2 de octubre de 2018 - TO – MARTES DE LA XXVI SEMANA
2 de octubre - Los santos ángeles custodios
Él te
encomendó a sus ángeles para que te cuiden en tus caminos
Lectura del Libro del Éxodo 23,20-23
Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te
proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra
él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que
te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti y te
introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los
cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.
Palabra de Dios
SALMO Sal 91(90) ,1-2.3-4.5-6.10-11.
Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: “Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío”. R:
El te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas. R:
No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol. R:
No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 18, 1-5. 10
En aquel momento los discípulos se acercaron a
Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”.
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no
se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este
niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre,
me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos
pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente
en presencia de mi Padre celestial.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Los fariseos y saduceos mantenían una disputa sobre
si los ángeles existen o no. Los saduceos decían que éstos no eran otra cosa
que invenciones, fantasías de ignorantes.
Jesús, quiso dejar bien clara la doctrina, y lo
hace de manera desconcertante. «Llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y
dijo: cuídense de menospreciar a uno de estos pequeños; porque sus ángeles, en
los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos».
Los niños no contaban en aquella sociedad y estaban
desposeídos de toda clase de derechos; eran con frecuencia despreciados por la
gente y no tenidos en cuenta para la toma de decisiones dentro de la casa. La
palabra griega con la que se dice niño, denomina con frecuencia a un niño en
cuánto que ejerce de sirviente y ayuda en las tareas familiares. A esta clase
de niños, se refiere el evangelio de hoy, cuando Jesús propone a uno de ellos
como modelo a imitar. El mayor en el Reino de Dios es el niño y el que se hace
como niño, porque representa en forma única el despojo de todo poder.
Los ángeles custodios nos revelan la presencia
trascendente de Dios en cada persona, especialmente en los más pobres. Cuando
Jesús invita a sus discípulos a cambiar, lo hace poniendo como modelos a “estos
niños”, los servidores.
Dios, como Padre Providente, siempre vela por
nosotros y se ha hecho cercano a nosotros por medio de Jesús, su Hijo hecho
Hombre. Él siempre manifestó su amor para con los pobres y los enfermos, para
con los pequeños y los pecadores; Él nunca permaneció indiferente ante el
sufrimiento humano. Su amor preferencial para aquellos que son considerados
como los niños, desprotegidos de todo y necesitados de todo, nos recuerda cuál
debe ser también el camino preferencial en el amor de la Iglesia.
Hay muchos que necesitan quien vele por ellos y por
sus intereses. Dios nos ha enviado a ellos para que les manifestemos de un modo
real, efectivo, el amor misericordioso del Señor que nos ha concedido y que
quiere que llegue a todos por medio de su Iglesia. Esta presencia de Dios en
los más pobres, que son los más grandes en el Reino, es lo que da a los pobres
esa trascendencia que hace que sus ángeles en los cielos vean continuamente el
rostro de Dios.
Los niños son delante de Dios, los más importantes
de los hombres; lo que a ellos ocurre tiene inmediata resonancia ante el Padre
del cielo.
Como discípulos que viven unidos a Cristo, debemos
preocuparnos de cuidar de nuestros hermanos necesitados, como Dios ha velado
por nosotros. No debemos solamente buscar seguridad, sino brindarla; no podemos
esperar siempre recibir, sino dar; podremos tender la mano como pobres cuando
esta es consecuencia de un seguimiento radical, serio, verdadero del Señor, y
de una constante proclamación de su Evangelio, que establece una nueva
jerarquía. Quien sirve más, ese es el más grande. La grandeza consiste en
servir.
Para
discernir
¿Somos conscientes de lo que nos define como
discípulos?
¿Valoro a los más pequeños y desposeídos?
¿Experimento la fe como una vocación de servicio?
Repitamos a
lo largo de este día
…Dame un corazón de niño…
Para la
lectura espiritual
«Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te
lleve al lugar que he preparado»
…”A sus ángeles ha dado órdenes para que te
guarden en todos tus caminos» (Sl 90,11) ¡Qué respeto debe suscitar en ti esta
palabra, qué fervor debe hacer nacer en ti, y qué confianza te debe inspirar!
El respeto a causa de su presencia, el fervor a causa de su benevolencia, la
confianza a causa de su vigilancia… Ellos están aquí, a tu lado, y no solamente
contigo sino para ti. Están presentes para protegerte, para socorrerte. ¿Cómo
pagarás al Señor todo el bien que te ha hecho? (Sl 115, 3) Es a él solo a quien
se debe rendir honor por esta ayuda; es él quien ha dado estas órdenes. «Todo
don perfecto» (St 1,17) no puede venir más que de él. Pero no podemos dejar de
agradecer, respecto a los ángeles, su gran caridad con la que obedecen y la
gran necesidad que tenemos de su ayuda.
Seamos, pues, respetuosos y agradecidos por la
vigilancia que nos ofrecen; amémoslos agradecidos y honrémoslos tanto como
podamos, pues tanto les debemos… En Dios amemos a sus ángeles, sabiendo que un
día ellos serán coherederos con nosotros y que ya desde ahora el Padre dispone
y ordena que nos hagan de guías y educadores. Porque ya «desde ahora somos
hijos de Dios» aunque esto no aparezca ahora con claridad (1Jn 3,2), puesto que
somos hijos todavía sometidos a intendentes y educadores, y de momento, en nada
diferimos de los siervos.
Sin embargo, por pequeños que seamos y por largo y
peligroso que sea el camino que nos falta recorrer, ¿qué podemos temer con tan
buena guardia?… Los ángeles son fieles, son prudentes, son poderosos; ¿qué
podemos temer? Tan sólo sigámosles, estemos unidos a ellos, y permaneceremos bajo
la protección del Dios del cielo”…
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
12avo sermón sobre el salmo 90
Para rezar
Himno de Laudes al Santo Ángel de la Guarda
Ángel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuenta todos mis pasos.
En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios,
que yo escuche tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo hacia Dios,
que me lo envía.
Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.
En presencia de los Ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo. Amén.
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