13
de febrero de 2019 – TO – MIÉRCOLES DE LA V SEMANA
Lo que sale
del hombre es lo que lo hace impuro
Lectura
del libro del Génesis 2, 4b-9. 15-17
Cuando
el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo
sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había
hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el
suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del
suelo.
Entonces
el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un
aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
El
Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que
había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que
eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de
la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
El
Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara
y lo cuidara. Y le dio esta orden: «Puedes comer de todos los árboles que hay
en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del
mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la
muerte.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
103, 1-2a. 27-28. 29bc-30 (R.: 1a)
R. ¡Bendice
al Señor, alma mía!
Bendice
al Señor, alma mía:
¡Señor,
Dios mío, qué grande eres!
Estás
vestido de esplendor y majestad
y
te envuelves con un manto de luz. R.
Todos
esperan de ti
que
les des la comida a su tiempo:
se
la das, y ellos la recogen;
abres
tu mano, y quedan saciados. R.
Si
les quitas el aliento,
expiran
y vuelven al polvo.
Si
envías tu aliento, son creados,
y
renuevas la superficie de la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23
Jesús,
llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace
impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que
oiga!»
Cuando
se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por
el sentido de esa parábola. El les dijo: « ¿Ni siquiera ustedes son capaces de
comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede
mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en
lugares retirados?» Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego
agregó: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del
interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones,
las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la
maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el
orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las
que manchan al hombre.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
relato que se lee hoy explica que Dios hizo al hombre del barro de la tierra.
Posee una intención distinta de la del otro relato. Con esta imagen viene a
explicar cuál es el sentido de la vida del hombre en medio de los males que
experimenta, sobre todo en su interior.
Precisamente
porque somos imagen de Dios y porque Dios es amor y donación de amor, nosotros
también hemos de ser amor y donación de amor. Y porque el amor implica
libertad, Dios nos ha hecho “creadores libres”, personas capaces de vivir en
una relación de hijos para con Dios y de hermanos con los otros.
Dios
crea al hombre pero dejando que el hombre tenga su responsabilidad. Nos deja
verdadera libertad, aunque esta libertad está de una manera inevitable,
condicionada por la realidad de nuestro ser en el mundo. No tenemos la libertad
soberana e infinita de Dios, pero sí una libertad y una responsabilidad a la
medida de nuestro ser, fruto del amor de Dios.
***
Hoy
Jesús continúa refiriéndose al tema de lo que se puede comer y lo que no, lo
que se considera puro o no en cuestión de comidas. La carne de cerdo, por
ejemplo, es considerada impura por los judíos y por otras culturas:
inicialmente por motivos de higiene y prevención de enfermedades, pero luego
también por norma religiosa.
Los
fariseos eran piadosos, cumplidores de la ley, pero habían caído en un
legalismo exagerado e intolerante y, llevados de su devoción y de su deseo de
agradar a Dios en todo, daban prioridad a lo externo, al cumplimiento
escrupuloso de mil detalles, descuidando a veces lo más importante.
Las
palabras de Jesús no sólo declaran lícitos todos los alimentos, sino que
previene del tipo de alimentos que verdaderamente pueden dañar al hombre y son
aquellos con los que alimentamos nuestro corazón. La enseñanza de Jesús apunta
a señalar que lo verdaderamente importante no es lo que entra en la boca, sino
lo que sale de ella. Lo que hace buenas o malas las cosas, es lo que brota del
corazón del hombre, la buena intención o la malicia interior.
El
defecto de los fariseos, puede ser precisamente el defecto de muchas personas
piadosas, que deseosas de perfección, pierden de vista la importancia de las
actitudes interiores, que son las que dan sentido a los actos exteriores.
Jesús
presenta una lista las trece cosas que pueden brotar de un mal corazón: malos
propósitos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias.
Injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Todas ellas tienen mucha más trascendencia que lo que comemos o dejamos de
comer.
La
fuente principal del Reino es el interior del ser humano, su corazón, su
conciencia, su voluntad, su opción fundamental. Nada externo puede pervertirlo.
Si su juicio es recto, si sus valores son los del Reino de Dios verá el mundo
desde esa perspectiva y así actuará. No está exento del cansancio, del temor y
del error, pero su corazón le seguirá marcando la verdad evangélica que ya ha
hecho suya.
Jesús
tiene un corazón comprometido con el Reino de Dios, por eso puede por todos los
lugares, dialogar con todas las personas, sin que se dañe su interior. Las
circunstancias que vive, le sirven para crecer en el compromiso que ha
adquirido. Todo lo externo pasa a través del filtro de su “corazón”, y se
transforma en sabiduría y en camino de encuentro con Dios.
