29 de agosto de 2018 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXI SEMANA
29 de agosto - Martirio de San Juan Bautista (M.O)
…Juan era un hombre justo y santo…
Lectura del profeta Jeremías 1, 17-19
Tú, ahora, muévete y anda a decirles todo lo que yo
te mande. No temas enfrentarlos, porque yo también podría asustarte delante de
ellos. Este día hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y una muralla de
bronce frente a la nación entera: frente a los reyes de Judá y a sus ministros,
frente a los sacerdotes y a los propietarios.
Ellos te declararán la guerra, pero no podrán
vencerte, pues yo estoy contigo para ampararte -palabra de Yahvé-.»
Palabra de Dios
Palabra de Dios
SALMO Sal 70,1-7
R: Mi boca contará tu auxilio
En ti, Señor, confío,
que no me decepcione.
En tu justicia tú querrás defenderme,
inclina a mí tu oído y sálvame. R.
que no me decepcione.
En tu justicia tú querrás defenderme,
inclina a mí tu oído y sálvame. R.
Sé para mí una roca de refugio,
una ciudad fortificada en que me salve,
pues tú eres mi roca, mi fortaleza. R.
una ciudad fortificada en que me salve,
pues tú eres mi roca, mi fortaleza. R.
Líbrame, oh Dios, de la mano del impío,
de las garras del malvado y del violento,
pues tú eres, Señor, mi esperanza,
y en ti he confiado desde mi juventud. R.
En ti me apoyé desde mis primeros pasos,
tú me atrajiste desde el seno de mi madre,
y para ti va siempre mi alabanza.
Pero ahora para muchos soy un escándalo,
y sólo me quedas tú, mi amparo seguro. R.
EVANGELIO
tú me atrajiste desde el seno de mi madre,
y para ti va siempre mi alabanza.
Pero ahora para muchos soy un escándalo,
y sólo me quedas tú, mi amparo seguro. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6,
17-29
En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan
y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su
hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan le decía: «No te está
permitido tener a la mujer de tu hermano.» Herodías lo odiaba y quería matarlo,
pero no podía, pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le
tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba
muy perplejo al oírlo.
Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día
de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los
personajes principales de Galilea. En esa ocasión entró la hija de Herodías,
bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la
muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le prometió con juramento:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» Salió ella a
consultar a su madre: «¿Qué pido?» La madre le respondió: «La cabeza de Juan el
Bautista.» Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: «Quiero que
ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.»
El rey se sintió muy molesto, pero no quiso
negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados.
Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la
cárcel y le cortó la cabeza. Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a
la muchacha y ésta se la pasó a su madre. Cuando la noticia llegó a los
discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron.
Palabra del Señor
Para
reflexionar
Hacemos memoria del martirio de san Juan Bautista,
el Precursor de Jesús. Toda la vida del Bautista gira en torno a la persona del
Salvador, de manera que en torno a Él, la existencia y la tarea del Precursor
cobran sentido.
Desde las entrañas de su madre, siente la
proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres,
abre el diálogo entre el que prepara el camino y Aquel que es el mismo camino.
El Salvador santifica a Juan, y éste salta de gozo dentro del vientre de su
madre. En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo —que etimológicamente
significa “estar lleno de Dios”—, le preparó los caminos, le allanó las rutas,
le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el
Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).
El trabajo de Juan Bautista continúa la línea de
los antiguos profetas de Israel, que denunciaban los pecados sociales y
anunciaban a su pueblo el tiempo de la presencia de Dios, que los haría salir
del oprobio y de la crisis. Es difícil el destino de los profetas. Ser profeta,
dice Guardini, significa decir a su tiempo contra su tiempo, lo que Dios manda
decir. —No te es licito tener como esposa a Herodias, la mujer de tu hermano,
le grita Juan a Herodes Antipas. Y Juan lo paga en la cárcel de Maqueronte.
Su muerte confirmó la veracidad de su misión, ya
que murió asesinado en el palacio del rey y siendo cómplices los que oprimían
el país con su lujo, riqueza y escándalos. Su muerte testimonial es una clave
importante para comprender el martirio de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y
también le precede ahora en la muerte cruel. Juan ha cumplido ya su misión. El
misterio de la Cruz de Jesús está ya presente en este martirio. Su sangre no
será inútil. “La cabeza de Juan Bautista predica mejor desde la bandeja que
sobre sus hombros”.
