15
de febrero de 2019 – TO – VIERNES DE LA V SEMANA
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura
del libro del Génesis 3, 1-8
La
serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios
había hecho, y dijo a la mujer: « ¿Así que Dios les ordenó que no comieran de
ningún árbol del jardín?»
La
mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín.
Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No
coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la
muerte”.»
La
serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando
ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses,
conocedores del bien y del mal.»
Cuando
la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y
deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo
dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Entonces se abrieron
los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos
taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
Al
oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla
la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
31, 1-2. 5. 6. 7 (R.: 1a)
R. ¡Feliz
el que ha sido absuelto de su pecado!
¡Feliz
el que ha sido absuelto de su pecado
y
liberado de su falta!
¡Feliz
el hombre a quien el Señor
no
le tiene en cuenta las culpas,
y
en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Yo
reconocí mi pecado,
no
te escondí mi culpa,
pensando:
«Confesaré mis faltas al Señor.»
¡Y
tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
Por
eso, que todos tus fieles te supliquen
en
el momento de la angustia;
y
cuando irrumpan las aguas caudalosas
no
llegarán hasta ellos. R.
Tú
eres mi refugio,
tú
me libras de los peligros
y
me colmas con la alegría de la salvación. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37
Cuando
Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de
Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces
le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús
lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas
y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo,
suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete.» Y enseguida se abrieron
sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús
les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más
insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Si
bien al principio todo fue bueno, y la situación de Adán y Eva en el Edén era
idílica, llegó el pecado y todo cambió. En un relato también lleno de
imaginación popular, pero con un contenido teológico innegable, se nos cuenta
la tentación de la serpiente, la caída primero de Eva y luego de Adán, y el
cambio inmediato: se sintieron desnudos, empezaron a tener miedo de Dios y se
escondieron en su presencia.
Es
la primera página negra de la historia de la humanidad, que ha tenido
consecuencias universales. En ella está representado y condensado todo el mal
que ha habido y sigue habiendo en nuestra existencia: la ambición desmedida, el
orgullo, la autosuficiencia, la mentira, la cobardía. El pecado original lo
tenemos todos dentro.
El
pecado, el de Adán y Eva y el nuestro a lo largo de la historia, es el que
trastorna la armonía que Dios había previsto. Se ha perdido el equilibrio entre
los hombres y Dios, y entre ellos mismos. Siempre quedará el recuerdo y la
añoranza de la realidad del Edén. Cuando los profetas anuncien el final del
destierro de Babilonia, lo harán con frecuencia sirviéndose de las imágenes de
una vuelta a la paz y la felicidad del paraíso perdido.
***
Jesús
dejando de nuevo los confines de Tiro, se fue por Sidón hacia el lago de
Galilea, atravesando la Decápolis. Todos estos desplazamientos son
significativos. Jesús se encuentra en territorio extranjero. Este milagro, una
vez más será hecho a favor de un pagano, en pleno país de misión.
El
milagro relatado en estos versículos pertenece al grupo de capítulos del
evangelio de Marcos, escritos con la intención de que el pueblo, llegue a
descubrir en Jesús su humanidad y su divinidad. Relata cómo mientras estaba
Jesús en la región del mar de Galilea, le traen un hombre sordo y tartamudo,
pidiéndole que haga algo por él. Jesús lo aparta de la gente, y después de
tocarlo con sus dedos y su saliva, expresión de su humanidad; antes de curarlo
definitivamente, Jesús mira al cielo mostrando que la omnipotencia divina es la
que hará el milagro.
Gestos
humanos, corporales, sensibles que revalorizan la dignidad del cuerpo
llevándolo a la calidad de instrumento de comunicación, expresión de la
salvación. La gracia más divina, más espiritual, pasa por humildes y modestos
“signos”. Para el sordomudo, gestos pobres y naturales fueron extremadamente
reveladores de la ternura salvadora de Jesús. La curación del sordomudo provoca
reacciones muy buenas hacia Jesús por parte de los habitantes de Sidón que
llegan a decir que todo lo ha hecho bien.
Somos
una unidad, una totalidad: quien actúe sobre el cuerpo, aunque no se lo
proponga está actuando sobre el espíritu, y viceversa. En Jesús se manifiesta
la humanidad divinizada y la divinidad humanizada. Su cuerpo es instrumento de
salvación. Sus sentidos están abiertos al dolor del otro. Ese cuerpo que se
cansa, que siente hambre y dolor, que se conmueve es un regalo de Dios a los
hombres; es la forma visible de la bondad de Dios.
El
cuerpo es creación de Dios, y es el instrumento indispensable por el que nos
hacemos presentes en el mundo, que nos permite acercarnos a nuestros hermanos,
comunicarnos con ellos. El espíritu que lo invade es lo que puede impulsar al
hombre a ser instrumento de salvación para él mismo y para los otros.
