Así habla el Señor Dios:
¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu
voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la
casa de Jacob! Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos,
como lo haría una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de
su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios:
«¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos afligimos y
tú no lo reconoces?»
Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se
ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre. Ayunan para entregarse a
pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en
esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas.
¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que
el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre
el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor?
Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-:
soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a
los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y
albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte
de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu
llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de
ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás
auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 50, 3-4. 5-6a.
18-19 (R.: 19b)
R. Tú, Señor, no desprecias
el corazón contrito y humillado.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 9, 14-15
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le
dijeron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los
fariseos?»
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo
pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en
que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
A ejemplo de la mayoría de las religiones de su
tiempo, Israel considera el ayuno como un acto esencial de su religión, sobre
todo con motivo de la fiesta de expiación o del recuerdo de los días
angustiosos del asedio de Jerusalén. El pueblo de Dios ha vuelto del destierro
y se ha instalado en Judea, las obras de reconstrucción del templo y de las
murallas son lentas y desalentadoras.
A pesar de que la ley sólo prescribía un ayuno al
año, el gran día de la expiación, los días de ayuno se habían multiplicado con
motivo de cualquier calamidad. La voz del profeta sustituye a la trompeta que
hasta entonces convocaba al pueblo a las ceremonias del ayuno. Se trata, en
efecto, de invitar al pueblo a un nuevo género de ayuno. Dios no quiere el
ayuno ficticio de quien se viste de saco e inclina la cabeza, y todavía se
extraña de que Dios no le escuche.
El ayuno, que originariamente debía servir para
unir a los ricos y los pobres en la conciencia de que unos y otros proceden del
mismo polvo, se convierte en una auténtica provocación: sólo pueden ayunar los
ricos, que son los únicos que tienen el vientre lleno, los únicos que pueden
privarse de algo, aunque sea de lo superfluo y de lo injustamente retenido.
El profeta denuncia la vaciedad del ayuno exterior,
incapaz de transformar la conducta. Dios quiere que la penitencia lleve a la
renovación del espíritu por la práctica de la justicia y del bien. El Señor
sólo está al lado de aquellos que se esfuerzan en la práctica del amor.
***
Los discípulos de Juan Bautista están extrañados.
Ellos, y los fariseos ayunaban, hacían sacrificios austeros, se privaban de
varias cosas, por generosidad iban más allá de las observancias judías legales.
La respuesta de Jesús pone de relieve que los discípulos de Juan Bautista no
han descubierto aún en Jesús al “esposo” mesiánico. Porque, si lo hubieran
descubierto, hubieran comprendido que de ahora en adelante el ayuno no tiene el
mismo significado.
El ayuno está relacionado con el tiempo de la espera.
Jesús mismo ha ayunado en el desierto, resumiendo la larga preparación de la
humanidad en la instauración del Reino. Pero, cuando comienza el ministerio
público, Jesús puede decir con toda razón que el Reino está ya allí; ha llegado
el esposo, y no conviene que los “amigos del esposo” ayunen mientras el esposo
está con ellos; el ayuno no tiene sentido en el tiempo del cumplimiento.
La imagen del esposo era bien conocida por los
judíos. En la Biblia este símbolo es usado muchas veces. Dios ama a su pueblo.
Dios es el esposo. Jesús se presenta como el esposo mesiánico. Para justificar
la “alegría” y la ausencia de “ayuno” de sus discípulos, Jesús los presenta
como “compañeros del esposo”.
La Iglesia es aquí abajo la que espera y posee ya
lo que espera. Es la que avanza, día tras día, hacia el Reino, al mismo tiempo
que es ya su manifestación. Dentro de este ritmo se sitúa el ayuno: está
vinculado por la Iglesia a los días que dedica expresamente a la espera y a la
preparación.
Tampoco nosotros tenemos que conformarnos con un
ayuno o con unas prácticas cuaresmales, meramente externos. Sería muy
superficial que quedáramos satisfechos por haber cumplido todo lo que está
mandado en la Cuaresma y no profundizáramos en lo más importante, de lo que
todos los ritos exteriores quieren ser: signo y recordatorio.
El ayuno debe conducir a una apertura mayor para
con los demás. Ayunar para poder dar a los más pobres. Si la falta de caridad
continúa, si la injusticia está presente en nuestro modo de actuar con los
demás, poco puede agradar a Dios nuestro ayuno y nuestra Cuaresma.
El ayuno que Dios quiere, porque es misericordioso,
es la liberación de los pobres y oprimidos. Es abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, partir el
pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no
cerrarse a la propia carne. Este es el ayuno que proclama y practica Jesús, y
manda practicar a sus discípulos. Un ayuno cuaresmal de este estilo no es signo
de tristeza. Un ayuno de preparación, de reorientación continuada de nuestra
vida. Un ayuno que significa relativizar muchas cosas secundarias para no
distraernos. Un ayuno serio, aunque no triste.