Para discernir
¿Qué
cosas considero que obstaculizan la transparencia de mi vida?
¿Qué
cosas descubro que hacen impura mi vida?
¿Tengo
mi corazón comprometido con el Reino?
Repitamos a lo largo de este día
Dame
Señor un corazón bueno
Para la lectura espiritual
«Oh Dios, crea
en mí un corazón puro» (Sl 50, 12)
“…«Grábame como
un sello en tu corazón… porque es fuerte el amor como la muerte (Ct 8,6). «Es
fuerte el amor como la muerte» porque el amor de Cristo da muerte a la misma
muerte… También el amor con que nosotros amamos a Cristo es fuerte como la
muerte ya que viene a ser él mismo como una muerte, en cuanto que es el
aniquilamiento de la vida anterior, la abolición de las malas costumbres y
sepelio de las obras muertas. Este nuestro amor por Cristo es como un
intercambio de dos cosas semejantes, aunque su amor hacia nosotros supera al
nuestro. Porque «él nos amó primero» (1Jn 4,19) y, con el ejemplo de amor que
nos dio, se ha hecho para nosotros como un sello, mediante el cual nos hacemos
conformes a su imagen…
Por esto dice:
«Grábame como un sello en tu corazón». Es como si dijera: «Ámame como yo te
amo. Tenme en tu pensamiento, en tu recuerdo, en tu deseo, en tus suspiros, en
tus gemidos y sollozos. Acuérdate, hombre qué tal te he hecho, cuán por encima
te he puesto de las demás criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo
te he coronado de gloria y honor, cómo te he hecho un poco inferior a los
ángeles, cómo he puesto bajo tus pies todas las cosas (Sl 8,6-7). Acuérdate no
sólo de cuán grandes cosas he hecho para ti, sino también de cuán duras y
humillantes cosas he sufrido por ti; y dime si no obras perversamente cuando
dejas de amarme. ¿Quién te ama como yo? ¿Quién te ha creado sino yo? ¿Quién te
ha redimido sino yo?»…
Quita de mí,
Señor, este corazón de piedra, quita de mí este corazón endurecido,
incircunciso. Y dame un corazón nuevo, un corazón de carne, un corazón puro (Ez
36,26). Tú que purificas los corazones y amas los corazones puros, toma
posesión de mi corazón y habita en él; llénalo con tu presencia, tú que eres
superior a lo más grande que hay en mí y que estás más dentro de mí que mi
propia intimidad. Tú que eres el modelo de la perfecta belleza y el sello de la
santidad, sella mi corazón con la impronta de tu imagen; sella mi corazón, por
tu misericordia, tú, «Dios por quien se consume mi corazón, mi lote perpetuo»
(Sl 72,26)”…
Balduino de Ford
(?-hacia 1190), abad cisterciense
Homilía 10,
sobre el Cantar 8,6; PL 204, 513s
Para rezar
Señor, aquí
estoy, frente a ti,
porque necesito
que me cures.
Perdóname por los momentos en los que pensé
Perdóname por los momentos en los que pensé
de manera egoísta
en mi salud.
Es verdad, quiero liberarme de esta enfermedad
Es verdad, quiero liberarme de esta enfermedad
y quiero poder
disfrutar de mi vida sin restricciones
ni
preocupaciones.
Pero sé que
tienes un plan para mí que implica
mucho más que
hacer algo por ti.
Implica ser algo
contigo.
Y, en el fondo de mi corazón,
Y, en el fondo de mi corazón,
sé que muchas
veces deseé tener una relación
más profunda
contigo, mi Padre,
comprender tu
amor por mí,
tu hijo y que
ese amor me permitiera servirte
en una nueva
forma, la forma de los amados.
Amo servirte.
Vivo para servirte.
Ansío escucharte.
Sentir ti presencia.
Experimentar tu ayuda.
Por eso me atrevo a pedirte:
Alíviame.
Redímeme.
Sáname.
Pero hazlo, mi Señor
Amo servirte.
Vivo para servirte.
Ansío escucharte.
Sentir ti presencia.
Experimentar tu ayuda.
Por eso me atrevo a pedirte:
Alíviame.
Redímeme.
Sáname.
Pero hazlo, mi Señor
de manera que
pueda experimentar
la profundidad
de estar a tu servicio
y alcanzar la
cima de la comunión contigo,
porque es allí
donde está mi corazón.
Sáname y hazme uno.
Sáname y hazme uno.
Sáname y hazme uno, oh amante de mi alma.
Sáname y hazme uno.
Sáname y hazme uno.
Sáname y hazme uno, oh amante de mi alma.
Tomado
del libro Oraciones para la sanidad.
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