11 de octubre de 2018 – TO – JUEVES DE LA XXVII SEMANA
Pidan y se les dará
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Galacia 3, 1-5
Gálatas insensatos, ¿quién los ha seducido a
ustedes, ante quienes fue presentada la imagen de Jesucristo crucificado? Una
sola cosa quiero saber: ¿ustedes recibieron el Espíritu por las obras de la Ley
o por haber creído en la predicación? ¿Han sido tan insensatos que llegaron al
extremo de comenzar por el Espíritu, para acabar ahora en la carne? ¿Habrá sido
en vano que recibieron tantos favores?
¡Ojalá no haya sido en vano! Aquel que les prodiga
el Espíritu y está obrando milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la
Ley o porque han creído en la predicación?
Palabra de Dios.
SALMO Lc 1, 69-70. 71-72.
73-75 (R.: cf. 68)
R. ¡Bendito sea el Señor,
Dios de Israel, porque visitó a su pueblo!
Nos ha dado un poderoso Salvador
en la casa de David, su servidor,
como lo había anunciado mucho tiempo antes
por boca de sus santos profetas. R.
Para salvarnos de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos odian.
Así tuvo misericordia de nuestros padres
y se acordó de su santa Alianza. R.
Se acordó del juramento que hizo a nuestro padre
Abraham
de concedernos que, libres de temor,
arrancados de las manos de nuestros enemigos,
lo sirvamos en santidad, y justicia
bajo su mirada, durante toda nuestra vida. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 11, 5-13
Jesús dijo a sus discípulos:
«Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y
recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque
uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde
adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis
hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos.”
Yo les aseguro que aunque él no se levante para
dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le
dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y
encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca,
encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una
piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una
serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a
sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que
se lo pidan!»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
El ejemplo de Pedro resultó contagioso y algunos
gálatas rehusaron, a su vez, comer con los cristianos, venidos del paganismo.
Pablo siente decepción ante esta actitud de los gálatas.
Él les había entregado el mensaje del Jesús de
Nazaret y ellos abandonan la vida en el Espíritu del resucitado, y la
experiencia anterior para priorizar la ley y los ritos externos y vacíos.
Con un lenguaje duro les reprocha su poca
constancia en la fe, la rapidez en “cambiar de evangelio” y haberse dejado
embaucar.
Habiendo tenido la gracia de seguir a Jesucristo,
el verdadero salvador, y de recibir su Espíritu y sus carismas, ahora se ponen
a dudar de si tienen que servir a Moisés. Caminan hacia atrás: “empezaron por
el espíritu para terminar con la materia”. Es como si, después de salir libres
de Egipto, quisieran volver atrás.
Para salvarse hay que mirar a Jesucristo
“crucificado”, la circuncisión, es una costumbre que puede tener su valor cultural,
es una señal perteneciente a un grupo, a una raza, a una tradición, pero no es
esto lo que cuenta.
***
Siguiendo con su enseñanza sobre la oración, Jesús
nos presenta una parábola en la que Dios es comparado a un amigo, a quien otro
amigo acude de noche, a una hora inesperada, para pedirle unos panes. El amigo
no ha cedido por amistad, sino para que lo deje en paz, como el juez del que
hablará Jesús más tarde. Eso no significa que Dios sea así, que ceda por
cansancio: pero esta conducta pone de relieve “con mayor razón” la actitud del
Padre que es bueno.
La eficacia consiste en que Dios siempre escucha.
Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque todo lo bueno que podamos
pedir ya lo está pensando antes El, que quiere nuestro bien más que nosotros
mismos.
Jesús confirma que Dios atiende la oración. Hay que
pedir, buscar, llamar, con la seguridad de que se recibe lo que se pide, que se
encuentra lo que se busca, que se abren las puertas cuando se llama. El
evangelio nos invita a la insistencia total.
La oración atestigua nuestra identidad profunda de
hijos necesitados de su Padre, y por esa misma razón es por lo que es
escuchada. Nuestra oración que es ciertamente petición, no consiste en un
regateo mercantil, o en el esfuerzo de salir victoriosos y doblegar a Dios. En
ella pedimos, invocamos: es decir, apelamos a una realidad reconocida y a un
derecho.
Recordamos a Dios Padre lo que ha realizado por su
Hijo amado. Esta es la razón profunda de nuestra certeza y de nuestra audacia:
nos atrevemos a provocar a Dios y confrontarlo con su responsabilidad paterna.
Nos atrevemos a correr el riesgo de pedirle algo, precisamente porque El mismo
ha establecido con nosotros vínculos de familiaridad y se ha puesto a nuestro
alcance.
