4 de agosto de 2018 – TO – SÁBADO DE LA XVII SEMANA
El Señor me ha enviado para decir estas palabras
Lectura del libro del profeta
Jeremías 26, 11-15. 24
Los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y
a todo el pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra
esta ciudad, como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos.»
Pero Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo:
«El Señor es el que me envió a profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad
todas las palabras que ustedes han oído. Y ahora, enmienden su conducta y sus
acciones, y escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del
mal con que los ha amenazado. En cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca
bueno y justo. Pero sepan que si ustedes me hacen morir, arrojan sangre
inocente sobre ustedes mismos, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque
verdaderamente el Señor me ha enviado a ustedes para decirles todas estas
palabras.»
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes
y a los profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en
nombre del Señor, nuestro Dios.»
Sin embargo, Ajicám, hijo de Safán, protegió a
Jeremías e impidió que fuera entregado en manos del pueblo para ser ejecutado.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 68, 15-16. 30-31.
33-34 (R.: cf. 14)
R. Respóndeme, Dios mío, en
el tiempo de gracia.
Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí. R.
Yo soy un pobre desdichado, Dios mío,
que tu ayuda me proteja:
así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias. R.
Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 14, 1-12
La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca
Herodes, y él dijo a sus allegados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de
entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos.»
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar
y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque
Juan le decía: «No te es lícito tenerla.» Herodes quería matarlo, pero tenía
miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la
hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió
bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí
sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento
y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la
cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta
la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo
sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Los sacerdotes y los profetas dijeron a los
magistrados y a todo el pueblo que Jeremías, merecía la muerte porque había
profetizado contra la ciudad.
Jeremías es reo de muerte porque se había atrevido
a anunciar la destrucción del Templo de Jerusalén.
El profeta, con entereza y humildad y hace su
propia defensa. Es enviado por Dios a predicar, por eso no tiene temor alguno
de confesar la misión para la que ha sido elegido por el Señor. Él es inocente.
Es sólo instrumento escogido por Dios en favor de su pueblo.
Lo importante es el anuncio, de que si enmiendan su
conducta, Dios se arrepentirá de su amenaza. El profeta tiene la conciencia
tranquila y se muestra disponible a lo que quieran hacer con él.
No ha predicado, en primer lugar la destrucción del
Templo, ni el mal, sino la «conversión». Todo puede cambiar si cambian de vida.
Los jefes religiosos y políticos se abstienen de
condenar a muerte a Jeremías, porque su sangre pesaría sobre sus conciencias
como una culpa que no quedaría sin castigo. Jeremías salva la vida, gracias a
la protección que le brinda un personaje con autoridad, frente a los jefes del
pueblo.
***
Contemplamos hoy la injusticia de la muerte de Juan
Bautista; y a la vez descubrimos la necesidad de un testimonio claro y concreto
de nuestra fe para llenar de esperanza el mundo.
Los tres sucesores del sanguinario Herodes, el
grande, se disputaban a mordiscos el control del reino de Judea. Juan
denunciaba las ambiciones de poder entre la familia herodiana. Herodes Antipas
estaba en adulterio con Herodías, esposa legítima de su hermano Filipo, con el
fin de apoderarse de todo el territorio, a la muerte de su hermano.
Antipas, es un contra testigo. Se entera de la fama
de Jesús y lo confunde con Juan el Bautista resucitado; esta afirmación no pasa
de ser un vago comentario, que no le cambia la vida. Tampoco había sido capaz
de ser coherente con la admiración que sentía por Juan el Bautista,
arrestándolo ilegalmente, metiéndolo en un calabozo y luego haciéndolo
decapitar, porque Juan puso al descubierto su adulterio.
Juan será testigo de la verdad. Igual que la
mayoría de los profetas que lo precedieron, Juan era la conciencia crítica ante
corrupción de los jefes de pueblo de Israel. El Bautista era la voz de los que
no tenían voz y el mensajero que preparaba el camino el salvador. Ni el poder
del rey, ni el miedo por su vida, hicieron que su voz callara las injusticias
que veía.
