27 de febrero de 2019


27 de febrero de 2019 – TO - MIÉRCOLESDE LA VII SEMANA

El que no está contra nosotros está con nosotros

Lectura del libro del Eclesiástico     4, 11-19

La sabiduría encumbra a sus hijos
y cuida de aquellos que la buscan.
El que la ama, ama la vida,
y los que la buscan ardientemente serán colmados de gozo.
El que la posee heredará la gloria,
y dondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá.
Los que la sirven rinden culto al Santo
y los que la aman son amados por el Señor.
El que la escucha juzgará a las naciones
y el que le presta atención habitará seguro.
El que confía en ella la recibirá en herencia
y sus descendientes también la poseerán.
Al comienzo, ella lo conducirá por un camino sinuoso,
le infundirá temor y estremecimiento
y lo hará sufrir con su disciplina,
hasta que tenga confianza en él
y lo haya probado con sus exigencias.
Después, volverá a él por el camino recto,
lo alegrará y le revelará sus secretos.
Si él se desvía, ella lo abandonará
y lo dejará librado a su propia caída.
Palabra de Dios.

SALMO     Sal 118, 165 y 168. 171-172. 174-175  
R. ¡Tu ley es mi alegría, Señor!

Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos. R.

Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.
Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos. R.

Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.
Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos    9, 38-40

Juan le dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.»
Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

La sabiduría aparece personificada: es como una madre que instruye a sus hijos, una maestra que busca el bien de sus discípulos. Actúa como mediadora entre Dios y los creyentes.
El autor del libro enumera las ventajas que vienen a los que aman la sabiduría y la consiguen: tendrán vida, gozarán del favor y de la gloria y la bendición de Dios, aprenderán a juzgar rectamente.
Para nosotros, cristianos, la sabiduría de Dios está bien cercana y continuamente presente en Cristo Jesús; Maestro, Palabra viviente de Dios. El nos invita a seguirlo, nos acompaña en nuestro camino, nos ayuda a discernir y a ver las cosas y los acontecimientos desde los mismos ojos de Dios.
El que edifica sobre la sabiduría de Dios, tendrá ocasión de decir con el salmo: mucha paz tienen, Señor, los que aman tus leyes, porque edifican sobre roca.
***
En el episodio de hoy, uno de los discípulos, Juan, corre donde Jesús para pedir autorización y detener a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús sin ser del grupo.
Los apóstoles se dejaban llevar muchas veces por la impaciencia y los celos. Querían arrancar la cizaña del campo, deseaban que lloviera fuego del cielo porque en un pueblo no los habían querido recibir. Jesús tenía siempre mucha más paciencia y un corazón mucho más generoso. Es muchas veces la tentación de los que se piensan buenos o “parte de”; pretender acaparar o monopolizar los dones de Dios y sentir celos de que otros hagan cosas buenas. Querer tener todo controlado.
La respuesta de Jesús está en consonancia con toda la novedad del Evangelio. Abre la posibilidad para que todo el que quiera obrar el bien en su nombre lo haga. No obliga a todos a meterse bajo el mismo paraguas. La preocupación de Jesús es verdaderamente universal porque le preocupa el bien de la humanidad y no los intereses de su pequeño grupo. Hacer el bien a los demás es más importante que los protagonismos.
Frente a los criterios pequeños de los discípulos, el Señor abre la posibilidad a un horizonte más amplio. el que no está contra nosotros, está con nosotros. Junto al espíritu estrecho y sectario de Juan, el trueno, tenemos aquí la apertura total de Jesús que invita a sus discípulos a confiar en el Espíritu Santo.
La verdad y el bien no son patrimonio de algunos, sino de aquellos que se abren a Dios y dejan que su gracia bondadosa los toque. Mientras que los criterios humanos tienden a estandarizar a todo con sus medidas, Jesús. abre de par en par, y para todos, el mensaje de salvación. En Jesús, sabiduría y amor, entran los diferentes, los que no son aparentemente seguidores directos, los que no tienen el carnet de inscripción en la institución divina, pero que, sin embargo, demuestran que están en sintonía con la sabiduría de su corazón que siempre suma, nunca resta. Dios actúa en todas partes y el Espíritu no es propiedad de ningún grupo, ni de ninguna estructura. El Espíritu sopla donde quiere.
El “Capillismo”, esa tendencia a pensar que solo nuestro grupo, nuestro movimiento, tal o cual sacerdote o tal o cual líder religioso es el que tiene la exclusiva para la construcción del Reino, es una de las cosas que evitan que se dé la unidad en nuestra Iglesia.
En la Iglesia, para la construcción del Reino, hay diferentes carismas y diferentes maneras de proponer el mensaje evangélico. Desde la teología que propone un evangelio más encarnado e inculturado desde los más pobres, hasta la Renovación en el Espíritu Santo que busca una renovación del individuo, lo que se busca es la edificación del reino de Dios, así los distintos carismas cooperan de diferente manera a la única misión de la Iglesia que es evangelizar.

