12
de febrero de 2019 – TO – MARTES DE LA V SEMANA
No dejen de lado el mandamiento de Dios
Lectura
del libro del Génesis 1, 20-2, 4a
Dios
dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen
pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo.» Dios creó los grandes
monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas
deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que
esto era bueno. Entonces los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y
multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen
sobre la tierra.» Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Dios
dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y
animales salvajes de toda especie.» Y así sucedió. Dios hizo las diversas
clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los
reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era
bueno.
Dios
dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén
sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la
tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo.» Y Dios creó al
hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y
los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los
vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y
continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la
tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de
alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a
todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el
pasto verde.» Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era
muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así
fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos. El
séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que
había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó
de hacer la obra que había creado.
Este
fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 2a)
R. ¡Señor,
nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Al
ver el cielo, obra de tus manos,
la
luna y la estrellas que has creado:
¿qué
es el hombre para que pienses en él,
el
ser humano para que lo cuides? R.
Lo
hiciste poco inferior a los ángeles,
lo
coronaste de gloria y esplendor;
le
diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo
lo pusiste bajo sus pies. R.
Todos
los rebaños y ganados,
y
hasta los animales salvajes;
las
aves del cielo, los peces del mar
y
cuanto surca los senderos de las aguas. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13
Los
fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y
vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin
lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse
antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al
volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay
muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado
de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces
los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no
proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen
con las manos impuras?»
El
les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de
la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino
preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la
tradición de los hombres.»
Y
les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan
tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a
tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a
muerte. En cambio, ustedes afirman: “Si alguien dice a su padre o a su madre:
Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…”
En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así
anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han
transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Si
en los primeros cuatro días Dios había creado la luz, las aguas, el día y la
noche, ahora el relato del Génesis nos dice, con su lenguaje particular, cómo
nació la vida en la tierra.
Primero,
la vida en las aguas marinas. Luego, en la tierra, con toda clase de animales y
finalmente la pareja humana. En este último día, el comentario que se pone en
labios de Dios, es que todo lo que había hecho era muy bueno. El hombre y la
mujer aparecen como la cumbre de la creación.
El
día séptimo «descansó Dios de todo el trabajo que había hecho». Frase en la que
se motiva el «sabbat»: descanso del día séptimo de la semana judía. Este
esquema narrativo no quiere ser científico o histórico, sino que presenta una
intención religiosa muy interesante: nos está diciendo que todo procede de Dios
y que todo lo ha pensado para bien de la raza humana.
El
vértice del texto de hoy está claramente en la creación del ser humano a
nuestra imagen y semejanza. El mensaje central es que no somos frutos del mero
azar, de la fuerza ciega de la evolución. Somos fruto de un amor infinito, fuente
de nuestra más radical dignidad, de nuestra más enriquecedora diversidad, de la
más apasionante misión que consiste en cuidar y desarrollar la obra de Dios.
***
En
el Evangelio de hoy, la primera afirmación importante que hace Jesús, es que el
mandamiento de Dios y las tradiciones de los hombres tienen que ser
considerados como dos cosas distintas. No están en el mismo plano, sino que el
primero es perenne y las segundas son provisionales. Además, las tradiciones,
aunque hayan nacido como un esfuerzo de interpretación del mandamiento e
incluso como un intento de veneración del mismo, no tienen que esconder a dicho
mandamiento, hasta el punto de distraernos de lo que es esencial.
En
la segunda afirmación Jesús rechaza la distinción judía entre lo puro y lo
impuro, entre una esfera religiosa, separada, en la que Dios está presente, y
otra esfera ordinaria, cotidiana, en la que Dios está ausente. La impureza
radica en el pecado que llevamos dentro de nosotros.
La
tercera afirmación apunta a la absurda tradición del “corbán”, que permitía a
los hijos, desentenderse del deber de mantener a los padres ancianos e
inválidos, gracias a una pequeña ofrenda hecha al Templo.
Lo
esencial del texto está constituido por la pequeña parábola de Jesús, en la que
pone de manifiesto que no son las cosas las que contaminan, sino que es el
mismo ser humano, quien a partir de sus opciones, de sus decisiones, le dice sí
o no a Dios mismo, haciéndose así puro o impuro frente al proyecto de Dios en
la historia.
Jesús
afirma la moral del corazón, no sólo la de las acciones. Cuando la conducta es
ciega, es porque el corazón está en desorden. Es necesario entonces, un
esfuerzo continuo de purificación. No se trata tampoco de hacer las cosas de
corazón, fuera de toda ley, sino de hacer cosas que procedan de un corazón
recto. Es el corazón el que tiene que estar purificado, porque tiene que estar
abierto de modo que pueda captar la voluntad de Dios. La voluntad de Dios no es
simplemente letra escrita, ni repetición de costumbres.
El
corazón purificado del que habla Jesús, está hecho de fe y disponibilidad. Se
trata de crear una situación interior capaz de conocer al verdadero Dios, capaz
de descubrir su voluntad en lo cambiante de la vida cotidiana. El corazón es el
lugar donde Dios se revela, no simplemente el lugar donde se percibe la
obligatoriedad de una ley y donde se encuentra la fuerza para repetirla.
Jesús
desde la referencia al mandamiento del amor a los padres, restablece la verdad
de la naturaleza de las cosas.
