28 de agosto
de 2018 – TO – MARTES
DE LA XXI SEMANA
¡ay de los que están llenos
de codicia y desenfreno!
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica 2, 1-3a. 14-17
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con
él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen,
sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que
hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Que nadie los engañe de ninguna
manera.
Dios los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la
gloria de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes
y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea
oralmente o por carta. Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que
nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los
reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 95, 10. 11-12a. 12b-13 (R.: 13b)
R. El Señor viene a gobernar la tierra.
Digan entre las naciones: «¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos. R.
Griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23,
23-26
Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de
la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la
justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar
aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la
copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia
por fuera.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
El «día del Señor», según toda la tradición profética, es el que marcará
el acto final de la historia: el gran día de la unión íntima de los creyentes
con Cristo, el final del gran proyecto de Dios
La gran cuestión de esas dos primeras epístolas de san Pablo es la
«Parusía», la venida última de Jesús, la venida escatológica. Esto parece que
es uno de los puntos de la doctrina cristiana que no terminaban de comprender
los cristianos de Tesalónica.
Esta dificultad se presentaba con frecuencia en muchos, de las primeras
generaciones de cristianos.
Muchos estaban convencidos del inminente retorno de Jesús, de tal modo
que vivían relativizando el momento presente y siendo indiferentes en lo que se
refería a sus deberes cotidianos.
Pablo pretende repetir la enseñanza de Jesús acerca del tema: nadie sabe
ni el día ni la hora… del día del Señor, y que no hagan caso de los rumores
sobre visiones y revelaciones en ese sentido.
La fecha final no importa mucho. Lo que sí importa es cómo vamos
haciendo el camino y cómo nos preparamos para el encuentro final.
***
El de los fariseos era uno de estos grupos de fanáticos religiosos que
prometían el cielo y la tierra al pueblo de Israel, y que durante mucho tiempo
consiguieron el apoyo popular haciéndose pasar por hombres justos y piadosos.
Jesús con un marcado estilo profético, desenmascara el oportunismo y las
verdaderas intenciones de estos grupos.
Por la ley de los diezmos, Israel reconoce a Yahvé el derecho de
propiedad sobre toda su tierra y sus bienes. La parte de Dios en estos bienes,
servía para el mantenimiento del culto y sus ministros, y también para socorrer
a los pobres. De los principales frutos de la tierra, los fariseos habían
extendido el diezmo a los productos más mínimos, incluso a las hierbas que se
emplean como condimento: la menta, el hinojo, el comino.
Las comparaciones que hace Jesús ponen en evidencia la mentira con la
que se encubren los fariseos. Estos se muestran como hombres extremadamente
cumplidores de la Ley, pero no les importa la justicia ni la fidelidad a Dios.
Dan importancia a cosas insignificantes, poco importantes ante Dios, y
descuidan las que verdaderamente valen la pena. Jesús denuncia cómo letrados y
fariseos aparentan una pretendida fidelidad a Dios hasta en lo mínimo, mientras
omiten lo esencial, el amor al prójimo, explicitado en “justicia, buen corazón
y lealtad”.
Jesús quiere que la fidelidad a las observancias cultuales sea el
reflejo de una fiel observancia del amor a los demás, durante toda la vida.
Estos defectos no eran exclusivos de los fariseos de hace dos mil años.
También hoy podemos caer en la misma trampa.
En la vida hay cosas de poca importancia, y otras que verdaderamente
valen la pena que les prestemos más atención. El llamado de Jesús es que no se
descuiden tampoco las cosas pequeñas. A cada cosa hay que darle la importancia
que tiene, ni más ni menos. En los detalles de las cosas pequeñas también puede
haber amor y fidelidad. Aunque haya que dar más importancia a las grandes.
Y del mismo modo podemos caer en el error de los fariseos, cuando sólo cuidamos
la apariencia exterior y hacemos las cosas para que nos vean, nos alaben, o
damos más importancia al parecer que al ser. Si nuestra vida de fe se reduce a
ritos externos que no modifican nuestra conducta.