Para discernir

¿Experimento mi vida de fe como un derecho o privilegio frente a los demás?
¿Divido fácilmente entre los míos y los de otro lado?
¿Integro a los distintos?

Repitamos a lo largo de este día

Es de los nuestros el que obra el bien..

Para la lectura espiritual

Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros

…”Imitemos la inmensidad del amor del mismo Jesús, modelo supremo de amor hacia la Iglesia. Indudablemente que la Esposa de Cristo, la Iglesia, es única; y sin embargo el amor del Esposo divino se extiende tan ampliamente que, sin excluir a nadie, abarca en su Esposa a todo el género humano. Si nuestro Salvador ha derramado su sangre, es con el fin de reconciliar con Dios, en la cruz, a todos los hombres, incluso aunque estén separados por la nación o la sangre y reunirlos en un solo Cuerpo. El verdadero amor de la Iglesia exige, pues, no solamente que unos sean miembros de los otros en el mismo Cuerpo, llenos de mutua solicitud (Rm 12,15), miembros que deben alegrarse cuando otro miembro es honorado y sufrir con él cuando él sufre (1C 12,26); sino que exige también que en los demás hombres todavía no unidos a nosotros en el Cuerpo de la Iglesia, sepamos reconocer en ellos a hermanos de Cristo según la carne, llamados igual que nosotros a la misma salvación eterna.
Sin duda que no falta gente, sobre todo hoy, ¡desgraciadamente!, que orgullosamente alaban la lucha, el odio y la envidia como medio para sublevar y exaltar la dignidad y la fuerza del hombre. Pero nosotros, que discernimos con dolor los lamentables frutos de esta doctrina, seguimos a nuestro Rey pacífico, que nos ha enseñado no sólo amar a los que no pertenecen a la misma nación o tienen el mismo origen (Lc 10,33s), sino incluso amar a nuestros enemigos (Lc 6,27s), Celebremos con san Pablo, el apóstol de las naciones lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del amor de Cristo (Ef. 3,18); amor que la diversidad de pueblos o de costumbres no puede romper, que la inmensidad que se extiende en el océano no puede disminuir, que, en fin, las guerras, hechas por una causa justa o injusta, no pueden disgregar”…

Pío XII, papa de 1939 a 1958 Encíclica Mystici Corporis Christi

Para rezar

Este es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir en tu amor ser tus hijos
y contemplar tu rostro,
tal como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.

Ahora sabemos que la auténtica sabiduría
está amasada de vida diaria, de trabajo,
de alegrías y penas, de oración y evangelio;
de un caminar constante hacia un mundo nuevo
que renace a su liberación y a la paz definitiva.

Porque esta sabiduría no nos aleja del mundo
sino que nos hace vivir en plenitud
dando sentido a nuestra vida
para volcarnos a un gran proyecto:
una nueva humanidad.


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