12
de noviembre de 2018 – TO - LUNES DE LA XXXII SEMANA
Auméntanos la fe
Lectura
de la carta del apóstol
San
Pablo a Tito 1, 1-9
Carta
de Pablo, servidor de Dios y Apóstol de Jesucristo para conducir a los elegidos
de Dios a la fe y al conocimiento de la verdadera piedad, con la esperanza de
la Vida eterna. Esta Vida ha sido prometida antes de todos los siglos por el
Dios que no miente, y a su debido tiempo, él manifestó su Palabra, mediante la
proclamación de un mensaje que me fue confiado por mandato de Dios, nuestro
Salvador.
A
Tito, mi verdadero hijo en nuestra fe común, le deseo la gracia y la paz que
proceden de Dios, el Padre, y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
Te
he dejado en Creta, para que terminaras de organizarlo todo y establecieras
presbíteros en cada ciudad de acuerdo con mis instrucciones.
Todos
ellos deben ser irreprochables, no haberse casado sino una sola vez y tener
hijos creyentes, a los que no se pueda acusar de mala conducta o rebeldía.
Porque
el que preside la comunidad, en su calidad de administrador de Dios, tiene que
ser irreprochable. No debe ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni
pendenciero, ni ávido de ganancias deshonestas, sino hospitalario, amigo de
hacer el bien, moderado, justo, piadoso, dueño de sí.
También
debe estar firmemente adherido a la enseñanza cierta, la que está conforme a la
norma de la fe, para ser capaz de exhortar en la sana doctrina y refutar a los
que la contradicen.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 24 (23),1-2.3-4.5-6.
R. Este
es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
Del
Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el
mundo y todos sus habitantes,
porque
él la fundó sobre los mares,
él
la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién
podrá subir a la Montaña del Señor
y
permanecer en su recinto sagrado?
El
que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el
que no rinde culto a los ídolos, ni jura falsamente. R.
Él
recibirá la bendición del Señor,
la
recompensa de Dios, su Salvador.
Así
son los que buscan al Señor,
los
que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
Jesús
dijo a sus discípulos:
«Es
inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le
valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar,
antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado!
Si
tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete
veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”,
perdónalo.»
Los
Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El
respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran
a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les
obedecería.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Durante
tres días, leeremos una de las cartas pastorales de Pablo: la que escribió a su
discípulo Tito que habiendo sido pagano y ya convertido al cristianismo
acompañó a Pablo en muchos de sus viajes: Tito era uno de sus hombres de
confianza a quien llama: “verdadero hijo mío en la fe que compartimos” a quien
había puesto como responsable de la comunidad cristiana de Creta, la gran isla
del Mediterráneo.
En
la carta aparecen dos temas importantes: la organización de la comunidad de
Creta y cómo luchar contra las herejías, que se presentan como un grave peligro
para la fe que comienza en esa isla. Por lo tanto le encomienda que organice la
vida de la comunidad, estableciendo presbíteros en cada ciudad con las
siguientes cualidades: “sin tacha, fieles a su única mujer, no arrogantes ni
coléricos, no dados al vino ni pendencieros, ni tampoco ávidos de ganancias”.
Muy por el contrario deben ser, “hospitalarios, justos, dueños de sí y fieles a
la fe recibida”.
El
cuidado en la elección se debe a que son “administradores de Dios” con el
estilo de vida que ha enseñado Jesús ante todo en su propia existencia, antes
que en las palabras.
Las
herejías que le preocupan a Pablo pareciera que proviene de grupos que adherían
a un gnosticismo judeo-cristiano con ciertos toques de magia que empezaba a
esparcirse por las ciudades del Asia Menor.
El
fundamento que pone Pablo para las actitudes que deben tener los cristianos es
porque pertenecen a un pueblo santo. En el Nuevo testamento hay un rechazo a
presentar las virtudes o los deberes morales como simples imperativos.
Del
comportamiento de los cristianos depende el buen nombre de “lo que Dios nuestro
Salvador nos enseña”.
***
Se
tiene, a veces, tendencia a idealizar a los primeros cristianos, como si
hubiesen vivido en un mundo ideal y aureolado de todas las cualidades. La
Iglesia no ha estado nunca exenta de los problemas concretos que supone todo
grupo humano. El texto nos presenta tres realidades importantes para la
comunidad de discípulos y para la Iglesia futura: escandalizar a los pequeños,
la falta de perdón y la fe de los apóstoles.
Las
palabras de Jesús son radicales, porque una Iglesia en la que se escandaliza a
los niños y a los pobres, en la que no se perdona al hermano que peca con gran
frecuencia, y en la que falta la fe en los que la conducen, no es su Iglesia.
