24 de octubre de 2018 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXIX SEMANA
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Éfeso 3,
2-12
Hermanos:
Seguramente habrán oído hablar de la gracia de
Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por medio de una
revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de
exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión
que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas,
pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y
profetas.
Este misterio consiste en que también los paganos
participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y
beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. De
este Evangelio, yo fui constituido ministro por el don de la gracia que recibí
de Dios, en virtud de la eficacia de su poder.
Yo, el menor de todos los santos, he recibido la
gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y poner de
manifiesto la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en
Dios, el creador de todas las cosas, para que los Principados y las Potestades
celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de
la Iglesia.
Este es el designio que Dios concibió desde toda la
eternidad en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercarnos
a Dios con toda confianza, mediante la fe en él.
Palabra de Dios.
SALMO Is 12, 2-3. 4abcd. 5-6
(R.: 3)
R. Sacarán agua con alegría,
de las fuentes de la salvación.
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 12, 39-48
Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si
el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar
las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del
hombre llegará a la hora menos pensada.»
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la
dices para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y
previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la
ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al
llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará
administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en
llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a
comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos
pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su
señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había
dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo
también culpable, será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al
que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Pablo siente orgullo por “la gracia de Dios que se
le ha dado”, anunciar “que también los paganos son coherederos, miembros del
mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo”.
Para muchos, todo parecía indicar que los únicos
herederos de la promesa de Dios, eran los pertenecientes al pueblo judío. Sin
embargo Pablo tiene la alegría de “anunciar a los gentiles la riqueza
insondable que es Cristo” y proclamar que todos los que creen en Jesús, vengan
del judaísmo o del paganismo, “tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe
en Cristo”.
Desde siempre, desde la creación inicial, Dios
tenía en su mente: el proyecto de una humanidad reunida, por fin, en el amor.
Frente a los «misterios» paganos que frecuentemente eran ritos sagrados,
reservados sólo a los «iniciados»; el misterio de Cristo está hecho para ser
revelado, anunciado a todos. Dios quiere dar a conocer su secreto.
Si se cree en Jesús, no importa la raza, la edad,
la cultura: se es coheredero, o sea, llamado a compartir con los creyentes y
los santos de todos los tiempos la vida que Dios nos tiene preparada.
Cristo es verdaderamente el momento decisivo de la
historia toda de la humanidad, su proyecto de amor es universal sin fronteras,
de apertura infinita para lograr la unidad total de todos los hombres.
***
Estas parábolas nos muestran que el tiempo de la
espera es tiempo de servicio. El reino se refleja de forma decisiva en el hoy
de nuestra vida. La primera parábola denuncia la actitud de Israel de haberse
confiado demasiado en su condición de pueblo elegido y no asumir los
compromisos que implicaban ser el pueblo de la alianza.
Pedro, con su pregunta, pone de manifiesto que
quizá en su interior se sentía muy seguro del Reino. Ya no tenía nada que temer
dado que había sido elegido responsable. La respuesta de Jesús aclara que
cuanto mayor es la responsabilidad, tanto más serán también las cuentas a
rendir.
La segunda parábola es otra denuncia contra la
actitud obstinada de Israel que no se mantuvo despierto luchando diariamente
por hacer posible el proyecto de Dios.
El llamado a la vigilancia va dirigido
especialmente a los responsables de la comunidad, que tienen el encargo
especial de velar por el rebaño. La tentación típica al tardar el Señor, es la
de olvidarse de que sólo se es administrador, y actuar como si se fuera dueño
buscando caprichosamente el propio interés, explotando al rebaño y
apacentándose a sí mismos.
El papel esencial del administrador es “dar a cada
uno el alimento a sus horas”, para lo cual es necesario vivir una doble
fidelidad: al amo y la comunidad. Fidelidad que es posible cuando se valora la
gracia que se nos ha confiado y estamos atentos a las necesidades de aquellos
que nos fueron encomendados. Si bien el administrador ha recibido mayores
responsabilidades, también ha recibido los dones para poder llevarlas a cabo.
Unida a su Señor, la Iglesia está llamada a ser un
signo visible del amor del Padre por la humanidad. Somos llamados a la vida
para algo, y ese algo es tan importante, que de él depende la plenitud de vida
de los hombres que comparten nuestra historia.