Si cuidamos excesivamente la apariencia exterior, corremos el riesgo de
no reconocer que por dentro podemos estar llenos de «robo y desenfreno».
Jesús nos repite, hoy también, que el culto exterior tales como la
purificación de la “copa y del plato” tiene menos importancia que la pureza
interior.
Al discípulo no se le pide una perfección artificial e impecable sino la
coherencia del esfuerzo por una vida que se comprometa en la búsqueda y el
trabajo por la justicia propia del reino. El reino no es apariencia sino una
vida realizada en la verdad, que se construye con esfuerzo día a día en la cual
cada detalle es importante.
Ser discípulo significa, testimoniarlo en la vida cotidiana con
coherencia, con claridad, con humildad, con gozo y con valentía. El discípulo
de Jesucristo ha de comprometerse con coherencia de vida y de acción, en la
transformación de la realidad en el ámbito político, económico, laboral,
cultural y social de modo que celebre en la fe, la liberación que Cristo va
operando en el mundo.
Para
discernir
¿Me quedo en lo accesorio de la fe o trato que toque la raíz de mi vida?
¿Qué tipo de perfección busco?
¿Qué lugar le doy a la gracia y qué lugar al esfuerzo?
Repitamos
a lo largo de este día
…Tus palabras son espíritu y vida…
Para
la lectura espiritual
…”Caminar tras los pasos de Jesús conduce siempre a la obediencia al
Padre que marca totalmente la vida de Jesús, y sin la cual ésta permanecería
absolutamente inaccesible. En esta obediencia echa también sus raíces la
particular amistad de Jesús con los hombres, su presencia junto a los
marginados y los humillados, los pecadores y los perdidos. La imagen de Dios
que brota en la pobreza de la obediencia de Jesús, en el abandono total de su
vida al Padre, no es, de hecho, la imagen de un Dios tirano que humilla;
tampoco es la imagen de Dios como exaltación del dominio y de la autoridad
terrenos. Es la imagen luminosa de Dios que levanta y libera, que introduce a
los culpables y a los humillados en un nuevo y prometedor futuro y sale a su
encuentro con los brazos abiertos de su misericordia. Una vida tras los pasos
de Jesús es una vida que se sitúa en esta pobreza de la obediencia de Jesús. En
la oración nos atrevemos a practicar esta pobreza, el abandono sin cálculos de
nuestra vida al Padre. De este comportamiento brota el vivo testimonio del Dios
de nuestra esperanza en el centro de nuestro mundo.
El precio que debemos pagar por este testimonio es alto, el riesgo de
esta obediencia es grande: conduce a una vida con muchos frentes. Jesús no fue
ni un loco ni un rebelde, pero es seguro que fue algo parecido a ambos, hasta
confundirse con ellos. Por último, fue escarnecido por Herodes como si fuera un
loco, y enviado a la cruz por sus paisanos como rebelde. El que le sigue, el
que no teme la pobreza de la obediencia, el que no aleja de sí el cáliz, debe
contar con ser víctima de esta confusión y de acabar en todos los frentes –y de
modos siempre nuevos–cada vez más”…
Sínodo de Wurzburg, «Nuestra esperanza en eI Reino” documento
6 [1976]
Para
rezar
Gracias Padre, porque tomas nuestras vidas en
serio,
cuando viniste a nosotros,
fue para trabajar con tus manos de hombre
y para hablarle al pueblo de todos los días.
Tú no creaste el universo
fuera de nuestra historia,
sino que, humildemente, abriste una brecha
en nuestro trabajo diario.
Creemos
que hoy como, siempre,
Tú vienes y estás presente
donde quiera que los hombres realicen
su trabajo humano con la fe de la esperanza.
Permítenos, pues, contar para ti
el canto diario de nuestra vida
y bendecirte
con las sencillas palabras de nuestra fe.
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