Jesús
habla diciendo que son inevitables los escándalos y previene a los discípulos,
pero se lamenta y condena a aquel que los propicia. El ambiente de la comunidad
de Lucas es judeo-cristiano, es decir con miembros provenientes del judaísmo y
del mundo gentil. Desde este contexto podemos descubrir algunos motivos de
escándalo: existe un desequilibrio socio-económico; hay un reparto injusto de
los bienes en el seno de la misma comunidad.
Por
otro lado encontramos la dificultad de corregir al hermano, y la resistencia a
brindarle generosamente el perdón, todas las veces que lo necesita. Una
comunidad, que quiere ser signo de que el Reino de Dios ha comenzado, no puede
pasar por alto las exigencias de una justicia nueva, y de una fraternidad
basada en el verdadero amor al hermano; que alcanza su máxima expresión, en el
perdón y la reconciliación.
Los
discípulos reconocen que son insuficientes sus fuerzas para asumir la
responsabilidad que implica la construcción del reino. Estas actitudes, sólo
alcanzan sentido y posibilidad de ser vividas con integridad, desde la fe.
Todos
influimos para bien o para mal, en los que conviven con nosotros. El amor sin
límites a los hermanos, es la característica de los discípulos que forman una
comunidad de hermanos. Los cristianos somos hermanos, pero no somos personas
perfectas; somos pecadores. Jesús no idealiza su comunidad, ni la piensa
impecable y sin historia: concretamente sabe que es y será una comunidad en la
que las personas se equivocan, se impacientan, buscan su propio interés, se
ofenden unas a otras; hasta siete veces al día. A todos nos cuesta perdonar,
nos sale mucho mejor juzgar, condenar y recriminar.
La
corrección fraterna si se realiza con prudencia y con la delicadeza que brota
del amor, va de la mano del perdón y la generosidad de corazón. Debemos hacer
nuestra la petición de los discípulos.
Hay
que tener una fe fuerte y grande, para seguir creyendo en nuestros hermanos
cuando nos han fallado muchas veces. La misma fe que Dios tiene en cada uno,
que sigue creyendo en nosotros a pesar de las reiteradas veces que fallamos. Se
hace imprescindible reconocer con humildad nuestra impotencia, y pedir
confiadamente al Señor la fe, al menos del tamaño de un grano de mostaza, para
que Él obre en nosotros y con nosotros.
Para discernir
¿Cuáles
son las cosas que más me escandalizan?
¿Cuáles
son las cosas con que más escandalizo?
¿Puedo
dar el perdón con generosidad?
Repitamos a lo largo de este día
…Dame
la fe de un grano de mostaza, Señor…
Para la lectura espiritual
«Tú,
perdónalo»
…
«El amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin
límites» (1C 13,7). Con ello el apóstol Pablo nos quiere enseñar que si esta
virtud se puede mantener con una firmeza tal, es porque está unida a una
paciencia a toda prueba. Y dice más: «Sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef.
4,2).
No
es posible mantener la unidad ni la paz si los hermanos no se esfuerzan en
practicar la tolerancia mutua y el vínculo de la concordia, gracias a la
paciencia. ¿Y qué decir aún de no jurar, ni maldecir, de no reclamar lo que nos
han quitado, de presentar la otra mejilla a quien nos bofetea, de perdonar al
hermano que ha pecado contra nosotros, no solamente setenta veces siete, sino
todos sus errores, amar a nuestros enemigos, orar por nuestros adversarios y
por los que nos persiguen?
¿Cómo
conseguir todo esto si no se es firmemente paciente y tolerante? Es lo que hizo
san Esteban cuando, en lugar de clamar venganza, pidió misericordia para sus
verdugos diciendo: «¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!» (Hch 7,60″…)
San Cipriano
(hacia 200-258), obispo de Cartago y mártir
Los Beneficios
de la paciencia
Para rezar
Dios
y Padre nuestro
que
conocés nuestra poca fe
te
pedimos que no desfallezca nuestra esperanza,
que
tu Espíritu renueve
nuestro
ardor, que se agota buscando
otras
riquezas y otros caminos.
Que
tu palabra, sembrada en nuestros corazones,
crezca
y dé fruto,
y así transforme
nuestro mundo
y lo haga
adelanto del reino definitivo.
Nos confiás el
cuerpo y la sangre de tu Hijo,
que son anticipo
del Reino definitivo;
Ellos son fruto
de nuestra tierra y de nuestro trabajo,
y unidos a tu
obra creadora
son ya las
primicias de los tiempos nuevos.
Que sean
también, para nuestro gozo,
el alimento y la
fuerza para el camino
que nos conduce
a tu encuentro.
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