Llenos de todo, en una carrera muchas veces sin
rumbo, por superficialidad o por falsa humildad, los hombres dejamos de
preguntarnos ¿qué espera el mundo de nosotros? La vida espera algo de nosotros
y tenemos una misión en este mundo que lleva nuestro nombre y nadie más puede
hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Tenemos que descubrir
cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión para que nuestra vida cobre
sentido. El modo desde el cual llegará la salvación, tomará el matiz que le
imponga cada vida particular, que haya aceptado la invitación del Señor.
Dios pone en nuestras manos su Vida y su Palabra.
Aceptarlo es entrar en comunión con su propio Hijo y hacer nuestra, tanto la
vida, como la misión del Enviado del Padre, continuando su obra de salvación en
favor de los hombres de nuestro tiempo, aun cuando en ese empeño tengamos que
entregar nuestra propia vida.
…”La conciencia de ser administradores y no dueños
de lo que se nos ha encomendado debe llevarnos a concebir nuestra libertad en
términos de responsabilidad”… Saint Exupery
Para
discernir
¿Soy consciente de los dones recibidos?
¿Cómo vivo mi fidelidad al don recibido y a las
necesidades de mis hermanos?
¿Qué noto que se me pide?
Repitamos a
lo largo de este día
Quiero ser un servidor
Para la
lectura espiritual
…”La educación progresiva de nuestro pensamiento
cristiano y su correlativo obrar (en proporción al estado y a la llamada
recibida por cada uno) con respecto a todos los grandes problemas de la vida y
de la historia, tiene que ver con lo que podríamos llamar la «sabiduría de la
praxis». Esta última consiste sobre todo en la adquisición de hábitos
virtuosos: unos hábitos que son necesarios todos ellos no sólo para actuar,
sino también y en primer lugar para pensar correcta y exhaustivamente sobre los
juicios y las consiguientes acciones que puedan exigir los problemas de las
vicisitudes de la vida individual, familiar, social, política e internacional
que el hoy presenta a la conciencia de cada uno y de la comunidad cristiana.
Es preciso reconocer que los resultados poco
brillantes de las experiencias de los cristianos en la vida social y política
no se deben tanto a la malicia de los adversarios, ni tampoco únicamente a las
propias deficiencias culturales, como sobre todo a deficiencias de los hábitos
virtuosos adecuados, y no sólo en el sentido de carencias de las dotes
sapienciales necesarias para ver las direcciones concretas de la acción social
y política. Justamente, creo que la causa de muchos fracasos ha sido, en primer
lugar, la falta de sabiduría de la praxis: esa sabiduría que -supuestas las
esenciales premisas teologales de la fe, la esperanza y el amor cristiano-
requiere además un delicadísimo equilibrio de probada prudencia y de fortaleza
magnánima; de luminosa templanza afinada justicia, tanto individual como
política; de humildad y sincera y de mansa, aunque real, independencia en el
juicio; de sumisión y, al mismo tiempo, deseo veraz de unidad, aunque también
de espíritu de iniciativa y sentido de la propia responsabilidad; de capacidad
de
resistencia y, al mismo tiempo, mansedumbre evangélica”…
resistencia y, al mismo tiempo, mansedumbre evangélica”…
G. Dossetti, La palabra y el silencio, Bolonia 1997, p. 93.
Para rezar
Me da miedo, Señor, decirte “Sí”
Me da miedo, Señor, decirte “sí”,
porque… ¿a dónde me vas a llevar?
Me da miedo de que me toque la “gran suerte”.
Me da miedo firmar un acuerdo sin leerlo.
Me da miedo un “sí” que luego trae muchos “síes”…
Me da miedo poner mi mano en la tuya
porque… no me la vas a soltar.
Me da miedo mirarte a los ojos
porque me vas a hipnotizar.
Me da miedo lo que me vas a exigir
porque eres un Dios muy insistente…
porque… ¿a dónde me vas a llevar?
Me da miedo de que me toque la “gran suerte”.
Me da miedo firmar un acuerdo sin leerlo.
Me da miedo un “sí” que luego trae muchos “síes”…
Me da miedo poner mi mano en la tuya
porque… no me la vas a soltar.
Me da miedo mirarte a los ojos
porque me vas a hipnotizar.
Me da miedo lo que me vas a exigir
porque eres un Dios muy insistente…
Michel Quoist
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