El
evangelio nos llama a que no nos limitemos a honrar al Señor sólo con los
labios, mientras nuestro corazón permanece lejos de Él por falta de un amor
auténtico, que nos ponga al servicio de nuestros hermanos.
Nuestra
fe es una invitación a entrar en relación con una persona, Jesús, y dejar que
su amor y su presencia llegue hasta el centro de nuestro corazón. Estar cerca
de Jesús, significa que Él habita en nosotros y transforma nuestra existencia;
para que permaneciendo en nosotros y desde nosotros, se manifieste con las
obras concretas de nuestra vida, que Él sigue amando y salvando a todos
mediante su Iglesia.
Para discernir
¿Qué
idea tengo acerca de la pureza evangélica?
¿Qué
significa que nuestra vida esté cerca de la del Señor?
¿Cómo
puedo vivir una moral desde la fe?
Repitamos a lo largo de este día
Alabo
tu Nombre Señor
Para la lectura espiritual
..”Al principio
se confió a ambos (al hombre y a la mujer) la tarea de conservar su propia
semejanza con Dios, dominar sobre la tierra y propagar el género humano. Ser
todos de Dios, entregarse a él, a su servicio, por amor, ésa es la vocación no
sólo de algunos elegidos, sino de todo cristiano; consagrado o no consagrado,
hombre o mujer [...].
Cada uno está
llamado a seguir a Cristo. Y cuanto más avance cada uno por esta vía, más
semejante se hará a Cristo, puesto que Cristo personifica el ideal de la
perfección humana libre de todo defecto y carácter unilateral, rica en rasgos
característicos tanto masculinos como femeninos, libre de toda limitación
terrena; sus seguidores fieles se ven cada vez más elevados por encima de los
confines de la naturaleza. Por eso vemos en algunos hombres santos una bondad y
una ternura femenina, un cuidado verdaderamente materno por las almas a ellos
confiadas; y en algunas mujeres santas una audacia, una prontitud y una
decisión verdaderamente masculinas. Así, el seguimiento de Cristo lleva a
desarrollar en plenitud la originaria vocación humana: ser verdadera imagen de
Dios; imagen del Señor de lo creado, conservando, protegiendo e incrementando a
toda criatura que se encuentra en su propio ámbito, imagen del Padre,
engendrando y educando -a través de una paternidad y una maternidad
espirituales- hijos para el Reino de Dios.
La elevación por
encima de los límites de la naturaleza, que es la obra más excelsa de la
gracia, no puede ser alcanzada, ciertamente, por medio de una lucha individual
contra la naturaleza o mediante la negación de nuestros propios límites, sino
sólo mediante la humilde sujeción al nuevo orden entregado por Dios”…
E. Stein,
edición española: La mujer, Ediciones Palabra, Madrid 1998.
Para rezar
Tú y yo nos
vamos haciendo
En ti estoy, de
ti vengo, a ti voy.
Estás fuera de mí, puedo encerrarme.
Estás dentro de mí, puedo encerrarte.
No puedo dejar de estar en ti.
Mi carne extiende raíces que llegan hasta ti.
Estás fuera de mí, puedo encerrarme.
Estás dentro de mí, puedo encerrarte.
No puedo dejar de estar en ti.
Mi carne extiende raíces que llegan hasta ti.
Puedo olvidarlo.
Mi espíritu es una chispa
que brota de tu incendio.
Puedo ignorarlo.
No puedo dejar de venir de ti.
Mis ojos buscan su horizonte.
Mi corazón, su hogar universal.
Mi espíritu es una chispa
que brota de tu incendio.
Puedo ignorarlo.
No puedo dejar de venir de ti.
Mis ojos buscan su horizonte.
Mi corazón, su hogar universal.
Puedo
extraviarme en una encrucijada.
Puedo paralizarme en algún hogar.
No puedo dejar de ir hacia ti.
No vi tu rostro cuando salí de ti.
No fue una despedida.
Puedo paralizarme en algún hogar.
No puedo dejar de ir hacia ti.
No vi tu rostro cuando salí de ti.
No fue una despedida.
Allí empezó un
encuentro sin orillas.
Cada tarde añado en mi lienzo
un nuevo rasgo tuyo.
Cada tarde añades en tu lienzo
un nuevo rasgo mío.
Cada tarde añado en mi lienzo
un nuevo rasgo tuyo.
Cada tarde añades en tu lienzo
un nuevo rasgo mío.
En medio del
camino al adivinar una frente,
al estrechar una mano, al mirar unos ojos,
al nacer el futuro, al morir el presente,
yo te descubro, yo me descubro.
al estrechar una mano, al mirar unos ojos,
al nacer el futuro, al morir el presente,
yo te descubro, yo me descubro.
Dentro de mí,
los dos a la par,
uno hacia el otro, nos vamos haciendo…
Ahora te veo, Señor marginado,
maestro sirviendo, madre exprimida,
padre sin nada, infinito pidiendo, libre clavado.
uno hacia el otro, nos vamos haciendo…
Ahora te veo, Señor marginado,
maestro sirviendo, madre exprimida,
padre sin nada, infinito pidiendo, libre clavado.
Ahora te veo,
pueblo en camino.
Y en este misterio se pierden mis días,
mis razones y mis sueños.
Tú y yo nos vamos haciendo tu pueblo.
Y en este misterio se pierden mis días,
mis razones y mis sueños.
Tú y yo nos vamos haciendo tu pueblo.
B.
González Buelta s.j.
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