Juan, siguiendo la tradición en el pueblo de
Israel, como todo profeta, pagó con su vida ser mensajero de la verdad. La
habilidad de Herodías y el poder de seducción de su hija, condujeron al
embriagado rey a condenar a muerte al Bautista.
Es una constante de la historia, las persecuciones
allí donde hay alguien que denuncia de modo claro y comprensible, con su vida y
con sus palabras, la verdad de Dios. La verdad molesta, del mismo modo que
molesta el amor, porque significa renunciar a nuestros propios intereses
egoístas y pide la apertura y disponibilidad al otro.
…”Es preciso, por consiguiente, que aquel que vive
con celo la vida profética y ha sido capaz de acoger al Espíritu, que había en
los profetas, reciba desprecio en el mundo y entre los pecadores, a quienes
resulta embarazosa la vida del justo”… Orígenes, Comentario del evangelio de
Mateo, Roma 1998, I, pp. 14 1ss.
«Con toda la Iglesia, invito a mis hermanos y
hermanas en la fe a abrirse constante y confiadamente a Cristo y a dejarse
renovar por Él, anunciando con el vigor de la paz y el amor a todas las personas
de buena voluntad que, quién encuentra al Señor conoce la Verdad, descubre la
Vida y reconoce el Camino que conduce a ella». Juan Pablo II, Iglesia en
Europa.
Para
discernir
¿Qué me condiciona para vivir la verdad?
¿Qué silencio por miedo?
¿Qué cosas no soy capaz de denunciar?
Repitamos a
lo largo de este día
…Ayúdame a ser testigo de la Verdad…
Para la
lectura espiritual
La grandeza de Juan el Bautista
…”Lo que ha hecho grande a Juan, lo que le ha hecho
el más grande entre los grandes, es que ha vivido sus virtudes al máximo…
uniendo a estas la más grande de todas, la humildad. Siendo considerado como el
más elevado de todos, espontáneamente y con la presura del amor, ha puesto por
encima de él a Aquel que es el más humilde de todos, y hasta tal punto lo ha
puesto por encima de él que se declaró indigno de desatarle las sandalias (Mt
3, 11).
Que otros queden maravillados de que Juan haya sido
anunciado por los profetas, anunciado por un ángel…, nacido de padres tan
santos y tan nobles, aunque de edad avanzada y estériles…, que en el desierto
haya preparado el camino del Redentor, que haya convertido los corazones de los
padres hacia los hijos y los de los hijos hacia los padres (Lc 1,17), que haya
sido digno de bautizar al Hijo, escuchar al Padre, ver al Espíritu (Lc 3, 22),
en fin, que haya combatido por la verdad hasta dar la vida y que, para ser
precursor de Cristo incluso en el país de los muertos, haya sido mártir de
Cristo ya antes de su Pasión. Que otros se queden maravillados de todo esto…
A nosotros, hermanos míos, se nos propone su
humildad no tan sólo como objeto de admiración, sino también de imitación. Es
ella que le ha incitado a no querer pasar por grande, siendo así que podía
hacerlo… En efecto, este fiel «amigo del Esposo» (Jn 3,29) que amaba a su Señor
más que a sí mismo, deseaba «disminuir» para que él creciera (v 30). Se
esforzaba para aumentar la gloria de Cristo haciéndose él mismo más pequeño,
manifestando a través de toda su conducta lo que diría el apóstol Pablo: «No
nos predicamos a nosotros mismos sino al Señor Jesucristo» (2C 4,5).
Beato Guerrico de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
3er sermón sobre san Juan Bautista
Para rezar
Oración de la dificultad
Sé luz en mi mente, paz en mi corazón,
sabiduría en mis decisiones, amor en mis relaciones.
Te necesito, Señor. Tú calmas mi desasosiego y alejas el mal;
contigo es fácil aceptar las asperezas
y soportar el dolor.
Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden,
Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden,
fuerte ante el dolor y amoroso con todos.
Dame paciencia conmigo mismo y con los demás,
Una paciencia que me aleje de la ira y el desaliento.
Eres mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso.
En ti todo lo puedo, y con tu amor
los fardos son llevaderos.
los fardos son llevaderos.
Tú me libras de las aguas turbulentas,
apaciguas mis males y conjuras mis temores.
Te amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy gracias.
Padre Gonzalo Gallo
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