Pero hay que saber pedir. Hay que pedir que nos
disponga para el Reino, que nos capacite para construir con valentía y con
alegría su proyecto en la historia que siempre es más grande que nuestro
proyecto personal. La oración no puede ser ni caprichosa ni antojadiza. Al
Padre tenemos que acercarnos con seriedad y con certeza, en una oración que es
confrontación con el Reino.
A quien se lo pida, Dios concederá su Espíritu
Santo. Concederá el bien pleno que Él nos prepara, no necesariamente el que
nosotros pedimos, que suele ser muy parcial. Nos concederá la fuerza que nos
impulsa a vivir el Reino que siempre es más de lo que podemos esperar. Ésa es
la promesa de Jesús.
Para
discernir
¿Cómo es nuestra oración?
¿Nos apoyamos en la certeza de un Padre que nunca
nos defrauda?
¿Nuestra oración supera los límites de nuestras
necesidades personales?
Repitamos a
lo largo de este día
Envíanos Señor tu Espíritu Santo
Para la
lectura espiritual
…”Llamar a Dios «Abbá, Padre» (cf. Rom 8,15; Gal
4,6) es algo diferente a darle a Dios un nombre familiar. Llamar a Dios Abbá
significa entrar en la misma relación íntima, libre de miedo, confiada y rica,
que Jesús mantenía con su Padre. Esa relación se llama Espíritu, y ese Espíritu
nos ha sido dado por Jesús y nos hace capaces de gritar con él: «Abbá, Padre».
Llamar a Dios Padre «Abbá, Padre» es un grito del corazón, una plegaria que
brota de lo más íntimo de nuestro ser. No tiene nada que ver con el hecho de
darle un nombre a Dios, sino que es proclamar a Dios como fuente de nuestro ser.
Esta declaración no procede de una intuición inesperada o de una convicción
adquirida, sino que es la declaración de que el Espíritu de Jesús está en
comunión con nuestro espíritu. Y… una declaración de amor.
El Espíritu, a continuación, no nos revela sólo que
Dios es «Abbá, Padre», sino también que pertenecemos a Dios corno hijos suyos
amados. El Espíritu nos restablece así en la relación de la que todas las otras
relaciones toman su significado. Abbá es una palabra muy íntima. Expresa
confianza, seguridad, confidencia, pertenencia y el máximo de la intimidad. No
tiene la connotación de autoridad, de poder y de dominio que evoca a menudo la
palabra padre. Al contrario, Abbá implica un amor que nos envuelve y alimenta.
Este amor incluye y trasciende infinitamente todo el amor que nos viene de
nuestros padres, madres, hermanos, hermanas, esposos y seres amados. Es el don
del Espíritu”…
H. J. M. Nouwen, edición española: Pan para el viaje: una guía de sabiduría y de fe para cada día del año, Ediciones Obelisco, Barcelona 2001
Para rezar
Envíanos tu Espíritu
Señor Jesús, hermano, amigo y compañero,
que caminas con nosotros todos los días de nuestra vida,
te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo.
que caminas con nosotros todos los días de nuestra vida,
te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo.
Que Él nos anime,
nos dé fuerza y coraje
para trabajar por la justicia y la paz.
nos dé fuerza y coraje
para trabajar por la justicia y la paz.
Que nos ilumine,
para saber descubrir lo bueno,
lo verdadero, lo que favorece
y ayude a que la vida sea más digna.
para saber descubrir lo bueno,
lo verdadero, lo que favorece
y ayude a que la vida sea más digna.
Que nos dé valor,
para rechazar la mentira muchas veces disfrazada,
que atenta contra la vida, porque crea división y odio.
para rechazar la mentira muchas veces disfrazada,
que atenta contra la vida, porque crea división y odio.
Que nos ayude,
a comprender lo que Tú nos enseñaste,
que todos somos hijos de un mismo Padre
y que por eso todos somos hermanos
y que las cosas y bienes que hay en el mundo, son para todos.
a comprender lo que Tú nos enseñaste,
que todos somos hijos de un mismo Padre
y que por eso todos somos hermanos
y que las cosas y bienes que hay en el mundo, son para todos.
Que su presencia en medio nuestro,
sea visible a través de los frutos: el amor, la generosidad,
la bondad, la comprensión,
la solidaridad y la auténtica alegría.
sea visible a través de los frutos: el amor, la generosidad,
la bondad, la comprensión,
la solidaridad y la auténtica alegría.
Amén.
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