Hoy
Jesús Resucitado sigue curando a la humanidad a través de su Iglesia. Con los
gestos sacramentales: imposición de manos, bendición, unción con óleo y crisma
Jesús sigue actuando. Gestos tomados de la cultura humana; de ellos se sirve
Dios para transmitir su salvación. Gestos que siguen cargados de simbología. El
evangelio de hoy, es un signo claro para el cristiano que debe tener abiertos
los oídos para escuchar y los labios para hablar. Para escuchar a Dios y a los
hombres, sin hacerse el sordo: ni a la Palabra salvadora, ni a la necesidad del
hermano.
Para discernir
¿A
qué realidades cerré mis oídos?
¿Qué
verdades callé por miedo o conveniencia?
¿Experimento
la necesidad de ser sanado?
Repitamos a lo largo de este día
Quiero
escucharte Señor
Para la lectura espiritual
…”« ¿Dónde
estás?». Cada vez que Dios plantea una pregunta de este tipo no es para que el
hombre le haga saber algo que él ignora: lo que quiere es provocar en el hombre
una reacción que sólo es posible suscitar precisamente a través de esa
pregunta, a condición de que ésta impacte en el corazón del hombre y de que
éste se deje impactar por ella en el corazón.
Adán se esconde
para no tener que dar cuentas, para huir de la responsabilidad de su propia
vida. Así se esconde todo hombre, porque todo hombre es Adán y se encuentra en
la situación de Adán. Para escapar de la responsabilidad de la vida que hemos
vivido, hemos de transformar la existencia en un mecanismo para escondernos.
Precisamente escondiéndose así y persistiendo siempre en esta tarea «ante el
rostro de Dios», se desliza siempre el hombre, y cada vez de un modo más
profundo, hacia la falsedad. De este modo se crea una nueva situación que, de
día en día y de esconderse en esconderse, se vuelve más y más problemática. Es
una situación que podemos caracterizar con una extrema precisión: el hombre no
puede escapar del ojo de Dios, sino que, intentando esconderse de él, se
esconde de sí mismo. Dentro de sí conserva también algo que le busca, pero a
este algo se le hace más difícil cada vez encontrarle. Y precisamente en esta
situación le coge la pregunta de Dios: quiere turbar al hombre, destruir su
mecanismo para esconderse, hacerle ver adónde le ha llevado un camino
equivocado, hacer nacer en él un ardiente deseo de salir fuera.
En este punto
todo depende del hecho de que el hombre se plantee o no la pregunta.
Indudablemente, si la pregunta llegara al oído, a cualquiera «le temblará el
corazón». Ahora bien, el mecanismo le permite asimismo seguir siendo dueño de
esta emoción del corazón. En efecto, la voz no llega en medio de una tempestad
que pone en peligro la vida del hombre; «es la voz de un silencio semejante a
un soplo» (1 Re 19,12), y es fácil sofocarla. Hasta que no ocurra esto, la vida
del hombre no se podrá convertir en camino. Por muy grande que sea el éxito y
el goce de un hombre, por muy grande que sea su poder y colosal su obra, su
vida seguirá sin tener un camino mientras no haga frente a esta voz. Adán le
hizo frente, reconoció que había caído en una trampa y confesó: «Me he
escondido». Aquí empieza el camino del hombre”…
M. Buber, El
camino del hombre, Magnano 1990, pp. 21-23, passim.
Para rezar
Padre alabamos y
glorificamos tu nombre,
porque tú eres el Señor.
Gracias por la salud, las fuerzas y energía
para cumplir con las funciones y responsabilidades de cada día.
Gracias por inspirar las ideas creativas
necesarias en nuestro diario vivir.
Gracias por la provisión de los alimentos y
posibilidades para satisfacer nuestras
necesidades básicas.
Dios, estamos agradecidos por todas las bendiciones que nos prodigas, pero reconocemos que necesitamos más alimento espiritual y el valor para enfrentar y vencer las tentaciones y pruebas
cotidianas que se presentan sin ser invitadas a nuestro paso por la vida.
Amado Señor, quédate con nosotros.
Abrázanos y déjate sentir.
En el nombre de Jesús.
Amén.
porque tú eres el Señor.
Gracias por la salud, las fuerzas y energía
para cumplir con las funciones y responsabilidades de cada día.
Gracias por inspirar las ideas creativas
necesarias en nuestro diario vivir.
Gracias por la provisión de los alimentos y
posibilidades para satisfacer nuestras
necesidades básicas.
Dios, estamos agradecidos por todas las bendiciones que nos prodigas, pero reconocemos que necesitamos más alimento espiritual y el valor para enfrentar y vencer las tentaciones y pruebas
cotidianas que se presentan sin ser invitadas a nuestro paso por la vida.
Amado Señor, quédate con nosotros.
Abrázanos y déjate sentir.
En el nombre de Jesús.
Amén.
Virma
Pomale
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