El ayuno nos hace más libres. Nos ofrece la ocasión
de poder decir «no» a una sociedad que continuamente nos invita satisfacer
necesidades que nos creamos nosotros mismos.
La presencia de Jesús es motivo de alegría. Donde
está Jesús, sus amigos no pueden hacer otra cosa que alegrarse. Nadie puede
sentirse deprimido o acongojado, cuando puede experimentar en su propia vida y
en la vida del mundo, el ayuno de todo egoísmo, el amor generoso, el Reino que
está, crece y promete cosecha abundante. Se ha decretado al mundo la alegría,
contra todo escepticismo, contra toda situación negativa, contra toda
desesperanza.
Para
discernir
¿La presencia de Jesús es motivo de alegría?
¿De qué cosas necesito ayunar?
¿Mi ayuno, es sólo un cumplimiento?
Repitamos a
lo largo de este día
“Señor, suelta mis cadenas de iniquidad” (Is 58,6).
Para la
lectura espiritual
…Un ayuno proporcionado a tus fuerzas favorecerá tu vigilancia
espiritual. No se pueden meditar las cosas de Dios con el estómago lleno, dicen
los maestros del espíritu. Cristo nos dio el ejemplo con su prolongado ayuno;
cuando triunfó sobre el demonio, había ayunado cuarenta días.
Cuando el estómago está vacío, el corazón es humilde. El que ayuna ora
con un corazón sobrio, mientras que el espíritu del intemperante se disipa en
imaginaciones y pensamientos impuros. El ayuno es un modo de expresar nuestro
amor y generosidad; se sacrifican los placeres terrenos para lograr los del
cielo. Cuando ayunamos sentimos crecer en nosotros el reconocimiento de Dios,
que ha dado al hombre el poder de ayunar. Todos los detalles de tu vida, todo
lo que te sucede y lo que pasa a tu alrededor, se ilumina con nueva luz. El
tiempo que discurre se utiliza de modo nuevo, rico y fecundo. A lo largo de las
vigilias, la modorra y la confusión de pensamiento ceden su espacio a una gran
lucidez de espíritu; en vez de irritarnos contra lo que nos fastidia, lo
aceptamos tranquila-mente, con humildad y acción de gracias…
La oración, el ayuno y las vigilias son el modo de llamar a la puerta
que deseamos que se nos abra. Los santos padres reflexionaron sobre el ayuno
considerándolo como una medida de capacidad. Si se ayuna mucho es porque se ama
mucho, y si se ama mucho es porque se ha perdonado mucho. El que mucho ayuna,
mucho recibirá. Sin embargo, los santos Padres recomiendan ayunar con medida:
no se debe imponer al cuerpo un cansancio excesivo, so pena de que el alma
sufra detrimento. Eliminar algunos alimentos sería perjudicial: todo alimento
es don de Dios.
T. Colliander, El camino del asceta. Iniciación a la vida espiritual,
Brescia 1987, 75s)
Para rezar
Cuando las alegrías de otros tiempos hayan desaparecido
y tesoros una vez míos, no pueda ya exigir,
que esta verdad alimente mi debilitado corazón:
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! ¡TÚ eres todavía el mismo!
Cuando los arroyos de agradable frescura se hayan secado:
Amistades bendecidas ya no estén;
cuando los cielos bañados por el sol cedan a las nubes,
¡Señor, TU PERMANECES AQUI!
Todavía mi corazón te tiene a TI.
Cuando las fuerzas hayan fallado,
y los pies, cansados y rendidos,
ya no puedan realizar felices diligencias,
¿por qué he de suspirar, y hacer los días tristes?
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! ¿Acaso necesito algo más?
Así por los días de la vida, lo que pudiera fallarme,
amigos, amistades, goces, en grado mayor o menor;
el canto puede ser mío, ninguna pena ha de asaltarme,
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! Todavía estás en mi corazón.
y tesoros una vez míos, no pueda ya exigir,
que esta verdad alimente mi debilitado corazón:
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! ¡TÚ eres todavía el mismo!
Cuando los arroyos de agradable frescura se hayan secado:
Amistades bendecidas ya no estén;
cuando los cielos bañados por el sol cedan a las nubes,
¡Señor, TU PERMANECES AQUI!
Todavía mi corazón te tiene a TI.
Cuando las fuerzas hayan fallado,
y los pies, cansados y rendidos,
ya no puedan realizar felices diligencias,
¿por qué he de suspirar, y hacer los días tristes?
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! ¿Acaso necesito algo más?
Así por los días de la vida, lo que pudiera fallarme,
amigos, amistades, goces, en grado mayor o menor;
el canto puede ser mío, ninguna pena ha de asaltarme,
¡Señor, TU PERMANECES AQUI! Todavía estás en mi corazón.
María José Silva
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