La memoria de los mártires o «testigos» ha sido
siempre clave e importante para la vida de la iglesia cristiana. El
cristianismo no puede ser entendido, sino como un testimonio fuerte y vivo, del
nuevo mundo que irrumpe en la historia en la persona de Jesús de Nazaret. El
seguimiento de Cristo no es posible si no estamos dispuestos a asumir la cruz,
que significa oponerse a las estructuras de pecado existentes en el mundo y la
historia.
Que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista sea
una invitación para que nuestra vida también gire en torno a la Persona de
Jesús, lo cual le dará su pleno sentido, y que su ejemplo “nos entusiasme”,
para que llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con
valentía.
«Está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra,
aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca
del mismo Cristo (…) ser denominado “antorcha ardiente y luminosa”. Fue
bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al
Redentor del mundo». San Beda.
Para
discernir
¿Qué lugar ocupa la defensa de la verdad en mi
opción de fe?
¿Hasta dónde arriesgo por defender lo que es justo?
¿Acomodo la realidad a mi conveniencia?
Repitamos a
lo largo de este día
…Señor, mi destino está en tus manos…
Para la
lectura espiritual
…”En primer lugar, la vida en sí misma es el don
más grande que se pueda ofrecer -cosa que nosotros olvidamos constantemente-.
Cuando pensamos en nuestra entrega a los demás, lo que nos viene de inmediato a
la mente son nuestros talentos únicos: nuestras capacidades para hacer cosas
especiales particularmente bien [...]. Sin embargo, cuando hablamos de
talentos, tendemos
a olvidar que nuestro verdadero don no es lo que podemos hacer, sino quiénes somos. La verdadera pregunta no es: «¿Qué podemos ofrecernos el uno al otro?», sino: «¿Quiénes podemos ser para los otros?» Es a buen seguro una cosa estupenda que podamos repararle algo al vecino, ofrecerle consejos útiles a un amigo, sabios pareceres a un colega, volver a dar la salud a un enfermo o anunciar una buena noticia a un feligrés. Pero hay un don que es el mayor de todos. Se trata del don de nuestra vida, que brilla en todo lo que hacemos. Al envejecer, descubro cada vez más que el don más grande que tengo para ofrecer es mi alegría de vivir, mi paz interior, mi silencio y mi soledad, mi sentido del bienestar. Cuando me pregunto: «¿Quién me es de más ayuda?», debo responder: «Aquel o aquella que esté dispuesto a compartir conmigo su vida».
a olvidar que nuestro verdadero don no es lo que podemos hacer, sino quiénes somos. La verdadera pregunta no es: «¿Qué podemos ofrecernos el uno al otro?», sino: «¿Quiénes podemos ser para los otros?» Es a buen seguro una cosa estupenda que podamos repararle algo al vecino, ofrecerle consejos útiles a un amigo, sabios pareceres a un colega, volver a dar la salud a un enfermo o anunciar una buena noticia a un feligrés. Pero hay un don que es el mayor de todos. Se trata del don de nuestra vida, que brilla en todo lo que hacemos. Al envejecer, descubro cada vez más que el don más grande que tengo para ofrecer es mi alegría de vivir, mi paz interior, mi silencio y mi soledad, mi sentido del bienestar. Cuando me pregunto: «¿Quién me es de más ayuda?», debo responder: «Aquel o aquella que esté dispuesto a compartir conmigo su vida».
Es útil practicar una distinción entre talentos y
dones. Nuestros dones son más importantes que nuestros talentos. Podemos tener
sólo pocos talentos, pero tenemos muchos dones. Nuestros dones son los muchos
modos a través de los que expresamos nuestra humanidad. Forman parte de lo que
somos: amistad, bondad, paciencia, alegría, paz, perdón, amabilidad, amor,
esperanza, confianza, etc. Estos son los verdaderos dones que hemos de ofrecer
a los otros”…
H. J. M. Nouwen, edición española: Tú eres mi amado,
Promoción Popular Cristiana, Madrid 1997.
Para rezar
A la orilla de un río
un hombre predicaba
y hablaba de otro hombre
que estaba por llegar.
Era Juan el Bautista,
era voz que gritaba
que llegaba la hora
de la verdad.
Hubo un hombre enviado por Dios,
era su nombre Juan,
él no era la luz,
pero vino a preparar
los caminos que conducen a Jesús.
A todo el que quería
conocer los caminos
que Dios recorre a diario,
hablando al corazón,
el Bautista le hablaba
de amor y de justicia,
porque estaba a las puertas
el Salvador.
Pero el hombre que hablaba
de amor y de justicia,
fue un día encarcelado
por capricho de un rey.
Su cabeza cortaron,
su voz siguió gritando
los abusos de un hombre
en el poder.
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